Capítulo 15. «Estoy lista»
Me encontró. Él me encontró.
Todavía no puedo creerlo. Digo, soy irreconocible fuera de toda esa ropa ostentosa, maquillaje y zapatos lindos.
Incluso, podría decirse, me he vuelto aún más irreconocible después de todo lo qué he estado entrenando, lo poco que he dormido, y los nervios al estar pensando en mi próxima actuación.
No puedo creer lo confiado y emocionado que se le veía. Sus ojos se veían aun más brillantes con la clara luz del día. Y, sin poder evitarlo, usando como excusa el que tengo que «encantarlo» me encontré citándolo en mi lugar favorito del parque.
Claro, el miércoles, porque hoy martes tenía asuntos pendientes con Karina y Patrick. Mi primera misión. El comienzo de mí evaluación hacia las distintas organizaciones de magia.
Llego a mi habitación caminando tan rápido cómo puedo, casi empujando a las personas que pasan a mi lado, mis pasos rápidos y mis pensamientos volando por dónde no deberían volar. Las chicas de la residencia ya están acostumbradas a mi poca socialización, por lo que no me saludan. Aún así, me miran. Sus ojos se centran tanto en mí que es difícil ignorarlas, pero lo hago, a duras penas.
Una vez llego a mi habitación, puedo volver a respirar con tranquilidad. Claro, no mucho tiempo, porque Karina ya está preparándose, y al verme, deja el maquillaje abajo y entrecierra sus ojos hacia mí. Está enojada.
—Has tardado mucho— me regaña. Ruedo los ojos, mi vista fija en mi ropa en la cama, ropa que lavé en la mañana. Karina cree que maneja mi vida. Siempre ha sido así, aun desde antes que sepa de mis habilidades con la magia, pero todo se ha complicado más ahora.
—Iba a llegar temprano, pero me he encontrado con Thor— digo, una enorme sonrisa surcando mi rostro— con él. ¿Puedes creerlo? Digo, ¿Qué ande por aquí? Yo... cuándo lo vi... no podía. Me sorprendí mucho.
—No es la gran maravilla— dice ella, con voz monótona. Me giro para verla, encontrándome con su mirada a través del espejo. Sus ojos arden en envidia. La forma en que me mira... sino fuera porque ha estado ayudándome, me sentiría aterrada. No creo que sea bueno tener a Karina como mi enemiga— mira, con éste trabajo todos andamos siempre por todas partes. No es raro encontrarse con alguien de nuestro círculo de... actividades. En especial desde que las brujas tienen sus escondites cerca de las universidades llenas de carne fresca.
— ¿Carne fresca? — pregunto. Ella alza una de sus cejas, mirándome de forma que insinúa que «Deberías saberlo». Yo frunzo el ceño, diciéndole que no lo sé, ella suspira, para contestar:
—Tú, yo, Patrick, Terri... personas jóvenes y nuevas que tienen poderes de los que se pueden aprovechar.
—Bien— contesto, sin decir nada más acerca de eso, no quiero ahondar en el tema, así que dejo de mirarla— él insistió en la cosa de qué no lo he llamado. Parece que le gusta que me haga del rogar, porque se veía bastante feliz.
— ¿Ah? Bien. Lo sorprenderás en tú presentación sin duda alguna— dice, afiladamente. No sé que mosca me ha picado, pero siento todo de ella a flor de piel, cómo si yo misma lo sintiera. Es algo sorprendente.
¿Cómo describirlo?
Ella sólo se siente frustrada, irritada, celosa de lo mucho que he logrado. Y la entiendo, porque siento todo el esfuerzo que ella ha dedicado a su vida como bruja y la forma en que ha perdido protagonismo gracias a mí.
—Me siento confiada. Me has enseñado muchas cosas, espero lo suficiente— digo, incómoda— así que... ¿Qué debo usar? — busco entre mi ropa, fingiendo una sonrisa— no sé como será ésta misión. ¿Iremos a Satiry?
—No. En realidad, las cosas serán más sencillas— contesta— podría decirse que es...— sus sentimientos denotan algo que me recuerda a la crueldad— una introducción a nuestro mundo, más o menos. Tenemos que escoltar a uno de nuestros patrocinadores, porque no tiene poderes, aunque viene siendo el jefe máximo en todo. Después de eso, habrá una pequeña reunión, dónde darás tú primer informe.
—Me esforzaré al máximo— digo, sin mucha emoción. Pensé que mi primera misión sería mucho más divertida, no... algo así. No, espera, hay que ser optimista. Al menos es algo sencillo, y, aunque no me gusta mucho hablar con personas que no conozco, en especial cuando es porque estarán juzgándome, bueno, no lo sé, daré mi mejor esfuerzo— ¿Otro jefe? Creí que Pan era el único.
—Un trabajo no es un trabajo sino es pagado— dice— asi que... sí, él es el tipo del dinero. Podría decirse que incluso es el mandatario entre todos. No lo menosprecies.
— ¿Tipo rico? — le pregunto— ¿Con cuna de oro y todo eso?
