Prólogo
— ¡Aléjate de él! —
Escuchas la enfurecida voz de aquel que alguna vez fue tu marido. Volteas y lo ves, limpiándose la sangre que sale de su labio inferior.
Los niños solo miran asustados la escena, no entienden lo que pasa y solo se aferran con fuerza al cuerpo de tu hijo el cual los abraza fuertemente y escuchas como les susurra que todo va estar bien.
De pronto parece que la verdad se revela frente a ti y abriendo tus ojos de golpe por segunda vez, volteas rápidamente a ver a tu hijo y este solo agacha la mirada, miras a Tsunade para ver si lo que tu mente te ha revelado es un total mentira y esta solo te sonríe maliciosamente como confirmándote la verdad, y por último, miras a ese hombre con el que compartiste tantas cosas en tus pasado, buenas y malas, mirarte firme y asentir lentamente con la cabeza lo que para ti ya es obvio...
Miras a todos con miedo, horror, sorpresa y odio...
Te lo advertí Kushina, ahora solo atente a lo que viene, porque esto querida, es solo el comienzo...
Pero ¿Cómo fue que llegamos hasta este punto?...
Fácil... lamentablemente no fue como yo esperaba...
Y pensar que esto inicio esa hermosa mañana de Marzo...
Las campanadas del templo mayor resonaban constantemente avisando a todos que ese día, 20 de marzo, una boda se consumaría en tan solo unas cuantas horas más...
— ¡Oh por Kami-sama! — se repetía una y otra vez un frustrado y atractivo joven de 21 años, tez bronceada, cabello rubio bien peinado hacia atrás y ojos azules, portador de un impecable smoking negro y unos lustrados zapatos nuevos de color negro, que si no fuera porque una mano amiga detuvo su andar, estos ya estarían más que desgastados.
— Tranquilo — hablo una joven voz varonil.
— Como si a ti no te hubiera pasado — susurro el rubio al escuchar aquella voz.
— La verdad es que no — confeso.
— OH, pero claro que a ti no te pasa nada, si tú eres Fuguka Uchiha alias "don perfecto"— se mofó.
— Minato — llamo el hombre.
— ¡Oh por Kami-sama! ¡¿Qué voy hacer?! — susurro de nueva cuenta al igual que comenzaba de nuevo su andar de ida y venida con sus manos puestas firmemente entre sus bien peinados cabellos rubios, desaliñándolos en el proceso.
— Minato — volvió a llamar.
— ¡¿Qué tal y si se arrepintió y me abandono?! — aumento su volumen de voz al igual que su andar.
— Minato — volvió al llamar, pero esta vez un poco más fuerte que la anterior.
— ¡¿Y si se fugó con otro?! ¡A caso no soy guapol! —
— Minato! —
— Pero si soy rubio y de ojos azules, eso sin contar mi atractivo físico — sonrió coquetamente.
— ¡MINATO! — llamo aquel pelinegro de 22 años, buen ver, porte serio y orgulloso, padre de un pequeño varoncito de 5 añitos, esposo de una bella y dulce mujer pelinegra, portador de un elegante traje negro con una corbata roja.— Todo estará bien — poso su mano izquierda en el hombro del rubio, dándole un ligero apretón.
— Gracias — suspiro el oji azul.
— Con que aquí estabas — la suave voz femenina atrajo la atención de ambos varones, quienes se toparon con el molesto semblante de una bella rubia de ojos ámbar.
— Madre — pronuncio el rubio.
— Señora Namikaze — saludo el oji noche.
— Fugaku — saludo cortésmente y su ambarina mirada se posó sobre su hijo — Minato ya es hora — dictamino.
— Tan pronto — exclamo.
— Cielo que esperabas — le miro expectante al ver las mejillas coloradas de su retoño.
— Minato te veo al rato, con su permiso señora Namikaze — palmeo el hombro del rubio e hizo una reverencia ante la mujer.
— Adelante — correspondió la femenina.
Cuando el pelinegro se hubo retirado, Tsunade soltó un suspiro y una pequeña risa escapo de sus labios rojos.
— Me recuerdas a tu padre — recordó con gracia la mujer.
— ¿papá? — pregunto el rubio con duda.
— Así es, aunque no lo aparentara por fuera, su mira lo delataba... — con cuidado acomodo el impecable traje — No puedo creer lo rápido que paso el tiempo — murmulla con nostalgia.
— Madre... — susurra con dulzura mientras abraza fuertemente a su madre.
— Lo sé, lo sé, ya estoy vieja para estas cosas ¿no? — sus bellos ojos se cristalizaron derramando finas lágrimas y soltando una pequeña risa nostálgica.
— No lo eres... — con cuidado limpio las lágrimas que surcaban las mejillas de su madre y volvió a abrazarla.
— Bueno, bueno, basta ya de tanto apacho y mejor vallamos que mi nuera está por llegar... — hablo con fingida firmeza.
— Tienes razón madre solo que... — suspiro y la femenina lo miro con cariño y comprensión.
— Tienes miedo lo sé, pero recuerda que es Kushina de quien hablamos y creo que ella sería incapaz de lastimarte así como tú a ella...ahora deja esos miedos de lado y sonríe que esto hijo es tu boda — sonrió la mujer.
Minato acepto que su madre tenía razón, y que sus temores debían irse pues la persona a la que uniría su vida por el tiempo que Kami-sama le permitiera vivir no era otra si no Kushina Uzumaki, aquella bella pelirroja que supo ganarse su corazón con esa forma de ser tan suya.
— Entonces si me permite — con una bella sonrisa en su rostro ofreció galantemente el brazo a su madre, quien acepto felizmente al ver la actitud cambiante de su hijo.
Y así madre e hijo se encaminaron directo al altar en donde el rubio espero pacientemente la llegada de su amada, mientras su madre se sentaba en la primera fila de enfrente junto a un atractivo hombre de cabello blanco, esposo de la rubia y padre de Minato.
Pasado un par de minutos, la música de entrada de la novia hizo que toda la atención de los presentes se enfocara en la figura de una joven mujer entallada en un hermoso vestido de seda blanco y el rojo de su cabello sobresaliendo por su blanca vestimenta; acompañada del brazo por su orgulloso padre.
Un tímida sonrisa acompañada de un sutil sonrojo, hicieron latir con fuerza el inocente corazón de quien sería su futuro esposo.
La música paro en cuanto el hombre entrego la mano de su hija, en la temblorosa de Minato.
"Sonrisas de por medio y un corazón roto a lo lejos."
Recuerdo cuando ambos pronunciaron sus votos ante mi padre, Kami-sama, sellando sus vidas en sagrado matrimonio y con un suave beso en los labios.
Los aplausos y las felicitaciones les caían como pan caliente, y ambos agradecían con sonrisas y dulces palabras.
¡Hay Kushina, mira lo que hiciste!
Pobre doncel...
Escondido de la multitud y de su familia, mirando al hombre que ama, casarse..
"Y la soledad era su única compañía"
Fue la primera vez que te saliste con la tuya mujer, pues mira que arrebatarle, al hombre que tu hermano más amaba...
Todos tienen un pizca de maldad
Fue ese en día que todo dio inicio a los sucesos que nos llevaron hasta nuestra situación actual...
¿Lo recuerdas niña?...
Lo prometido es deuda y aquí esta!!
Finalmente la segunda parte de "Inocente Amor Enfermizo"
Espero les guste y nos vemos en un próximo capitulo!!
Saludos y que pasen un bonito día!!
n.n
Att:SharetdeOz1
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