capitulo 22

TYLER

¿Tú tienes novio, Maddie? Porque mi amiga Cristy si tiene —comenta Emma, poniendo una expresión de disgusto—. Es un compañero de salón. Ella me dijo que yo también debería tener uno, pero me da asco, nunca tendré novio —vuelve a colocar una mueca de repugnancia, mientras juega con el cabello de Maddie, moviéndolo de un lado a otro. Siempre ha estado maravillada con la pelirroja, no deja de repetir que se parece a una princesa.

La chica se ríe, desparramando el montón de piezas de un puzzle que los niños armarán antes de cenar. No llega a responder, porque Ethan le gana de antemano.

—Esa amiga tuya Cristy es una mentirosa —resalta—. A nuestra edad no puedes tener novio o novia. Tienes que ser grande, como ellos —explica convencido, mientras nos señala con el dedo índice, primero a Maddie, luego a mí.

Emma se queda pensativa, poco segura de lo que acaba de mencionar su hermano.

—¿Y tú tío Tyler, tienes novia? —regresa a curiosear y abre los ojos expectantes, en busca de una respuesta. De inmediato niego, enviando una rápida mirada cómplice a Maddie, quién sonríe resguardando cierta timidez—. Oh —se queja gruñona ante la respuesta negativa—. Pienso que tu novia debería ser alguien así de linda y hermosa como Mad —la niña le regala un pequeño abrazo cariñoso y las mejillas de la mayor adquieren una leve tonalidad roja.

—¿Quién tiene sed? —pregunto con entusiasmo para evadir las próximas preguntas que probablemente harán, porque ambos tienen una insaciable curiosidad. La diferencia es que Ethan es más reservado y modesto para solucionar sus dudas, mientras que Emma no tiene problema en indagar sobre absolutamente todo. Damon suele decir que a la curiosidad la sacó de Keira y a la impulsividad la obtuvo de él.

Inconscientes de la pequeña trampa que acabo de tenderles, acceden y me envían a la cocina por refrescos. Al mismo tiempo, la pelirroja pide ayuda con los puzzles, logrando que pongan la atención en el juego. <<Ahora vengo>> modulo solo para que ella pueda comprender, procurando no interrumpir lo concentrados que de pronto se ven.

<<Tyler es un buen chico. Trata de calmarte>> la voz de mi hermano se escucha a unos escasos pasos de llegar a la cocina. Abordado por la confusión, me detengo en seco. Sé que no debería oír una conversación ajena, pero el motivo a permanecer escuchando es más fuerte. <<Ya sé que es tu hermano, pero, ¿viste como tiene la cara? No puedo confiar en una persona que está metiéndose en peleas>>, es Liam el que expresa su evidente desconfianza hacia mí. Aprieto la mandíbula ante la impotencia. No puedo hacer nada para defenderme porque sencillamente, no debería estar ahí, escuchando. <<Fue por una buena causa. Defendía a un amigo>> justifica Damon, que habla en un tono de voz moderado. <<Como sea. Pero se trata de mi hija, ¿puedes entender eso? La conozco y sé que me está mintiendo. Maddie jamás me mintió. No hacía esas cosas>> continúa Liam exasperado, jamás lo escuché así, tan tenso. A pesar de que no esperaba que tuviera ese concepto sobre mí, no soy capaz de cuestionarlo. No puedo entender porque no tengo hijos. <<Te adelantas. Ni si quiera sabemos si realmente están saliendo>> Damon sostiene el intento por calmarlo y así descubro que realmente sospechan de lo nuestro. Por un instante, deseo aparecerme y explicar como son las cosas, pero entonces, me retraigo al recordar que lo propenso e impulsivo no me llevará a buen puerto. Es necesario que luego hablemos esto con Maddie. <<Ojalá tengas razón. Ella debería salir con alguien de su edad... No tengo nada contra Tyler, de verdad. Pero es mi hija y no quiero que tenga que cargar con...>> el que habla es interrumpido, sin lograr acabar la frase. <<Basta. Como padre puedo entender lo que dices, pero estás hablando de mi hermano. Terminemos acá o tendremos problemas>> cerciora el contrario.

