❅ Una misión a último momento ❅
Era una linda mañana soleada en donde Uruguay dormía plácidamente en su cama, de pronto, su alarma una vez más interrumpió su descanso.
En menos de un segundo, el yorugua resucitó de su cama y se empezó vestir ligero, asustado de que de las cinco alarmas que se puso para despertarse no había escuchado ninguna y ahora tenía que salir volando.
En el apuro, caza su teléfono y mira preocupado a ver qué tanto se había dormido.
Se dio cuenta de que no sólo era temprano... sino también que era domingo.
— ¡Y bueno, a seguir durmiendo!
Después de dos horas, se levantó con toda la pereza del mundo con su pijama y sus pantuflas de vaquita, y dando pasos de tortuga fue a la cocina a prepararse su desayuno: un mate y galletas con membrillo.
Mirá un poquito hacia afuera y ve que estaba lindo, pero como había viento, lo más seguro es que hiciera frío, igual no se preocupó, no era como que tuviera planes para salir.
Animado, caminó hacia su sala, se acomodó en su sofá y agarró el control a ver si encontraba algo para ver.
Y cuando estaba por prender la tele...
— ¡¡BOLUDOOOO!! — llamaron a su puerta golpeando repetidas veces.
— Pero la gran p... ¡¡¡PASÁ ARGENTINA!!!
— ¡¡¿TENÉS LA PUERTA ABIERTA?!!
— ¡¡SI TE ESTOY DICIENDO QUE PASES NO LA VOY A TENER CERRADA, TARADO!!
Después de un breve silencio, el celeste no tarda en escuchar los pasos del argento acercándose a él mientras tomaba su mate y prendía la tele.
Cuando su visita llegó a la sala, notó que se le quedó viendo.
— ¿Qué mirás, bo'? — preguntó el uruguayo.
— ¿No tenés miedo de andar tan cómodo?
— Y es mi casa, ¿cómo no me voy a acomodar? — toma un sorbito de mate.
— ¿Es mate dulce?
— No, es mate de macho: amarrrrgooo... — toma otro sorbito.
Argentina medio que se ofendió (porque él era fanático del mate dulce por las mañanas), pero la verdad no tenía ganas de ponerse a discutir (y siendo domingo menos).
— Decime, ¿a qué venís?
— ¿No podés ser menos ortiba conmigo?
— Loco, es domingo, ¡y vos sabés que los domingo no quiero que nadie me rompa los quinotos!¡Yo ya avisé!
— Sí, me llegó tu mensaje ayer... igual, yo no sé cómo te da las pelotas para mandarle a cada uno de nosotros para que nadie te escriba.
— Y me tengo que asegurar el descanso. — come una galleta con membrillo.
—... ¿Me puedo sentar? — señala el sofá.
— No.
— ...
— ¡Nah! ¡Mentira! ¡Vení! — le da unas palmaditas al sillón.
<< Enano bipolar... >> pensó el argento.
Ambos países se pusieron a charlar un rato para ponerse al día con sus cosas, pero como bien sabrás querida persona que está leyendo esto (sí, a vos te digo, que seguro en este momento estarás posponiendo algo que tenés que tener pronto para mañana... aunque ahora que lo pienso, yo también), cuando todo va demasiado bárbaro, es porque después te van a caer con algo.
Y Argentina, bueno, encontró el momento justo...
— Escuchame Uru... — se animó a decir— Necesito que...
— ¡No te voy a prestar plata! — se atajó Uruguay — ¡A parte, ya me debés!
— ