Ryan

Desde que Kenia despertó sus cambios son muy notorios. Ella es más fuerte, tanto físico como mental. Es como si ella fuera un Alfa, me asusta pensar que ya no nos necesita.

La observo mientras se calma luego de la escena de Lauren y Declan, jamás pensé que pudiese ser agresiva. Por poco acaba con la vida de Declan. Bruce y yo hemos estado hablando sobre cómo tratarla, ella ya no es más la Kenia humana. Y si debo aceptar que sus cambios comienzan asustarme.

−¿Por qué me miras así? −dice Kenia, sorprendiéndome.

−Es solo que estas muy cambiada −mi declaración la impresiona.

−Lo sé, a mí también me está costando. ¿Crees que mi cambio pueda hacer que dejen de amarme? −pregunta volviendo hacer la Kenia de siempre. Haciéndome sentir un poco normal.

−No, pequeña −la tomo en mis brazos −nunca podre dejarte de amar. Es solo que eres más fuerte y casi parece que fueras alfa de manada. Y solo debo acoplarme −digo intentando hacerle entender mi postura.

−Es que tú eres alfa de tu manada y Bruce será príncipe de la suya, yo soy la líder de ambas, es una gran responsabilidad −dice dejándome impactado, no lo había visto así.

Bruce entra en la habitación, y el ambiente se carga. Desde que ella despertó, no hemos tenido ningún tipo de contacto por temor a su reacción. Sin embargo, algo ha cambiado, ella lo mira, puedo sentir su deseo. Él no tarda en llegar a nosotros, la tomo entre sus brazos y sin perder tiempo comienza a besarla con hambre.

Ella se deja hacer, mientras gemidos acompañan sus besos. Verlos me enciende. Me acerco le beso la nuca, mientras comienzo a desvestirla, necesito marcarla.

Bruce comienza a sacarle los pantalones. Mientras yo la tomo por la cabeza y me adueño de sus labios. Ella me toma de la nuca y jala mis cabellos. Bruce la separa de mí, mientras la levanta y ella lo rodea con sus piernas.

Bruce la estampa contra la pared, el sonido se escucha seco y duro. Me estremezco pensando si la lastimo, escucho como gime, pero de placer. Ella se apoya en la pared para hacer movimientos circulares sobre la pelvis de Bruce. La imagen me provoca necesidad.

−¡Oh! Nena, esto va ser brutal −dijo mientras se iba bajando los pantalones. Nunca lo había visto así. Se veía salvaje −cuando termine contigo te va a doler partes del cuerpo que no sabías que existían −amenazo.

Kenia le miro, sus ojos verdes estaban negros. ¿Cómo era posible? Comenzó a lamer. Mientras él entraba en ella de forma brutal. Ella le mordió el labio, mientras gemía y sus uñas se clavaban en su espalda, podía ver como abría canales y la sangre corría. Definitivamente esto nunca lo había visto.

Me acerco, necesito probarla. Bruce entra y sale de ella sin compasión. Ella le muestra su marca, él sin perder el tiempo clava sus colmillos en ella y se alimenta. Mientras ambos llegaban al orgasmo.

Ella se bajó, mientras me miraba con intensidad. Me quite la poca ropa que aún me queda. Ella me miro como un animal salvaje, la poca cordura que me quedaba se fue. Mi transformación inicio, ella lo sintió me miro con deseo. Se acercó y me empujo sobre la cama, se subió sobre mi

Mi transformación estaba completa. Temía hacerle daño, solo me introdujo en ella, para iniciar el baile más erótico que alguna vez haya visto. Sus uñas se clavaron en mi pecho, mis manos se posaron en sus nalgas, para ayudarla en el baile. Me sentía dichoso de poder sentirla, verla amarme.

Sus movimientos se hicieron más rápido y erráticos. Su boca se posó sobre mis heridas, mientras se alimentaba de mi sangre. Todo exploto dentro de mí, ella seguía su baile sobre mí. Poco a poco baja la intensidad.

−Te amo −me dijo casi sin aire. Bruce se posó detrás de ella, le inclino la cabeza, mientras volvía alimentarse de ella. Sentí como me apretaba, eso sin duda la excitaba.

Poco a poco todo se fue calmando, ella se bajó de mí. Bruce la tomo entre sus brazos y se metió en la ducha. Yo estaba fuera de este mundo. Kenia era más salvaje que nunca. Si este era parte de su transformación lo iba a disfrutar definitivamente. Jadeos y sollozos me devuelven a la realidad. Volviéndome a excitar.

Kenia

Aun intento entender que acaba de suceder. Sus olores encendieron algo dentro de mí. Cada uno posee un aroma único que me hace querer lamerlos hasta desgastarlos.

Me siento llena de vida. Antes cuando tenía intimidad con ellos quedaba agotada y soñolienta. Ahora solo quiero volver al rodeo y dejarlos secos.

−Nena, puedo olerte −dice Bruce, mientras su mano juega entre mis labios −me gusta esta nueva faceta de ti.

−A mí también −escucho a mis espaldas a Ryan, quien ya tiene una tienda de campaña. Ambos se miran y parece que se ponen de acuerdo.

Bruce cierra la ducha, mientras Ryan me comienza a secar, y su lengua juguetea con el agua que cae sobre mis senos. Bruce me alza y me lleva a nuestra cama. Donde soy colocada de espaldas a la cama.

−Ahora −dice Ryan −ya jugaste con nosotros es nuestro turno.

Ryan se coloca entre mis piernas, su lengua recorre mis muslos. Bruce masajea mis senos y besa dulcemente mis labios. Estoy volando de deseo, solo quiero sentirlos.

Mi cuerpo se curva cuando el orgasmo me sorprende, mis gemidos son silenciados por los besos de Bruce. Cuando aún estoy en los estertores del orgasmo, Bruce se acuesta en la cama, mientras Ryan me ayuda a montarlo.

Iniciamos un vaivén, donde nuestras pelvis se comunican. Ryan me indica que me acueste sobre el pecho de Bruce. Él coloca lubricante en la cúspide de mis nalgas, para luego darme un masaje hasta lograr su cometido. Mi cadera se mueve a compas que él toca. Logro sentir cuando me penetra. Bruce comienza a besarse cual poseso, cuando iniciamos los movimientos. Ryan juega con mis labios, eso me hace acelerar mis movimientos. En la habitación solo se escucha los gemidos y los golpes de la piel contra piel. Algo mágico sucede y los tres nos corremos al unísono. Me ayudan a relajarme en la cama, mientras todo el ajetreo del día me hace caer en un dulce sueño.

Sin duda soy afortunada de estar con ellos. Todavía hay mucho por descubrir y cosas que considerar, pero el estar junto a ellos lo hará todo más fácil y llevadero.