Capítulo 19: Emociones.
Corro hacia el estacionamiento, sin importarme que lleve tacones y que pueda dislocarme el tobillo. Vi unos taxis cuando llegamos. Siento un dolor en el pecho y las lágrimas corren por mis mejillas furiosamente. No puedo creer que Landon me haya mentido de esa forma. Sharon es la misma mujer de las noticias. Me siento tan mal por la vil mentira que él me dijo.
«Me quedé esperándote en el hotel».
Mientras a mí intentaban violar, a él lo estaban esperando en el hotel… posiblemente para follar. Y me dejó plantada por ella.
—¡Clarissa! —escucho que me llama—. ¡Joder, nena, no te vayas!
Agito la mano llamando al taxista. Veo cómo enciende el auto y rápidamente me subo al taxi, pidiéndole que arranque. A través del vidrio trasero, veo a Landon llevarse las manos a la cabeza con un gesto de desesperación.
Sigo llorando y, entre sollozos, le doy al taxista la dirección del edificio. Voy a recoger todas mis cosas del departamento de Landon y me iré. No puedo vivir con un mentiroso. Lo quiero tanto, pero no voy a permitir que me vea la cara de idiota mintiéndome. Él es tan confuso; me dice que no me enamore de él, pero me trata de mil maravillas. Dice que solo es un asunto físico, pero se queda conmigo después de ello y me abraza. Está siempre ahí para mí y no se va. ¿Con ella es igual? ¿Con sus amiguitas se comporta de la misma manera?
Sollozo al pensar en él teniendo relaciones con otra, hablándole bonito a otra, preocupándose por otra, abrazando a otra, besando a otra… ¡Dios! La impotencia y la decepción me invaden.
—Señorita, ya llegamos —el taxista, un hombre mayor, logra sacarme de mis pensamientos.
—Oh, gracias, ya le pago…
Pero recuerdo que dejé mi cartera, mi celular y todo en la camioneta de Landon. Me doy una cachetada mental.
—Espere aquí, ya le pago.
Bajo sin esperar respuesta y le pido al de seguridad que si tiene efectivo para pagarle al taxista, que luego se lo pagaré. John asiente y me dice que no me preocupe, que él lo paga. Se lo agradezco y corro hacia el ascensor.
La musiquita de fondo me dan ganas de llorar, y lo hago. Cuando las puertas se abren, entro al departamento, me quito los tacones y avanzo hacia la habitación. Saco mi maleta, la abro y empiezo a meter mi ropa. Tengo que llamar a Sav, pero mi teléfono no está conmigo. Hablaré con John para que lo haga… De repente, escucho que azotan la puerta principal. Sé que es Landon, así que me apuro.
Entra a la habitación y se queda parado en la puerta.
—Nena… ¿qué haces?
—No me llames nena —le espeto—. Me voy.
—¿Qué…?
—No puedo vivir con un mentiroso —le digo en un susurro.
—Clarissa, déjame explicártelo, ¿sí?
No le contesto, así que sigue hablando:
—Mira, yo no sabía que Sharon estaba allí, ¿ok? —quiere acercarse a mí, pero lo detengo—. No es mi futura novia, ni mucho menos será la futura señora Hamilton. En ese caso sería otra…
—No me interesa —lo interrumpo.
—Tienes que creerme, nena… por favor.
—¿Por qué tendría que creerte, eh? Si desde el principio me dijiste que no había compromisos, que solo era un asunto físico —lo enfrento—. Lo que me enoja es que habías dicho que seríamos exclusivos. Yo no follaría, así como tú tampoco lo harías con otra. Y ahora resulta que ella se quedó esperando en el hotel, pero nunca llegaste. Ibas a follar con ella, pero yo arruiné lo que ibas a hacer, ¿no?
—No, nena, ¡Dios! —pasa su mano por su cabello, exasperado—. Déjame explicarte.
—Que sea rápido, Landon, porque me voy.
—Ella lo dijo porque… —suspira—. Como viste en las noticias, entré con ella y la dejé en la entrada de su habitación. Me dijo que entrara con ella para hacer… ya sabes, pero le dije que tenía que hacer algo y que después subiría. Nunca lo hice, me fui por la puerta de la cocina, como te dije…
—¿Ustedes… tenían relaciones? —el nudo se forma de nuevo en mi garganta.
—Sí, nena, pero eso fue antes de conocerte a ti. Por favor, créeme.
Niego con la cabeza.
—¿Para qué quieres que te crea? ¡¿Por qué quieres que te crea?! —alzo la voz.
