Capítulo 42. «La tienen»

—Me alegra que estén bien —digo, tomando a Gabriel y a Lirak entre mis brazos. Ambos son ya como mis hermanos, es enserio.

—Apenas si pudimos hacerlo —dice Gabriel, ambos nos separamos, parece que no lo haya visto en miles de años—, después de que pasó todo aquel desastre miles de Tenebris empezaron a acordonar el lugar para no dejar salir a ningún Alba. Yo... tratamos de salir por la parte trasera pero un par de Tenebris nos irrumpieron el paso, así que Lirak se convirtió en un dragón mientras que yo los detuve.

—No sabes cuanto me alegra —digo, volviendo a acercarme para abrazarlos.

—Ya basta de tanta miel, tenemos cosas por las que preocuparnos —interrumpe Zukira. No parece tener un rasguño, se ve exactamente igual que cuando nos separamos. Ella y su ayudante caminan hacia nosotros con total parsimonia y confianza, entonces ella sigue hablando—: La guerra comenzará mañana.

—Dijeron que comenzaría en dos días —interrumpe Lirak, incrédulo. Zukira niega, seria.

—Es pura mentira. En el camino hacia acá hemos oído que las tropas que vienen del viejo continente están abordando en estos precisos instantes. Los que pelearán en dos días son los de la capital, pero los que pelearán mañana son los del otro continente. Quieren tomarnos por sorpresa, mañana quieren avanzar desde las afueras de la ciudad y llegar hasta el palacio para acampar ahí.

—Entonces los detendremos —dice Érick. Interrumpiendo, como siempre—.Mañana, y el día siguiente. Hasta que ganemos.

—De eso nos encargaremos —dice Zukira, sus labios apretados—, tenemos veinte mil hombres con nosotros, los refuerzos vienen del sur. No podemos perder el palacio, significaría la derrota definitiva.

—Tenemos dragones —dice Sofía, aunque ni siquiera ha llamado a su compañero—. Eso debe ser suficiente para vencerlos.

—Debería, aunque nunca se sabe —dice Zukira, como si supiera que algo oscuro va a pasar—,sólo hay que prepararnos, ¿Entendido? Con eso será suficiente, con que demos todo de nosotros.

Las palabras de Zukira son y no son reconfortantes al mismo tiempo. Digo, es como si supiera desde ahora que algo puede pasar, pero, a la vez, está confiada respecto a eso.

—Yo diría que alguien como tú, Zukira, la gran comandante del reino, estaría confiada respecto a que ganaremos —interrumpe Vivian, tan jocosa como siempre—, ¿O hay alguna otra cosa que no nos hayas dicho?

Zukira aprieta los labios, nerviosa. La sonrisa de Vivian se extiende. Ritkar se une a ella, diciendo:

—Hay una antigua regla natural entre dragones que todos conocemos muy bien. «Donde hay luz,hay oscuridad», solía decir mi maestro. Estaba preparándome para algo en específico, para luchar contra los sombras oscuras.

—Las sombras oscuras son los enemigos consumados de dragones como nosotros, los compañeros de los Tenebris —explica Razor, sabiamente. Hay algo que me está ocultando. Centro mi vista en él, queriendo saber que, pero me bloquea.

—Está bien —dice Zukira, avergonzada. Entrecierro los ojos, no entendiendo que esconderá—. Hace unos cien años se encontró una lista con nombres. Se trataba de las personas de este mundo que podrían tener un compañero. El rey quería empezar una búsqueda desde ese momento, pero la esfera lo detuvo. Dijo que había que dejar avanzar el tiempo por sí solo, no interferir o, de lo contrario, habría consecuencias catastróficas.

— ¿Eso quiere decir que nuestros nombres estaban ahí? —pregunta Gabriel, en cierto modo emocionado—, ¿Cómo?

—Por personas como yo —dice Lorina, la chica Tenebris que Érick rescató el otro día—, clarividentes.

—Asi es —continúa Zukira, su vista fija en algún punto de la pared para no mirar a nadie más—, como dijo la esfera, dejamos que las cosas avanzaran, incluso cuando ya sabíamos donde estaban la mayoría de ustedes. Se empezó ha hacer notorio que todo giraba alrededor de Satiry y de la fortaleza de Érick, pero no sabíamos que habría daños a esta proporción.

—Eso quiere decir que nuestros nombres están en una lista mágica, ¡Maravilloso! —exclama Vivian, sarcásticamente—, no entiendo porque eso tendría que ser peligroso.

—Porque, tal como dijo Ritkar, «Donde hay luz, hay oscuridad» y ustedes y sus seis dragones no son los únicos en la lista. Hay niños, como Sofía y varios más de aquí, pero también hay nombres de Tenebris, como el de Pan.

—No puede ser —digo, mi corazón se acelera, mi cabeza comienza a palpitar—, ¿Por qué no lo supimos antes? 

—Porque los hemos estado vigilando, sabemos que no tenían ni idea de que los dragones realmente podrían existir, al menos no hasta ahora.

—Debí haberlo imaginado —dice Razor, sin un atisbo de nervios—, esa es misión principal aquí, incluso más importante que ser en protector de Diane. Desde que nací se me ha enseñado que siempre, en todos los mundos y dimensiones, existe la luz y la oscuridad. Ambas luchan constantemente, una siempre gana. Con el tiempo estas vuelven a crecer, hasta llegar a un punto casi igual, y comienza la lucha. No sé si me explico, pero siempre supe que lucharía con un sombra nocturna, aunque no creí que sería tan pronto.

