capitulo 16

MADELEINE

—Tienes que enfrentarlo. Mira, ya sé que ahora mismo no tengo derecho a darte consejos. Pero, ¿qué ganas escapando? ¿Por cuánto tiempo lo vas a evitar? Porque no lograrás hacerlo para siempre —aconseja Briana, al enterarse de que llevo dos días sin conversar directamente con Tyler.

Después del altercado, supe que él junto a Briana se tomaron el tiempo necesario hasta deshacerse de cada una de las copias que rondaban por la residencia. Tyler se marchó y hasta el momento, nos hemos mensajeado un par de veces, preguntó si estaba bien y luego fue más allá y dijo <<tenemos que hablar>> y la verdad, el corazón me latió tan deprisa que entré en pánico. ¿Qué quiere decirme? ¿Y si arruiné nuestra amistad escribiendo esas estúpidas líneas románticas? ¿Tengo que acceder a la conversación o estaría bien si lo evito lo que resta de mi vida? Aunque veo aquello último como algo imposible, lo extrañaría demasiado.

Ya no imagino una vida sin él, aun siendo solo amigos. Me conformaría si tuviera que hacerlo.

Analizo la sugerencia de la chica, que deja de hablar para llevarse un puñado de papas fritas a la boca que ella misma preparó.

De algún modo, todo el embrollo nos volvió más unidas. Es de madrugada, pero ambas nos encontramos en la cocina, deliberando. Bajé por un vaso de agua y la encontré cocinando, así que no hubo opción: tenía que escucharla. Enseguida, la chica se sinceró.

Ella y Neal tuvieron una pelea fuerte el año pasado, él la invitó a salir de manera insistente y Briana, frustrada por las reiteradas invitaciones, lo rechazó de una manera no tan linda: en público. Neal, que, a estas alturas, sabemos que posee un ego frágil, se sintió herido y se encargó de averiguar cosas sobre Briana. En esa época, ella empezó a salir con una chica, pero no le había dicho a casi nadie sobre su orientación sexual. Neal, ideó la venganza perfecta y se encargó de esparcir el chisme. Aunque rápidamente el rumor perdió importancia, Briana se quedó con aquella espina clavada y lo admitió <<soy rencorosa con la gente que me hace daño y a veces no puedo evitar tomar venganza>>. Por esa razón, tuvo el impulso de aprovechar la oportunidad para alterar el ensayo de Neal y lo hizo. <<Sé que estuve mal. No medí los daños. En el fondo, creí que el idiota leería a tiempo el ensayo y no lo enviaría>>.

—Además, es Tyler. Me cae bien. ¿Ya te dije que el noventa y cinco por ciento de los hombres me caen mal? Eso tiene que decir algo —dice con un tinte divertido, anunciando que debería relajarme y confiar en él.

Es cierto. Sé que no va a herirme. Y si planea rechazarme, es probable que lleve pensando el discurso más delicado y amable para no lastimar mis sentimientos. Sin embargo, él no es un problema. Soy yo, muriendo de vergüenza por la sola idea de imaginar mirándolo a la cara.

Dios, no. Necesito pausar la vida y tomar unas largas vacaciones, mientras hago un curso sobre cómo perder la vergüenza y no perder la dignidad.

—Ya sé —sonrío de manera ligera, al recordar la persona que es. Doy un pequeño mordisco a la barra de chocolate antes de responder—. Pero es mucho lo que está en juego. Si algo sale mal, puedo perder su amistad y no estoy preparada para eso. Quiero decir, lo conozco desde hace unos años, pero siento que fuimos cercanos toda la vida.

—Ahí estás otra vez —se burla, señalándome con el dedo acusador.

—¿Qué?

—Lo conozco desde hace unos años, pero siento que fuimos cercanos toda la vida —cita mis recientes palabras, imitando el tono de voz con exageración. Así, acaba haciéndome reír—. Vives en una película romántica, Maddie. ¿Y sabes cuál es la siguiente escena? Aunque odie las películas de amor —dice fingiendo asco y continúa—. Tú admites lo que sientes y él te confiesa sus sentimientos, te besa o te lleva a la cama, o algo así. Depende de si es una película apta para menores o no.