—¡Porque estoy enamorado de ti! —exclama en el mismo tono de voz que yo utilicé. Me paralizo—. Me enamoré, Clarissa. Me enamoré de tus besos, me enamoré de tus gemidos, de tu estrechez, me enamoré de tu coño, de tus senos, de tu culo, tu coño enamoró a mi pene, y ese tampoco te soltará, pero también me…
—¡Cállate! —lo interrumpo—. Te has enamorado de eso, de un simple cuerpo para satisfacerte. ¡Me ves como a una puta!
—¡No! Jamás te vería así—se acerca a mí, y esta vez lo dejo acercarse, pegando su frente a la mía—. También me enamoré de tus ojos, de tus labios, de tu cabello, de tu sencillez, de tu humildad, de tu falta de humor, de tus inseguridades. Me enamoré de tus comentarios infantiles. Me enamoré de ti, Clarissa, me enamoré como un puto puberto…
»—Sé que suena loco, ya que solo han pasado un poco más de tres meses desde que nos conocimos, pero me enamoré —sigue hablando—. No puedo pensar en otra mujer que no seas tú. En mi mente solo estás tú, Clarissa, Clarissa, Clarissa… siempre repito tu nombre. No estoy diciendo todo esto para que no me dejes. La idea de la cena fue para eso, para confesarte que estoy pérdidamente enamorado de ti.
Y entonces me suelto a llorar.
Dejo que me abrace mientras lloro como una niña pequeña. Está enamorado de mí. Sus palabras suenan sinceras, pero ¿y si solo lo dice para retenerme? ¿Y si sabe que estoy enamorada de él y por eso lo dice? Preguntas que no tienen respuesta; mi mente está en un colapso que no sabe qué hacer. Solo me dedico a escuchar los latidos acelerados del corazón del hombre que me tiene abrazada.
—Ya no llores… por favor —murmura—. ¿Me crees cuando te digo que estoy enamorado de ti?
Me separo un poco para verlo. Su cabello está desaliñado, su rostro refleja tristeza y sus ojos están enrojecidos.
—No sé… no sé, Landon. Yo…
Se arrodilla interrumpiéndome.
—Dime qué quieres que haga para que me creas —me pide, poniendo sus manos en mi cadera—. ¿Qué hago para que entiendas que me tienes a tus pies?
—Landon, levántate.
Lo hace cabizbajo, pero todavía mantiene sus manos en mi cadera. Sé que no se va a rendir y, por eso, cuando está levantado por completo, agarro su cara y beso sus labios con fuerza. Gime de satisfacción en mi boca, y lo salado de mis lágrimas se mezcla con la dulzura de nuestro beso. Le doy permiso a su lengua para que explore mi boca sin restricciones, y la mía lucha con la suya.
Me aprieta más contra él, abrazándome. Nos separamos por falta de aire, pero sigue dando pequeños besos en mis labios mientras suspira.
—Yo también estoy enamorada de ti, Landon —le digo—. Creo que ya lo sabías.
Sonríe.
—No, no lo sabía. ¿Puedes decirlo otra vez?
—Estoy enamorada de ti, Landon Hamilton —le repito—. Aunque sepa poco de ti, con lo suficiente que conozco he confirmado que estoy enamorada de ti.
Landon sonríe nostálgico y me envuelve en sus brazos una vez más.
—Poco a poco, ya conoces lo básico. Pero sé que quieres saber más sobre mi vida, y te lo iré contando poco a poco —me besa—. Por ahora, te haré el amor.
Sonrío y lo beso mientras desliza lentamente el cierre trasero de mi vestido y yo le desabonoto la camisa. Después de eso, besa mi cuello y deja caer mi vestido. Le quito su camisa, quedando desnudo de la parte superior. Salgo de mi vestido y lo abrazo, enrollando mis piernas alrededor de él para que me lleve a la cama. Cuando siento la suavidad de la cama, bajo mis manos hacia la hebilla de su correa y la quito, para luego desabotonar el botón de su pantalón. Siento su dureza, extremadamente dura y completamente mía, y me mojo de deseo.
Con un movimiento rápido, me quita el sujetador y se aferra a mis senos. Con mis pies, intento quitarle los pantalones; él ya se había despojado de los zapatos. Al ver que quiero sentirlo, se quita por completo el pantalón. Su miembro erecto, escondido en su bóxer, presiona contra mi vagina y jadeo por lo duro que está.
—La primera vez que te vi, hubo algo que me atrajo demasiado de ti —me dice.
—¿Qué es? —le pregunto jadeando, mientras lo veo bajarse el bóxer y estirarse para buscar el condón.
—No lo sé, a ciencia cierta, quizá sea tu vibra, no sé… —me responde, mientras se coloca la protección en su miembro—. Pero lo que sí sé es que vas más allá de lo físico.
Sonrío como una tonta.
