capitulo 12

TYLER

<<Lo del mensaje... Sí, fui duro, pero en el fondo sabes que tengo razón. Ya me conoces... No me tiembla el cuerpo, voy de frente. Si tengo que escupir mierda, la voy a escupir (...) Como sea, estoy en casa. Me enviaron aquí a morir. Cáncer (...) Es tú ultima oportunidad para demostrar que eres un hombre. Ven a verme...>>

El grifo abierto deja correr un chorro de agua fría, acuno una buena cantidad entre mis manos y la restriego contra mi cara, en un afán por despejarme. Saber lo que quería Killian ha tenido un doble efecto: despejó el misterio, pero me internó en el pasado.

Sus palabras llegaron a través del teléfono, aun así, soy capaz de adivinar sus expresiones, su mirada juzgadora y repleta de odio. No ha cambiado nada. La cárcel no le quitó su posición de superioridad, pero supongo que algo en su fibra interna se ablandó, porque está insistiendo por mí.

Cáncer. Cáncer. Cáncer.

Repito la horrible enfermedad buscando ser consciente de la situación y acabo sintiéndome como una mala persona al darme cuenta que aquello produce absolutamente nada.

No me moviliza. Preferiría no haberlo sabido. Preferiría no haberlo oído otra vez.

El tintineo del celular hace que me dé prisa. Cierro el grifo y busco el aparato. Un mensaje de Maddie me hace sonreír. Acaba de salir de un examen, dice que le fue bien y que está esperándome abajo.

Como si fuera la primera vez, vuelvo a alegrarme de que la pelirroja esté acá. No sería lo mismo sin ella. Lo hace más fácil.

Observo por última vez el espejo. Estoy bien. Todo estará bien.

Encuentro a la chica de pie a un margen en la acera, lleva puesto un vestido floreado y una chaqueta de mezclilla. Sostiene el bolso con una mano y con la otra, acomoda parte de su cabello alborotado llevándolo hacia atrás. Su rostro se despeja, se ve tan hermosa y natural, que de pronto me siento fuera de esta tierra.

<<Le gustas>>, vuelvo a considerar la perspectiva de Owen y aquello no hace más que inquietarme.

—Hey —saludo, tratando de comportarme como de costumbre, disimulando el alboroto que su sonrisa ha ocasionado en mi interior.

MADELEINE

Guío a Tyler en dirección al sitio, que se encuentra alejado del sector urbanizado, más bien, se trata de el gran espacio al aire libre que descubrí hace poco tiempo. Recuerdo que la primera vez que estuve ahí, sentí la tranquilidad, aprecié la belleza del paisaje y pensé en Tyler. Pensé en lo mucho que le gustaría y ahora, tengo la certeza de que será un buen lugar para descansar del resto del mundo.

Mientras caminamos, le cuento que desarrollé la costumbre de pasar tiempo allí, ya que la residencia a veces se transforma en una concentración de ruidos que llegan incluso hasta mi habitación.

Tyler se ríe, dice que es lo más normal, porque en general, los de primer año mantienen un espíritu exaltado, al menos durante los primeros meses.

Luego, apacigua la sonrisa y agrega:

<<Puedes ir a mi apartamento cuando quieras. Ya sabes. Owen es muy tranquilo y a nadie le molesta que estés por ahí, al contrario>> sus palabras son tan encantadoras, que debo abstenerme a responder lo mucho que disfrutaría pasar tiempo ahí. Pasar tiempo con él.

Podríamos estudiar. Luego prepararíamos el almuerzo o disfrutaríamos de un café juntos por la mañana. Antes de dormir, miraríamos la serie y le pediría que me comparta uno de esos chocolates que siempre tiene guardado en algún recoveco, como si estuviera esperando por mí. Sabe lo mucho que amo los dulces.

Pero como de costumbre, el pensamiento no es más que eso, solo un sueño.

El árbol que siempre da sombra y respaldo, indica el final del camino. Busco la lona que traje en el bolso y Tyler ayuda a extenderla. Después, ambos nos sentamos sobre ella, aunque antes me quito la chaqueta porque el sol está intenso y causa calor.

Mientras hurgo buscando el contenedor con comida, Tyler se burla por la cantidad de hojas que se esparcen, papeles sueltos en los que suelo esbozar poesías o historias, pero al final no obtienen ningún sentido y quedan olvidadas, al fondo de un bolso.

Se ríe, al mismo tiempo que ayuda a recogerlas y yo lo reprocho porque de vez cuando, sus ojos se tientan a leer las tonterías que escribo.

