Capítulo 7
Al día siguiente...
Me encontraba en el café a primeras horas de la mañana, limpiando la vitrina con un trapo. Un par de clientes se estaban tomando su café con un trozo de pastel en una mesa cercana a la ventana, conversando animadamente. Por una parte verlos sonriendo mientras comían y hablaban me hacía sentir bien porque el negocio de mi padre se estaba recuperando y yo podía ofrecer dulces elaborados a mano y hechos por mí sin problemas.
Pero, sin embargo, tenía la cabeza en las nubes y estaba algo decaída. Sentía que me faltaba algo, o más bien alguien... y ese alguien era Sanji.
Lo echo mucho de menos. Echo de menos nuestras reuniones matutinas a la entrada del café, sus animadas clases donde aprendía y me divertía a la vez con él. Echo de menos su agradable compañía, en nuestras charlas con risas de por medio mientras almorzábamos su exquisita comida. Recuerdo aquel momento emotivo por sus tartaletas de limón, su tarta de cumpleaños sorpresa que planeó para mí, el día en que me defendió de aquellas dos chicas en el café, y el día en que me rescató de aquel callejón...
Suspiré triste. Definitivamente echo mucho de menos a aquel joven rubio de cejas rizadas.
Cuando los clientes ya se hubieron marchado pagando la cuenta y despidiéndose con una sonrisa por la puerta (con una sonrisa mía de mi parte), nada más salir ellos entró otra persona más. Alcé la cabeza y la miré. Era una mujer alta de pelo rubio muy bien peinado. Tenía los ojos pintados y unos labios carnosos. Llevaba vestida una bonita blusa negra corta, vaqueros blancos y zapatos de tacón rosa, con un pequeño bolso en la mano. Vestía sencilla pero hacía resaltar bien su esbelta figura. Me dejó impresionada su presencia, tiene buen estilo. Pero entonces me fijé en un detalle más. Aquella mujer además tenía... unas cejas rizadas... como las de Sanji.
Me quedé de piedra. ¿Quién será esa mujer? Antes de que pudiera reaccionar, la chica se acercó al mostrador y echó una mirada rápida al local.
?: Mmm Me gusta tu café. Es muy cuco - dijo mirándome con una sonrisa.
Tn: Amm... gracias, muy amable - contesté sorprendida.
Parece que ella se dio cuenta de mi reacción porque enarcó una de sus cejas rizadas y se echó a reír.
?: No sabes quién soy yo, ¿verdad?
Tn: Emmm... pues no, lo siento - contesté apenada.
?: Pues... ¿sabes? Yo a ti sí. Sanji me ha hablado mucho de ti - dijo siguiendo con su sonrisa.
Tn: ¿Cómo?
No comenzaba a entender. ¿Sanji le ha hablado de mí a ella? Y una vez más, ¿quién es esta chica? Empecé a pensar detenidamente, hasta que me di cuenta de una cosa... Un momento... cejas rizadas... pelo rubio... conoce a Sanji... ¡No puede ser!
Tn: Un momento usted es... Reiju, la hermana de Sanji - contesté asombrada.
La mujer de cabello rubio se rió de nuevo y contestó:
?: Sí. En efecto, soy yo.
Abrí la boca y los ojos de la sorpresa. Esto no me lo esperaba. ¡Se ha presentado en mi café nada más y nada menos que Reiju, la hermana de Sanji!
Tn: ¿Y... cómo supo dónde trabajo? - pregunté sin salir de mi asombro.
Reiju: Ya te lo dije - respondió -. Sanji me ha hablado mucho de ti y de tu café. No me ha costado mucho encontrarlo.
Me la quedé mirando. No me puedo creer que ella, la hermana más querida de Sanji, haya venido a mi café. Tenía una bonita sonrisa con esos labios tan femeninos. Parecía ser una persona agradable.
Finalmente, sonreí.
Tn: Pues Sanji también me ha hablado muy bien de usted, ¿sabe?
Reiju: ¿De verdad? Qué mono. Eso ya me lo esperaba de mi hermanito pequeño - contestó sonriendo más. Echó un vistazo a la vitrina donde se hallaban los dulces que había preparado esta mañana -. Tienen muy buena pinta.
Tn: ¡Gracias! - respondí contenta. Creo que me estaba empezando a caer bien -. ¿Le apetece un café y un trozo de pastel? Invita la casa.
