capitulo 2

MADELEINE

Briana lo advirtió la primera noche, antes de descansar, cuando nombró uno por uno a los integrantes de la residencia, sumándole una sustancial descripción. <<Tara es una bocazas de primera>>, dijo y minutos después, agregó: <<No es que sea mala. Solo que hablar es su vocación>>.

Y sí, Tara es una gran conversadora, pero también ha sido amable cada día durante la primera semana y a pesar de apenas conocerme, me invitó a almorzar. El resto de los días cocinamos por nuestra cuenta, pero los sábados, Tara dice que tiene la costumbre especial de asistir a uno de los comedores del campus. Aunque lo conocí por Neal, que, durante la semana, se encargó de pasearme por todas las instalaciones, es la primera vez que me siento a almorzar.

Pedimos nuggets, hamburguesas y patatas fritas. El tipo de comida que mi papá amaría, pero que mamá odiaría. Las comidas solían ser un tema de discusión en casa. Resulta que, a mi padre, no le importaba dejarme comer chocolate a diario. Y yo de niña lo aprovechaba, me encantaba (aún me encanta) el chocolate.

El comedor se encuentra concurrido y alborotado, de suerte hallamos un lugar libre a un rincón del establecimiento, otras personas se encuentran realizando una larga fila en espera de sus comidas. Tara disfruta aquello, no puede parar de mencionar a cada persona que conoce, según ella "intenta ponerme al tanto de todo". Está en segundo año, así que conoce más que yo.

—Ese no sé quién. Ese tampoco. Aquél no vale la pena —la chica continúa observando a quienes se turnan en la fila—. Oh, ese es guapo, pero lleva año y medio con su novia y solo tiene ojos para ella— describe a un sujeto random y me hace reír. ¿Cómo es posible que sepa tanto?—. Esa chica de ahí tiene un promedio casi perfecto y una vida social envidiable. Todos quieren saber su secreto.

Alzo las cejas, impresionada.

—¿De verdad? —pregunto, en plan de acotar algo a la conversación. Tara asiente, yo vuelvo a enfocarme en dar un bocado a la hamburguesa.

—Sí. Además, tiene un estilo sensacional —aquello es cierto, alcanzo a observar que la chica deslumbra—. Oh, mira a ese Maddie. ¿Lo viste?

Elevo la vista y me quedo paralizada, tras divisar a Tyler como el siguiente en la fila. Puedo verlo de perfil, su cabello castaño cayendo hacia un lado, su mandíbula marcada, la forma en que los músculos del brazo se marcan cuando se estira para recoger una bandeja.

—¿Maddie?

—Sí, lo veo —afirmo, tratando de disimular. No sé cómo podría reaccionar Tara si le digo que lo conozco y no quiero causar una escena en medio de un comedor repleto de gente.

—Es Tyler Montclair —pronuncia y lo contempla como si pudiera devorárselo con la mirada—. Lleva como dos años aquí, pero es un misterio. Dicen que estuvo en la cárcel —larga bajando la voz y tengo que hacer un esfuerzo sobre humano para no atragantarme con el trozo de hamburguesa—. Parece que andaba en asuntos muy turbios, que tuvo o tiene problemas de agresividad —sigue enumerando, entonces frunzo el ceño. Ya es suficiente.

—¿De dónde sacaste todo eso? —cuestiono, un poquito molesta. Sin embargo, me entran ganas de sonreír cuando imagino como reiría Tyler si supiera acerca de todos esos chismes sobre él.

—Rumores —se encoge de hombros—. Pero sus actitudes refuerzan la teoría. No habla mucho con la gente. Apenas sale de su apartamento y en muy extrañas ocasiones, te lo cruzas en fiestas.

—Quizá tan solo es tranquilo —llevo a la boca el vaso con refresco de naranja e ingiero un largo sorbo, mientras Tara niega y de repente, pone una sonrisita tonta.

—También dicen que es muy bueno en la cama —abro los ojos, ahora impresionada porque no esperaba aquella reveladora declaración. Creo que estoy empezando a oír más de lo que me gustaría. O puede que tal vez esas estúpidas palabras sean tan poderosas como para intensificar el cosquilleo continúo en medio de mi estómago—. Y eso no es un rumor. Algunas chicas lo confirmaron.

Desvío la vista hacia Tyler, a quién le extienden la bandeja con comida y él la sostiene, pero no busca un lugar dentro, sale hacia el exterior y lo pierdo de vista.