—Egoísta —pronuncia, divertido—. Estoy seguro que estás guardándote todas esas piezas de artes solo para ti y no quieres compartir ni un poco con tu mejor amigo —dice, acomodando la espalda contra el grueso tronco del árbol.

Niego, tratando de suprimir la sonrisa mordiéndome el labio inferior. No lo logro.

—Ya te lo expliqué cientos de veces. Te lo dejaré leer cuando sepa que no vas a decepcionarte —le digo y en parte, es cierto. Tyler se ha hecho unas expectativas demasiado altas sobre mis escritos. Me halaga, pero al mismo tiempo, me aterra decepcionarlo.

—Sabes qué no —lleva la contra, relajado—. ¿Al menos me prestas lápiz y papel?

Asiento y rebusco entre mis cosas un par de hojas lisas y un lápiz. Sé lo que hará. Se pondrá a dibujar y dibujar siempre le hace bien. Le cambia el humor. Lo sé porque a mí me sucede lo mismo con las letras. Sonrío satisfecha, contemplando como se pone en lo suyo.

Por un largo rato hablamos de tonterías, comemos galletas con chips de chocolates y bebemos los refrescos de naranja que yo misma exprimí por la mañana. Es durante un lapso de silencio, cuando no resisto la curiosidad y me inclino hacia el lado de Tyler, intentando divisar lo que está dibujando. El chico no se rehúsa, incluso abre espacio para que pueda observar el conjunto de mariposas que dibujó, diferenciando una de la otra, mediante detalles preciosos.

—Me gustan tanto que hasta me tatuaría una —largo sin rodeos y él sonríe, le brillan lo ojos—. ¿Qué? —digo, tras darme cuenta de que se le acaba de ocurrir algo.

—Podríamos hacer una prueba. ¿Tienes un bolígrafo de tinta negra? —pide, sin dar demasiadas explicaciones. Pero confío en él, así que rebusco en el estuche hasta encontrar una, que le extiendo—. Perfecto. Dime donde lo quieres. Te haré un tatuaje temporal —revela, acompañando de un dejo de diversión y atento, espera una respuesta.

Bien. Quiere hacerme un tatuaje temporal y dejaré que lo haga. No sé porque lo pienso tanto si en realidad, dejaría que me hiciera muchísimas cosas.

—¿Maddie?

—Sí. Solo estaba pensando donde lo quería —acepto, tratando de apartar el nerviosismo y dejarlo olvidado. Fracaso. Es más fuerte. Pienso realmente que parte de mi cuerpo desearía tatuarme y despacio, descubro un hombro, hago un lado el tirante del sostén y le señalo aquel espacio libre, la superficie plana, justo por debajo de la curvatura del hombro.

Él observa atento a la indicación y estoy tan sonrojada, que no sé qué pasará conmigo el resto del proceso. Presiento que podría morir a causa de la sensación intensa, tras pedirme que me acerque y acabo recostada sobre sus piernas.

—Sabes que no tengo una aguja de verdad ¿no? —bromea, porque de seguro notó el leve temblor, a pesar de que solo está dibujando en mi piel con un simple bolígrafo.

—Muy gracioso —reclamo, intentando relajarme y obtener un poco de su actitud divertida. Aunque divertirme se vuelve imposible cuando antes de emprender a dibujar, Tyler se inclina, para proporcionar una suave caricia donde dibujará, delineando el espacio con la yema de sus dedos.

Entonces, creo que sí estoy a punto de morir.

No estaba lista para esto, quiero decir, solo había pasado por algo similar en mi imaginación y de pronto, todo es tan real. La cercanía, sus manos sobre mi piel, su mirada persiguiendo cada detalle... Y vaya, se siente bien. Demasiado bien.

Inspiro una larga respiración y cierro los ojos, ateniendo a lo que está sucediendo ahora mismo: por primera vez en mucho tiempo, no estoy viviendo en un sueño.

Quién diría

que un día cualquiera

sería una privilegiada

y llevaría tu arte

sobre mi piel.

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TYLER

La cuestión de Killian sigue calando hondo y a pesar de todo lo que haga para olvidar, regresa al final del día, recordándome que debo tomar una decisión al respecto. De regreso a las residencias, el sol emprende a esconderse y como de costumbre, el campus universitario nos ofrece un fantástico atardecer. No obstante, la sonrisa se me esfuma, las palabras de mi padre se reproducen y la angustia intenta abrirse lugar, a pesar de lo mucho que me esfuerzo para hacerla desaparecer.

Maddie lo nota, sus ojos cargados de preocupación se posicionan sobre mí un largo rato, entonces lo adivina y habla.