Y una sensación amarga contrae mi estómago. Son mejores amigos desde prácticamente toda la vida, realmente se siente mal saber que podrían tener problemas por mi culpa. Me quedo un largo rato en la habitación, hasta comprobar que abandonaron la cocina y entonces, voy por las bebidas. En ningún momento las palabras de Liam dejan de sonar en mi cabeza.

Mientras regreso a la sala con los refrescos, contemplo a Maddie sonreír, tan natural y autentica, entonces doy cuenta de que tampoco sería capaz de dejarla. Hemos pasados por mucho juntos. Construimos una vida de la que nadie sabe. Nos ayudamos el uno al otro, estamos ahí para apoyarnos en los peores días y también para acompañarnos en los mejores. ¿No es así como funciona el amor?

—¿Está todo bien? —pregunta, después de que termino de beber el refresco y permanezco en silencio, aturdido por la reciente conversación. Estoy seguro de que Maddie ni si quiera imaginó que su padre sería tan duro. Su severidad me da la impresión de que será peor cuando anunciemos oficialmente que estamos juntos.

—Sí —me limito a responder y me encojo de hombros.

—¿Saldremos esta noche con los chicos, verdad? Estoy bastante emocionada —comenta, sin olvidar lo que le conté por la tarde, cuando hablábamos por mensajes. Asher y Jax organizaron una salida, también irá Ellie y me han dicho que invite a Maddie, dado que ellos sí saben que empezamos a salir.

—Sí —vuelvo a responder en monosílabo, rascándome la nuca, nervioso. Está entusiasmada. No quiero arrebatarle la ilusión. Sí, saldremos y la pasaremos de maravilla. No voy a echarme atrás como un cobarde incapaz de valorar lo que tiene. Madeleine merece a alguien que tenga la valentía de asumir riesgos y ese, quiero ser yo—. Claro que sí —utilizo un tono de voz que manifiesta decisión—. Nada mejor que salir con mis amigos y mi mejor amiga —hago una broma interna, haciendo que ambos sostengamos una leve risa como dos niños que intentan guardar un secreto, pero necesitan mucha fuerza de voluntad para conseguirlo.

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MADELEINE

No sé qué le pasa a papá, actúa como un adulto mayor estresado. Sus chistes ya no son tan graciosos, más bien, alimentan un humor ácido e irónico que no me agrada. Me preocupa porque puedo notar diferencias enormes desde la separación. Mamá rehízo su vida, no le costó demasiado salir al ruedo y volver a intentarlo. Está comprometida desde hace años con su novio y hace unos meses atrás nació Valentín, mi hermanito que aún es un bebé. Aunque amo visitarlos y pasar tiempo con ellos, prefiero quedarme con papá, porque por el momento, no tiene a nadie más. Damon es como su hermano, pero él tiene su propia familia.

Mi padre se aferró a mí de un modo que puedo entender: teme que lo abandone. Pero me continúa cuidando como si aún fuera una niña pequeña y eso es irritante.

Antes de salir de la casa de Damon, le envió una mirada asesina a Tyler y murmuró en un tono firme <<cuídala>>. Acabé roja de la vergüenza. <<Papá... Puedo cuidarme sola>> le reproché guardando cierto cariño. Tampoco quiero ser dura con él, le rompería el corazón. Demasiado mal me sienta tener que mentirle... Aunque tengo la sensación de que acabaré soltándole la verdad antes de volver a la universidad.

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El sitio al que llegamos luce como un caos total. Es una especie de casona abandonada a las afueras de la ciudad, que se han encargado de convertir en un refugio donde hacer fiestas. Grupos de jóvenes beben y fuman a los alrededores de la entrada y observo de reojos a Tyler, que todavía sentado en el interior del auto, duda en involucrarse.