Aprieto mi labio inferior con lo dientes y niego. Las palabras de Briana impulsan a mi imaginación a correr aún más lejos. La refuerzan. Le dan el empujón inicial para que siga recreando escenarios entre Tyler y yo que probablemente, nunca sucedan.

—Eso no pasará.

Ella se encoje de hombros, tras devorarse otro montón de patatas fritas.

—Eso es lo que crees. ¿Y sí pasa?

Aquella pregunta acaba torturándome el resto de la noche, mientras doy vueltas en la cama esperando dormir antes de que el sol comience a salir. No puedo mentirme a mí misma, así que lo admito. El miedo está ahí como una pieza obsoleta, paralizándome. Siempre es el miedo. El miedo a dejar el pasado atrás, el miedo a cambiar, el temor de alcanzar sentimientos tan fuertes y no ser lo suficiente madura para manejarlos.

Al final, creo que me produce más pánico ser correspondida, que ser rechazada.

Pero sé que no lograré nada con el miedo, así que entiendo que debo acabar con él. Solo me permitiré un día más huyendo espantada a través de recovecos y luego lo haré, me enfrentaré a lo que sea que esté pasando.

TYLER

Mentí cuando aseguré haberme desecho de cada una de las páginas que Neal se encargó de esparcir por la residencia y mi apartamento. Rompí y eché a la basura casi todas las que encontré, tal como Maddie lo quería. Aunque digo casi, porque no pude evitar quedarme una.

Una simple copia que contiene una borrosa foto en blanco y negro, el papel incluso está algo arrugado, maltratado por los movimientos. Aun así, el verdadero valor está en las palabras. Palabras que le dan vida a lo que podría ser un trozo de basura.

Eso que está ahí es realmente especial. Siento que lo escrito es una especie de salvavidas, que podría regresar a leer en mis peores momentos y me sentiría a salvo, capaz de superar lo que sea que esté agobiándome.

¿Por qué iba a deshacerme de tal pieza de arte?

Maddie hace magia y no lo sabe. Quisiera repetírselo miles de veces hasta que se lo crea. Hacerle entender que ese tipo de magia es la que mueve al mundo y que no puede pasar el resto de su vida guardándola. No tiene nada de qué avergonzarse.

Pero sé que lo hace, porque intenté hablar con ella los últimos días y todo lo que recibí fueron respuestas cortas y confusas. Está escapando y es desesperante, porque mientras ella huye, yo necesito sacar de una vez lo que tengo dentro.

Dirijo la vista una vez más a la hoja que sostengo entre manos. "Serías capaz de batallar contra cualquier tormenta y ganar..." Sonrío como tonto. Sonrío porque me gusta aquella parte y porque no puedo evitar imaginar el momento en que lo escribió, vistiendo su amplia y larga camiseta del pijama, sentada en la cama, con el cabello recogido en un moño, de manera un tanto desastrosa.

A Maddie le molestan los mechones del cabello cuando escribe, le estorban la vista. Así que, en medio de la inspiración, se apresura a recogerlo de manera rápida procurando libertad para seguir escribiendo.

—Te aviso que... —Owen se asoma en la habitación de manera repentina e intento esconder la hoja, pero es tarde. Él la capta y sabe exactamente de qué trata—, que el almuerzo está listo —completa, en un tono que emana disculpas.

—¿Aún no aprendes a golpear la puerta? —me permito bromear—. Ahora voy.

Sin embargo, Owen no se mueve. Al contrario, ingresa a la habitación a pasos lentos.

—¿Todavía estas con eso, eh?

Me encojo de hombros, dejando el papel sobre el escritorio y girando en la silla para mirarlo de frente. Normalmente hablaría este tema con Asher o Jax, pero necesitaría una semana entera para explicarles la cuestión desde el inicio y ahora mismo, no tengo ese tiempo. Owen está aquí. Se ha convertido en un buen amigo, además, sus maneras de actuar son bastantes razonables.