Reiju alzó la mirada y me sonrió con simpatía.
Reiju: Encantada.
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Pasé un rato entretenido con Reiju, tomando el café y el pastel mientras charlábamos. Resultó ser una mujer muy agradable, además de ser muy guapa, y sonreía mucho.
Reiju: Mmmm. Este pastel está increíble - relamió de gusto al meter un pedacito de pastel en la boca.
Tn: Gracias. La verdad es que me ha costado bastante hacerla para que quede deliciosa.
Reiju: Con la ayuda de mi hermano - comentó mirándome con una sonrisa de soslayo. Me sonrojé un poco por el comentario.
Tn: Jeje sí - pude contestar -. Sanji me ha ayudado muchísimo con todo esto. De no ser por él este sitio se iría a la quiebra.
Reiju: Me alegro - respondió -. Es muy propio de él ayudar a los demás, sobre todo si son mujeres. Él es todo un caballero, además de ser testarudo y fuerte.
Reiju tomó un sorbo de su café y siguió hablando.
Reiju: Cuando me contó, mientras yo estaba en un internado en Inglaterra, que consiguió perseguir su sueño de ser cocinero no podía estar más que contenta. Seguro que nuestra madre, que en paz descanse, se sentirá muy orgullosa de él - terminó con una sonrisa de nostalgia.
Tn: Siento... siento mucho lo de su madre. Sé lo que se siente al perder a un ser querido.
Reiju: Gracias, lo sé. También Sanji me contó tu situación. Él, en una de sus cartas, me escribió que se comprometería a ayudarte con tu negocio familiar costase lo que costase.
Tn: ¿Cuá... cuánto le ha contado Sanji de mí? - pregunté sorprendida.
La mujer de cabello rubio me miró enarcando una ceja y de forma pícara, con la taza de café cerca de sus labios.
Reiju: Más de lo que tú crees.
Ahí me quedé más sorprendida aún.
Tn: ¿A-A qué se refiere? - pregunté nerviosa.
Reiju: Mmm... mejor te lo cuento luego. Cada cosa a su tiempo.
Jo. Ya me ha dejado con la intriga. Escuché de nuevo su voz.
Reiju: Tn, sénme sincera... ¿Te gusta mi hermano? - lo dijo mirándome de la misma forma que antes, recostando los codos en la mesa y apoyando su barbilla en sus manos.
Me sonrojé en tiempo récord. Empecé a recordar el cabello rubio de Sanji, sus ojos azules, su vello facial que lo hacía más masculino, su aroma a pastel y a fragancia de hombre... su forma de sonreírme a la hora de ayudarme y hablar conmigo. ¿Cómo no iba a gustarme tan atractivo hombre? Sin querer, me puse mucho más roja sin poder decir palabra. Reiju se dio cuenta y se rió.
Reiju: ¡Jajaja! Esa cara ya lo explica todo.
Yo aún seguía con la cara roja. Luego sonreí. Merecerá la pena ser sincera.
Tn: Sí... me gusta mucho Sanji. Es un buen hombre y no lo puedo evitar.
Reiju se quedó sorprendida por mi respuesta pero volvió sonreír en cuestión de segundos.
Reiju: Qué bien. Me alegro de que pienses así... me caes bien - contestó sin más.
Tn: Gracias - sonreí -. Una cosa. ¿Qué le ha hecho venir aquí?
Reiju: Bueno, hoy es el cumpleaños de uno de sus amigos, de ese tal... Luffy. Y quiero darle una visita sorpresa. Hace mucho tiempo que no le veo.
Tn: ¿De verdad? - dije sorprendida. Pero entonces recordé algo, y me puse un poco triste.
Reiju: ¿Ocurre algo? - preguntó. Se ha dado cuenta.
Tn: Amm bueno es que... Iba a llevarles esta noche los dulces y la tarta que me pidió Sanji para la fiesta, pero ayer hubo un pequeño accidente en la cocina y la tarta se ha venido abajo.
Reiju: Cielos... - dijo asombrada -. ¿Y la has hecho de nuevo?
Tn: No, qué va. Al final recojí todo el estropicio y me volví a mi casa. Estaba fatal. Y no creo que tenga otra tarta como la anterior terminada para esta noche. Además - suspiré triste -, no creo que sea buena idea presentarme a la fiesta sin ella. Imagínate. ¡Un cumpleaños sin pastel! ¿Quién haría eso? Yo... no quiero darles un disgusto, y mucho menos a Sanji. Por mucho que me guste, no tengo ni idea si él siente lo mismo por mí así que... mejor no verle nunca más. Aunque me duela.