—Sí, pero no te atrevas a siquiera decirlo en su cara, ¿Sí? — me advierte— iremos por él, será la reunión, y luego lo escoltaremos. No suelen pasarle cosas regularmente, pero eso no quiere decir que te relajes, ¿Sí? Tienes que estar atenta, ¿Entiendes? En cuánto a tú vestuario— me mira de forma despechada— algo simple será bueno. De todos modos, lo normal no hace mucha diferencia en ti.
—Entiendo— digo, mientras, frunciendo el ceño, me esfuerzo por ignorar esa observación sobre mi vestuario.
☼ ☼ ☼
Esperamos en alguna zona de la calle Bremingthon, cerca de una bodega. No puedo dejar de apreciar lo grande, vieja, y realmente dañada que se ve. Todo tiene rastros de quemaduras, no tiene puertas, ni techo, ni nada. Ésta despintada, totalmente, y es difícil ignorar lo calmados y acostumbrados que parecen los demás a esperar en lugares cómo éstos.
Un ejemplo claro son Karina y Patrick, que se besan apasionadamente, recargados en la limusina del jefe ricachón. Sus manos vagan por todo su cuerpo, lo que no es digno de ver, por lo que trato de ignorarlos.
Por su parte, dos guardaespaldas están vigilando fuera de la bodega, en la entrada, o, bueno, lo que queda de ella. Son grandes, visten de negro, y platican sobre el juego de ayer sin molestarse en vigilar realmente.
Suelto un gruñido, harta de esperar mientras no hago nada, (soy demasiado hiperactiva) y vuelvo a tener mi vista fija en la acera, mientras espero. Trato de buscar pensamientos con los cuáles entretenerme, cuando el rostro de Thor aparece en mi mente.
Esos ojos tan brillantes y la forma en la que me miraba, la sonrisa ladeada, su acento de las zonas nórticas, esa pose firme, ¡Y qué músculos se carga! Prometo que cuando me tocó la espalda sentí toda esa electricidad y magnetismo tan fuerte...
No puedo creer que esté pensando éstas cosas. Soy una perversa chica del mal, por las santas esferas de los mundos...
Unos chirridos se oyen en el frágil piso de madera de la bodega, son pasos, anunciando la salida del jefe ricachón, que segundos después se hace presente. Es la primera vez que lo veo, ya que, cuándo llegamos, ya estaba aquí.
Es joven, pero no tanto, de unos treinta y tantos años. Tiene el cabello rizado y negro, ojos pequeños, pero una barba partida característica de galanes de novela, sin mencionar el vestuario y porte del mismo tipo.
—No hay nada aquí. Todo es causado por él, definitivamente— dice, específicamente hacia Patrick y Karina. Los tres parecen molestos, y me gustaría entender la razón.
—Fue un trabajo bien hecho— observa Patrick— pero no lo suficiente.
El chico asiente, mientras que revisa su celular. El clima en éstas épocas es un poco frío, pero el calor ya empieza a hacerse presente. Sube la mirada, hacia el cielo azul, para después bajarla, cayendo en mí. Siento cómo me encojo, sus ojos oscuros me reconocen y me analizan al mismo tiempo.
—Obviamente tú eres Suty. Al fin puedo conocerte, después de haber oído tanto de ti— dice. Estoy a punto de contestar cuando el jefe, sin esperar alguna respuesta de mi parte, sube a su limusina y me deja inerte y sorprendida, atónita.
Otro chico engreído más a mi vida. Maravilloso.
☼ ☼ ☼
Ésta es la reunión más aburrida de toooooooooda mi vida.
Ósea, desde el principio debí saberlo. Llegamos a un callejón oscuro de ubicación indeterminada. Bajé del auto de Patrick con toda la pesadez del mundo, para encontrarme con la desafortunada y aburrida escena de película cuando la mafia se une. Varios viejos sentados alrededor de una mesa, mientras hablaban de presupuestos, y cosas que, aunque lo intenté, no entendí. Son hombres mayores, y, al parecer, los dirige el ricachón, incluyendo al propio Pan. Todos dan sus informes, varios secuaces rodean la habitación, lo que creo que son personas con poderes, también, pero no hablan, ni nada parecido. Todo gira en torno a esos viejos. Estoy aburrida mortalmente.
La habitación es oscura y tenebrosa, todo junto. Más o menos de tres metros por diez, con pintura gris en las paredes, y una pequeña sala en el medio. Alrededor, claro, hay más pequeños sillones reclinables, como en el que terminé.
Estoy a punto de dormirme, de entrar a ese cálido mundo de los sueños, cuando oigo que Karina me llama con ese tono pesado y regañón de siempre. Demonios.
— ¿Suty? — pregunta, yo salto, asustada, y noto todas las miradas de las personas en la sala sobre mí.
Incluyendo al ricachón, que sonríe, para después hacerme señas esperando que me siente en el sofá del interrogatorio. Digo, sé que es de interrogatorio porque es el único de una sola pieza y rodeado por los otros, dónde están sentados los señores importantes.
