Capítulo 31. «La diosa de la crueldad»
Santiago me mira complacido, mientras me da palmaditas en la espalda, orgulloso.
—Un conjuro es más que solo palabras— me explica—. Y sé que puedes sentirlo. Cuando haces un conjuro, y si eres lo suficientemente talentoso, puedes recordar como usaste la magia a tú favor. Tú te encargarás de aprender todos los conjuros que te dé, y, en una semana, estaremos listos para el premio mayor.
— ¿Qué? — pregunto, sin creerlo. No puedo estar lista en una semana, es imposible.
—Eres fuerte. Lo sabes. Si te dijera que hicieras lo mismo que hace unos segundos sin hacer conjuros lo harías sin reparos. Tú tienes lo necesario, es cuestión de que te acostumbres, lo lograrás en una semana si me das toda la atención necesaria durante una hora y les enseñas a los demás a ponerlo en práctica en otra. ¿Confías en mí?
Honestamente, no. No confío en esto. Aprieto los labios, confundida, al momento que mi mente viaja a alguien en especial.
Gabriel.
—Antes de contestar eso, ¿Puedo preguntarle algo? —suelto. Santiago asiente—. Yo... alguien muy especial para mí acaba de descubrir sus habilidades. Él es muy poderoso. Apenas si puede controlarse. Él... puede absorber las habilidades de alguien más, leer la energía que proviene de los demás. ¿Cree que es mejor que siga escondido? o que, de lo contrario, ¿Es mejor que esté aquí, con más personas como él?
—Entiendo el porque me cuestionas esto... —dice Santiago, que parece estar meditando mi pregunta, incluso mira hacia el cielo, como analizando las posibilidades—. Creo que debes traerlo aquí. Esconderse no le ayudará mucho. Además, aquí podrá practicar como adaptarse, en todo caso de que pierda el control, Control puede ayudarlo.
—Habla de... ¿Traerlo a vivir aquí? — pregunto, Santiago asiente.
—La escuela está cerca de aquí. Todos los chicos que viven aquí se aseguran un buen futuro. Tú persona especial puede hacerlo. Además, si decides que este es un buen lugar para él o ella, puedo entrenarle.
Eso es lo que necesito. Tal vez no tenga fé en que los conjuros y las locuras de Santiago pueden funcionar, pero creo que puede ser buen maestro para Gabriel.
—Gracias por el consejo— digo, apretando los labios. Él me mira fijamente, esperando que le diga si haré o no lo que quiere, así que sigo—. Sí, haré lo que quiere, aunque no confío en usted.
—Eres inteligente, niña— observa Santiago, sonriendo. Todo este tiempo, desde que centró su vista en mí, es como si le recordara a alguien.
Una vez queda establecido el modo en que trabajaremos, Santiago y yo comenzamos a entrenar. Hago varias veces el conjuro de las plantas, variándolo un poco cada vez, para luego pasar a uno que crea comida, lo que quiera que se me antoje, y otro de la verdad, que parece bastante útil.
Pasadas dos horas, el entrenamiento termina. Y no porque yo quiera, sino porque llega la hora de comer y Thor viene a llamarme como si de una madre preocupada se tratara. Salgo y me encuentro con él, que parece estar muy nervioso debido a la presencia de Santiago en sus, por así decirlo, dominios.
— ¿Todo bien? — pregunta, asiento. Ambos caminamos por los amplios pasillos, un silencio incómodo surgiendo sobre nosotros.
—Entonces... — digo, sin creer poder seguir soportando este silencio—. Voy a dar clases a todos aquí, ¿No es así?
Pasamos el pasillo, comenzamos a bajar la escaleras. Estaba tan nerviosa cuando llegué aquí que no noté lo bella que es la decoración. Vitrales hermosos decoran y hacen más puros el ambiente, mientras que los escalones parecen estar bañados por oro. Son hermosos.
—Claro que lo harás— contesta—, será tú asignación. De hecho, le he pedido a Vivian que prepare tú primer cheque. Ella se encarga de la administración.
—Ah, ¿Me pagarán por eso? Pero si yo no estoy pagando por las clases de Santiago. Además, parece que estás a punto de darme de comer...