Al acabar de hablar hubo un momento de silencio. Después de un largo rato, escuché de nuevo su voz.
Reiju: No... ni hablar. Eso no puede suceder.
Tn: ¿Eh?
Vi que Reiju me estaba mirando de forma seria. Puso las manos sobre la mesa sin quitar sus ojos de mí.
Reiju: ¿Es que piensas rendirte así sin más? ¿Qué es lo que te ha enseñado Sanji entonces? - me preguntó incrédula -. Por favor escúchame, Tn. Tienes que intentar terminar esa tarta como sea e ir a esa fiesta.
Tn: P-Pero la fiesta es esta noche. No me dará tiempo a...
Reiju: ¡Pues inténtalo! - alzó un poco la voz -. No puedes permitir que tu esfuerzo y el de mi hermano por ayudarte se vayan a pique. Además - se acercó más a mí -, tú y Sanji tenéis que veros. Ambos tenéis mucho de qué hablar. ¿Sabes cuántas cosas buenas me ha contado de ti? - volvió a sonreírme -. No te rindas y haz la mejor tarta que se haya probado nunca.
En ese momento reaccioné. Tiene razón. ¡Tiene mucha razón! Yo misma le prometí a Sanji que nunca me rendiría. ¿Qué hago haciéndolo ahora? ¡Terminaré esa tarta como sea!
Me levanté de la mesa y la miré con gesto decidido.
Tn: Sí. Lo haré. La acabaré y la entregaré sin falta - dije con confianza. Reiju me miró sonriendo -. Ha sido muy agradable su visita, pero si me disculpas, tengo mucho trabajo que hacer.
Reiju: Así se habla - contestó entusiasmada y se levantó de la mesa -. ¿Quieres que te eche una mano?
Tn: No, gracias. Es muy amable por su parte, pero puedo hacerlo yo misma.
Reiju: Está bien. Y... - levantó un dedo hacia arriba - déjate de formalidades. Llámame Reiju, ¿de acuerdo?
Tn: Mmm Está bien - contesté con una sonrisa.
Reiju se dirigió hacia la salida pero, antes de abrir la puerta, se dio la vuelta.
Reiju: Otra cosa. Deberás ir de forma presentable a la fiesta. Ponte lo más guapa que puedas.
Tn: ¿Cómo? ¿Y eso? - pregunté sorprendida.
Reiju: ¿No es obvio? Por dos razones: uno porque es una fiesta, y dos porque te vas a presentar ante un chico, y ese chico es mi hermano. Tienes que ir de forma adecuada, ¿entendido?
Arqueé una ceja. Esa forma de mandar era muy propia de Sanji. Estaba más claro que el agua que ambos son hermanos.
Tn: Sí... claro, está bien - pude responder.
Reiju: Muy bien pues... - abrió la puerta y me sonrió - encantada de conocerte. Nos vemos esta noche - y con éstas se marchó.
Me quedé un rato parada ante la puerta en silencio, pero después reaccioné. Miré el reloj de pared del café. Aún me quedan unas cuantas horas antes del evento, pero aún así tengo mucho trabajo por hacer y debería empezar ya mismo. Fui pitando hacia la cocina, preparé los ingredientes en la mesa y, con mucha confianza y decisión de la que he tenido nunca, me puse a trabajar.
Durante horas trabajé y preparé aquella tarta de nuevo sin descanso, procurando que el bizcocho y la crema me salgan perfectos. En algún momento me ponía a picotear una galleta para recargar fuerzas, pero sin dejar de cocinar. A la hora de decorar, tuve que usar toda mi memoria para recordar el montaje y la decoración exacta de la tarta anterior. Por suerte la decoración y diseño que me dibujó Sanji aquel día era tan bueno que se me quedó grabada en la cabeza. Empleé las técnicas con mayor precisión en ella como si fuera una obra de arte para alguna exposición.
Al final... conseguí terminarla. Quedó increíble, incluso mejor que el anterior. Levanté los puños al aire con expresión de victoria. ¡Bien! ¡Lo había conseguido! Me quedé observándola. Seguro que al amigo de Sanji le encantará.
