Capítulo Final.
Pan viene directamente hacia mí, lo siento tratando de invadir mi mente incluso antes de que choquemos. Su fuerza es inhumana, tanto mental como físicamente. Razor lucha contra su dragón, tomando forma de este antes de que impacten.
Por su parte, Érick y las personas de su grupo lanzan rayos sin parar a todos los que pueden. Patrick se pone ante él, desviando el rayo con sus manos sin tener que usar algún tipo de energía.
—Yo también puedo manejar el rayo —explica, orgulloso—. Es parte de mi habilidad.
Su voz suena más oscura, sus ojos están oscurecidos. Pan y yo nos alcanzamos, él manda energía oscura hacia mí, formo un escudo antes de que llegue.
Tomo aire, harta de esto. Todos luchan contra todos ya, pero él parece estar siendo mucho más lento, disfrutando de la forma en que va a asesinarme.
Formo un tornado a mí alrededor, usando mis sentimientos para impulsarlo y hacerlo aun más fuerte. Arena vuela por mi cabello, saliendo de mis manos y haciéndome elevarme en el aire.
Pan, por su parte, usa la energía oscura para elevarse. Extiende su mano, formando una esfera que en el acto manda hacia mí y que esquivo inmediatamente con una barrera de arena. Mando una ráfaga de aire para desestabilizarle, pero él sigue sin moverse. Lanzo una, dos, tres dagas, todas desviadas con su energía.
Él lanza una enorme capa de energía oscura que, sin que me dé cuenta, estoy desviando con mi propia energía. Mi centro.
Dios, esto es maravilloso, al menos por el momento, porque, al ver que el tornado a mí alrededor está protegiéndome de todo aquel que viene hacia mí, Pan intenta entrar por mi mente, haciendo que no sólo él me dé patadas mentales dolorosas y poderosas, sino también algunos de los Tenebris que nos rodean.
Chillo, dolorida. El tornado baja su intensidad, Pan lanza ferrosos y oscuros cristales hacia mí que apenas si puedo esquivar moviéndome hacia los lados y desviándolos con el viento.
Entiendo completamente su apodo cuando lo siento infiltrarse en mi mente. Lo siento descartar varios de mis recuerdos, uno tras otro, tratando de elegir el que sea más doloroso para mí. En unos pocos segundos encuentra mi mayor miedo, uno bastante parecido al que Cinthya tenía y que hizo su mente desfallecer.
El miedo a no poder controlar mis habilidades. Conforme voy viendo esta ilusión, me voy doblando en el piso, mí tornado desvaneciéndose en el acto. El dolor que me provoca es mental, pero lo siento aun más fuerte que si me estuviera atravesando el corazón.
Toda yo me debilito. Mis habilidades, mis sentidos, mis extremidades, pero, aun más fuerte, mis candados mentales.
Me veo a mí misma destruyendo a los que amo, haciéndole daño a mi familia, a Érick, incluso a personas que no conozco tan bien, como Zukira o Vivian. Me veo como un monstruo, alguien que disfruta hacerle daño a los demás. Veo como pierdo a mis seres queridos por esto, como le repugno a todos.
Es peor cuando, saliendo de mi aturdimiento, viendo un leve despojo de la realidad, distingo que el haber dejado que Pan se metiera en mi mente ha debilitado mis candados mentales en los demás Albas. Era lo único que los defendía de la invasión de los Tenebris en su mente, por lo que ahora todos están en el suelo, convulsionándose con la oscuridad.
No puedo dejar que esto suceda, esto realmente es hacerle daño a los que quiero. Saco fuerza de los lugares más remotos de mi mente, para al mismo tiempo que caigo al suelo, usar mi control en él para hacer temblar la tierra y abrir una grieta que se lleva a a varios Tenebris y Albas en su camino. Saco a los Albas con una ráfaga de aire, mientras que a los Tenebris los dejo caer sin remordimientos.
Pan cae al suelo, apenas librándose de la grieta. Me siento totalmente poderosa, me deleita el hecho de verlo retorcerse mientras pide piedad de mí.
¿Querías hacerme ver mi peor miedo? Yo te haré sentir lo que yo he sentido.
Mientras todos los Tenebris intentan recomponerse, (aunque sin mucho sentido porque los Albas ya los están interceptando), yo voy hasta Pan, me inclino sobre él y poso mis manos sobre su frente, transfiriéndole los sentimientos que yo misma acabo de sentir hace unos segundos.
Grita, dolorido, yo pongo mis manos en su cuello y de un sólo movimiento formo una espada que corta su cabeza.
Es la escena más grotesca que he visto, pero no me detengo a pensar sobre ella mientras estiro mis manos y dejo salir arena de que viaja rápidamente hacia todos los Tenebris a mí alrededor, impactando en sus corazones.
El poder que siento al hacer esto es muy intenso. Me hace sentir que puedo hacerlo todo, incluso más cuando, al subir de nuevo a un tornado de arena, puedo ver cómo todos centran su vista en mí.