—Tyler —murmura, ganando atención—. ¿Seguro qué está todo bien? Me refiero a lo de tu padre —agrega, cuidadosa. Volteo hacia ella levemente, sin dejar de caminar. La estructura de la residencia donde ella vive se divisa al final del camino.

Quisiera huir para no tener que hablar del tema, pero reconozco que lo acertado es enfrentar lo que está pasando. Además, no estoy en esto solo. Ella está aquí.

—No lo sé —me encojo de hombros—. No me importa. O mejor dicho, no quisiera que me importe —digo, porque ni siquiera tengo claro lo que siento—. Después de pasar por todo eso y salir... Bueno, es agobiante volver. Creo que en realidad estoy harto del tema, porque cada vez que hablo de Killian, la gente me ve como a una víctima.

Continúanos caminando, disminuyendo el ritmo del paso, como si no quisiéramos llegar nunca al final. Creo que ambos la pasamos demasiado bien y no queríamos que la tarde tuviera que acabar.

Ella se toma su tiempo para contestar. La introspección es propia de Maddie, no me sorprende.

—¿Tú te ves como una víctima? —indaga, sin perder el tono cauteloso, dando la sensación de que estoy hecho de cristal y ella toma las precauciones para no romperme.

Me encojo de hombros.

—Así es como te denomina el resto cuando pasas por las cosas que pasé.

—Entiendo —dice, cruzando los brazos por debajo del pecho y manteniéndose pensante. Minutos después, escucho su voz nuevamente—. No creo que seas una víctima. Para mí deberías considerarte un sobreviviente —ladea apenas la cabeza, perceptiva. Con dulzura—. Solo tú sabes por lo que pasaste, así que también creo que cualquier cosa que sientas es válida. Incluso si deseas no volver a verlo ni oír de él.

Su discurso me impresiona y cambia la visión que tenía de las cosas. En un principio, esperaba que remarcara mi deber de tener compasión, entender lo que está pasando y cumplir lo último que pide mi padre. Pero Maddie es capaz de ver más allá y cada palabra que surge de su boca tiene sentido.

—¿Sabes qué? Me alegra muchísimo que las cosas entre nosotros hayan vuelto a marchar bien —confieso porque quizá, sin saberlo, acaba de pronunciar justo lo que necesitaba oír.

Ahora, la residencia ya no es una estructura alejada, está casi frente a nosotros y nos detenemos, porque hemos llegado al final del camino.

—Las cosas se tambalean de vez en cuando ¿no? Es parte de... esto —suspira, balanceándose sobre sus talones—. Lo importante es que lo arreglamos —expresa y coincido, así que asiento mientras nos miramos el uno al otro, aspirando el tipo de tensión que podría explotar y cambiarlo todo en cualquier momento—. Bueno, yo... Tengo que entrar —recuerda, titubeando.

Comprendo. Así que guardo las manos en los bolsillos delanteros del pantalón, sin saber muy bien qué hacer. Maddie está a punto de voltear para marcharse, pero no lo hace.

—Tyler, yo...  —interrumpe, dando la impresión de estar lidiando una guerra consigo misma entre hablar o no—. Nada. Olvídalo. Ya es tarde —la pelirroja muestra una sonrisita nerviosa, pero adorable y esta vez, si gira, encaminándose a la entrada.

Ahí mismo, me da uno de esos impulsos que no puedes ignorar. Algo más fuerte que la capacidad de resistencia. Ella y sus peculiaridades que antes no supe ver, se presentan mediante un sentimiento arrollador que no quiero dejar escapar.

—Maddie... —la llamo.

Detiene el paso, voltea y nuevamente, está frente a mí.

—¿Sí?

Acabo con las vacilaciones y me dirijo hacia ella, quemando a cada paso la distancia que nos separa. Cerca, acuno su rostro con una mano y dejo una mejilla libre, hacia la cual me inclino lo suficiente, hasta depositar un beso, profundo y lento.

Su piel es tan suave.

Percibo la temperatura de su cara elevarse bajo la palma de mi mano.

Ella está sonrojada y yo, siento que libro la batalla más importante de mi vida.

—Qué descanses —digo y separándome poco a poco de ella, emito una pequeña sonrisa.

Entonces, si es tiempo de largarme. Puedo sentirlo: algo acaba de iniciar y lo que sea, está fuera de control.

Al caminar de regreso, los sentimientos se arremolinan en medio del estómago. Empiezo a sentir que me están consumiendo y de algún modo, me agrada. Aunque por dentro este temblando como un niño emocionado y Maddie sea la culpable. 

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