Capítulo 14. «Seis. Tres. Mesa del medio»
-Erik-
— ¿Aún no hay rastros de ella? —pregunto a Tifón, mientras que aprieto mis puños. Viv rueda los ojos, pero la ignoro listo para oír lo que tenga que decirme. Se retuerce, nervioso, su largo cuerpo tambaleándose como si de un largo árbol moviéndose por el viento se tratara. Claro que Tifón tiene el cabello rojo, y que también es mortalmente pálido, muchísimo, lo qué no tiene nada que ver con un árbol— Tifón...
—No, no ha habido nada— contesta, al fin, pero sin ayudarme, para nada, porque no hay nada de información—. Nuestros vigilantes no la han visto en Satiry, ni en los clubs que Prometeo suele frecuentar. Nada, no ha habido nada.
Gruño, molesto, mi puño golpeando fuertemente en la madera fría de la mesa.
Ya son casi tres semanas. Tres semanas sin tener noticias de ésta chica, y es preocupante. Si, por alguna razón, llegó a pasarle algo, porque no la he cuidado... yo...
No.
No debo preocuparme por ella de ésta manera. No se supone que lo haga, porque, primero, ella no es diferente a todos esos chicos que he y estoy ayudando. Segundo, ella no está en tanto peligro, tomando en cuenta que es poderosa, tanto que, en vez de entregarla, los grandes la querrán en su equipo. Tercero, sólo debo de enfocarme en enseñarle a andar en éste mundo, pero nada más.
—Salgan de aquí— digo, necesitando privacidad absoluta. Tifón resopla, como hace siempre que le oculto algo, pero sale con pasos largos de mi oficina. Viv, por su parte, se cruza de brazos y me mira fijamente con esos ojos tan oscuros suyos.
—Thor... —reprende, ruedo los ojos, para después fijar mi vista en la ventana, la vista de la ciudad detrás de ella es igual de impactante que siempre, la verde y cuidada capital de todo el planeta me recibe.
—No lo digas —farfullo.
—Sabes lo que voy a decir, y, de todas maneras, necesitas oírlo. Estás muy mal— regaña, acercándose a mí con pasos rápidos, su cabello platino y largo se mueve, aun cuando siempre parece aplastado - muy, muy, mal.
—Dije que no quiero oírte— digo, apretando los puños, no puedo gritarle, o se alterará, y no es bueno alterar a Nea, la sabia chica que puede leer tus emociones y sentimientos— no ahora. Hay que trabajar, como siempre hacemos, y dejar de enfocarnos en cosas estúpidas.
— ¿Cosas estúpidas? — se burla— T, es normal que los chicos, porque eres uno, se preocupen por las chicas, porque ella es una, y es muy linda. ¡Es tú trabajo, y ella es diferente a todas esas otras! Lo he visto. Todo lo que ella es te da curiosidad, quieres que esté a salvo, lucharás por ello. Eso sucede cuando...
—Cállate— la interrumpo— no insinúes... eso.
— ¿Insinuar qué? — se burla, de nuevo. Normalmente nos llevamos de esa forma, pero no tolero hablar de éste tema en específico— sé lo que sientes, baboso. Podría decírtelo ahora mismo, incluso.
—No. Digas. Nada— regaño—ahora, vete, y nos encontraremos en... ese lugar al que tenemos que ir.
Estoy tan alterado que no distingo los detalles de nuestra misión con exactitud. Normalmente sé coordenadas, momentos, personas, cualquier detalle del que sea necesario saber.
Esa chica está distrayéndome, cosa que debe acabar. Ella niega con la cabeza, a sabiendas de qué estoy perdiendo mi concentración, y comienza a iluminarme.
—La universidad Rosslings, campus cuatro a las siete en punto. Recuérdalo, nuestro informante fue muy explícito en cuanto a qué éste grupo es bastante numeroso. Llamé a Terri y a Tifón para la misión, son los indicados.
—Bien hecho— digo, dedicándole una pequeña sonrisa. Al menos alguien en éste lugar mantiene la compostura— puedes irte— ella me mira una última vez, su ceja arqueada, y se marcha.
Una vez está afuera, llevo las manos a mi cabeza y masajeo mis cienes a través de mi espeso cabello.
Ella no debería importarme.
