Capítulo III. «Interrupciones»

-Hay algo que es esencial cuando estás espiando a alguien -susurra Cinthya, como si fuera algún tipo de alumna que quiere aprender y recibir lecciones con urgencia-. Debes saber actuar.

-¿A qué te...?

-¡Diane, hay algo malo conmigo! -grita de repente, llamando la atención de todos a nuestro alrededor. No conozco bien a Cinthya, no sé si esto es una actuación o algo por el estilo.

-Cinthya, yo...

-¡Cállate! -grita, llevando las manos a sus oídos como si intentara no oírme-. ¡Cállate, bruja, déjame! ¡Todos déjenme!

-Señorita Linetti... -me llama la maestra al notar el despliegue de locura Cinthya- ¿Sabe qué es lo que le sucede a su compañera?

Me muerdo el labio, insegura sobre lo que se supone que debo contestar. Cinthya grita y patalea por varios segundos cuando veo que gira su rostro hacia mí de nuevo y un brillo de claridad brilla en sus ojos.

Tengo que saber actuar.

-Ella tiene un ataque de pánico, profesora -digo, básicamente suelto lo primero que me viene a la mente, aunque no sé si sea lo suficientemente creíble-. Le suelen dar antes de los exámenes, pero parece que su problema se está agravando. Necesita descansar, vivimos en la misma residencia, así que podría llevarla...

-Que las acompañe Sprauss - dice señalando a Cole Sprauss, un chico de rizos negros sentado en la primera fila. Este sonríe y se levanta al instante, animado.

-Como usted diga -contesto, aliviada de que nos haya creído este teatrito. Dylan, el chico Sprauss, baja hasta llegar a Cinthya, rodeándola con sus brazos y cargándola. Ella lo mira fijamente, siguiendo simulando que está loca, mientras pasa la mano por uno de sus rizos.

-¿Tú cabello es de carbón? - pregunta, lo que hace que trate de contener las ganas que tengo de reír. Dylan sonríe de lado, divertido. Sus ojos caen en mí, y dice:

-¿Nos vamos?

-Oh, sí, sí, claro - contesto, parpadeando rápidamente y saliendo de mi distracción.

Los dos avanzamos, Dylan con Cinthya en brazos, que se estira hacia atrás y jala sus cabellos de forma exagerada.

Vaya que sí sabe actuar, y se nota cuando, al salir de la habitación, deja de parecer una loca y vuelve a su expresión tierna y animada de siempre.

Dylan ríe, divertido, luego pregunta:

-¿Qué es? -Cinthya y yo entrecerramos los ojos, no sabiendo a que se refiere- Digo, es obvio que están mintiendo...

-No puedes decir nada, Sprausssss -lo amenaza Cinthya, posando una de sus manos en su pecho para intimidarlo, cosa que no creo que logre para nada-. O tendrás graves problemas. Diane tiene buenos puños.

-¿Yo? ¿Hablar? -ahora realmente está riendo con euforia, sino fuera porque tiene a Cinthya en brazos seguro tendría las manos en el estómago- No, claro que no. No hice el ensayo que la profesora dejó y ustedes seguro me salvaron de una grande.

Yo tampoco había hecho ese ensayo. Saberlo me hace estremecer, se supone que siempre he sido cumplida, más bien, yo siempre he sido cumplida.

Esto del espionaje está drenando demasiado de mí. Se supone que estoy viviendo tranquila, que no me expondría.

Por suerte, los libros de Karina me han ayudado un poco con el hecho de contenerme. Puedo usar todo tipo de técnicas, pero la más efectiva es centrar mis pensamientos en cualquier cosa menos en los nervios.

-Estamos espiando a la compañera de cuarto de Diane -responde Cinthya. Vamos saliendo de la universidad, pero ella sigue sin soltarse de Dylan a pesar de haber vuelto a su estado normal-. Está siendo bastante sospechosa.

-Y ustedes querían sorprenderla llegando antes de lo esperado, imagino... -dice Dylan.