El panorama de la guerra es todo lo que nunca quise ver, a lo que le temí por tantos años. No me gusta, para nada.
Pero si esto es lo que los Tenebris querían, tendrán su merecido. Los detecto a todos, inmediatamente impidiéndoles que respiren usando mis habilidades del aire. Hay muchos muertos ya de su lado, pero también del nuestro. Mientras veo como se retuercen en su propio lugar, todos los Albas vienen hacia mí. Son mucho más pocos de los que recuerdo. Eran cien al menos los que estaban con la armada, veo sólo cincuenta, tal vez menos.
Y los de nuestro grupo...
Es una completa coincidencia maravillosa que todos los dragones hayan tomado su forma humana. Esto me da la ventaja de haber podido detenerlos también, dejando a mis aliados libres.
No veo a Aracné por ningún lado. Gabriel está súper herido, una herida parece haberse formado en su cabeza, tiene el labio roto y parece estar cojeando. Érick tiene una mano quemada, parece muy aliviado de que lo haya ayudado.
Esto hace que, si ya había perdido el control, lo pierda aun más.
Busco con mi mente aquella sensación oscura que me había transmitido Slaanesh, para encontrarlo a él y traerlo hacia acá. Su dragón viene detrás de él, (es el único que no se ha convertido, ya que ambos estaban luchando de nuevo un poco lejos de aquí), pero el de Gabriel lo intercepta antes de eso, dejándolo solo para mí.
—Usa las habilidades de Control para detener sus habilidades —le mando a Gabriel, tratando de evitar más problemas. Él frunce el ceño, pero al ver que estoy siendo totalmente seria él extiende su mano, haciéndolo.
—Diane, ya los tenemos —dice Érick, poniendo su mano sobre mí muñeca—. Los tienes, incluso a los más fuertes, a los dragones. No tienes que hacerlo.
—Claro que tengo —digo, al instante cerrando los ojos para detener el agudo sonido molesto que Slaanesh manda a mi mente para tratar de desestabilizarme—, él le hizo eso a Cinthya, puedo sentirlo.
—Cinthya estará bien, todos estaremos bien, no puedes...
—Aléjate de mí —digo, furiosa—. Pan hizo esto para provocarme, ahora no me detendré hasta que termine.
Él me suelta, atónito, no creyendo lo que está viendo. No sé el porqué de mis acciones, pero es como si Pan, al mostrarme mis miedos, hubiera traspasado alguna barrera que me ha hecho explotar del todo. Esto se ha vuelto personal, o al menos me ha hecho notar que lo es.
Me acerco a Slaanesh, posando mi mano sobre su frente e intentando encontrar algo que no sabía que estaba buscando.
Encuentro a Cinthya. Veo en su mente la forma en que la ataron a aquella mesa de experimentación, su rostro asustado. Todos los Tenebris a los que tengo atrapados, incluyendo al difunto Pan, se tomaron de las manos, para después invocar a la inestable energía que ahora abunda en ella. Era verde, brillante, tal como el centro, pero peligrosa como ninguna.
Puedo sentir el placer que hacer esa experimentación le dió, lo emocionado que estuvo al ver que por fin habían encontrado un miembro compatible y que les daría un montón de datos nuevos para su investigación.
— ¡Ah! —grito, aun más furiosa, si es posible. Al instante estiro mi mano, usando la arena para cortar una de sus orejas. Slaanesh chilla, su rostro contrayéndose por el dolor.
Lo dejo caer al suelo, la sangre con él. Me acerco de nuevo a él, y susurro:
—Esto es lo que querían, ¿No? Desde el comienzo. Pan intentó tenerme en su equipo, al igual que a Patrick. Nos manipuló, me prometió una falsa seguridad que nunca debí haber aceptado. ¡Soy tan idiota!
—No lo eres —dice Érick, acercándose a mí de nuevo. Antes de que pueda detenerlo, una descarga de electricidad me invade, haciéndome caer al suelo.
💠💠💠
La luz del sol cae en mi cara. Llevo mi mano a mi frente, intentando taparla.
Mi cabeza duele, me siento tan débil como nunca antes. Enfoco mi mirada, encontrándome con mamá mirándome desde una silla frente a mí.
Estoy en mi habitación, puedo sentirlo. Mamá se siente aliviada, pero también asustada al mismo tiempo.
—Diane, no puedo creerlo, me alegra que esté bien, tú...
—Aléjate de mí —digo secamente, deteniendo su avalancha de halagos—, me gustaría que tú o quién quiera y vaya a acercarse a mí lo haga sin tenerme miedo.
Los recuerdos comienzan a venir a mi mente, haciéndome ver todo lo que he hecho en el frente de batalla, lo loca que me volví. Por una extraña razón, me siento aliviada. Hemos ganado la guerra.
Pero...
Me levanto al instante de la cama. Voy hasta la habitación de Érick, que no está muy lejos de la mía. Él está concentrado en sus cosas, como siempre. El cabello le crece demasiado rápido. Sigue estando corto, pero no tanto como antes. Sube la mirada, encontrándose con la mía.