Ahora realmente creo que nada puede sorprenderme más. Un silencio grande y pesado se cierne sobre nosotros, a la espectativa de lo que pueda suceder.

Gabriel no parece tomarlo muy bien. Sus ojos brillan de distintos colores, de su mano comienza a salir energía a borbotones que se esfuerza por detener. Voy hacia él poniendo mi mano sobre la suya en un intento de tranquilizarlo.

—Necesito estar solo —gruñe, para después levantarse e irse a pasos apresurados.

—Tenemos que reformular el plan. Tenemos puntos que pueden beneficiarnos, hay que saber aprovecharlos.

— ¿Puntos a nuestro favor? —dice Lorina, un tono irónico en su voz—, hemos perdido un continente, otro está tan débil que apenas puede defenderse. Y el nuestro... estamos al borde de la guerra en la capital, dejando al sur indefenso.

—Tenemos ventajas, como el que somos más, el que tenemos armas, el que podemos devolverle a los Tenebris su intento de acaparar el poder con el escuadrón especializado que dirijo. Además, te tenemos a tí.

— ¿Qué tengo que ver yo con esto? —pregunta, entrecerrando los ojos.

—Hay un número igual de contricantes del lado de Pan y del nuestro, excepto por tí. Tú eres... la que nos da ventaja.

—Pero yo no he llamado a un dragón, no pienso que pueda...

—Eres el eslavón que cambiará todo aquí, tú nos beneficiarás, puedes ser la clave.

— ¿Cuáles son los nombres de la lista? —pregunta Karina, su voz ronca rompe con la pelea de miradas entre Lorina y Zukira.

—Bueno, está Pan y su poder con el miedo, aunque es el más poderoso respecto a conjuros, Hydra, la chica que puede dominar las serpientes y hacerlas aparecer en cualquier lugar, dos hombres, Mauricio y Fabricio, se hacen llamar Dioscuros porque son muy fuertes y poderosos. Mauricio maneja un tipo de líquido tóxico mientras que Fabricio es llamado el chico bomba. Anu, que lleva pájaros demonios a su alrededor, mientras que Hela, así por la diosa de la muerte, absorbe energía de todo su alrededor. Y por último... Slaanesh. Él es el más poderoso, puede absorber energía oscura y redireccionarla. Puede tener cualquier poder.

—Yo voy por él —anuncia Gabriel. Parece que ya se ha recuperado, porque luce bastante bien, al menos, normal.

—Nosotros vamos por Hydra, esa chica ha sido mi némesis desde que tengo memoria —anuncia Vivian. Ritkar parece emocionado, como si luchar fuera algo cotidiano en su diario vivir.

—Y yo por Anu —dice Aracné, su tierna voz interrumpe la tensión del momento. Aun así, suena decidida.

Al final, Tifón dice que irá por Mauricio, Terri por Favor Fabricio, Thor por Patrick, y Karina por Hela, argumentando que su nombre está en la lista y no le tendrá miedo. Queda implícito el hecho de que yo iré por Pan.

Pasamos toda la tarde haciendo planes de acción, entrenando un poco y decidiendo específicamente que haremos mañana.

Antes de la cena, Karina llama a su dragón. Es enorme, de color bronce, tiene escamas y ojos verdes como los de ella. Al verlo, Karina sonríe ladeadamente.

El dragón cambia de forma, convirtiéndose en un humano, alto, delgado, de cabello negro y ojos verdes. Al instante Karina se lanza sobre él, dándole un beso apasionado.

Entrecierro los ojos, confundida. Karina se gira de nuevo hacia nosotros, para justificarse diciendo:

— ¿Qué? Siento que lo conozco de toda la vida y está muy guapo.

—Genial —dice Ritkar, sarcástico. Se acerca a él y estira la mano para saludarlo, gesto que él responde estrechándola al instante—, mi nombre es Ritkar, vengo de Erydas, un planeta extremadamente lejano y con problemas políticos graves. ¿Tú vienes de...?

—Se llama Krar, y viene de un asteroide aún más lejano que Erydas. Ah, y es mudo.

—Ahora entiendo porque son tal para cual —dice Vivian burlonamente. Karina rueda los ojos, toma a Krar del brazo y se marchan mientras se miran fijamente. Parece, no, estoy segura, de que hablan telepáticamente.

Lo siguiente en la lista es la cena. Todos parecen felices, a pesar de lo que mañana va a suceder. Una vez termino mi comida, voy directo a mi habitación sin despedirme de nadie.

Las escaleras se ven igual de frías que siempre, aunque el hecho de que todos estén comiendo hace que estén más solas que nunca. Extraño a Cinthya. Con eso de su excursión se supone que vendrá hasta mañana, pero yo l necesito aquí y ahora.

—Tienes que mejorar tú estado de ánimo —dice Érick, llamando mi atención. Me giro hacia él, encontrándome con su fuerte mirada. Aún no me acostumbro a verlo con el cabello corto. Trago duro, él se acerca hacia mí y me rodea en un abrazo.

—Todo estará bien —me consuela, mientras recarga su barbilla en mi cabeza. Pasa su mano por mí cabello, lentamente—. Yo te protegeré.

♠♠♠

Me despierta un sonido escalofriante. Es como...

Una explosión. Me recompongo rápidamente, avivando mis sentidos para reconocer lo que sea que está sucediendo. Son que me dé cuenta, hago aquello que Razor me instó a hacer hace varios días, diciendo que tenía que sentir más allá de lo que siempre siento.

— ¡Cinthya, es ella! —grita Gabriel, moviéndose de un lado al otro en su cama—. ¡La tienen!

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