Capítulo 32. «Clarividencia»
~Erick~
—Queremos unirnos a ustedes, a la rebelión— digo, mientras me recargo en el mostrador. Es una tienda de antigüedades, pero Harmony pudo averiguar que aquí vive una Tenebris, no sabemos si pertenece a un grupo o organización en la actualidad, pero en la antigüedad fue arrestada por robo de Milhed, una antigua planta que las Tenebris usan para ocultar su extrema palidez de una forma natural, y que también sirve para hacer atarantar a las personas, más o menos como una anestesia. La mujer a la que le hablo, de unos cincuenta años, me mira de arriba a abajo, sin miedo. No me inmuto ante su mirada. Es una vieja decrépita que sólo quiere poder. Tiene rastros de ser una Tenebris, pero no parece haber sido absorbida por la oscuridad debido a lo cuerda que se ve.
La idea de entrar en territorio enemigo fue de Diane. Ella lo dijo de broma esta mañana, pero no pude evitar pensar que sería buena idea. Ella sólo tiene buenas ideas.
—No sé porque dices esto jovencito, pero deberías buscar otros lugares en donde meterte. Ser un fortachón no asegura que siempre tengas la razón.
— ¿Habla en serio? — pregunto, con confianza. Ella frunce el ceño, a punto de echarme de su tienda—. Puedo ofrecerle muchas cosas. Soy bueno luchando, de hecho.
— ¿Bueno luchando? ¿Crees que las Tenebris son sólo pelear? Es una idea errónea por completo.
—Abuela... — nos interrumpe una chica, tiene el cabello negro, pero, a diferencia de la señora que me atiende, que parece haber sido una Tenebris alguna vez, ella se ve normal. Completamente normal e indefensa—. Él merece saber. Lo presiento.
Los ojos de la mujer se enblanquecen al ritmo de las palabras de la chica. Segundos después, abre la pequeña reja que separa la tienda de los peatones, para dejarme pasar hacia lo que es su casa. Trato de no mostrar ni un rastro de nervios o emociones al hacer esto. De todas maneras, Tifón, Viv, Terri, e incluso Diane, me esperan afuera.
Pasamos un largo pasillo morado lleno de cuadros y esculturas hasta llegar a lo que parece ser una sala de estar oscura, pero, a la vez, acogedora. En el centro hay...
Una esfera.
Me detengo en seco, incrédulo, no sabiendo que hacer.
—No es la original, jovencito— dice la mujer que me atendía—. Nunca podríamos tener algo tan asombroso en nuestro humilde hogar— la miro fijamente, confundido, ella rueda los ojos, estoy seguro de que sigue sin entender como su nieta cree que yo merezco «saber» —, toma asiento.
—Entonces... — comienzo, sin saber exactamente que decir—. ¿Va a responder todas mis preguntas?
—No. No lo haré. Te explicaré porque no podrás nunca volverte un Tenebris— dice, con convicción, al momento que toma asiento con cierto malestar, imagino que por su edad—. De hecho, te explicaré muchas cosas. Primero, las Tenebris somos más de lo que todos piensan. Somos dos grupos, en realidad. Todo comenzó desde que los humanos llegaron a esta tierra. Surgieron tres tipos de personas. Los Alba. Capaces de manipular todo a su alrededor, de dominar Solteichn. Los Tenebris, personas que pueden llamar energía de otros mundos, tanto energía oscura, como energía pura. Yo y mi nieta somos Tenebris.
—No entiendo, si tú nieta es una Tenebris... ¿Por qué no luce como una? — pregunto.
—Son errores de principiantes— contesta—. Esas oscuras Tenebris aprendieron a absorber energía oscura. Y no sólo eso, sino que también aprendieron a absorber la energía natural de cualquier Alba. Cuando le quitas a un Alba sus habilidades lo matas, es cierto, pero sólo si le quitas todo su poder. Algunas, en el viejo continente, mantienen a sus rehenes por años, sólo quitando la energía hasta donde saben que aguantarán— se detiene, me imagino que esta parte es más difícil para ella—. Hace unos años, cuando tenía dieciocho, ellos me reclutaron. Necesitaban más personas para poder defenderse, y yo era joven, ni siquiera tenía idea de mis habilidades. No sabía en lo que me estaba metiendo. Ellos... torturan personas. Buscan la manera de conseguir que la oscuridad no se apodere de ellos, pero siempre es demasiado tarde. Me escapé una semana después de estar con ellos. Hice mi vida, salvé a mi hija. Ella murió hace unos años, y ahora me estoy encargando de cuidar a mi nieta. Ella es muy talentosa.
Guardo silencio por varios segundos. Es difícil asimilar lo que esta mujer me está diciendo.
¿Tenebris siendo más que pura oscuridad?
Es imposible.
Me remuevo en mi asiento, nervioso, mientras que me esfuerzo por detener la energía que sale de mi sistema. Saber esto cambia las cosas por completo, y es atemorizante.