Vaya, parece que tiene una peculiar reputación en la universidad. Es una especie de ex criminal misterioso habilidoso en la cama. ¿Sabrá que piensan todo eso de él? Porque muero por contárselo.

La charla es interrumpida por el ruido incesante que produce mi teléfono vibrando sobre la mesa. Al ver la pantalla, compruebo un nuevo mensaje.

—Neal quiere saber si vamos a ir a la fiesta esta noche.

—Por supuesto. Eso ni siquiera se pregunta. Donde sea que haya una fiesta, ahí estaremos —concluye la contraria divertida y finalmente, después de tanto hablar, le da el primer bocado a su hamburguesa.

Asistir a una fiesta en la primera semana era algo que, en definitiva, no lo esperaba. La gente es diferente aquí. Me da la sensación que, en oposición a la preparatoria, en la universidad es más sencillo ser tú mismo. De repente percibo un aire nuevo, un aire que sabe a libertad. Entonces, pienso en Tyler y se me encoge el corazón. Él también es diferente aquí. La persona que acabo de contemplar, ese sujeto apagado que avanzó de manera casi automática, en nada se parece a mí mejor amigo.

Espero que esté bien.

☽♡☽♡☽♡☽

TYLER

El segundo intento marcha por buen camino, hasta que el pulso me falla, el pincel se tuerce y el acrílico de color azul atraviesa las líneas del dibujo que imponían un límite, echándolo a perder. Tengo potencial dibujando, pero pintar no es mi fuerte. Sin embargo, el profesor no deja de repetir la importancia de probar con todos los materiales, seamos buenos o no.

Arrugo la hoja, la encojo lo suficiente entre mis manos hasta convertirla en una bola de papel, que arrojo al cesto de basura que se encuentra a pocos centímetros del escritorio y que está repleto.

Antes de tomar un nuevo lienzo, hago una pausa. Continúo sentado frente a la mesa, pero desvío la mirada hacia la ventana abierta y unos cuantos rayos de sol me golpean la cara. Desde mi habitación, tengo una magnifica vista del campus y contemplo grupos de estudiantes yendo de un lado a otro, todos en plan distracción. Es lo normal un día sábado, a pesar de que yo continúo inmerso en los deberes.

Disfruto aquella porción de la vista, hasta que la música que escucho mediante auriculares se acaba y en su lugar, la remplaza el ensordecedor tono de llamada.

"Número privado", se muestra en la pantalla. Extraño. Es el tercer día que se repite. No obstante, lo ignoro suponiendo que es algún servicio de ventas telefónicas que no contrataré. Corto y la música vuelve a sonar.

Dejo el asunto en el olvido y me propongo comenzar otra vez. Bien, aquí vamos. Saco la hoja en blanco, la coloco sobre el escritorio, sostengo el lápiz y doy inicio a la primera línea.

—¿No piensas ayudar con las cosas de la fiesta? —oigo la pregunta, después de que me quitan los auriculares de forma prepotente. La expresión se me transforma y volteo de inmediato, entonces compruebo que se trata de Neal—. Tenemos que bajar todas las latas de cerveza.

—Ni siquiera sé si voy a ir, Neal —respondo, y me dedico a tomar una larga respiración mientras intento relajar los puños apretados. Su movimiento me tomó desprevenido y por un instante, creí que iba a golpearme—. Además, estoy intentando hacer tarea —es un hecho obvio, pero al parecer, necesita que lo aclare.

—No puedes decir que no —él continúa en la habitación e incluso, se recuesta sobre la cama. Es increíble—. La chica de la que te hablé, acaba de confirmar que vendrá. Además, trae a una amiga. Te la puedo presentar.

—Preséntasela a Owen —propongo.

—Sabes que Owen es malo para estas cosas —hace una mueca, espantado—. Vamos, te caerán bien. No conozco a su amiga, pero mi chica es bastante... ¿Dulce? Sí, creo que esa es la palabra. No la definiría como alguien caliente, ya sabes, no es el tipo de chica que voltearía a mirar en la calle, pero creo que podría instruirla muy bien en la...

—Neal, ya basta —lo detengo, su conversación está logrando empeorar mi humor. Ponerme de malas. Y yo no soy así. Usualmente tengo paciencia con la gente, pero Neal tiene capacidad para sacarme de mis cabales con facilidad—. Iré a la fiesta, ¿de acuerdo? Ahora necesito que me des un momento para acabar con la tarea —me veo en la obligación de aceptar, solo para que se largue.

