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Hola de nuevo

Perdón, lamento mucho lo de la tarta de moras. No sabía sobre tu alergia. Ahora que lo sé tendré más cuidado.

Y, aunque suene un tanto testarudo, no voy ya dejar de llevarte los postres. Preparo estos dulces con mucho cariño, el cual me gusta darte. Sé que no es mucho, y que jamás alcanzaré el nivel de regalos que recibes de todas tus admiradoras y admiradores.

Y si, lo he visto. He visto las flores, los chocolates finos, los peluches y grandes cartas que te dan a la hora de descanso, de entrada o salida.

Por eso no me animaba a hacer esto antes. Y cuando sonreíste con el muffin, me di cuenta que te agradaba. Y que tenía una pequeña posibilidad de demostrarte que te aprecio, aunque sea un cobarde y no pueda decirlo a viva voz.

No desistiré, aunque jamás me conozcas o hablemos en persona. Seguiré dándote mis pequeños y dulces detalles.

Para seguir viendo esa dulce, pequeña y sincera sonrisa.

-testarudo- ríe levemente con un leve sonrojo en sus mejillas

Suspira, vuelve a su semblante serio de siempre. Dobla la nota y esta la aguarda en la chaqueta de su uniforme. Llevándosela consigo.

Cierra el casillero, pensativo, ahora sabe que es un chico. Testarudo, pero muy tímido. Muy lindo al dejarle esos detalles en el casillero.

Tiene razón, ha recibido regalos a montón. Muchos que no usa ni come, por lo general lo pasa dejando en una caridad o a cualquier persona en el camino. No es que no le guste, pero sabe que son solo falsedades para quedar bien con él, para tener algo que ver con él o su fortuna. No sabe cuántas chicas, o chicos han sido sus novios solo por conveniencia.

Pero por alguna razón, este chico es más... adorable en el sentido que no se apega a él. Pero si le deja una muestra de su cariño. Aun así, no desea ilusionarse.

Ya le han roto mucho el corazón.

Escucha el timbre de salida y camina hacia afuera. Con la cabeza en las nubes. Lo detienen varias chicas con regalos de todo tipo.

Con una sonrisa falsa las recibe todas. Las aguarda en su carro y se va.

-donde siempre por favor-

-claro joven amo- dice el chófer cambiando ruta

Mientras eso pasaba, el joven lobo caminaba tranquilo a su hogar. Quedaba un poco lejos pero no le importaba caminar a su casa en la parte más humilde de la ciudad.

Iba tarareando de forma contenta mientras movía la cola de un lado a otro. Recordando al chacal y su sonrisa sincera. 

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