VI

Verónica

—Eres tan hermoso, como tú tia—le sonrió a mi pequeño sobrino, juega con sus carritos de policía y soldados.

Este me mira con una sonrisa en su rostro, mostrando sus pequeños hoyuelos. Es tan idéntico a mi hermano y tan adorable.

—Vamos a comer—insto.

Le doy mi mano para ayudarlo a ponerse de pie. El no me presta atención, sigue concentrado en sus juguetes.

Lucas—pronuncio suavemente su nombre.

Sigue sin hacerme caso omiso, luce muy entretenido en lo que esta haciendo.

—Lucas—repito nuevamente, trato de tener paciencia solamente hacia el, paciencia lamentablemente no es uno de mis nombres.

El se pone de pie y sale corriendo a la sala, voy detrás de el siguiendole el juego.

—Lucas....

Miro la sala vacía, no está, no hay nadie, frunzo el ceño.

—Mateo, Lucas....—dije en voz alta.

Un escalofrio me recorre cada parte de mi cuerpo entero.

—¡¡Estan muertos, yo los mate!!—susurra una voz siniestra en mi oído.

Abro mis ojos exaltada,  miro a mi alrededor asustada trato de calmar mi respiración, empapada en sudor. Me despierto en la misma habitación, con paredes grises y una cama grande en el centro. La luz del sol se filtra a través de las cortinas cerradas, creando un ambiente un poco sombrío.

—Shhh tranquila estoy aquí—el desconido me atrae hacia su cuerpo.

Su tacto me estremece.

—! Apártate!—trato de soltarme de su agarre.

Los recuerdos de anoche golpean mi cabeza quedando un poco anonada tonta y boba.  No quiero que suceda lo mismo de enante pero mi cuerpo no coopera. No quiero ser presa del deseo en contra de mi voluntad, no otra vez.

—Anoche no decías eso, pequeña—ronronea en mi odio logrando erizar cada parte de mi cuerpo.

Mi rostro se calienta. Puedo sentir como mi corazón empieza a latir con fuerza, y mi respiración se vuelve pesada.

Trato de calmarme.

—Pues soltarme, gracias por haberme ayudado ya es hora de irme a casa—musito mientras fijo mi vista en sus ojos de un color negro, son tan negros que no reflejan absolutamente nada.

—Esta es tu casa—sonrie mostrando su perfecta dentadura—Eres mi pareja, Verónica. La luna de mi manada.

Lo miro confundida. Wuao es fanático de alguna serie o películas de fantasía y esta tan obsesionado y metido en su papel, no encuentro otra lógica.

—Oh, claro que no, me tienes aquí en contra de mi voluntad...

—Eres mía—trata de besarme y lo esquivo, aprovecho para zafarme de sus fuertes brazos, ahora me siento sobre la cama.

—¡Quiero ir a mi casa, ahora!—demando con fuerza, sin importar nada.

El sujeta mi rostro con fuerza, hago una mueca por el dolor que me provoca.

—¡Esta es tu casa!—repite recalcando cada palabra—¡No quiero repetirlo de nuevo, ya eres mía, no jodas!.

—¡Maldito Loco!—Por inercia, escupo su rostro.

Plaf

Un ardor se extiende en un lado de mi rostro,  lo miro perpleja, Un pequeño dolor brota en mi pecho y así una lágrima desciende de mis ojos,nose si es  por el ardor en mi mejilla o por viejos recuerdos que amenazan con salir

—Lo siento pequeña..—me atrae a su cuerpo, sigo inmovil.

Lo mismo decía mi madre, cada vez que me golpeaba. Lo siento pequeña y lo seguía haciendo. Nunca olvidaré las golpizas que me daba, por el simple hecho de ser la copia exacta de mi padre. Son recuerdos tan dolorosos que han salido a flote. Mi respiración se empieza a descontrolar. El pánico se empieza a poderar de mi cuerpo.

—Shhh.... Pequeña, eres mi Luna, eres mi mate, eres mía.

—Auch—me quejo al sentir sus dientes claverse en mi hombro.
Me siento un escalofrío recorrer mi espalda.

—¡No quiero ser tuya!—digo intentando alejarme.

Pero el  es demasiado rápido. Me agarra del brazo y me atrae hacia él. —Eres mía—repite nuevamente cansada con lo mismo, su aliento en mi oído.

—Eres un maldito animal—alegue, tratando de alejarme de el, ahora solo siento odio y asco.

—¡Soy un hombre lobo, el alfa, y tu eres mi mate, la luna de mi manada!—vocifera con esa voz ronca y fuerte. La cual estremece cada parte de mi cuerpo.

—¡Eres un maldito loco!—masculle temblando de miedo, asimilando la situación.

Esta demente...

Un hombre lobo, con clase de loco quedé involucrada.

—Sacame de aquí —empiezo a llorar, sujeto con fuerza las sábanas y trato de cubrirme. El me toma  de los hombros y doy un grito agudo, temiendo que me lastime.

—¡No me hagas daño por favor!—suplico con el corazón latiendo a mill.

Siento que mi corazón en cualquier momento explotara. No quiero que vuelva a golpearme.

—No te preocupes, pequeña. Estás segura aquí. Eres mía ahora, me perteneces—gruñe.

El se aleja maldiciendo sale de la habitación y cierra la puerta con fuerza, está se agrieta.

—Esto no puede estar pasando—mi cuerpo entero luce tembloroso, salgo de la cama, y caigo, no puedo sentir mis piernas.

—¡Porque me está sucediendo esto a mi!—balbuceo mientras las lágrimas calientes se deslizan por mi rostro.

No puedo detener los temblores de mi pierna y de mi cuerpo entero. La sola idea de pasar otra noche en esta casa junto a ese maldito demente me aterra.

Tengo que escapar de una u otra forma pero tengo que salir de aquí......

Damián

—¡Soy un hombre lobo, el alfa, y tu eres mi mate, la luna de mi manada!—dije con voz ronca y fuerte. Su cuerpo se estremece.

Me estoy cansando y estoy llegando a mi límite

—¡Eres un maldito loco!—masculla temblando de miedo

Me mira de una forma extraña como si yo estuviera loco.

"Es entendible"

Ignoro a mi lobo.

—Sacame de aquí —empieza a llorar, sujeta con fuerza las sábanas y trata de cubrirse. Con rapidez la sujeto de los hombres  y  da un grito agudo.

—¡No me hagas daño por favor!—suplica.

Mi lobo empieza a gimotear.

"Ella nos teme y todo es tu culpa"

—No te preocupes pequeña. Estás segura aquí. Eres mía, ahora me perteneces—gruño.

Me alejo maldiciendo salgo de la habitación y cierro la puerta con fuerza.

Cristina otra vez esta aquí.

Diosss.

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