—No tenemos que quedarnos aquí, Maddie —advierte, echando una mirada de desconfianza al lugar—. Tú papá pidiendo que te cuide y yo te traigo a este... ¿sitio espantoso? —murmura, imposibilitado de encontrar el adjetivo ideal.

Marco una pequeña sonrisa. Es lindo escuchar cómo se preocupa.

—No fue tu idea —remarco—. Asher nos invitó a los dos y yo acepté venir —me encojo levemente de hombros.

Él asiente, todavía indeciso.

—Es cierto —reconoce—. Pero a la mínima cosa que no te guste, me lo dices y nos largamos ¿de acuerdo?

—Me parece bien —correspondo de inmediato y me inclino hacia su lado, para dejar un beso rápido en los labios, uno que no es suficiente porque en cuanto finaliza, es Tyler quien voltea hacia mi lado para intensificarlo. El auto es pequeño y la temperatura sube de inmediato.

Pero la insistente bocina que proviene del auto estacionado tras el nuestro nos interrumpe. Reconocemos de quien se trata y descendemos, para encontrarnos con Asher, Jax y la reina indiscutida, Ellie, que brilla a donde sea que esté.

Sin dudas, la chica tiene un brillo especial y destaca entre cualquier multitud. La genética le jugó a favor en todas las maneras posibles y, además, tiene una forma de vestir arriesgada, su conjunto de falda y top me recuerda al que usaría una cantante pop para dar un show multitudinario. Me quedo prendida mirándola, porque desde pequeña tuve esa necesidad de admirar la belleza de los demás. Belleza que encuentro en todas partes, porque cada persona tiene algo que lo vuelve único.

Ellie es la primera en saludarme y halaga mi maquillaje. Tras ella, pasa Asher y finalmente Jax, que se siente como un amigo cercano con quien nos debemos una larga conversación. Los dos lo sabemos internamente.

—Vaya, la verdad que sí se te ve enamorado —bromea Asher dirigiéndose a Tyler, que le da un golpe juguetón.

—¿Por qué mejor no me explicas que es este lugar? —exige, aunque sin perder el modo divertido—. No es una fiesta normal.

—Uh, ¿desde cuándo te has vuelto tan exquisito? Te recuerdo que de adolescentes nos metíamos a cualquier parte y la pasábamos de maravilla —aquellas palabras dejan mudo a Ty, que no tiene opción más que darle la razón a su amigo.

—Eran otras épocas —se justifica. Yo me mantengo escuchando porque la verdad, no sé realmente sobre aquél pasado. Conozco que se criaron juntos en un hogar de acogida, pero Tyler solo se dedicó a contar alguna anécdota divertida de tanto en tanto. Las suficientes para hacerme entender que la vida los convirtió en verdaderos hermanos.

—Al menos le das a tu chica una experiencia diferente —pone como una ventaja—. ¿Alguna vez fuiste a una fiesta así, Maddie?

Niego.

—La verdad que no. Es nuevo para mí —digo con sinceridad. En preparatoria, asistía con Cassie, Riley y el resto del grupo, a fiestas escolares o reuniones organizadas en casas de compañeros. Nunca vi algo como esto, ni siquiera en la universidad. Pero debo admitir que me gusta la especie de adrenalina que comienzo a sentir.

—A disfrutar entonces —Asher hace un ademan para que ingresemos y al mismo tiempo, sostiene a Ellie de la mano, caminando a la par hacia el interior.

Tyler y yo hacemos lo mismo, aunque Jax se posiciona a un lado y empieza a comentarnos de las nuevas y extrañas amistades de Asher. Disminuimos el ritmo, porque Tyler enseguida denota interés hacia la vida del chico. Hacía tiempo que no se veían y es normal que tengan que ponerse al día. <<¿Saben? En todo este tiempo me di cuenta que la gente con dinero puede ser de verdad peligrosa. Asher y Ellie me han llevado a cada fiesta... Qué bueno que no estuviste>> ironiza, pero aquello causa una verdadera inquietud.