—Tú... — ella me mira, mientras cambia por completo. Sus ojos se oscurecen, su voz se vuelve más melodiosa, su cabello comienza a volar reaccionando a toda esa energía que tiene. Sus ojos se vuelven morados, al igual que sus labios—. ¡Eres un maldito Alba! ¡¿Cómo te atreves a venir aquí?! ¡A mi casa! ¡Con mi familia! ¡Ahora serás mío, tus habilidades serán mías! ¡Tienen que serlo!
Tratando de evitarla, retrocedo hacia el pasillo por el que llegué. De sus manos comienza a salir algún tipo de energía negra, parecida al chapopote. Estiro mi mano, buscando impactar mi energía en ella antes de que esto se complique.
— ¡No! — me detiene su nieta, viniendo desde la tienda. Los ojos de la mujer parecen volver a la realidad unos segundos, pero sigo sin confiarme.
—Lori... — susurra la mujer, debilitada. Cae en el suelo, sin fuerzas—. Sabías que esto pasaría, sabías que era el destino. Si te vas...— chilla esto último, con dolor, y no sólo del físico—. Cuídate, por favor.
La chica me pasa, sin inmutarse, su rostro no muestra ninguna emoción. Una vez llega junto a su abuela, extiende su mano derecha, de la que comienza a salir energía pura, y la impacta en ella, dejándole inconsciente. Me acerco buscando cargarla en mis brazos, pero ella me detiene.
—Cuando una Tenebris usa la energía oscura su cuerpo comienza a pedirle cosas terribles. Será cuestión de tiempo para que comience a necesitar extraer la energía de un Alba. Mi abuela notó eso, y justo antes de que sucediera, de que fuera el día de su iniciación, escapó. Estoy orgullosa de ella, pero es algo que la perseguirá toda su vida. Yo soy libre— dice, con convicción, no hay ni un rastro de duda—. Erick Swinton, hijo de Rowie Swinton, te he visto en mis visiones. Tengo mucho que enseñarte, mucho que advertirte. La guerra se acerca, y no lograrán detenerla a menos que me escuchen.
♠ ♠ ♠
—Es... imposible— dice Diane, una vez le he explicado lo que sucedió dentro de la tienda—. Todo lo que sabemos de las Tenebris es una mentira.
—Efectivamente, lo es. Eso no es lo peor del asunto. Ellas piensan tomar el poder del reino pronto— afirmo, recordando todo lo que Lorina, la chica que me salvó y yo hablamos antes de que me decidiera o no llevarla con nosotros.
Resulta que, al parecer, los Tenebris están mucho más organizados de lo que pensábamos. Están uniéndose en una de las ciudades vecinas, todo con el fin de tomar el reino pronto, y no sólo aquí, sino que también en cada una de las ciudades continentales. No se sabe cuando darán el gran golpe, pero será pronto. En mi mente comienzan a surgir un montón de planes e ideas, todo con el fin de hacer que pronto todo sea más fácil.
—No confío en ella— dice Viv, tan falta de confianza como siempre—. Es una Tenebris, por el amor de la Esfera. Estás siendo un iluso, y todos lo pagaremos al final de todo.
Terri y Tifón ruedan los ojos, hartos de oírla, al momento que se acomodan en nuestra camioneta con gestos de cansancio. Desde que el rey dió el anuncio del registro ayer por la tarde, los Tenebris no han descansado. Hemos tratado de detenerlos, pero siguen habiendo disturbios a todas horas, incluso han tomado varios barrios bajos a la fuerza. No hemos dormido bien, de eso estoy seguro, y no puedo tolerar seguir oyendo a Vivian quejarse de esta forma.
—Vivian... — la regaño, mis ojos chocan con los suyos a través del retrovisor. Sé que está leyendo mi mente porque sus ojos se ven azules, el tono que toman cuando usa sus habilidades. Antes de que pueda decirle algo, ella se lleva las manos a las sienes, dolorida, para luego fulminar a Diane con la mirada.
—Deja de bloquearme, Diosa del Caos— le dice.
—Deja de meterte en mentes que no son tuyas— le devuelve ella, firme. Diane no deja de sorprenderme con cada día que pasa. Es fuerte, segura, y está aprendiendo a pasos acelerados.
Es maravillosa.
—Ambas, contrólense— digo, molesto, fulminando a Vivían con la mirada, ya que es ella la que no puede controlarse—. Vivian, no te estoy pidiendo permiso de nada. Ella vendrá con nosotros, acéptalo.
— ¿Aceptarlo? — dice, irónicamente—. Thor, ella arruinará todo. No he trabajado tanto para esto. Primero vino Diane, y ahora ella, todo irá empeorando, y será por tú culpa.
