Presente

Kenia



Amanezco, con una gran sonrisa en el rostro y paz en mi alma, jamás pensé que llegaría tener esta sensación de armonía dentro de mí. Ahora después de tantos días de lucha interna entre mis valores y mis deseos, puedo estar más que segura. Los necesito a los dos, quiero estar para siempre con ambos.

Suspiro, sintiendo como dos brazos me protegen. Sonrió al ver como aun en la inconciencia, marcan su territorio. Me duele cada parte de mi cuerpo, lo irónico es que me siento relajada y muy tranquila.

Tras días de lucha, esta noche me ha dado la fuerza para luchar por ambos, no quiero perder a mi familia; pero si me aman sabrán entenderme. De pronto recuerdo el dolor intenso que sentí, cuando Ryan me clavo sus garras en mi cadera. Como si me hubiese caído agua fría encima, me levanto. Dejando a dos asustados hombres en la cama, mientras reviso mis caderas. ¡Sorpresa! No hay marca.

̶ Yo me encargue anoche, de tus heridas−Dice Bruce, aun sorprendido por su despertar tan abrupto, le miro preguntándome ¿cómo?; sin embargo no tengo el valor para decirlo en voz alta, él lo noto− La sangre de vampiro, sana.

̶ Nena, lo siento−Me sorprende la voz de Ryan, pues es de pena−intentare controlarme, pero es más que seguro, que volverá a suceder.

̶ Yo... lo disfrute−le digo sonrojada y en un susurro, mi declaración le sorprende a ambos, Ryan se levanta y me toma entre sus brazos, para darme un beso lleno de amor y mucho regocijo.

̶ De todas formas no importa−dice Bruce, mientras nuestros labios aún siguen en una batalla, él sonríe− estaré aquí para sanarte. Hablando de ello−me detengo en mi beso, al escuchar el cambio de su tono y le veo−Si, decides estar conmigo, nuestra unión te dará de regalo, sanación. Cada vez que yo consuma tu sangre te daré vitalidad, lo que te mantendrá viva y sana. Mientras decides, solo debo pasar mi sangre por tus heridas.

Veo a mis hombres a mi disposición y decido aprovecharlo, me lanzo a los brazos de Bruce, donde lo beso con hambre, la necesidad y el estrés de perder el estar con estos hombres me hace querer aprovechar cada segundo a su lado. Volteo y veo a Ryan observándonos, su mirada transmite necesidad. Suelto a Bruce y gateo por la cama hasta Ryan, veo su pene y me posee un hambre demoniaco. Me inclino a probar su dulce néctar. Logro escuchar sus jadeos y suplicas. Me siento poderosa y en control.

Puedo sentir la mirada de Bruce. Continúo alimentándome, deslizo mi lengua en toda su extensión y mis manos juegan con sus testículos. Me siento una niña traviesa, dispuesta a la aventura. Logro sentir a Bruce en mi cadera, con sus manos me indica que me coloco de rodillas, mientras continuo amando a Ryan. A esta altura, Ryan me tiene tomada por la cabeza y controla mis movimientos, es fácil ver cómo va perdiendo el control de su lobo, ya logro sentir sus garras. Me erizo y excito a la par del dolor que me generan las heridas. Suelta mi cabeza, al parecer noto que me está haciendo daño.

Bruce está usando su boca entre mis mejilla y mi centro, comienzo a sentir hormigueo en mi piel y mucho calor. Sus dedos comienzan a jugar con mi ano, usa mis fluidos como lubricante, gimo y acelero mis movimientos con Ryan. Sin previo aviso siento la invasión de Bruce, en mi trasero. Quema, su invasión me genera incomodidad; sin embargo mi cuerpo responde moviéndose hacia él. Sin darnos cuenta entramos en una sinfonía, donde todos tocamos de manera al ritmo que nuestros cuerpos tocan. Poco a poco el ritmo aumenta, me siento al límite de mis emociones, mis lágrimas salen, mi corazón está a punto de estallar. Y exploto en un glorioso orgasmo, Ryan me sigue y unos minutos más tarde Bruce finaliza dentro de mi...




Salimos del baño, luego de un largo, largo baño entre los tres, donde nos dimos cuenta que no cabemos en mi baño. Eso nos generó gracia, entonces sucedió lo más extraño. Comenzamos hacer planes de cómo debe ser nuestro baño. Eso me da mucha confianza y seguridad, ellos desean que esto continuo y yo también. Mi teléfono suena, se quién es, ya no puedo seguir huyendo a esto.

̶ Alo

̶ Hola, hija. ¿Cómo sigues?−dice mamá desde el otro lado de la línea. Me tenso, pues tengo a Ryan y a Bruce cerca, no puedo tener esta conversación cerca de ellos, no estoy preparada.

̶ Hola, ma. Ya me siento mucho mejor, volveré a trabajar y todo a la normalidad.

̶ ¿Qué tenías? y más importante ¿Por qué no nos dijiste? Para irte a cuidar−dice con tono de enfado mi mamá.

̶ Má, no te enojes. Fue solo un resfriado, no había nada de qué preocuparse. Hanna me cuido y ahora estoy mejor.

̶ Hija, no nací ayer. Dime ¿Qué sucede? O me obligaras a ir averiguarlo−ahora si esta oficialmente molesta.

̶ Mamá, hablare con ustedes, cuando lo resuelva y este clara de la situación, por lo momentos, no tengo las respuesta. Lo que si les prometo, es que una vez que lo aclare, serán los primeros en saberlo. ¿vale?

̶ Hija, respetare tu decisión. Sin embargo, si no tenemos respuestas pronto, no creo que pueda seguir controlando a tu padre. Por favor no vuelvas a desaparecer, nos tuviste en vela, sin saber de ti. Eso no se hace hija.

̶ Lo siento, mamá. No quise preocupar.

̶ Bueno, lo hablaremos luego. Solo te llamaba para decirte que iremos a cenar contigo, así ¿qué día te sirve?

Termina la pregunta, mi estómago se retuerce de pánico, sabía que mi padre, no se aguantaría el tenerlo sin explicación. Ryan y Bruce, han escuchado todo, se me había olvidado, su súper oído. Me miran como queriendo hacerme saber que estarán para mí.

̶ Mamá, ¿puedo llamarte más tarde?, así hablamos y nos ponemos de acuerdo. Ahorita estoy ocupada.

̶ De acuerdo, hija. Recuerda que te amamos.

̶ Y yo a ustedes−digo mientras cuelgo, sabiendo que quizás sea la última vez que escuchare esa declaración. De pronto vuelvo a mi estado de anoche, soledad y tristeza. Ryan y Bruce, se alarman al ver mi cambio de ánimo. Ambos corren a abrazarme. ¡que genial es poder estar entre sus brazos!

Suspiro mientras ellos en silencio me dan su apoyo. Haciéndome saber que todo estará bien.




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