—No puedo dejar de pensar en esto, en ella —confieso y él modula una sonrisa con un tinte divertido pero victorioso.

—Lo sabía. Te gusta. Le gustas. ¿Por qué no le hablas? —cuestiona de forma directa.

—Porque no me lo permite. Me está evitando —la conozco y sé su manera de actuar cuando se siente invadida. Maddie necesita aislarse en el mundo hasta sentirse a salvo. Me gustaría estar ahí dentro de esa burbuja, con ella.

—Prueba con ir a buscarla.

—Quizá. No lo sé —dudo—. No quiero presionarla. Ya sabes.

—No exageres, eso no es presionarla. Simplemente vas. Le aclaras las cosas y luego le dices algo como <<puedes tomarte el tiempo que sea necesario para responder>> —aconseja con seguridad—. Alguno tiene que dar el paso o se quedarán para siempre varados en el "qué hubiera pasado sí..."

Oír aquello me asusta. No hay nada peor que esa pregunta, repleta de lamento y desesperanza. Optaré por creer que la amistad que tenemos con Maddie es tan fuerte que no se dejara derrumbar por nuevos sentimientos o confusiones. Optaré por creer que, si avanzamos, obtendremos algo aún mejor y, si no lo hacemos, seremos capaces de sostener la amistad.

Es eso o vivir un futuro preso de la duda. Cerrando los ojos cada noche preguntando: ¿qué hubiera pasado sí...?

☽♡☽♡☽♡☽

Tara se asoma por la puerta de la residencia cuando llego. La chica saluda mostrando simpatía y apenas pregunto por Maddie, se voltea hacia el interior y exclama en voz alta el nombre de la pelirroja. Recuerdo entonces que no le gusta ser el centro de atención, y siento que ahora mismo debe estar odiándome por hacer que griten su nombre a los cuatro vientos.

La chica se va y Maddie acaba apareciendo, pero sonríe nerviosa y no deja de jugar con el tirante del bolso que cuelga a un hombro.

—Sé que estás ocupada. Pero necesito que hablemos, Maddie. Cinco minutos. ¿Puedes dármelos? —pido, después de que nos saludamos con un torpe beso en la mejilla y tomamos distancia, mirándonos con una extraña sensación habitando el ambiente.

Ella mira hacia los lados, como si estuviera buscando una excusa para escapar. Mientras tanto, espero su respuesta expectante, intentando recordar por dónde empezar si es que llega a decir que sí.

—No —contesta, mordiéndose el labio inferior—. No... Si quiero, ya sabes, si quiero hablar contigo, pero ahora no porque yo... Bueno, tengo clases y se me hace tarde —pronuncia el último tramo de la oración de manera rápida—. Me voy —señala el camino y se adelanta, pasando a mi lado para tomar la dirección hacia la facultad de letras.

—Maddie, espera... —giro, todavía desconcertado por la manera en que me esquivó, quitándome las expectativas desde el inicio—. ¿Podemos hablar en el camino?

—No —vuelve a negar—. Porque tengo que ir muy rápido. Sí. Rápido. Se me hace tarde y... —eleva un poco la voz y voltea, se gira, pero sus pies continúan moviéndose hacia atrás. Seguido, da un pequeño tropiezo, pero sale airosa de la situación—. Y no puedo hablar cuando camino rápido. Ya lo ves —se ríe, una risilla que suele invocar cuando intenta desligarse de algún problema.

En cambio, mi expresión se resume en una mueca que lamenta no haber conseguido la conversación, al mismo tiempo que la observo alejarse y nos saludamos por última vez elevando manos.

Diablos. Soy tan lento. No debí dejarla escapar. En su lugar, tendría que haberlo largado todo a la primera ocasión que tuve la oportunidad, en cuanto la vi aparecer a través del umbral de la puerta. Pero no lo hice porque una pequeña parte de mí, supongo, aún siente miedo. Cobarde.