Iba a dejarme caer en una silla para descansar, pero en vez de eso miré mi reloj. Abrí los ojos como platos. ¡Sólo me queda una hora! ¡Tendría que empaquetarlo todo y arreglarme para la fiesta!
A la velocidad del rayo metí los dulces y la tarta en los paquetes adecuados para su traslado y los reuní todos en mi coche. También pude quedarme con el coche de mi padre, que es bastante grande y podía guardar los paquetes dentro sin problemas. Cerré el coche con llave, hice lo mismo con el café y subí rápido a mi casa.
Ya dentro, me di una ducha rápida ya que estaba totalmente sucia. Sequé y arreglé mi cabello lo más rápido que pude. Salí del baño y me puse frente al tocador de mi habitación. Sujeté mi peinado y me maquillé sencilla, un poco de rímel en los ojos y un pintalabios de tono suave. Fui corriendo al armario, iba sacando prenda por prenda, revisando y tirándolas al suelo. Me desesperé. ¡Será posible! ¡No tengo nada decente que ponerme!
En mi desesperada búsqueda algo se cayó del armario y aterrizó en el suelo. Me sobresalté y miré hacia abajo. Era una caja no muy grande color crema. Qué raro. No recuerdo haber tenido nunca esa caja. Me incliné de rodillas al suelo, la cogí y la puse sobre mis piernas. Abrí la caja. Por encima había papel de seda, así que la desenvolví. Vi que dentro había... una carta y un tejido de un color muy bonito. Me sorprendí. ¿Y esto?
Con ambas manos agarré delicadamente el tejido, sacándola de la caja por completo. Aspiré emocionada... Era un vestido sencillo de fiesta precioso, de manga corta, con una tela suave y de color coral. Tenía la cintura fruncida y la caída de la falda era natural hasta la rodilla. ¡Era simplemente precioso! ¡Me encanta!
Entonces miré la carta que todavía se encontraba dentro de la caja y la saqué. En el dorso ponía ''Para mi preciosa niña''. Di la vuelta al sobre y la rompí. Saqué una carta doblada, la abrí y eché un vistazo. Un segundo... esta letra es de... Me dispuse a leerla.
''Mi querida hija:
No sé si tarde o temprano llegarás a leer esta carta. Probablemente la descubras antes o después de ese día tan especial que, si te soy sincero, no creo que sobreviva para disfrutarla contigo. Y si la estás leyendo ahora: ¡Feliz 18º cumpleaños!
Sin duda es un día muy especial para ti. Vas a cumplir 18 años, ya eres toda una mujer... aunque te imaginarás que, mientras para una madre es una alegría inmensa, para un padre es un poco fastidioso porque, aunque cumplas 30 años, seguirás siendo mi pequeña. Si al abrir esta caja, además de la carta, has visto ese vestido tan bonito... ese vestido es un regalo mío y de tu madre. Tu querida madre, que en paz descanse, ahorró mucho dinero para comprarte ese vestido tan perfecto que te vea como toda una señorita. Y yo pude cumplir el deseo de tu madre de terminar de ahorrar para conseguirlo y guardarlo bajo llave hasta ese día... ¡aunque faltase tres largos años para regalártelo!
Aún así no me arrepiento de haberlo hecho porque si de algo estoy seguro es de que un padre hace lo que sea con tal de que su hija sonría. Espero que te haya gustado el regalo que te hemos hecho con todo el cariño.
Puede que en ese día te sientas sola, pero créeme, no lo estarás en absoluto. Tu madre y yo seguiremos velando por ti desde el cielo. Queremos observarte feliz y con esa risa y esa alegría que tanto nos has contagiado desde niña. Espero que no la pierdas nunca. No tiene ningún sentido decirte que no te pongas triste cuando me vaya. Sé que lo estarás, princesa. Y desearía poder estar allí y abrazarte hasta que vuelvas a sonreír de nuevo. Así que hazme caso y... haz amigos, disfruta de la vida, lucha por lo que quieres y sé feliz. Aprovecharé esta carta para darte algunos consejos que te serán útiles en tu vida:
1- Probablemente, y seguro que será así porque te lo mereces, tendrás novio cuando seas mayor y no estaré por aquí para interrogarle sobre sus intenciones. Así que aquí tienes un consejo de tu viejo padre. Es muy difícil describir lo que se siente al estar enamorado. Puede que nos recuerdes a tu madre y a mí riendo juntos, cocinando y abrazados en el sofá, eso es amor verdadero. Diviértete buscándolo.
