Aventura
Tenía una vida normal, con tan sólo veintiséis años, se podía decir que lo tenía todo. Estaba graduada en artes gráficas. Hace dos años tenía mi empresa, un pequeño negocio que me permitía vivir bien, tenía un departamento de soltera espectacular, con la vista más hermosa que se pudiera tener. Aún en mis días más oscuros esa vista me llenaba de esperanza y de ánimo a seguir. Por supuesto tenía unos padres que me habían apoyado en todo, son mis mejores amigos. Sólo faltaba algo importante, que según los libros, cuentos y novelas lo encuentras en cualquier lugar: amor.
Nada es perfecto, podía tener todo lo que una chica pudiera desear. Porque mal no estoy, soy delgada, con la tez morena, diría chocolate. Mis ojos son verde militar, mi cara es hermosa, tanto así que ha servido para varias campañas publicitarias. Tengo un cuerpo de envidia, no es porque sea mío. Mi padre es nacido en Uganda, así que mis genes me han dado unas buenas caderas, una cintura de avispa y unas piernas que nada le envidian a Beyonce. Aun así mi suerte con los hombres es nula, cada hombre que se acerca a mi es espantado por mi éxito o sencillamente se creían superiores a mí, queriendo solamente tener una noche de sexo y nada más.
Yo no era estúpida, sabía que los libros, las novelas no eran más que fantasía. Hasta que mi mejor amiga Hanna, se enamoró. En un principio tenía temor que el tipo le saliera con alguna gracia; sin embargo pasaba el tiempo y los veía, su conexión era real, tal como un cuento de hadas. El respiraba por ella. Mi burbuja de protección se reventó cuando mi querida Hanna me pidió fuese su Madrina de boda. Entré en una depresión total, no sólo debía ayudarla en planear una boda, sino que tenía que ir sola; pues no encontré a nadie que me acompañara. ¿Saben lo patético que es eso? En la boda me veían con lastima, hasta mi amiga intentó endilgarme a un bueno para nada. Al final me retiré de la fiesta antes de la media noche, lo patético no se me da bien. Al llegar a casa, la realidad me hizo pisar fondo. ¿Sería que moriría sola? Ya me veía viviendo con doce gatos.
Los días lejos de mi mejor amiga, quien estaba en su luna de miel, fueron de lo peor. Salía de casa al trabajo y viceversa. Definitivamente esto no podía ser vida. Se acercaba Hallowen, generalmente mi religión lo ve como una fiesta demoniaca pagana, así que nunca la celebraba para no buscarle la lengua a nadie. Sin embargo este año me sentía sola, recientemente hice la publicidad de una fiesta de disfraces que se daría en un local nocturno a las afueras de la ciudad, el chico que me contrató dijo que sería una fiesta épica. Eso era lo que necesitaba, un disfraz y un lugar donde nadie me conociera, para poder disfrutar en total libertad. Incluso ya había pensado en mí disfraz, sería una pastorcilla. Lo de diabla, bruja o enfermera me parecía demasiado cliché.
La noche indicada, me vestí y arreglé. Estaba nerviosa, tenía desde mi adolescencia que no salía sola, siempre salgo con Hanna o mis padres. El ir sola me tenía estresada, nadie sabía a donde iba, ¿y si me pasaba algo malo? ¿Cómo me buscarían? En un momento me di cuenta que estaba saboteando y decidí arriesgarme. Conduzco emocionada hacia el sitio del club, realmente está lejos de la ciudad, casi una hora. Definitivamente este tiene que ser un sitio genial para que la gente venga tan lejos. Llego y la cola me quita el ánimo, pasare la noche en ella. Me acerco sin ánimo a la cola, prometiéndome que si paso más de quince minutos aquí, me largo. De repente me tropiezo y casi caigo de boca. Cuando siento unos brazos fuertes que me sujetan por la cintura, impidiendo mi caída. Luego me voltea, encontrándome con el rostro más perfecto que he visto en mi vida. Y he visto muchos por mi tiempo de modelo. Él sonrió con orgullo por su acción, lo que hace que aunque mi cuerpo desee sus manos sobre mí; mi mente se cierre de lleno, otro idiota. ¡Dios! ¡Que sangre la mía para atraer a cada idiota! Logro soltarme con dificultad de sus brazos, me limpio intentando mantener lo más que puedo mi dignidad.