☽♡☽♡☽♡☽

—¿Tyler? —el profesor interrumpe, tomándome por sorpresa. La verdad, no tengo idea de lo que estaban hablando, así que le devuelvo una expresión confusa. El hombre, que está sentado a una esquina de la mesa, sonríe paciente—. Hablábamos del trabajo final. ¿Tienes algo planeado? —siendo honesto, niego de inmediato. Llevo semanas dándole vueltas al asunto, pero ninguna idea me ilumina.

—Necesito un poco más de tiempo.

—Bien —dictamina—. Como siempre les repito: el arte tiene que fluir. Déjense llevar por la imaginación. Despeguen la vista de los celulares. Piensen. Enfóquense en algo que realmente los inspire —comienza el discurso que, por lo general, repite cada clase. He intentado ponerlo en práctica, pero no es tan sencillo como suena—. ¿Hay algo que realmente te inspire para ilustrar, Tyler? —vuelve a dirigirse a mí.

Esta vez, aguardo en silencio un poco más de tiempo. Ahora mismo solo puedo pensar en una persona. Maddie. Ella trae consigo el sentido completo de la inspiración. Ella lo es. Su forma de ser, su belleza, sus letras. Es poesía.

Entonces, asiento.

—Sí, hay algo —contesto finalmente—. Me temo que debo dejar la clase por hoy.

Guardo mis cosas, me pongo de pie y abandono el salón. Me encanta lo que hago, pero hoy, mantengo la constante sensación de que debería estar en otro sitio y todo ese discurso, solo hizo alusión a que no puedo continuar perdiendo el tiempo.

Me cuelgo la mochila a un hombro, mientras camino a paso rápido, en dirección a la facultad de letras. El edificio, de aspecto antiguo pero que emana arte por donde sea que lo miren, está plagado de personas yendo y viniendo por los diversos pasillos. Supongo que se encuentran en una especie de receso o algo así. De cualquier forma, aquello no es un obstáculo para dar con el objetivo. Maddie es fácil de distinguir por su cabello, su contextura, su manera de vestir y caminar.

La contemplo caminando hacia mi dirección, lleva un vestido largo de colores neutros y flores diminutas a lo largo de la prenda. Inmersa en su mundo, hace caso omiso a lo que sea que está pasando a su alrededor. Lo sé porque se sobresalta al distinguirme y darse cuenta de que evidentemente, soy yo el que está de pie, esperando por ella que se paraliza y gira, dándome la espalda para tomar la dirección contraria.

—Maddie —la llamo, aproximándome—. Maddie, espera —toco, apenas perceptible, su hombro. La pelirroja se detiene y volvemos a estar frente a frente—. Tenemos que hablar —murmuro sin rodeos. Ella, se muerde ligeramente el labio inferior y se balancea sobre sus talones, indecisa—. Por favor —observo, rendido. No aguanto más.

Necesito de una vez hacer algo con esto o acabaré volviéndome loco.

MADELEINE

Es la segunda vez que percibo un posible fin del mundo cerca. El pánico se apodera de mí cuando, al salir de clases, Tyler está en medio del pasillo. Da la impresión de que busca a alguien con la mirada y estoy en lo cierto, me busca a mí.

Me busca para hablar de lo que escribí y, a decir verdad, ya no tengo maneras de esquivarlo. Desviar sus llamados o responder mensajes de textos evitando el tema ha sido más sencillo, pero en persona no hago más que lucir como una niña tonta y miedosa. Lo confirmo al momento en que decido no enfrentarlo, tomando el camino de regreso, a pesar de que acaba de verme.

Pero Tyler no se da por vencido.

Sigue adelante por mí y aunque esté a punto de caer desmayada en medio de la facultad, me doy un ultimátum.

<<Basta. Escapas de él como si fuera un monstruo o un acosador. No lo merece. Es tu mejor amigo. Una de las personas en las que más confías. Él que te recogió la madrugada en que te rompieron el corazón y se quedó contigo, te preparó un té e intentó hacerte sentir mejor>>.

Su mirada indica que está rendido y la forma en que sus ojos se entornan, causa ternura. Me recuerda a un cachorrito.