—Diane... — me interrumpe Thor, estamos a punto de bajar todos los escalones, pero él se detiene, quiere explicarse con claridad—. Una vez que entras a este lugar, te vuelves mucho más que un invitado. Aquí todos somos familia. Los niños no reciben una remuneración económica porque son niños, pero aquí todos trabajamos y recibimos algo por ello. Eso incluye un salario, comida, y un hogar, pero claro que tú no necesitas un hogar porque estás en los dormitorios de la universidad, ¿No es así?
Mi reacción al oír lo anterior debe ser muy notoria, porque Thor parece sorprenderse al verla.
No, no tengo una residencia por ahora, pero es vergonzoso pensar en decirlo. Él entrecierra los ojos hacia mí, interrogándome aun sin hablar, por lo que saco todo el aire que estaba conteniendo y confieso.
—Estoy evitando a La Ninfa del Bosque oficialmente porque ahora somos de equipos diferentes— confieso.
— ¿Y qué tiene que ver tú residencia con Ninfa? — pregunta Thor, curioso.
—Se llama Karina, ¿Sabes? Ella era mi compañera de cuarto, y ahora que está furiosa conmigo tuve que salir de ahí.
—Bueno, esto es increíble— dice Thor, sonriendo.
— ¿Qué ella fuera mi compañera de cuarto? — pregunto, Thor niega.
—Me imaginé que ella tendría un nombre más malévolo. Algo así como Lucila, o Malvina.
Ruedo los ojos.
—Bien, ahora que sabes todo, tengo hambre, y me gustaría que me llevaras al comedor, ¿Está bien? — pregunto, él asiente, pero antes de que comencemos a caminar, dice:
—Tienes que trasladarte aquí. No está lejos de la universidad, y tú habitación está lista. ¿Lo harás?
Tal vez que viva aquí facilite un poco las cosas. Es un lugar hermoso, y si sigo el consejo de Santiago...
—No sólo yo... — contesto, Thor parece un poco perdido, hasta que me explico—. Me gustaría que Gabriel también viva aquí. Tú lo has dicho, esconderse no sirve. Tiene que aprender a manejar sus habilidades, y este es el mejor lugar.
—Me parece maravilloso. De hecho, es una gran sorpresa, y estoy seguro de que será difícil— contesta. Aprieto los labios, porque es cierto, él acerca su mano a la mía, para apretarla—. No te preocupes, yo te ayudaré— dice. Yo parpadeo varias veces, no creyendo lo que está sucediendo, mientras que él comienza a caminar hacia el comedor, aunque dejándome aquí sin saber que hacer. Digo, tomó mi mano, y se sintió...
— ¿Qué esperas? — pregunta él, al ver que me he quedado helada en el mismo lugar. Parpadeo varias veces, sin saber que hacer, y sólo comienzo a caminar. Las escaleras terminan, pero, justo frente a ellas, están las que llevan a la parte subterránea de la iglesia, justo debajo del gran salón donde todos parecen estar siempre.
Es un lugar bastante acojedor, puedo decirlo. Hecho todo de madera, y con el estilo de una vieja fonda como la de mi hermoso hogar, las personas vagan aquí y allá, todas riendo, platicando, y felices como si de una cafetería escolar se tratara. Thor me lleva hasta la mesa principal, la del medio, la mesa redonda, y hace que me siente a su lado.
Entre las personas que nos acompañan está la cocinera, que podría considerarse como la matrona del lugar, Vivian, una chica de cabello rosa, Terri, Tifón, varias personas mayores que no reconozco. Parecen abuelitos, siendo totalmente sincera.
Todos están yendo a una gran mesa que parece tener todo un buffet para servirse. Estoy a punto de hacerlo cuando Thor me mira fijamente, como diciéndome que no lo haga. Se acerca a mí, para susurrar en mi oído:
—Las primeras comidas son muy especiales aquí. No puedes tomarla a la ligera— se levanta, toma la copa que un niño acaba de dejar delante de él y la alza como si estuviéramos en un gran evento. Todos comienzan a levantarse con él—. Hoy es un gran día— dice, con orgullo—. Diane y su hermano, Gabriel, han aceptado unirse a nosotros— todos aplauden, se oyen silbidos—. Ambos vivirán aquí, ella nos enseñará todo lo que Santiago le ha enseñado a partir de mañana. Sé que muchas cosas han pasado. Sé que todos seguimos extrañando a Zack después de todo lo que sucedió. Pero les prometo, realmente les prometo, que estoy dando mi mejor esfuerzo por protegerlos— esto último lo dice con tanta convicción que hace a la mayoría de la sala contener el aliento. La cocinera saca un pañuelo para limpiarse las lágrimas. Todos estamos tristes, recordando lo que sucedió—. Ahora... para ver que Diane no está perdiendo el tiempo con Santiago, nos hará una breve demostración.