La casona, abandonada pero perfectamente ambientada para una fiesta, es de paredes altas y espacios amplios, aunque hay una cantidad exuberante de gente habitando hasta el más angosto rincón. El olor a cigarrillo es la característica principal del ambiente, Tyler toce cuando aquel aire contaminado de cuela por sus fosas nasales y llega a sus pulmones. Una vez mencionó que su padre lo hizo entrenar tanto, que le dejó defectos respiratorios, aunque mínimos. Por ende, sigo sus movimientos con atención, hasta que me tranquilizo al notar que va bien.

El otro par se adelantó, ya están bebiendo y han empezado a bailar y reír, Ellie, fiel a su estilo, se adueña de todas las miradas. A pesar de la aglomeración de personas, saben cómo hacerse notar.

En cambio, Tyler y yo consumimos cerveza sin alcohol, mientras que Jax pide un trago que incluye vodka y enseguida se <<alegra>>. Nos mantenemos al margen, hablando trivialidades y riendo por las ocurrencias de Jax, que incluso realiza algún paso de baile (inventado por el mismo) al sonar alguna canción que lo alienta.

—Seguro... Seguro ya te has dado cuenta, pero esta chica de aquí vale oro, oro puro —pronuncia de manera poética, abrazándome por los hombros y dirigiéndose a Tyler—. Nunca te lo dije, pero Maddie... Maddie tú me arreglaste cuando estaba hecho un desastre. Me hiciste ver la luz —reímos a causa de sus frases descabelladas, aunque Tyler frunce un poco el ceño, confundido. Él desconoce la historia completa—. ¿Y a tú chico que le pasa? —Jax me pide ayuda, bastante perdido.

Hago una mueca de aprietos.

—Aún no se lo dices —recuerdo.

—Oh, eso es —se ilumina—. Me gustan las chicas... Y también los chicos —completa, a lo que Tyler alza las cejas, sorprendido. No se lo esperaba. Seguramente tampoco lo sospechó—. De hecho, podríamos pasarla muy bien los tres después de la fiesta —bromea, ebrio y sin control de lo que dice, acabamos riendo los tres.

—Debí sospechar que estabas enamorado de mí. Quiero decir, no es fácil resistirse a esto —Tyler continúa el chiste, divertido—. Y de Maddie claramente lo entiendo, pero lamento decirte que llegaste tarde. Muy tarde —el castaño quita a Jax de manera juguetona de mi lado. Así, obtiene espacio para abrazarme por detrás enredando sus brazos a mi cintura y proporciona un ligero beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de los labios.

Es cierto lo que dijo, no es fácil resistirse a él. Aquel contacto no me alcanza y me veo obligada a girar, buscando más. Me cuelgo de su cuello, retomando el beso que nos interrumpieron en el auto, aquel que exigía intensidad, ansiaba pasión.

—Mejor voy por algo más de tomar —carraspea Jax, pero ninguno se atiene a mirar.

Nos dejamos llevar por lo nuestro.

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TYLER

El sitio no era tan espantoso como lo prejuzgué. Suelo olvidar que, en realidad, el lugar donde estés es lo de menos, estar rodeado por la gente correcta es lo que importa. Y lo estoy, sí que lo estoy. Empezaba a olvidar lo divertidos que son Asher y Ellie, adueñándose de la fiesta y volviéndola suya, mientras bailan como si fuera la última vez. O lo gracioso que se pone Jax al beber unos tragos de más y las disparidades que comienza a decir, exteriorizando sus pensamientos sin ninguna clase de filtro.

También está Maddie, que ha tomado una posición fundamental en mi vida: por ella iría a donde sea, porque cuando estamos juntos, teniéndonos el uno al otro, todo está bien. Es así en la universidad, es así aquí y lo sería en otro continente.