—Esa es la actitud. Eso es lo que quería escuchar —dice levantándose de la cama, modulando una sonrisa victoriosa—. Te veo en la noche.

Tras lo último, se esfuma.

Lo primero que dijo Neal cuando lo conocí fue <<La universidad es para divertirse. Eres joven, pero puedes hacer cosas de adultos, ¿no suena a la mejor época de la vida?>>. Entiendo su punto y lo respeto, pero, aunque trate de adoptarlo como una forma de vivir, nunca podré asumir la universidad con tanta ligereza.

Llegar hasta aquí me costó, literalmente, una estadía en el infierno. Conocí a mi padre a los diecisiete años, me sacó de una vida carente, para ofrecerme otra aún peor, porque con su manipulación y maltrato me quitó la dignidad. En consecuencia, demandé al estado por haberme dejado en manos de un adulto no apto para responsabilizarse de un menor de edad, aun siendo mi padre. Gané esa demanda y obtuve dinero, porque enmendaron su error mediante una retribución económica.

Acabé la preparatoria mediante un sistema de estudio en casa y luego, mi hermano Damon y su esposa, Keira, me ayudaron a pensar en opciones. Ahí apareció la universidad. Yo ni siquiera me tenía fe, entonces escribí un ensayo, conté mi historia y más tarde, llegó la carta de aceptación.

Este es mi segundo año aquí y aún no consigo dejar de sentirme un privilegiado. Tengo que hacer las cosas bien. No puedo echar a perder el tipo de oportunidad que ni siquiera me atreví a soñar porque sencillamente, en mi pasado era imposible.

☽♡☽♡☽♡☽

MADELEINE

—Me gusta tu cabello. Se parece al de una sirena —murmura Tara, luego de notar que llevo unos quince minutos mirándome al espejo, mientras intento descifrar qué hacer con mi cabello. Aquellas palabras son suficiente para darme ánimos y decido dejarlo en su estado natural, largo y ondulado.

A pesar de que la chica no es mi compañera de habitación, ingresó confiada y empezó a maquillarse utilizando el pequeño espejo apoyado sobre el escritorio.

—Mala idea —interrumpe Briana, para sorpresa de ambas. Creímos que estaba inserta en su mundo, con los auriculares metidos en sus orejas, mientras hojea una vieja revista de música recostada en su cama—. Las fiestas en casa de Neal son muy casuales. Mejor lleva un vaquero o algo así —se encoge de hombros y sigue con lo suyo.

Entonces, devuelvo la prenda al armario y prosigo a seguir el consejo, eligiendo prendas informales. Un pantalón de mezclilla tiro alto de rasgos vintage y una blusa negra de tirantes.

—Te ves sensacional —opina Tara antes de salir. Sonrío y luego, echo un vistazo a Briana que continúa recostada.

—¿No vienes? —pregunto, con ánimos de que nos acompañe. Briana hace la revista a un lado y me dirige la mirada.

—No, gracias. Neal me cae mal. Es como un grano en el culo —larga, directa y concisa.

Sin embargo, su honestidad no me desagrada, al contrario, me impresiona que sea capaz de expresarse de aquel modo, tan claro y firme. Soy todo lo contrario a ella, me cuesta expresar lo que siento y por lo general, prefiero guardar los pensamientos solo para mí.

Tara me guía a través del campus, que, si bien conocí parte de él durante la semana, gracias a Neal que se ocupó de mostrármelo todo, a la luz de la noche el espacio luce diferente. Las farolas alrededor de los caminos le dan un aspecto de ensueño, son lo suficientemente cálidas y tenues para no opacar el brillo que desprenden las estrellas.

Pienso que sería el lugar ideal para una caminata romántica. Pienso en Tyler y lo guapo que luciría a la luz de las farolas. Cierro los ojos y esfumo el pensamiento de inmediato. No sucederá.

Caminamos un buen rato, el sector de apartamentos se encuentra en el extremo contrario a las residencias. Al parecer, las residencias son habitadas por los recién llegados, mientras que los apartamentos son ocupados por los que llevan más años aquí y por supuesto, disponen del dinero para rentarlos.