- Me encanta ese traje, pequeña – dice con autosuficiencia, sí, no hay duda: lo odio – deberías tener cuidado no sea que el lobo te quiera comer – y se comienza a carcajear. ¡genial! esto solo podría empeorar.
Cuando finalizo de limpiarme, le doy la espalda y vuelvo a mi cola, sin dirigirle la palabra. No tengo deseos de iniciar una conversación que este tipo piense que es coqueteo.
- ¡Hey! Espera – grita, lo que sólo me enfurece mucho más. Mi rostro debe mostrar mi molesta, ya que se detiene, sopesa la situación y luego se acerca a mí – disculpa, si te molesté – dice con su tono de hombre divino – solo quería verificar que no te hubieses hecho daño
- Gracias – digo intentando controlar mi carácter – estoy bien, no necesitas verificarlo – e intento fallidamente sonreírle. Me mira sin saber qué hacer, lo que hace que mi mal humor disminuya. Se ve lindo, desubicado. Decide finalizar esta batalla de miradas y me dirijo a mi puesto en la fila. Cuando estoy por colocarme en ella, siento su mano tomar mi brazo, el toque me altera.
- Bueno, ya que logre de alguna forma alterarte – dice mientras me voltea, su mirada es hermosa, tiene ojos azul celeste, con pequeñas líneas atigradas. Y sus labios se ven apetecibles como fruta fresca. Suspiro sin darme cuenta y sus pupilas se ampliaron o eso pensé. Creo que me estoy perdiendo – ¿qué te parece si te ayudo a entrar al lugar?
- Yo... no creo que sea...
- Mira tranquila, no te voy acosar. Solo quiero disculparme por lo que sea que hice que te enojara. Aunque en realidad no lo quiero saber – finaliza y observa mi reacción, pienso que si no se me va a pegar como un lame suelas, nada pierdo.
- Ok, gracias
Sonríe con suficiencia, cosa que me recuerda por qué debo alejarme de él, lo más pronto posible. Me toma de la mano, sin esperar a que camine me lleva a la puerta del lugar. Voy con temor, a la espera de que nos nieguen la entrada. Sin embargo me sorprendo, cuando el portero le sonríe a mi acompañante y le deja entrar.
Cuando entras al lugar, entiendes porque es una fiesta épica. Por fuera es un local; pero por dentro es un castillo, las paredes son de piedra. Puedo oler la humedad, las luces me impiden ver a detalle, la música electrónica esta al tope. Mi compañero me insta a continuar el camino, lo que me atemoriza, no tengo idea de a donde me lleva. Al fin mi compañero se detiene en la barra del sitio, le habla al oído al barman, él me mira con picardía y asiente. Ese acto me pone en alerta, debo despedirme de mi compañero. Suelto su mano y me doy la vuelta, cuando me toma de la mano nuevamanete.
- Espera – volteo, veo como tiene un brazalete de color rojo en la mano – debes llevar este brazalete mientras estés en el club.
- ¿porque?
- Por qué este es un club privado, esta noche estamos abiertos a todo el público; pero aquel que no es socio debe estar debidamente identificado. Hay áreas que no están disponibles para ti, además así el barman sabrá que debe cobrarte la bebida – le indico que entiendo, el de inmediato me coloca el brazalete – mi nombre es Bruce, por cierto – mientras lo dice me da una bebida – esta va por mi cuenta, disfruta la noche, pastorcilla.
Sonríe, suelta mi mano. Al hacerlo me doy cuenta que no quiero alejarme de él. Y es cuando más rápido lo hago, así que doy la vuelta y vuelvo a la pista, a mover mi cuerpo.
Bueno aqui estamos con otra historia
Espero les guste, como todavia estoy escribiendo Anika, llevare esta historia a la par. Por lo cual les pido paciencia. Publicare esta historia los miercoles, asi que si me retraso pido perdon de antemano.
Quiero sus comentarios, recuerden que sus votos demuestran su amor por la historia, asi que espero su demostración.
La portada me la hizo mi bella amiga Eda corazondemelon27.
Gracias por hacer un esfuerzo para este sueño. Gracias por se mi amiga y apoyarme en toda locura que se me ocurre.
Nos vemos Pronto
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