Capítulo 37. «Palacio»
— ¡Oh! ¡Pero si eres guapísimo! — dice Cinthya, emocionada. Ella ha venido aquí a vivir conmigo después de todo lo que ha estado sucediendo. Mira a Razor de arriba abajo, e incluso le aprieta los cachetes con ternura. Razor no parece nada sorprendido, su rostro se mantiene inexpresivo—. ¿Cómo es que mantienes tú piel tan brillante? Parece que pequeñas lucecitas la iluminaran. ¡Y esos pómulos! ¡Es maravilloso!
—Cinthya... — la reprendo, intentando detenerla, mientras permanezco visiblemente avergonzada. Ella me interrumpe, diciendo:
— ¿Te puedo hacer unas cuántas preguntitas? Cuando Diane me habló de tí no pude evitar dejar volar mi imaginación, así que investigué un poco en internet, pero me gustaría saber unas cuantas cosas más.
—Pregunta, está bien— contesta Razor, divertido. Esa es una sensación nueva en su sistema. Podría decirse que, de alguna manera, todos esos sentimientos que tengo hacia Cinthya se le han traspasado debido a que estamos conectados.
—La primera pregunta es... — dice Cinthya, emocionada, incluso hace una pausa dramática, dándole emoción a su interrogatorio—. Tú cuerpo, el que estoy viendo, ¿Es una copia del de alguien más? Porque si existe alguien idéntico a tí en alguna parte me gustaría conocerlo...
—No. Esta imagen mía es propia y única. Aunque si lo deseara... — un halo de luz se forma a su alrededor, segundos después se ve idéntico a Cinthya—. Puedo tomar la imagen que desee.
— ¡Es maravilloso! — grita, sorprendida. Incluso da saltitos por la emoción—. No sabía que fuera tan bonita. Aunque si es una copia exacta de mí— frunce el ceño—, no debí haber usado esos zapatos hoy. Mejor sigo con el cuestionario. ¿No se supone que tu raza se extinguió debido a que una gran guerra con los sombras, (dragones oscuros) comenzó?
—Ninguna especie, incluso la suya, puede extinguirse— contesta, con seguridad—. Nuestros huevos son fertilizados de una forma especial por deidades, específicamente para cumplir con un destino único y especial.
— ¡Doblemente maravilloso! — exclama—. ¿Qué edad tienes?
—Exactamente la misma que Diane. Mi espíritu vagó por el universo muchos años más, pero tengo su misma edad.
—Eres maravilloso— dice Cinthya, sorprendida. Prácticamente está babeando. Río ante eso, Razor ríe conmigo. Al hacerlo se tapa la boca debido a que no reconoce la sensación, nunca había reído.
— ¡Muy bien! — nos interrumpe Santiago, quien ha aparecido en el gran salón de la nada—. Es maravilloso que estén famirializándose unos con otros, pero hay que entrenar, la invasión está muy cerca. De hecho, les he conseguido muy buenos maestros que pueden ayudarnos con esto. Sin ofender, Diane.
Todos nos giramos hacia Santiago, que tiene en sus manos algo así como un paquete con el cello real en sus manos.
— ¿Qué es eso? — pregunta Cinthya, sin pudor alguno.
— ¿Esto? — contesta él, alzándolo—. Es una invitación. El rey quiere que ustedes entrenen con su gran ejército, sin la especial necesidad de luchar. Claro, ustedes han dicho que quieren hacerlo, ¿No?
Un silencio arrollador se forma en la sala. Esto es demasiado grande. La pelea está tan cerca cuando antes parecía tan lejana...
—Iremos— dice Thor, haciendo una gran entrada. Él y Hyla, (su compañera) se acercan hacia nosotros mientras al mismo tiempo están tomados del brazo—. Me llegó uno de esos paquetes anoche. Los términos y condiciones son bastante favorables para nosotros. Estaremos mucho más preparados para lo que viene.
— ¿A que sí? — reprocha Ritkar, el dragón de Vivian. Ambos son tal para cual, eso es un hecho—. Me gustaría que usted, jefe, nos lo hubiera informado. ¡Ah! Pero no lo hizo.
Honestamente y para mi sorpresa, creo que Ritkar tiene razón. Todos elegimos luchar, sí, pero Thor, Erick, (o como quiera que lo llamemos de ahora en adelante) debió hacernos saber que información tan importante había llegado. Es nuestro líder, sí, pero eso no le da el poder de decidir por todos, ¿O sí? Se supone que somos un equipo.
—Tal vez tú compañera no te lo haya informado— contesta Hyla. En cierta forma ella me irrita, no entiendo el porque—, pero todos los aptos por la batalla lucharán, y hay que prepararnos.
— ¡Debieron habernos informado! — reprocha Vivian, enfurecida—. Es nuestra vida, y tú... Erick— esto lo escupe—. Esperaría mucho más de ti.
—Siempre estás reprochando mis decisiones— refuta Erick, ya no es más Thor—. No...
—Contender no nos será útil— interrumpe Razor. En lo que ellos hablaban él ha ido hasta Santiago, tomando el paquete e incluso leyéndolo. Es una especie de contrato, puedo ver en su mente. Él es tan inteligente que incluso lo ha memorizado.
—Dragones dorados, siempre tan prepotentes, lo había olvidado— se burla Ritkar. Vivian ríe con él.
«Es tú momento» dice Razor en mi mente, al momento que me transfiere todos esos conocimientos sobre el contrato. Ahora sé exactamente lo que tengo que decir.
«Ellos te escucharán a tí» es lo último que dice, impulsándome.
—Razor tiene razón— digo, todas las miradas se centran ahora en mí—. Ese paquete es un contrato, una invitación, nada de otro mundo. Y aunque es cierto que Erick se apresuró— esto hace que él y Hyla frunzan el ceño—, ¿No confiamos en él? ¿No estamos bajo su tutela? Yo lo estoy. El contrato no tiene nada que pueda perjudicarnos. Además, en caso de que queramos declinar podemos hacerlo, el reino lo especificó.
Se que los he convencido cuando sus sentimientos de amor, valentía, emoción y coraje llegan a mí.
«Buen trabajo» susurra mentalmente Razor.
♠♠♠
El castillo es realmente grande. Sumamente blanco, con tejados azules, grandes jardines, lagos, laberintos y guardias por todas partes.
Y no, no se emocionen pensando que me están dando un trato privilegiado, siendo escoltada por la realeza, llegando a los mejores salones o conociendo a mi amor platónico se la infancia, Mark Sabharwal, es todo lo contrario.
En el viaje hacia acá Vivian y Ritkar no dejaban de quejarse, todos venimos apretados, aparte Erick y Hyla no dejaban de hablar muy cerca uno del otro.
Quiero creer que no estoy celosa, pero lo estoy. Es molesto verlos juntos todo el tiempo, pero no puedo preocuparme por esas cosas en estos momentos.
El punto es que, una vez llegamos, nos hicieron detenernos frente a la gran muralla, para después revisarnos para asegurarse de que no trajéramos algún arma.
Los dragones son armas, sí, pero bueno, ellos no tienen que saberlo.
Después de aquello dejamos nuestros transportes afuera en el «estacionamiento real» y ahora estamos siendo transportados a la plaza de armas en unos raros autos de puro metal súper incómodos.
Mientras nos registran en sus ordenadores, pasamos el palacio, los jardines y llegamos a la gran plaza de recibimiento.
Hay señales y carteles por todas partes para todos aquellos que apenas van llegando. Camiones como en los que venía llegan a montones, cada vez más llenos.
—Por aquí— nos guía uno de los militares, llevándonos de entre los demás.
Santiago parece estar en casa. Avanza con confianza, una sonrisa enorme en su rostro. Es un poco raro. Segundos después desaparece con un montón de generales detrás de él.
Nos llevan a los cambiadores, clasificándonos por nuestras habilidades, así que pierdo de vista a Thor y a los demás. Sólo Ritkar, Adaliah, Razor, Gabriel y yo permanecemos juntos.
Una vez nos hemos cambiado, nos llevan a una de las muchas explanadas donde hay un grupo de jóvenes, aparentemente asustados, esperando. Somos cincuenta en total.