—Míralo, es todo un caballero. Esperando ahí por ti —Tara pronuncia con aires de diversión, mientras contemplamos a Neal de pie en la entrada de lo que aparenta ser, su apartamento—. Es bastante guapo, eh. Aprovéchalo.

—¿Intentas insinuar que él... y... yo?

—¿Qué, no es obvio? ¿En serio no lo notaste? —cuestiona, sorprendida.

Niego de manera reiterada, disminuyendo el ritmo de los pasos. Necesito aclarar la conversación antes de encontrarme con él.

—Neal no es amable solo por gusto. Es obvio que te eligió, quiere acostarse contigo —me detengo en seco, Tara se burla de mi expresión—. ¿Qué hay de malo? Disfrútalo. Puede que sea bastante tonto, pero está bueno. Solo una noche, luego te olvidas.

Le dirijo una mirada rápida al muchacho, quien parece estar ansioso a que lleguemos. Es cierto que es lindo, mejor dicho, posee los atributos típicos que llamarían la atención de la protagonista de una película adolescente. Es rubio, alto, de ojos celestes que resaltan y puedes saber que su torso está trabajado incluso por debajo de la camiseta. Es cierto que estaría bien para una noche y no veo nada malo en que alguien lo haga, pero yo, simplemente estoy negada a ir más allá. Aún pienso en todo lo que pasó con Riley. Aún tengo el corazón roto y no quiero arriesgar nada. No después de ver como el mundo se deshacía a mí alrededor y todos se iban, se marchaban, desaparecían.

Solo hay una persona que aún permanece intacta, alguien que soy incapaz de olvidar porque está adherida a mí corazón con la fuerza de mil océanos.

La única persona por la que tomaría riesgos, simplemente porque sé que él nunca intentaría lastimarme. Y ahí están otra vez, los pensamientos descabellados que me veo obligada a detener con un <<No sucederá. Es imposible>>.

—Vamos, está mirando —Tara me recuerda que tenemos que seguir y vuelvo a encaminarme.

Llegamos a Neal, que se aproxima para saludarnos. Le extiende la mano a Tara y cuando llega mi turno, se acerca, dejando un beso en la mejilla y apoyando suavemente la mano sobre el contorno de mi cintura. Aquél toque no me provoca nada, tan solo una extraña incomodidad.

De verdad pensé que Neal podía llegar a ser un buen amigo. Creí que era amable por naturaleza, que intentaba ayudar sin ningún interés oculto. Pese a la incomodidad, dibujo una sonrisa en la cara, ya recurriré a alguna excusa para alejarme de él o al menos, hacerle entender que no estoy buscando lo mismo.

El chico nos invita a pasar a un apartamento repleto de gente y las luces, aunque están bajas, no son como las discotecas. Puedo divisar a los demás sin problema alguno. Internamente, agradezco a Briana por advertirme sobre el vestido. Observo que todo el mundo luce relajado, mientras nos abrimos camino, hasta detenernos en un rincón libre.

—¿Pueden esperar un momento aquí? Voy por un amigo que quiere conocerlas —el rubio me guiña el ojo, antes de girar y desaparecer entre la multitud.

—Espero que su amigo esté bueno. Porque yo sí que planeo aprovechar —murmura Tara y de inmediato, inicia a moverse al ritmo de la música.

Trato de relajarme, seguir la música y unirme a los movimientos de Tara, que baila despreocupada. Durante un instante, disfruto la sensación de tener todo bajo control. <<Es mi vida. No pasará nada que no quiera>>, me recuerdo. Sin embargo, cuando acabo de repasar mentalmente aquellas palabras, de pronto siento que el mundo se paraliza. La gente alrededor desaparece, veo una figura borrosa de Neal y solo soy capaz de contemplar con claridad a una persona, aquél que camina detrás del rubio, aquél que provoca una revolución, ante el simple hecho de rondar cerca de mí. Tyler.

La vida aparece para recordarme que, en realidad, no tengo el control de nada. 

☽♡☽♡☽♡☽

Si te gusta la historia y la estás disfrutando, me ayudaría muchísimo que me dieras estrellitas, comentarios y la recomendaras a otras personas. No se imaginan lo mucho que necesito de ustedes y su apoyo.

Recuerda añadir la historia a tu biblioteca y seguirme en mi perfil, así no te perderás de ninguna novedad u aviso importante.

También podes seguirme en mis redes donde encontrarás más contenido de mis historias.



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top