¿Cómo es que todos, excepto yo, saben esa táctica? Soy una pésima espía. Debería retirarme ya, antes de que pierda la cordura.

-Sí, exactamente eso -digo. Llegamos a la salida de la universidad, así que Dylan baja a Cinthya.

Después de eso se despide cortésmente y vuelve a agradecernos el sacarlo de ahí. Cinthya dice que no fue nada, y que lo ve luego por ahí, yo por mi parte me despido diciendo algo como, «Ajiós» distraída porque estoy buscando no encontrarme con Karina. Ella no estudia en Rosslings, pero sé que siempre sale a lugares inesperados. La mayoría de las veces con ese chico manoseador.

Una vez se va Dylan, Cinthya se recarga en mis hombros, soñadora.

-Es guapísimo -dice, soltando un suspiro. Básicamente está mirando el camino por el que Dylan se fue como si fuera a babear en cualquier momento.

-Ha estado en nuestra clase desde que comenzó el año, debiste haberlo notado antes -farfullo, para luego comenzar hacia nuestra residencia, que está a unos tres minutos a pie de la universidad.

Tres calles, siendo específicos. La hora marca las diez veintiocho en mi reloj lo que, estoy segura, quiere decir que vamos a tiempo suficiente para llegar antes de que Karina salga para ir a su próxima clase.

Tanto como Cinthya como yo sabemos que su horario de hoy comienza a las once después de más de seis meses tratándonos. Acabamos de comenzar el segundo semestre.

-¿Antes? -pregunta Cinthya, riendo-. Sabes que no me interesan los chicos que aún no conozco, así qué si no hemos hablado...

-No hay posibilidad -completo mirando hacia ella juguetonamente y terminando chocando contra alguien, a juzgar por su gran complexión, un chico. Mis ojos caen en él, que al parecer es muy alto. Tiene el cabello rubio y brillante, largo, y ojos grises que podrían compararse con tormentas. Parece enojado, espléndido, algo más con lo que distraerme aparte de lo guapo, guapísimo, que es.

-Lo siento -me disculpo.

El chico rueda los ojos, toma mis manos, (que aun están sujetas a su pecho), (muy fuertemente sujetas, maldición), y suelta con palabras, pero suena más como un gruñido, con un tono áspero pero marcado:

-Mira por donde caminas -antes de marcharse rápidamente y dejándome aun más atontada de lo que ya he estado en todo el día.

Mi estado mental está decayendo rápidamente, en picada. Por lo mismo no me gusta acercarme a nadie, me gusta estar tranquila.

-Bueno, ese chico realmente estaba bien -dice Cinthya-. Pero nada quita lo grosero que fue. ¿Vamos?

Salgo de mi ensoñación para responder con un asentimiento y seguir caminando. Cynthia va detrás de mí, y cuando me adelanto para abrir la residencia, como siempre, ella silva.

-Hoy definitivamente es nuestro día de suerte -farfulla. Su vista está puesta en la parte alta de nuestra residencia, específicamente en la ventana que da a nuestra habitación. El chico manoseador está recargado en ella, sin camisa, mirando hacia el cielo.

-Tenemos que entrar -dice Cinthya. Como siempre, enérgica e hiperactiva, corre y sube antes de siquiera podamos regresar.

La incertidumbre nos detiene antes de que siquiera podamos abrir la puerta. Sé que sólo se trata de un chico, del novio de Karina, pero esto puede significar el comienzo de algo muy grande.

Al final, y con la incertidumbre firmemente sobre nosotras, saco mis llaves, (las cuales tiemblan entre mis manos), y abro.

Lo primero que veo es al chico, que ha de medir un metro ochenta o tal vez más, desparramado en mi cama, la pequeña Karina debajo de él mientras se besan de forma apasionada y viscosa para mi pobre vista.

Al vernos se separan, en sus rostros ninguna muestra de que estén avergonzados.

-Em, lamentamos interrumpir -digo, incómoda.

Cinthya baja la mirada, tímida, sonrojada. Entrecierro los ojos, esforzándome por parecer normal y sorprendida al mismo tiempo.