Una mujer alta, fuerte, extremadamente muscolosa, de cabello negro ondulado y ojos muy fieros, aparentemente nuestra comandante, llega con aire poderoso hacia nosotros. Ella me da escalofríos.
—Bienvenidos al frente. Espero su total participación, no quiero maricas en mi equipo. Me llamo Zukira y seré su comandante a partir de ahora.
Vivian y Ritkar no parecen muy felices. Ella levanta la mano, pidiendo la palabra, Zukira la deja hablar.
—Nuestro contrato dice que podremos trabajar por nuestra propia cuenta, ¿Por qué me mandaron a uno de sus equipos de pacotilla?
—Porque hay que entrenar, soldado. Según su mente y la de su compañero, ustedes son parte de las fuerzas especiales, pero eso no quiere decir que NO hay que prepararse. Los Tenebris son muy fuertes— un joven pequeño y delgado, de apariencia sumisa, usa sus habilidades, algo como la ilusión, para mostrarnos el mapa del planeta. Hay zonas coloradas de negro, las demás partes siguen intactas.
—Aquí, en el nuevo continente, hay múltiples zonas tomadas por los rebeldes. El sur, justo en la zona más baja, está prácticamente tomado. La selva de la muerte es su principal punto de reunión. Es un hecho que vendrán a la capital continental para intentar tomar el centro de la ciudad y el palacio, el palacio, con ello el poder, pero de nosotros depende defendernos.
—¿Y las otras capitales? — pregunta Ritkar, burlonamente. Zukira se irrita al oírlo, pero le hace un gesto a su ayudante para que centre su proyección en el viejo continente. Dos de manchas negras aparecen frente a nuestros ojos, haciendo latir mucho mi corazón.
—Los medios de comunicación sólo han informado de la pérdida una capital, pero en realidad son dos. La gran isla del sur se ha perdido por completo, incluso el pueblo se ha revelado. En el viejo continente los Tenebris están intentando expandirse hacia el oeste, intentando ganar más poder. Por suerte, la gran muralla que divide el territorio entre ellos y nosotros los detiene.
— ¿Y cuándo los atacaremos? — pregunta Gabriel, decidido. No sé si debo alterarme por esto.
— ¡¿Ven?! — responde Zukira, reaccionando un tanto emocionada, al mismo tiempo echándonoslo en cara—. Esa es la disposición que busco. Tú— lo señala, orgullosa—, serás el ejemplo de los demás.
Gabriel entrecierra los ojos, no pareciendo muy seguro de que los demás deban de imitarlo. Debo admitir que sí, él es muy bueno.
—No creo— dice.
— ¡Claro que sí! — exclama, luego se gira hacia nosotros—. Es tiempo de entrenar. Ustedes son uno de los cinco escuadrones que están conformados por Albas, existen otros cincuenta y cinco conformados por humanos normales. No todos los Tenebris pueden entrar en la mente de los demás y apoderarse de ellas, pero ustedes, específicamente, lucharán contra los que pueden. Es por eso que son tan importantes.
¿Importante?
¿Yo?
Bufo, incrédula. Aunque las razones de Zukira siguen siendo bastante convincentes, debo admitir que nunca me he sentido tan abrumada, el peso sobre nuestros hombros es enorme.
—Bien, haremos el primer ejercicio— nos manda minutos después, una vez hemos calentado un poco—. Por los datos que hemos recibido, puedo ver que tenemos dos estudiantes avanzados. Diane, Vivian, ustedes serán las primeras.
¿Avanzada? Tal vez un poco experimentada. Puedo tolerar ser la primera en pasar, ¿Pero hacerlo con Vivian? ¡Ni hablar!
Al ver la forma en que Zukira me mira, es obvio que no puedo negarme. Comienzo a caminar a regañadientes, mis pies sintiéndose pesados como si mis zapatos estuvieran hechos de plomo. Vivian tampoco parece muy emocionada. Quedamos frente a gente, sus oscuros y penetrantes ojos me examinan con odio.
—Serán equipo, esto no es un duelo— dice Zukira, deteniendo nuestro enfrentamiento de miradas y al mismo tiempo haciendo todo peor, si era posible.
¿De qué se trata esto?
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