La Ceremonia de la Luna III
Bruce
El día paso cual tortuga, paso lento pero con prisa. Casi todo el tiempo me sentí en una competencia contra el reloj, siempre atrasado. Sin embargo, todo me importo muy poco, cuando la vi entrar al recinto donde por fin la marcaria como mía. Su hermosa estampa me dejo sin aliento, mi corazón que desde hace años no palpitaba volvía a la vida. Ella parecía una hermosa luciérnaga alumbrando la oscuridad. ¿Cómo pude ser tan afortunado?
Mire de reojo a Ryan, quien sonreía como si acabara de ganar el premio más codiciado. Ella levitaba cual seda suave en el viento. Su mirada traslucía todos sus sentimientos. Si en algún momento de la semana llegue a tener mis dudas sobre esta unión. Su mirada de amor, el color de sus mejillas, las sensaciones que recorrían en este momento por mi cuerpo, me dejaban claro que lo nuestro era para la eternidad.
Reunidos todos, uno de los ancianos del consejo paranormal tomo la palabra. Mientras mi padre lanzaba miradas asesinas al fondo de la habitación. Mi mano tomaba con fuerza a quien desde hace poco era mi razón de vivir, mi tesoro más preciado.
− Buenas tardes, el día de hoy los hemos convocado para que sean testigos de la unión entre su Alfa y su luna− Murmullos se escucharon al fondo de la habitación, poniendo en alerta− deben haber escuchado que esta unión no es igual a ninguna que se haya realizado en mucho tiempo. La sabia naturaleza a escogido para su Alfa dos compañeros− los murmullos se hicieron más fuertes− Hoy como verán somos nosotros el consejo paranormal, quien va a llevar la ceremonia, para que no haya duda que estamos apoyando esta unión. Sabemos que esta es la voluntad de la Madre Naturaleza. Queremos dejar claro, que cualquier acto en contra de esta unión será tomado como un acto fuera de nuestras leyes.
Sus palabras dejaron un silencio espectral, estaba claro que las manadas no esperaban algo así. Luego de sus palabras, el viejo que tenía su rostro oculto, nos llamó a los tres. Los nervios controlaban mi cuerpo, me sentía como cuando iba de cacería. La adrenalina corría por mí ser. Luego de unos minutos de silencio, se acercó el anciano humano, traía consigo una daga. Sentí miedo, el saber que esperábamos un ataque me hacía desconfiar de todos.
− Deben repetir exactamente lo que diga, al unísono− dijo el anciano de la capucho, su voz hoy era incluso más atemorizante. Mientras lo decía el anciano humano, tomaba la mano derecha de Kenia, con gran rapidez le realizo una herida. El olor de sangre me recordó que ese día no me había alimentado de mi mate, así que mis instintos salieron a flote. Los colmillos no se hicieron esperar− aguarda esto no es para alimentarte. Paciencia ya te tocara− dijo el anciano humano, mientras me hacia una herida similar en la palma de mi mano y unía nuestras manos. Luego hizo la misma operación con la mano de Kenia, esta vez para unirla a la de Ryan.
Para nuestra sorpresa, el viejo humano me abrió otra herida en mi mano derecha para ser unida con la izquierda de Ryan, al final estábamos en un círculo, donde no había cabida para nadie. Comencé a sentir una fuerza que recorría mi cuerpo, mientras el viejo de capucha comenzaba a recitar unas palabras que desconocía en que dialecto se encontraban. Eran como si fueran palabras mal escritas, comenzamos a repetirlas, porque lo que si pude notar es que cada cierto número de palabras, volvían a repetirse. Pronto un ritmo se apodero de mí, mi boca ya no me pertenecía, podía sentir dentro de mí a Kenia y Ryan. Corrientes eléctricas nos recorrían, un viento fuerte soplaba en la habitación, pronto los tres estábamos levitando. No entendía que sucedía, nadie nos dijo que esto sucedería, jamás imagine que esto fuese posible. Las palabras dejaron de ser pronunciadas, nuestras manos seguían unidas, nuestro lazo era mucho más fuerte. Kenia resplandecía, Ryan se veía mucho más imponente, si es que eso puede ser posible. Yo me sentía más fuerte.