Luego pide <<por favor>> y mi corazón se encoge. Espero no haberlo lastimado al huir de él como si fuera un asesino en serie.

—Sí. Está bien —accedo. Ya está. Es tiempo de afrontarlo—. Aquí... Quiero decir, ¿quieres hablar aquí en medio de toda esta gente? —cuestiono y al instante me arrepiento de preguntar algo tan estúpido. Es obvio que no hablaremos aquí.

A él parece causarle gracia, sonríe divertido y niega con la cabeza. Observa a su alrededor y no le toma ni diez segundos resolver el pequeño problema.

—Ven. Sígueme —pide y sostiene mi mano con suavidad, para luego direccionarme hacia un salón vacío.

Tyler cierra la puerta en cuanto ingresamos.

De repente estar a solas incrementa el nerviosismo. Creo que prefería hablar ahí afuera con todo ese barullo. Aunque estar a solas con él también me encanta.

Bien.

Respira. No mueras. Solo no mueras antes de saber lo que tiene para decir.

Me quedo de espaldas a la puerta por si acaso necesito huir cuando haya dicho algo como <<Lo siento. Pero nunca podría verte como algo más que mi amiga>> y sienta las irremediables ganas de llorar.

Procuraré no llorar frente a él. No.

—De qué... ¿De qué querías hablar? —como si fuera poco, vuelvo a formular una duda estúpida. Es obvio de lo que hablaremos.

Él se aproxima, camino hacia atrás y mi espalda acaba encontrándose con la superficie de madera.

—De esto —dice, mientras extrae un papel doblado del bolsillo de su chaqueta. Vaya. Es la página de mi diario. Se guardó una copia. El calor se concentra en mis mejillas, el pánico acecha una vez más.

—Ya. Ya sé. Es una tontería ¿no? No se suponía que lo leyeras. Soy... Ya lo ves, a veces soy tonta y leo muchas historias románticas y luego acabo escribiendo ese tipo de...

—Me gustó —larga en seco, haciendo que mis palabras se reduzcan hasta quedar cero. Esto no lo había imaginado—. Me gustó lo que escribiste —repite. No me lo puedo creer—. La forma en que me describes. Nunca antes dijeron cosas tan lindas sobre mí —aumenta la cercanía. Me estoy ahogando en intensidad y mis mejillas queman.

Por costumbre, muerdo el labio inferior y bajo la vista, todavía avergonzada. No supero que haya leído una página de mi diario dirigida a él.

—¿De verdad? No se suponía que te enteraras así —consigo hablar sin trabarme ni repetir silabas.

—De verdad —afirma y perdiendo poco a poco la vergüenza, elevo la mirada—. ¿Sabes que más creo? Creo que deberías creer más en ti. Porque tienes el encanto de provocar cosas intensas en las personas. Lo has hecho conmigo, Maddie —contemplo sus facciones, delineo la curvatura de su nariz y llego hasta su boca.

<<Deberías creer más en ti>> anima y surge efecto al instante. Dejo de ser la Maddie temerosa e introvertida, para dejar que el valor guíe a los sentimientos, ellos hablan por mí cuando me pongo de puntillas y beso a Tyler en los labios.

—Y tú lo has hecho conmigo desde que te conocí —confieso. Lo sabe y de pronto, ya no se trata de <<amistad>>. Ahora soy una chica, revelándole su amor al chico que le gusta desde hace años.

Tyler me dirige una mirada, sus labios persisten entreabiertos y aún sorprendido por lo que acabo de hacer, redobla la apuesta. Sus manos acunan mi rostro, de manera que algunos dedos se deslizan a través del cabello, causándome cosquillas. Apenas alcanzo a sonreír, cuando cierro los ojos y sus labios regresan a los míos.

Vuelve a besarme, pero esta vez todo ha cambiado. Nadie está dudando y la intensidad se incrementa.

Un beso inesperado, pero que llevo deseando tanto, que incluso una vez se lo pedí a una estrella fugaz.

<<Ya puedes dejar de soñar, Maddie>> me digo para entonces comprender que, ya no son sueños. Tyler y yo, juntos. Está pasando. 

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