***
—A la derecha— le digo a Tifón, mi vista fija en el mapa. Él entrecierra los ojos, confundido, me apresuro a explicar— por ahí está el campus, justo al lado de esa zona de residencias. Tú irás por la calle Bremingthon, yo por la Tinnitus. Suponemos que las brujas se encuentran en la intersección de éstas calles— señalo— justo en una gran bodega, destartalada y con tejado de lámina, porque eso ayuda a la magia qué esas cosas practican, a conducir la electricidad oscura. Ayudarás con un poco de lo que siempre haces, y luego entro yo, con un buen rayo que nos abra el camino. Recuerda ser precavido. No salgas antes de tiempo, no dejes marcas que puedan delatarnos.
—A tus órdenes— dice Tifón, ambos chocamos los puños— nos vemos ahí, general.
—Nos vemos— digo. Tifón está acostumbrado a llamarme así. Desde esa vez, que hizo su presentación en Satiry lo recluté y uní a mi equipo, él nos ha servido a Viv y a mí fielmente, haciéndolo una de las únicas personas en que confío.
Camino a través de la universidad, rodeándola, buscando cualquier cosa anormal. Me detengo justo en la entrada principal, esperando que de la hora. Justo cuando estoy a punto de irme, la noto. Suty.
No viste como siempre, sino que usa jeans, una playera holgada, zapatos bajos, y está peinada con una simple coleta. Sus ojos brillan aun más a la luz del día, además, está sola.
No sé porque, pero me encuentro caminando hacia ella, que ni siquiera me nota. Parece cansada basándose en las oscuras ojeras de sus ojos, camina rápidamente, como si la persiguieran, sin mirar más allá de su camino, ni siquiera notándome a mí, que camino como un loco hacia ella. Cuando la alcanzo, pongo mi mano en su hombro, deteniéndola.
—Aló— saludo, ella se tensa incluso antes de verme. Lentamente, gira, sus ojos fijos en los míos.
— ¿Tú? ¿Qué diablos haces aquí? Sigues acosándome, al parecer. ¿Qué es lo que he hecho para provocarlo? Ni siquiera he dado mi presentación, no sabes si soy buena en verdad. Qué...
Cómo siempre, ésta chica habla sin miedo. Sin temerme, e incluso retándome. Pocas personas suelen tratarme así, y es molesto. Aun así, la noto nerviosa, al punto de qué suelta un gran vómito verbal al verme. Habla como loca, sus palabras marcadas y rápidas, aunque coherentes.
—No sé cuántas veces tengo que decírtelo, pero yo nunca acoso, a nadie. Si acabamos de encontrarnos aquí es por pura casualidad. El destino lo quiso así.
—Nunca imaginé que fueras del tipo de personas que creen en el destino. Pareces más bien del tipo...— una sonrisa se forma en su rostro al decir ésto— frío y sin sentimientos. Pero no hablemos de eso. ¿A qué se debe tú presencia en Rosslings? ¿Otra vez?
—Yo... tengo cosas que hacer— digo, evasivamente, ella arquea las cejas, lo que la hace ver imposiblemente tierna y chistosa, entonces caigo en cuenta...— ¿Qué es eso de otra vez?
—En las cercanías de ésta ciudad, hace no mucho tiempo, una joven chocó con otro joven bastante enojón por accidente. El joven le gritó a la pobre chica, diciéndole que «se quitara de SÚ camino»
Los recuerdos se arremolinan en mi mente tan rápidamente como llegan sus palabras. Ahora lo recuerdo. Estaba huyendo de un par de brujas, ambas con poderes de infiltración mental, bastante fuertes, cuando choqué con ella. Traía un moño desordenado, parecía igual de apurada que yo. Recuerdo la forma en que apenas me miró, asustada. Sus manos en mi pecho, lo cálidas que se sintieron cuando las quité. Y como me sentí estúpido al dejar que ella me distrajera de mi huida.
—No suelen importarme las personas corrientes, en especial cuándo me detienen de mis labores diarias— contesto, tratando de justificarme.
— ¿Tan importantes son esas labores? — pregunta, divertida.
—Sí, en realidad mucho. De hecho, estaba en una de esas actividades importantes hasta que te noté.
— ¿Es verdad? Si tan ocupado estás, puedes irte— se burla. Ruedo los ojos.
—Suty— absorbo lo que voy a decir, no quiero cometer algún error y parecer tonto ante ella— tengo muchas cosas que hacer, pero antes de irme, necesito que me digas porque no se te ha ocurrido llamarme.