Nos miramos sorprendidos por todo lo sucedido. Los ancianos se acercaron y quitaron nuestras ataduras, donde se hizo las heridas, ahora había una especie de tatuaje, era una enredadera de tres ramas entrelazadas entre sí, de distinta naturaleza; pero similares entre sí. Kenia a diferencia de nosotros mostraba un cambio más, su cuerpo podía sentirlo, ya no era endeble, no parecía humano. Era como si fuese uno de nosotros. Le mire expectante, ella parecía en trance, intentaba entender que sucedía.
− Ha llegado el momento de la ceremonia− dijo el anciano elfo. Miro a Ryan, quien tomo a Kenia entre sus manos, mientras la miraba con mucho amor.
− Tú y yo, somos distintos. La Luna ha decidido que tú serás quien me complemente. Yo seré tu apoyo, tú serás mi camino. Estaremos unidos hasta el fin de los tiempos, yo te reconozco como mi Luna, mi reina a quien serviré hasta que la Madre naturaleza, decida llevarme a su lado. Y aun en ese momento mi alma seguirá a tu lado, porque mi Luna tu eres todo lo que yo amo y deseo− dijo Ryan mientras Kenia se anegaba en lágrimas. Mi corazón palpitaba con mayor fuerza.
− Tú y yo, somos distintos. La Luna ha decidido que tú serás quien me complemente. Yo seré tu luz, tú serás mi guia. Estaremos unidos hasta el fin de los tiempos. Yo te reconozco como mi Alfa, mi rey a quien serviré por siempre. Te seguiré a donde vayas, porque tú eres lo que yo amo y deseo− dijo Kenia, estas palabras debían ser dichas tal cual fueron escritas. Qué bueno que yo no debo seguir lo mismo.
Finalizadas las promesas, Kenia se colocó de rodillas a Ryan mientras inclinaba su cuello en muestra de respeto a su posición. Ella seria Reyna, pero solo estaría por encima de la manada, nunca por encima de él. Ryan saco sus colmillos, sin dilación los clavo sobre su cuello. Un pequeño grito de dolor salió de los labios de Kenia. Mi boca se hacía agua, con la necesidad de probar su sangre, estaba ansioso de que llegara mi momento. Cuando Ryan saco sus colmillos del cuello de Kenia, una ovación lleno el recinto. Mientras gritaban "Luna, Luna, Luna"
Esta vez mi padre se acercó a Kenia, la ayudo a levantarse, mientras yo me acercaba a su lado. Mi padre inicio nuestra ceremonia de unión, donde ella pasaría a ser mi consorte. Sus palabras eran dichas en nuestra lengua antigua. Kenia se veía agotada, me sentía un poco asustado de que no pudiese terminar nuestra ceremonia. De pronto mi padre mi indicó que dijera mi promesa.
− Te amaré siempre, diga lo que diga, haga lo que haga, sufra lo que sufra, duela lo que duela, sea como sea, de cerca o de lejos, siempre te amaré− dije mientras sentía como las palabras fluían y me hacían libre. Mi pequeña me mostro su rostro y todo se ilumino. Mi padre le pregunto que si ella tenía su propia promesa. Ella me miro mientras asentía, me sentí el hombre más afortunado.
− En medio de la bruma de la noche oscura, en el crepitar del fuego de la vida, entre el calor del sol y la fuerza del mar prometo que estaré a tu lado y que no me apartare de ti...Porque te amo, mucho más que a mi vida− dijo mientras lagrimas surcaban su rostro.
Mi padre finalizo el conjuro que nos unía como pareja, mientras yo le robaba un beso de esos labios que me habían tentado durante todo el acto. Ella me miro, mientras inclinaba su cuello para darme cabida en él. Sin dilación cable mis colmillos y me alimente de mi consorte, mi amada. Solo pensarlo me hacía sentir fuera del mundo. Esta vez la sangre sabia distinto, con más volumen y fuerza. Logre escuchar como ella gemía, mientras su sangre llenaba mi cuerpo, decidí hacerla llegar mientras me daba su vida a través de su sangre. De lejos mis sentidos sintieron un cambio en el ambiente. No tuve tiempo de estudiar que había cambiado, cuando todo se volvió un infierno y se descontrolo...
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