De salida, camino aferrado a su cintura cargando con una especie de adicción que no ha dejado de crecer: estamos cerca y no podemos dejar de tocarnos. Ella me besa y enseguida regreso a buscar más. Yo la beso y al instante, es Maddie la que pide una continuación.

—Estaba pensando que podríamos...

La frase la pellirroja queda a medias. Me chocan de manera brusca el hombro.

—Uh, se suponía que no permitían el ingreso de niños a la fiesta —dice una voz que suena conocida. El tipo de sonido que pretendes olvidar porque te traslada a suburbios oscuros, pero que marcó de tal forma que sigue ahí, dando vueltas en algún recoveco de la cabeza.

Volteó y compruebo que efectivamente es él. Patrick modula una sonrisa soberbia y permanece de pie, creando una peligrosa tención.

—¿Qué te pasa? —elevo el mentón, increpándolo.

—Que no fuiste lo suficientemente hombre para ver a tu padre cuando agonizaba —acentúa, en manera de reproche—. Lo homenajeamos en el club, tampoco apareciste. Cobarde —escupe, provocador.

Asher, que se había adelantado, está de regreso y me sostiene de un antebrazo, mientras Jax lo imita, pero del otro. Maddie y Ellie permanecen detrás.

—No tienes idea de lo que dices —respondo, asumiendo que es un completo ignorante incapaz de pensar por sí mismo. Intuyo que esas ideas se las colocó Killian antes de irse y como tonto, se dejó manipular. De esa manera, decido que lo dejaré pasar. Solo quiero largarme lo antes posible. Así que le doy la espalda, planeando retomar el camino hacia el vehículo para marcharnos.

—Haber, déjame adivinar. No pudiste domesticar a Roma. Se te escapó y tuviste que buscarte otra puta. Al menos esta tiene cara de perrita sumisa —insulta y allí es donde exploto. Nada me contiene. Soy recuerdos y rencor, dolor que dejó marcas, murió y revivió, porque las cicatrices son para siempre. Viven dentro de mí y no me permitirán ser nuevamente el chico humillado incapaz de proteger a su gente.

Soy todo aquello. Una marea de impotencia y furia. Indomable, acorralo a Patrick y me abalanzo sobre él, demostrando que nada queda de aquel muchacho de diecisiete años fácil de lastimar. Esto es por Maddie. Esto es por Roma. Esto es por todas aquellas personas indefensas que se atrevió a herir, sacando ventaja de sus habilidades físicas. Esto es por mí.

Y aunque también obtengo lo mío, nada me detiene. No se compara.

Entonces, logran separarnos. Asher me sostiene por el cuello y veo la realidad, el desastre ante mí, a mí alrededor. Ellie abraza a Maddie metros más allá, que luce aterrada. Al final, Killian sí me dejó algo suyo. El impulso incontrolable. Las destrezas violentas que se encargó de inculcarme en un par de meses, las que pensé que habían muerto, pero comprobé que simplemente las había dejado de poner en práctica.

Lo siguiente que distingo, son sujetos uniformados intercediendo. Han alertado a la policía.

Los agentes en seguida identifican a los que iniciamos la disputa. Obligan al resto a tomar distancia y nos esposan, para ese entonces, me siento como un maldito criminal. La respiración alterada, los puños manchados de sangre, partes de mi cuerpo ardiendo. Así, comprendo que caí en la trampa. Patrick ríe. Era lo que quería y yo se lo di.

—Lleva a Maddie a casa. Dile a Damon —pido expresamente a Asher, el único que alcanza a oírme.

La pellirroja me da una última mirada de conmoción. Le partí el corazón. La lastimé. Falte al pedido que me hizo Liam.

<<Lo siento>> modulo a la lejanía, pero con la sinceridad a flor de piel.

Ella asiente. Alcanza a entender, porque así es Maddie.

La única persona en todo ese caos que me recuerda que existe un mundo mejor para mí fuera de esto.   

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