—No quise. He estado ocupada entrenando y haciendo muchas cosas que no vale la pena que sepas. Pero...— baja la mirada, pensando lo qué va a decir, como si estuviera luchando consigo misma— necesito hablar contigo, a solas. La otra vez dijiste cosas muy interesantes. Las he estado meditando, mucho, no he podido dejar de pensar en ellas, y espero qué puedas responder mis dudas.
Parpadeo dos veces, sin creer lo que está diciendo.
—Oh, santas esferas— digo, ella entrecierra los ojos— ¿A solas? ¿En privado? ¿Estás seduciéndome? Pillina... me has sorprendido.
—Tienes pensamientos muy perversos— dice, rodando los ojos— no quiero seducirte, y, aunque quisiera, nunca besaría a un chico con el cabello largo.
— ¿Es qué es feo? — digo, al momento que lo enredo en mis dedos de forma presuntuosa— te encantaría tocarlo y jalarlo, sabes qué sí.
— ¿Te das cuenta de qué estás diciendo puras idioteces? — regaña, alzando su mano hacia mí cómo si quisiera golpearme, pero se detiene justo antes de hacerlo. Rio entre dientes— que la reunión sea en el parque Donaldson, pregunta por el gran árbol en orientación, ahí te estaré esperando... el miércoles. A las seis. Confío en que asistas.
—Ahí estaré— digo, pensando en el peculiar lugar que ha elegido como punto de reunión. Mientras frunzo el ceño, ella se marcha, dejándome en mi lugar.
«Nunca besaría a un chico con el cabello largo»
Diablos, que creída es. Bueno, no es tan creída, sólo es...
Única.
Cinco segundos después de que ella se ha marchado, lo recuerdo. Mi tonta misión. Menos mal que Tifón tarda un poco en crear tormentas porque sino fuera así, estaría en serios problemas.
Camino con rapidez hacia la guarida de las tontas brujas, encontrándome con los grandes, grises, y ruidosos nubarrones que ya reconozco bien. En el callejón de la calle Bremingthon, la sombra del largo Tifón es apenas visible. Si te fijas bien, podrás notar lo mucho que brillan sus ojos de un azul espeluznantemente oscuro.
Me inclino en el pórtico de una pequeña casa frente a la bodega, busco entre mis bolsillos un cigarrillo, lo enciendo, y finjo que me atraganto con el humo, el único sonido en toda la calmada calle, y algo muy común en las calles de todo Solteichn, las personas aman fumar en todo el país, y por eso mismo la usamos como señal de llamado.
Tifón lo nota enseguida, por lo que deja su posición, con las palmas estiradas y los ojos brillantes, y finge irse, silbando. Sé, debido a experiencias anteriores, que irá a juntarse con Viv y Terrance, los otros dos acompañantes en todas mis misiones.
La lluvia comienza a caer a borbotones, el agua fluye por la acera a cantidades exorbitantes. Tiro el cigarrillo, doy un gran resoplido, y dejo mis poderes fluir. Mi vista llega al cielo, mientras me concentro, buscando los puntos útiles y con electricidad.
Unos segundos después, me recorre un gran escalofrío al momento que el rayo que he preparado baja, penetrando en la puerta de la bodega, haciéndola derrumbarse. Otros tres escalofríos llegan, cayendo justo en el techo, que se derrumba ante mis ojos, aunque no completamente.
Camino hasta llegar a la puerta que acabo de destruir, recibiendo a tres matones que me dan una muy cálida bienvenida. Son altos, musculosos, con un rostro temerario, y, al parecer, experimentados, ya que me toman de mis extremidades en un dos por tres. Por suerte, no tienen magia, por lo que me deshago de ellos transmitiéndoles la electricidad que fluye por todo mi cuerpo. Ésta entra en ellos, que se tambalean mientras todo su cuerpo se calienta y destruye, haciéndoles, al instante, soltarme. Sonrío orgulloso, siguiendo por mi camino en los pasillos.
Tifón, Viv, y Terri se me unen, haciéndonos ser el cuarteto dinámico al que ya estoy bien acostumbrado.
Otros tres matones salen de la sombra, pero, antes de qué pueda hacer algo, Tifón se adelanta, estirando sus dedos y dejando salir de ellos una fría capa de hielo que se adhiere a ellos y los inmoviliza al instante.