Esto hace que vuelva de mi tristeza y que los nervios se hagan presentes en mí, haciendo que mi corazón lata rápidamente. Todos comienzan a animarme, y, sin más que hacer, centro mi vista en los centros de mesa naturales. Son hermosos, y, después de que sé hacer conjuros, recuerdo la forma en que hice la flor crecer. Cierro los ojos, estiro mi mano, y me concentro. Siento la energía salir de mí, al momento que abro los ojos para comprobar que sí, una nueva flor acaba de crecer en el centro de mesa.
Todos reaccionan con emoción. Aplauden al ver lo que hecho, sabiendo que no tiene nada que ver con mi habilidad y que no ha sido necesario que usara lo del «centro»
—Como siempre, haciendo actuaciones mediocres— dice Vivian, que me mira con desprecio.
—Si esto es mediocre, ¿Qué es lo que tú haces? — pregunto, devolviendo su insulto. No puedo dejar que ella siga dominando este lugar a sus anchas de esta forma.
—Tú... — dice, enojada. Alza su mano, de la que veo salir magia, magia pura, o lo que vendría siendo energía. Apunta hacia mí, buscando impactarme.
Reaccionando por puro impulso, formo un escudo de arena para cubrirme, y espero que la magia impacte en él. Justo antes de que lo haga, se esfuma.
Veo que Vivian no parece sorprendida. Ella fija su vista fija en la entrada, en Control, siendo específica. Control y Santiago acaban de entrar al comedor, sólo para encontrarse con nuestra pelea.
—Atenea es la diosa de la sabiduría— dice Control, tan sabio y elegante como sonaba al presentar a los chicos en Satiry—. Y lo que acabo de ver es todo menos eso.
Vivian baja la mirada. Estoy a punto de sonreír, cuando Control se dirige a mí.
—Y Diane... no puedo decir nada de ti. Suty, de Seth, el Dios del desierto. Un dios muy impetuoso, poderoso, pero que puede ser desastroso y cruel— lo último hace que Vivian sonría, creída, lo cual se esfuma al oír lo siguiente—. Sé que tú no eres así. Seth después fue considerado un Dios poderoso y protector. Eso sí, me gustaría que ignoraras todo lo que Vivian te dice. Este lugar no es un lugar de peleas. No lo creé para eso.
—Oh, estimado Archiebald— habla Santiago, evitando el apodo de Control, usando su nombre real y que no conocía hasta el momento—. Creo recordar que hace unos años tú mismo no podías evitar pelear con nuestro actual monarca. Son jóvenes, déjalos ser...
Las palabras de Santiago hacen que todos comiencen a susurrarse entre sí, divertidos. Uno siempre vive en el presente, sin pensar en el pasado. Es raro pensar en un Control joven siendo impulsivo. Tiene todo ese aire de maestro sabio que conozco bien. Él crió a Thor, incluso.
—Todos necesitamos que alguien nos guíe, lo sabes bien— le devuelve a Santiago. Ambos se miran entre sí, como si se retaran, para después pasar a tomar lugar en la mesa.
Este lugar es una familia. Lo veo por la forma en que todos ríen, platican entre ellos, y están familiarizados entre sí. Tengo que conseguir que Gabriel viva aquí.
Mientras pienso en esto, apenas si puedo notar como Aracné se levanta y enciende la gran televisión que se encuentra en el fondo. Parece que aquí no se acostumbra verla mientras se come, porque Thor entrecierra los ojos, a punto de reprenderla, pero ella lo detiene, diciendo:
—Está pasando algo importante— al momento que la televisión se sintoniza. El rey aparece en la pantalla, sentado en su trono de brillantes diamantes, mientras el himno del reino es entonado.
Es muy raro. Generalmente el rey habla a la congregación cada cuatro meses, lo que sucedió hace muy poco, mientras estaba enferma. Él dió sus informes típicos sobre los cinco continentes y las capitales de estos, habló de sus viajes, y terminó la transmisión. En resumen, lo mismo de siempre.