— ¿Sí? — contesto, dando inicio al interrogatorio.
Me preguntan cuáles son mis habilidades, (evito mencionar la cosa de mis sentimientos) cuánto tiempo tengo libre a la semana, me explican cuidadosamente, con lujo de detalle, lo que tengo que lograr en la misión.
Me hablan de Thor, y como, en cinco años, se ha vuelto tan eficaz en la casa de brujas. Se ha deshecho de muchas de ellas, y muy eficazmente, pero, aun así, (y no lo entiendo) creen que necesita supervisión. Necesita que alguien, alguien con más experiencia, lo guíe. Claro que tienen que ser ellos, y no nadie más. (E insisten mucho en eso, como veinte veces)
Quieren saber como es que me notó, cuántas veces hemos hablado, dónde, muy exactamente lo qué dijo, incluso piden el número. Digo que no lo he traído, hasta que Patrick aparece, y lo saca.
—Marqué, es el número de una empresa de podadoras— dice, mientras lo deja en la mesa del centro.
— ¿Puede ser eso verdad? — pregunta el don elegancia. Es viejo, barbudo, con cabellos blancos, además de un traje aterciopelado y llamativo— no creo que alguien cómo él deje ese tipo de información despreocupadamente. Tal vez, exclusivamente, ella tiene que llamar.
—No lo sé. No lo he hecho— digo, luego prosigo a explicarme— yo, eh, mis asesores han dicho que llame hasta que esté lista para mi presentación, para no levantar sospechas acerca de mi inclinación tan rápida hacia ellos. Tengo que estar lista.
— ¿Y cuándo estarás lista? —dice el hombre excentrico. Gordo, calvo, con un gran perro negro en su regazo. Puede ser enorme, pero tiene una cara tierna y alegre. A pesar de su dueño, es un perro feliz. Puedo leerlo y sentirlo.
—No soy yo la que toma las decisiones sobre ésto— digo monótonamente. Miro a Karina, que está parada detrás de Pan. Ella está nerviosa por lo que pueda llegar a decir, pero se esfuerza por no demostrarlo.
—Habla claro, niña, ¿Cuándo piensas que lo estarás? — pregunta el hombre elegante. Es alto, pasa a todos por una cabeza, delgado, pero no excesivamente, y tiene un acento parecido al de Thor.
Todos me miran fijamente. Me hace sentir aterrada. Y es que todos son hombres imponentes y serios, incluso, podría decirse, Pan es el más relajado entre ellos.
Lo curioso en todo ésto es que ésta «orden mágica» sólo está conformada por hombres. Una mujer haría las cosas muy interesantes.
—Yo... — dudo, mi ceño fruncido. Quito mi vista de ellos, para mirar a Karina. Por primera vez en mi vida, impulso mis habilidades con la mente y sentimientos. Es algo semejante a... furia y envidia, multiplicada al cien por cien debido a la atención que estoy ganando. Me odia. Odia que las cosas sean tan fáciles para mí. Si fuera por ella, nunca haría mi presentación.
¡¿Cómo puede si quiera pensar en eso?!
Las cosas nunca han sido fáciles para mí.
Es difícil hablar con los demás, en especial dar informes, participar en misiones, y hablar con Thor, el padre de los creídos. He vivido escondida y alejada la mayoría del tiempo, a diferencia de ella. Ella tiene una familia sana y compuesta que la apoya, yo he cuidado a mi mamá desde que tengo memoria.
Idiota. No sabe nada de mí.
Yo no quiero ésta atención, nunca la he querido.
Guiada por mis instintos, palabras que yo nunca diría salen de mi boca rápidamente.
—Estoy lista— es lo que digo. Furia sale por mis poros, ya qué en mi mente vuelan todos esos pensamientos hipócritas de éstos maleantes. No tienen buenas intenciones, sólo quieren aprovecharse de mí, debido a sus propios intereses, algo muy oscuro que no puedo leer.
Ellos hablan entre sí en susurros varios segundos, y cuando dejan de hacerlo, asienten entre ellos orgullosos por su gran capacidad de tomar decisiones.
—Tu actuación será éste fin de semana— dice el jefe ricachón. Asiento, feliz — puedes regresar a tú asiento y seguir haciendo lo que sea que hacías.
Las cosas parecen estar bien encausadas. Mi corazón late por la emoción de presentarme, por el poder unirme a la sociedad de Thor. Él tenía sentimientos más puros a los de éstos hombres, asi que tal vez sea bueno que me sincere y le diga las intenciones de ésta oscura sociedad. Pienso en ésto mientras me levanto y vuelvo a tomar lugar en el sofá reclinable.
Es difícil ignorar las miradas que llegan hacia mí como rayos láser. Patrick está orgulloso de mí, lo que no es malo, pero la mayoría de la población femenina siente todo menos eso. Nunca me había percatado de lo competitivas que somos las mujeres. Es muy raro.
Es mejor que duerma, para olvidar la locura de mundo en el que vivo.
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