Terri corre, avalanzándose sobre una docena de esos guardias enormes, llenándolos con pura tierra viva, que se infiltra en todo su cuerpo, haciendo sus ojos oscurecerse y perderse en el abismo de la muerte.
El silencio reina en las escaleras. Las oímos chirriar al ritmo de nuestros pasos, la oscuridad no nos permite ver más allá de ellas. Pero Viv, que siente a todos a su alrededor, distingue a las brujas y brujos que se esconden arriba, así que los escanea, preparándose para inmovilizar a aquellos más débiles mentalmente.
Debido a que las brujas negras han tenido una enorme interacción con la magia negra, con esas fuerzas oscuras de otros mundos, o dominan a la oscuridad o la oscuridad los domina a ellos. Los que son dominador por la oscuridad son más fáciles de inmovilizar, debido a esas grietas mentales que hacen posible volver a la mente a su estado normal.
De lo contrario, las brujas que tienen mayor influencia en su mente que la misma oscuridad, tienen la claridad como para poder adueñarse de otras mentes más. No suele pasar mucho, y esos son los brujos más poderosos. Ella identifica a los brujos, así que manda a nuestras mentes, como un leve susurro:
Seis. Tres. Mesa del medio.
Tifón aumenta su tormenta. Yo lanzo varios rayos, que destrozan el tejado por completo. Una vez Terri ha dejado crecer todas las plantas necesarias en sus manos como para defenderse, los cuatro entramos.
Es tal cómo ella lo describió. Tres magos están levantados, alrededor de la mesa, haciendo algún tipo de guardia. Las brujas están sentadas, inertes, sus ojos fijos en el centro de la mesa, la energía oscura fluyendo de sus ojos negros. La luz es poca, aun con lo mucho que tanto yo como Tifón dañamos la infraestructura de éste.
Saben quiénes somos. De otro modo, estarían tratando de detenernos rápidamente, confiados.
Viv inmoviliza a tres de las brujas llenándolas de sentimientos de dolor y angustia, yo me encargo de uno de los magos, el que está mandando su asquerosa magia negra hacia mí. Tifón ahoga a otras dos, Terri comienza a inmovilizarlos a todos.
Pero cualquiera sabría que tenerlos así no significa que ganamos. Tenemos que rematarlos. Ya.
De los nueve que había al principio, ahora hay sólo seis, todos inmovilizados. Viv sale de el territorio peligroso, mientras que yo preparo mi electricidad. Antes de que actúe, los ojos de una de las brujas se oscurecen, mandando su magia hacia Terri, tratando de nublar sus sentidos. Viv lo protege, pero uno de los magos está intentando también llegar a ella. Su magia, algún espeso humo asesino, se acerca. Ella comienza a toser, pero no deja de usar su habilidades. Su mano estirada mientras su poder sale, una brillante luminiscencia de energía.
La electricidad fluye de mí, fuerte y rápida, y me deshago de esos dos altaneros. Viv refuerza su escudo en todos nosotros, por lo que la magia de la bruja de la mente no entra en nosotros.
Los cinco que quedan se toman de las manos, y comienzan a recitar el hechizo de robo de poderes. Sus voces son nítidas, sus ojos, si es posible, se oscurecen más. Sus cabellos vuelan por algún raro viento asesino.
«Dominio de la otra tierra, quita la humanidad, vuélvela a tus creyentes, elimina el dominio de su carne y mándalo a... »
Sus ojos están totalmente negros. Truenos, que no son míos, retumban en el aire después de los rayos. El aire ruge con tanta fuerza que mi cabello vuela libre. Tal vez debería cortarlo, Diane seguramente lo dijo en broma, pero a mí realmente me ayudaría en éstos momentos tenerlo corto para concentrarme.
Me concentro y, aprovechándome de toda la energía que ellos llaman, la redirecciono. Siento como su carne arde, como toda esa energía oscura sale de sus flácidos cuerpos y vuelve a dónde pertenece. La misma inquietud, la de siempre, se apodera de mí. Es una pregunta simple, pero siempre me deja enojado.
¿A cuántos habrán matado?
♣♣♣
N/A. Otro capítulo más, espero que les guste, la semana pasada actualicé antes de tiempo, cosa que... bueno, no sé si vuelva a suceder. Díganme que les pareció el capítulo, si hay errores o no y espero sus votos. ☺♥
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