V

Verónica

—¡Maldicion!—doy un golpe a la puerta lastimando mi mano, siento como el dolor se extiende en todo mi brazo.

—¡Esto tiene que ser un puto juego! —grito frustrada mientras golpeo la puerta con fuerza sin importarme seguir lastimandome.

Me mantengo así unos segundos, trato de asimilar la situación en la que estoy, resoplo y me pongo de pie, me acerco a la ventana miro hacia el exterior y me asombro de la vista, árboles inmensos cubiertos de nieve, copos descendiendo del cielo aunque brilla el sol la nieve esta ahí, se mantiene ahí.

—Es hermoso—susurro realmente asombrada, mi cuerpo entero cosquillea, quiero estar ahí correr por los alrededores y respirar ese aire fresco y helado.

Entre los árboles aparece un lobo color marrón el cual fija su vista en la mia en unos segundos da un aullido al cielo, logrando que me estremesca.

—¡Ahg!—grito al sentir unas manos frias sobre mi cintura, por inercia lanzo un golpe, chillo al sentir que he golpeado una pared.

Giro mi cabeza y veo al idiota que me ha dejado encerrada.

—¡¡Quita tus sucias manos de mí, imbécil!!—forcejeo pero su agarre es fuerte, no logro mover ni un centímetro sus manos de mi cuerpo que ha empezado a calentarse.

—¡Porque me tienes encerrada, hijo d pu..

—Hueles delicioso—me interrumpe, su voz es ronca y fuerte, mis piernas empiezan a temblar como gelatina.
Emito un leve gemido al sentirme excitada.

Su simple toque, a encendido algo dentro de mí. Siento mi rostro caliente, mi corazón acelerado.

—¡Sueltame por favor!—suplico, mi cuerpo empieza a comportarse de manera extraña.

No sé que le sucede a mi cuerpo, las ganas empiezan a crecer.

Una de sus manos se desliza hacia mi entrepierna. Otro gemido sale del interior de mi boca.

Lágrimas empiezan a salir de mi rostro. No quiero esto, pero mi cuerpo si lo pide a gritos y no obedece.

Maldita sea

—Eres mi Luna—uno de sus dedos recorre mi bulba.

—¡Ah!—empiezo a gemir, mi cuerpo quiere más.

—¡No lo hagas, no quiero esto!—pido entre lágrimas.

—Pero tu cuerpo dice lo contrario.—susurra en mi oído, poniendome loca de placer.

Me alza y me pone sobre la cama, en un segundo destroza mi ropa. Mi vagina palpita de la excitación. Un calor abrazador recorre mi cuerpo.
Me recorre con la mirada, luego entierra su rostro en mi entrepierna.

Doy un grito fuerte por el placer que estoy sintiendo. Me retuerzo entre las sábanas, trato de callarme pero mis gemidos son incontrolables, una corriente me estremese, pongo los ojos en blanco siento que voy a explotar.

Estoy viendo las estrellas.

—!Mas, Más!—pido entre gemidos.

Se pone de pie, y retira sus pantalones junto a su boxer, permitiéndome ver esa  enorme cosa entre sus piernas.

Eso no va entrar toda.

La pone entre mi vagina y sin esperar respuesta de mi, la introduce. Solo puedo gemir completamente loca y retorcerme entre las sábanas. Una sola estocada y exploto.

—¡¡Ahh!!—gimo tan fuerte como puedo, mientras los chorros salen de mi interior. Mi cuerpo da pequeños espasmos.

Mi respiración está hecha un desastre.

—Tan pronto pequeña—sonrie.
Oh dios su voz.

El me voltea, alza mi cadera, poniéndome en cuatro. Me nalguea.

—Auch.

Introduce su pene, empezando a cogerme fuerte, jala de mi cabello mientras emite pequeños gruñidos.

—Des.. Despacio.

—No pequeña.—empieza a darme con fuerza.

Luego me cambia de posición, estoy encima, el empieza a lamer y morder mis pezones. Me corro de nuevo.

No sé cuánto tiempo a transcurrido, pero ah empezado a oscurecer.

—Voy acabar, voy acabar—susurra en mi oído. Sus estocadas son cada vez más fuerte, hasta que logra venirse dentro de mí.

Termino exhausta.

—No debiste terminar dentro de mi, necesitaré la pastilla mágica—murmuro acostada a su lado.

—No la necesitarás, eres mi luna—lo miro confundida, luego se levanta de la cama y sale de la habitación.

—Maldito imbécil—trato de regular mi respiración.

Que acabo de hacer.

Que acaba de pasar.

He tenido sexo con mi secuestrador.

Que sucede con mi cuerpo.

Que pasa con ese idiota.

Me siento usada, voy al baño y lavo mi cuerpo, restriego cada parte de mi con fuerza tratando de borrando su olor y marcas. Salgo de la habitación envuelta en un toalla. Veo sobre la cama una muda de ropa y comida. Me acerco a la puerta y está sigue con seguro.

—¡Maldito, imbécil!—siempre lo diré, eso será.

Seco mi cabello y me coloco la ropa. Agarro el plato de comida, devoro todo en un instante.


           ~†~†~†~†~†~†~†~†~†~†~†~

Damián

—Voy acabar, voy acabar—susurro en su oído. Doy estocadas  cada vez más fuerte, hasta dejar toda mis semillas dentro de ella.

Sin duda, me reinicio la vida.

—No debiste terminar dentro de mi, necesitaré la pastilla mágica—murmura a mi costado.

—No la necesitarás, eres mi luna—respondo observando su rostro, su cabello desparramado, su cuerpo sudado y un tono rosado.

Maldición, un olor familiar invade mi olfato.

Cristina y su padre están aquí, me levanto y salgo de la habitación sin darle explicaciones.

Agarro unos pantalones de mi cuarto y me los pongo, bajo hacia la sala, me siento en uno de los muebles y espero su llegada. Luego de unos minutos, el timbre suena por la casa. Mi nana es la única encargada.

—¡Damian! —Cristina  chilla en cuanto entro a su campo de visión, se acerca a mi, no me levanto de mi lugar.

Ella se sienta sobre mis piernas.

—¡Apestas a mujer, acabas de tener sexo.!—vuelve a chillar.

—Eso no te incumbe—gruño.

Al instante me besa, sigo su beso y la sujeto con fuerza, luego la quito de encima.

—Hola Will—saludo al padre de Cristina en cuanto lo veo.

—Damian, que gusto verte—responde al saludo.

—A que se debe está visita—inquiero curioso.

Interrumpieron, mi luna de miel

"Hechalos de la casa"

Habla mi lobo interior, que es como mi conciencia, somos uno solo.

—La boda está a la vuelta de la esquina, no te has dignado a visitar a la novia ni escoger el vestido.

Mi enojo empieza a crecer.

—Will, lo hemos hablado, le dije a tu hija y te lo dije a ti, no se hagan ilusiones, solo es un puto contrato de un año.—gruño furioso.

—Voy a cumplir con la parte de mi trato, espero hagas lo mismo—me pongo de pie, Cristina sujeta mi mano.

—No puedes tratar así a mi hija como..

—Nana—lo interrumpo, ella aparece de inmediato—enseñasle la salida.

Will me mira con enojo, y yo hago lo mismo lo que provoca que hagache su rostro. Así tienen que ser las cosas.

Sonrió.

Cristina se levanta y me besa, entierra su lengua en mi boca.

Gruño.

—No le hagas caso a mi padre, te quiero en mi cama.—me sonríe coqueta.

la beso de nuevo.

—Espera mi llamada.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top