—Vivian, aquí el que manda soy yo, y no seguiré tolerando que cuestiones mis decisiones— vuelvo a decir, tratando de calmarla, ella niega, molesta. Luego sale de la camioneta, hecha una furia, no sin antes despedirse diciendo:
—No me esperen despiertos.
—Iré con ella— dice Terri, con diversión, sus ojos oscuros brillan, por la emoción—. Tengo una hermana mucho más loca que ella, no se preocupen. Buena suerte con Lorina.
♠ ♠ ♠
Lorina baja de la camioneta a pasos lentos. Parece estarlo analizando todo, incluso podría decir que sabe más de lo que es posible saber de este lugar. Al ver que la miro, centra sus ojos oscuros en mí, saliendo de su letargo. Mira hacia Diane, que está saludando a varios niños que la reciben, para luego volver su vista hacia mí.
—Tengo el poder de la clarividencia. Pocas Tenebris podemos tenerlo. Mi abuela se enorgullece de que puedo usarlo sin siquiera haber experimentado con la fuerza de la oscuridad— dice, sin alguna pizca de orgullo—. Puedo ver cosas que no han sucedido, discernir entre si algo es bueno o no. Yo sabía que vendría aquí, incluso antes de que sucediera. No puedo ver mucho, ¿Sabes? Pero quiero ayudar.
La convicción con la que Lorina habla es admirable. Por un momento, no sé que responder. Mi mirada cae instantáneamente en Diane, que nos mira con curiosidad a varios metros de nosotros.
«Yo si creo en ella» manda a mi mente. La siento dentro de mí, tal como una brisa de calor en el medio de la tormenta. No puedo hacer más que sonreír, para mirar de nuevo a Lorina, y decir:
—Estás con nosotros.
♠ ♠ ♠
Camino hacia mi habitación. Después de todo este loco día no me vendría mal un buen baño. Las mismas miradas de siempre me reciben, algunos con miedo, otros con admiración. Trato de parecer animado, pero estoy agotado.
Subo las escaleras una a una, paso el largo pasillo que conduce hacia las habitaciones, hasta llegar a mi oficina. Detrás de ella hay una enorme puerta de caoba que lleva a mi habitación.
Este es el único lugar en el que me siento libre de hacer lo que desee, incluso lanzarme a mi enorme cama para descansar unos cinco minutos. Los ojos se me cierran al instante, como consecuencia de las largas horas que llevo despierto.
♠ ♠ ♠
Estoy en el medio de la nada. Trato de encontrar algo que poder cazar, o mamá y yo estaremos indefensos cuando llegue la tormenta.
La nieve no deja de caer, por lo que llevo una de mis manos a mi gorro, quitándomelo y sacudiéndolo.
Es entonces cuando lo oigo. No sé como, pero puedo oír cada mínima pisada de una foca marina cerca de aquí. Para ser más exactos, en el glaciar detrás de mí. Ladeo mi cabeza, tratando de identificar esta nueva habilidad. De repente me siento...
Fuerte.
Una vez identifico la posición exacta de la foca, espero unos pocos segundos. Inhala, exhala, inhala...
La tengo. Me muevo tan rápido como nunca lo he hecho. El rifle está firme en mi mano, pero por alguna razón siento que ya no será necesario. Lo dejo caer, para luego seguir corriendo con todas mis fuerzas hasta llegar a la foca. La derribo, la tengo firmemente en mis brazos.
En mi mente comienzan a vislumbrarse todas las cosas que haré con ella, lo feliz que estará mamá cuando sepa que he logrado abastecernos por todo este mes. Entonces, llega el momento de matarla. Esta es la parte más difícil de cazar, ya que siempre me ha parecido difícil la parte de quitarle la vida a un ser vivo.
Inhalo, exhalo, tratando de mentalizarme, luego lo hago, rápido y sin dolor. La foca emite un chillido, después se desvanece.
La peor parte ha pasado, ahora sólo debo llevarla con el carnicero. La tomo en mis brazos, sintiéndole significativamente más ligera, cuando, de repente, un enorme lobo marino me sorprende saliendo del glaciar debajo de mí. En pocos segundos ya está erguido, majestuoso, tratando de robar mi propio sustento.
«No quiero matarlo» es lo primero que viene a mí mente. Este pensamiento me distrae, haciendo que el lobo marino pueda derribarme. Grito, al momento que, de repente, siento algo salir de mí. Es energía. Energía pura, saliendo de mí. Es electricidad.
Puedo decir que está muerto cuando deja de moverse y el olor de la carne quemada impregna mis fosas nasales. Sólo tengo once años, sólo estaba buscando sostener a mi familia. ¿Qué soy? ¿Qué es lo que acabo de hacer?
Me levanto con cuidado, sacudiendo la nieve de mi abrigo, y me veo en el frío y transparente hielo, pero no me veo a mí, al joven de once, sino que veo otra versión, me veo al mí de ahora.
¿En qué me he convertido?
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