Pero hoy la incertidumbre llena el ambiente. Thor se cuadra de hombros, tratando de ocultar su nerviosismo, mientras que Vivian aprieta los labios, molesta.
Y si...
No puedo evitar pensar que el momento en que el rey prohiba la magia negra está cada vez más cerca. Aprieto los labios, al momento que la música se detiene y el rey saluda a todo su público, las cámaras enfocando su blanca y vieja sonrisa. Falta muy poco para que ceda el trono al nuevo rey, no entiendo porque precisamente ahora le declarará la guerra a las brujas negras.
—Ciudadanos y ciudadanas, reino de Solteichn— comienza a expresarse—. Hoy es un día muy importante, un día que quedará grabado en la historia para siempre. Y es que... — se interrumpe debido a que, de repente, pierde el aliento. El rey es un hombre viejo. Tiene ya setenta años. No se ve de esa edad, sino que parece particularmente más joven. El punto es que, ahora, cuando está tratando de recobrar el aliento, los años parecen caerle encima—. Somos un pueblo muy grande. Siempre hemos estado unidos. Pero, ahora, esa unión parece estar debilitándose. Todo debido a miles de incidentes que son reportados cada día. Aquí, en la capital, como en todo el planeta, incluso en los lugares más remotos. La guerra por la libertad de alquimia terminó en una tregua hace ya varios años, o eso es lo que los Tenebris nos quisieron hacer creer. La magia existe, es real. Miles mueren a causa de la sed de poder de personas que no tienen ni un poco de luz en su ser, y miles seguirán muriendo a menos que se haga algo para detenerlos. Me alegra informarles que mi fiel investigador, mí mano derecha, Miles Crossman, ha encontrado la forma de identificar a las personas que tienen magia blanca dentro de sí y son capaces de practicarla. A partir de mañana, todos tendrán que pasar a hacerse las pruebas, y, de no hacerlo, tendrán que pagar una sanción al gobierno. Tienen que entender que todo esto es por su seguridad. Los centros de prueba serán las escuelas y centros municipales más cercanos. Varios ya deben saber que tienen las habilidades de un Alba, y pueden ir a los centros de atención para recibir apoyo, sabemos que lo necesitan. Para los demás, pueden esperar a que se les llame para hacerse los análisis. Por su atención, gracias.
Una vez dice esto, la transmisión termina. Aracné apaga la televisión, el silencio reina en el comedor.
¿Miles Crossman? Esas palabras no dejan mi mente.
— ¿De qué se trata esto? — le pregunta Thor a Santiago. Él aprieta los labios, dudando que responder—. ¡¿De qué se trata?! — grita, al momento que se levanta, furioso. Control lo detiene poniendo la mano en su muñeca, Thor se suelta, para después cruzarse de brazos, tratando de contenerse. Thor es así, siempre ha sido así. Se guía por sus emociones, es impulsivo, y rápido en actuar, tal como la electricidad. Claro, también es frío, la mayoría del tiempo.
—Miles es mi hijo. Le enseñé todo lo que sé, pero él no tiene habilidades. Es pura inteligencia. No sabía que estaba metido en cosas como estas.
—Entonces, ¿Qué haremos? — pregunta Terri, centrando sus ojos oscuros en Control, en vez que en Thor. Control parece calmado, pero no habla. Mira hacia la chica de cabello rosa, y dice:
—Harmony sabe más de esto que cualquier otro. Ella es la que nos dirá que hacer.
La chica de cabello rosa se levanta. Ella parece decidida, parece inteligente. Tiene que serlo para que le den tanta importancia.
—Creo firmemente en las decisiones de la esfera. Soy lo que soy por ella. Pero no creo en lo que el rey dice. Dejar que nos registren puede significar sólo una cosa. Riesgos. Riesgo a que nos identifiquen las brujas negras entrando a la base de datos. Riesgo a que nos obliguen a entrar a una guerra que no hemos comenzado. Yo sólo sé... — se detiene, conteniendo sus ganas de llorar—. Que hemos perdido a muchos en esta estúpida guerra. Sé que somos una pieza fundamental para que esto termine. Porque aunque el reino tenga armas no tiene alguna forma de defenderse de la oscuridad entrando a sus militares. Diane, Vivian, dejen de pelear, y únanse por una misma causa, salvarnos.
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