No viene a abrazarme, no me dice que está orgulloso de mí. Hay algo que ha cambiado entre nosotros.
No es que me tenga miedo, como mamá, sino que parece estar decepcionado de mí.
Tengo las emociones a flor de piel, nunca lo he necesitado tanto. Es como si yo misma me hubiera quebrado, si el sentido que le veía a la vida ha dado un giro de ciento ochenta grados.
Corro a sus brazos, tomándole completamente por sorpresa.
—Sé que he enloquecido —digo, mi voz es totalmente diferente a la que usé con mamá—, pero es que todo estaba tan mal, Pan me torturó de una forma que no puedes imaginar, sentí todo el dolor que he sentido en mi vida, todo junto. Quiero protegerlos, pero es imposible. Quiero protegerme, pero también lo es. Creí que podía detenerlo de invadir mi mente, pero...
—Patrick estuvo a punto de asesinarme. Lancé una enorme descarga hacia él y me la mandó de regreso. Te entiendo. Lo que no entiendo es ese despliegue de emociones que vi con Slaanesh, lo fácil que fue para ti causarle tanto daño. ¿Me doy a entender?
—Te he decepcionado —digo, separándome de él para secar las lágrimas saliendo de mis ojos—. Puedo sentirlo.
—Nunca creí que harías algo como eso, es todo.
— ¡¿Y crees que yo sí?! —digo, entre sollozos—. Estuve huyendo de esto toda mi vida, no quería dañar a nadie. Y Cinthya... ella...
—Lo siento —dice Érick, interrumpiéndome. Sé lo que va a decirme antes de que lo haga.
Me doblo en el suelo, sollozando aun más que antes. Mis piernas tiemblan, mis manos también.
Thor, perdón, Érick, se inclina conmigo, rodeándome en el abrazo más cálido que nunca me ha dado.
No sé cuanto tiempo duro así. Pueden ser días, o años, pero no importa porque Cinthya no está.
Se ha ido.
💠💠💠
Un derrame cerebral, eso es lo que dicen los médicos. No pueden explicar mucho sobre el asunto, pero dicen que uno de los nervios de su cerebro dejó de funcionar haciendo una cadena que terminó con su vida.
Yo sé que no es eso. Sé que fueron los Tenebris. Ellos y su estúpida muerte que se llevó a las piernas de Terri, a mi padre, a mis tíos, a Aracné, a Cinthya.
Pasan seis meses antes de que salga de nuevo, meses que me la paso leyendo, durmiendo y hablando con las únicas personas a las que dejo venir a visitarme. Gabriel, Érick, Terri, Tifón, e incluso a Karina.
A veces me pregunto porque es que la dejo venir aquí, cuando por ella es por lo que empezó todo en primer lugar.
Recibí mi respuesta tres semanas después de que me la hice. Estaba acostada en mi cama cuando oí como, justo fuera de mi habitación, dos chicas se burlaban de ella y la horrible quemadura de su cuello y mejillas. Decían que no se merecía estar aquí, que al ser parte del equipo de Pan había firmado su condena. La llamaron una Fraud, el nuevo nombre que se les da a todos esos Albas traidores.
Al oír eso caí en cuenta de que la razón por la que la toleraba era porque la ha sentido. Ha sentido la oscuridad que ser un Alba puede traer consigo. El placer del poder, lo rápido que puede absorberte.
Ella dice que estuvo cegada por el amor, pero ambas sabemos que fue una mentira. Disfrutó usar sus habilidades para dominar a los demás, aunque fuera sólo cada cierto tiempo.
El poder la sedujo, al igual que a mí.
Sentir el sol directamente sobre mí de nuevo es paralizante. La naturaleza es la misma que puedo ver desde mi ventana, pero vista desde distinta perspectiva.
Todo parece mucho más apagado. No siento esa presencia de Ferrates, estoy seguro de que Tule debe tener a Terri como a su nuevo favorito. Todas las miradas caen en mí, con admiración.
—No sé porque hacen tanto alarde por tú salida —dice Karina, que avanza y se pone a un lado de mí—, te ves igual que siempre, sino es que peor.
—Me tienen miedo y admiración —digo, sin quitar mi vista del río—. No lo merezco.
— ¿Ni su miedo ni su admiración? —pregunta, yo asiento. Ella frunce el ceño, negando con la cabeza—, yo creo que sí. Mereces su admiración porque sin tí todos hubiéramos muerto en la guerra, incluso en los Tenebris. Claro, que visto desde el punto de vista de los demás, tú podrías ser una amenaza. Eres la más poderosa de Solteichn, de todo el planeta. Nadie puede igualar el control que tienes de tus habilidades, es posible que puedas ser la próxima reina de Solteichn.
Esto último me hace reír. Es una risa desquiciada, un tanto loca.
— ¿Reina? —pregunto, divertida—. ¿De qué hablas?
—Eso mismo —contesta, honesta—, el rey anunció anoche que la nueva evaluación se llevará a cabo el año que viene. Veinte chicos disputando el trono, las posibilidades son infinitas.
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