Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.

"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena

Días... Días iban y venían, mientras en su patética existencia no había cambio alguno. Casi se estaba rindiendo, acongojado por no ser capaz de encontrar la cura para su soledad.

— Una bruja o chamán. Deberías intentar con eso.

Su consejo era raro a sus ojos. Un noble de alta clase sugiriendo con creencias de plebeyos una opción para su caso. Después de meditarlo tanto se había decidido por fin, escucharía el consejo de un amigo.

Caminó por las calles de la ciudad capital siendo escoltado. Repartiendo ayudas en barrios bajos, con tal de escuchar algo de información. Allá donde sus ojos se posaban, veía pletórica alegría entre los transeúntes, a pesar de estar rodeados de miseria, hambruna y enfermedad.

"¿Cómo es posible?" no pudo evitar pensar.
¿Cómo era posible que aun en medio de tanta carencia pudieran disfrutar de lo que para él era prohibido? ¿Por qué, aun en la cima del mudo aquel sentimiento para él era desconocido?

Envidiaba, los envidiaba.
Envidiaba su capacidad de sentir lo que una vez a él le fue arrebatado. Quisiera ser él quien pudiera encontrar belleza a su alrededor con sus propios ojos, sin intervención de nadie más a su lado. Pero no debía... no podía, por más que quisiera e intentara nada sucedía; nada cambiaba.

Le era difícil respirar, así que se refugió entre las tapias, ocultándose entre las sombras de aquellos muros. Dispuesto estaba a volver por donde había venido, ya había tenido suficiente de aquello. El salir y caminar entre el pueblo, sólo provocó el crecimiento de su miseria.

— Es gracias a la señorita del bosque. Sin ella, no se habría curado.

Y fueron esas palabras las que detuvieron su paso. Fijando en su mente un nuevo misterio, un nuevo objetivo y una nueva esperanza.

No importaba si podría curar el cuerpo o el alma, un sanador era un sanador, y él debía de encontrarla.