No lo estoy.

He visto a estos chicos besarse por más de una semana y, aunque me cueste admitirlo, ya me estoy acostumbrando a sus excentricidades.

Odio las demostraciones públicas de afecto.

-¡De verdad, Karina, nunca te imaginé con un novio!

Tanto Karina como el chico ríen, divertidos, intercambiando entre ellos una mirada de complicidad, como si llevaran mucho tiempo juntos y se conocieran muy bien.

El chico pasa a acostarse en mi cama, entendiéndose como si estuviera en su propia casa. Agradezco mentalmente que sus pies queden al aire porque sino estaría ensuciando el espacio feliz de dormir.

-No somos novios, pero hay algo ahí -dice el chico. Tiene ojos oscuros y una interesante mirada que parece decir muchas cosas a la vez, además de cabello lacio y castaño que está desordenado, tal como un puercoespín-. Es bueno por fin conocer a la compañera de cuarto de Karina. Soy Patrick Shempley, y ustedes son...

-Yo soy Diane y ella es Cinthya -contesto-. ¿Estudias con Karina?

-No -pasa una mano por su cabello, como si fuera un modelo o algo parecido-. Karina y yo trabajamos en Satiry, un club al otro lado de la ciudad. Ahí la conocí.

No puedo creer lo escéptica que he sido. ¡Creí que Karina estaba metida en algo muy malo y ahora resulta que trabaja!

Es cierto que no reconozco el lugar del que habla, pero tampoco es que haya salido muchas veces o que conozca la ciudad lo suficiente como para seguir dudando de ella. Es de ahí de donde consigue dinero, donde conoció a Patrick.

Trago saliva mientras trato de detener mi mente de pensar. Hay algo que no me cuadra.

-He oído de Satiry pero no he tenido la ocasión de ir -agrega Cinthya, que parece querer más información, como yo, sus ojos parecen incluso están más puestos en mí que en Karina-. ¿Es bueno?

La sonrisa que aparece en el rostro de Karina es bastante contradictoria. Parece que le hubieran dicho una broma muy grosera pero de la que no puede evitar mostrar signos de diversión en su rostro. No ha hablado mucho en esta conversación, su vista fija en Patrick como si fuera una loca enamorada.

Aunque, si la miras bien, podrías notar que hay una leve mueca en su rostro, como si estuviera bastante molesta de que la interrumpiéramos.

-Sí, es bueno, hay personalidades asistiendo a menudo. Podríamos hacerlas entrar, ya que es un poco difícil -dice, emocionada.

-¡Sí! -dice Patrick, animado como ella, aunque más natural- podemos hacerlo. ¿Qué tal éste fin de semana? Karina puede darles las entradas.

-¡Uh! ¡No creo poder! -exclama Cinthya. Es bastante raro que diga que no a una salida, ella es demasiado sociable con los demás-. Diane no sale nunca y he quedado de salir con Dylan Sprauss y estaré bastante ocupada. ¡Pero sería tan genial...!

-No importa, cuando puedan solo díganos y conseguiremos que entren -dice Karina. El celular de Patrik comienza a sonar, así que se disculpa y sale inmediatamente-. Iré a acompañarlo, ¿Nos vemos luego?

Cinthya suelta un suspiro de alivio una vez ellos han salido.

-¿Qué acaba de pasar? -le pregunto, confundida- Tú nunca dices que no a una salida, ¿Sabes? Además, es obvio que no tienes una cita con Dylan.

Cinthya suspira, decaída, entrecierro los ojos.

-Hay algo que me aterra de Patrick -suelta. Se endereza en la cama, y empieza a explicarse-. Es que él... la forma malévola en que sonreía... ¿No lo notaste? No es bueno arriesgarnos.

Suspiro. No sé que decir. No me importaría que estuvieran metidos con la mafia con tal de que las brujas no estén en la ecuación.

-Debemos alejarnos de ellos -dice, algo que nunca creí oír decir a Cinthya, la curiosa-. Es lo mejor.

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