Landon rompe mi tanga, sintiendo un escalofrío en mi zona íntima. Pasa la punta de su miembro por mi raja, y me remuevo inquieta y deseosa. No estoy para juegos previos, así que siento el descaro y, con mis dedos, abro mis labios vaginales para que vea cuánto lo necesito.
—Oh, qué hermoso —ronronea.
La cabeza de su miembro presiona mi clítoris antes de deslizarse hacia mi interior. Entra despacio mientras me observa a los ojos. Esa presión tan placentera en mi centro me hace gemir, y cuando Landon está completamente dentro de mí, me besa con tanta dulzura que me hace suspirar. Empiezo a moverme en círculos para que él también lo haga. Él accede, comenzando un vaivén deliciosamente lento.
Mi mano toca mi clítoris y lo froto con delicadeza, al mismo tiempo que Landon mete y saca su polla.
—Todavía no puedo creerlo... —le digo, entre jadeos.
—¿Qué no crees, nena? —pregunta con la misma intensidad.
—Que… que en mi pequeño… coño pueda caber tu gran miembro —le respondo como puedo.
Sonríe y me da un beso.
—Eso es porque estás hecha para mí, y solo para mí.
Los embistes suaves hacen que se forme un nudo en mi vientre, avisandome de que mi orgasmo está cerca.
—Por favor… más rápido, mi amor.
Nos da la vuelta y ahora soy yo quien está arriba, él en la cama.
—Aguanta, mi mujer tiene que aguantar —dice con voz ronca, casi me vengo.
Brinco sobre él, colocando mis manos en su pecho, gimiendo y jadeando con una mezcla de locura y deseo. Los sonidos de mis nalgas chocando contra su regazo me encienden, y los gemidos de placer que Landon emite son como música para mis oídos.
Mi espalda vuelve a caer sobre la cama, y Landon me guía para que enrolle una pierna en su cadera. Me embiste con fuerza, olvidando la delicadeza, y eso me encanta. Lo observo mientras saca casi por completo su miembro para volver a penetrarme con una intensidad tan placentera que me hace gemir. Llega hasta mi punto G y lo presiona, provocando un torrente de sensaciones que me hacen perder la noción del tiempo. Embiste unas cuantas veces más hasta que…
—Eres mía, Clarissa, muy mía.
—Sí… toda tuya —le respondo, sintiendo cómo mi corazón late descontrolado—. Así como tú eres completamente mío.
Explotamos en un glorioso orgasmo, ambos sumidos en un océano de placer.
Le veo quitarse el condón y me doy cuenta de la gran cantidad de semen que se ha depositado allí. Landon se deja caer a mi lado y me abraza, atrayéndome hacia él con una ternura que me envuelve.
—¿Quieres darte un baño?
Asiento, cansada pero feliz. Me carga como a un bebé y juntos entramos al baño. El agua fresca cae sobre nuestros cuerpos, y apoyo mi cabeza en su pecho, cerrando los ojos mientras él frota mi espalda con jabón. Aparta el cabello de mi cara y me hace levantar la mirada para besarme dulcemente, un beso que transmite todo el amor que sentimos.
Después de ducharnos, nos dirigimos a la cama. Me pongo una braga de algodón y una de sus camisetas para dormir, mientras él se queda solo en bóxer y se acurruca conmigo.
—Nena…
—¿Ujum? —murmuro con los ojos cerrados, sintiendo su calidez.
—Hace una semana mandé a remodelar tu departamento —abro los ojos y lo miro confundida—. En un par de días me lo entregarán, y quería preguntarte: ¿te quedas aquí o prefieres tu propio espacio en el departamento?
—¿Por qué lo mandaste a remodelar? —le pregunto, evadiendo su mirada.
—Porque no quiero que te recuerde un momento malo en tu vida —me dice, mirándome con sinceridad—. Podemos crear nuevos, buenos y mejores recuerdos juntos.
Sonrío y vuelvo a cerrar los ojos, ahora sí, reflexionando sobre su pregunta. Estaría feliz viviendo aquí con Landon, pero también necesito privacidad para algunas cosas, y no quiero invadir su espacio.
—Creo que me iré al departamento, no quiero invadir tu espacio y…
—No invades mi espacio, nena. Pero entiendo tu decisión.
Sonrío, sintiéndome profundamente feliz, y me abrazo a él. Me estoy quedando dormida con las suaves caricias que Landon da en mi espalda, pero logro escuchar antes de caer en la oscuridad la voz de Landon:
—Te quiero mucho, Clarissa.
Esa declaración resuena en mi corazón, llenándome de una calidez indescriptible.
••••
Leyendo la nota vieja, decía que tenía grupo de WhatsApp 😀 ya ese grupo no existe.
Enfin, te amo, Landon.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top