Y además elige siempre a un chico que tenga valores, que sea un verdadero caballero, educado y respetuoso, que sea alguien especial quien te quiera y te proteja.
2- Cuando hagas amigos, trátalos como te gustaría que te tratasen. Sé amable con la gente que te ayude. Abusar de los demás es horrible, no lo hagas nunca.
3- Seguramente cuando yo no esté, estarás tú sola en el negocio de nuestro querido café, y puede que te llegue a estresar y que algún día pienses que no puedes con todo. Escúchame Tn: los grandes desafíos implican riesgos, así como tomar decisiones inteligentes. Si quieres algo, da lo mejor de ti. Sé que vas a hacer que tu madre y yo nos sintamos orgullosos de ti. Recuerda tu lema de vida: siempre seguir intentándolo. Yo, créeme y no te miento, fallé un número de veces en mi vida, pero nunca me rendí. Tn, nunca te rindas.
Y recuerda una cosa más: habrás pensado muchas veces en cómo tu madre y yo podemos hacer unos dulces tan buenos, por ejemplo tus pasteles favoritos que tanto te gustaban de niña. Pues mira... cada cosa a su tiempo, es cuestión de intentarlo. Hay personas (muy pocas) que consiguen preparar un postre bien hecho a la primera... y yo no soy de ésos. Tuve que practicar mucho hasta conseguir lo que quería, con la ayuda de tu madre por supuesto. Es cierto que con unos buenos ingredientes de calidad y saber todas las técnicas y trucos te saldrán muy bien, no lo niego. Pero recuerda esto: siempre... siempre un dulce sabe delicioso y único cuando le das un poco de cariño. El cariño es el ingrediente secreto del éxito. Con tus postres estás dando tu amor y hospitalidad. Y eso la gente lo aprecia, no se arrepentirá. Ver a una persona disfrutar y sonreír cuando degusta algo hecho con tus manos... créeme que para un repostero es todo un regalo.
Aquí terminan mis consejos, espero que te sirvan para que tengas una buena vida y plena. Y finalmente... gracias por ser como eres, Tn. Gracias por pagarme con el mayor cumplido de todos los tiempos, por llamarme ''papá '' . Tenerte como mi hija es el honor de mi vida. Tu madre y tú sois un tesoro para mí.
Disfruta de tu vida y sé feliz. Tu madre y yo te deseamos toda la felicidad del mundo... porque te la mereces.
Con todo mi amor para mi princesa, te quiere
Papá''
Cuando terminé de leerla, un par de lágrimas salpicaron en el papel. No podía evitar llorar. ¡Esta carta fue escrita por mi padre hace tres años! En este papel escribió sus últimas palabras, felicitándome por mi cumpleaños. Sin duda esta carta y este precioso vestido eran el mejor regalo que me podían haber dado jamás.
Tn: Papá... - susurré con voz llorosa y llevé a carta a mi rostro -. Papá, mamá... gracias.
Solté algunas lágrimas más. Luego me las sequé con la mano y sonreí. Esto me hace muy feliz, no debería llorar más. Debo ser fuerte por mis padres que lo han dado todo por mí... por el café. Hablando de eso, tengo algo pendiente que hacer, ¿no? Miré el reloj de mi habitación... ¡Mierda! ¡Pero si tengo que ir a una fiesta, sólo me queda media hora!
Guardé la carta en la caja y metí ésta en el armario. Corrí al tocador para echarme un vistazo. Se ha corrido un poco de rímel por las lágrimas. Rápidamente me limpié y arreglé aquel estropicio. ¡Ya está, como nueva! Me puse el vestido y unas manoletinas blancas muy bonitas, además de un colgante y unos pendientes dorados sencillos, y un poco de perfume. Agarré mi pequeño bolso con el móvil y las llaves de casa, abrí la puerta y bajé las escaleras pitando. Cerré la puerta tras de mí y me dirigí al coche. Abrí la puerta del conductor, arranqué el coche y, por fin, salí de allí.
Durante todo el camino, permanecí concentrada en la carretera, sobre todo en las peligrosas curvas, para que no haga movimientos bruscos y no se me caigan las cajas. Mientras conducía, me puse a pensar. Quiero llevarle todo esto al amigo de Sanji sin falta, pensé, y... recordando el casi beso que iba a darme ayer... quiero volverlo a ver a él. Lo he decidido...
Quiero declararme.
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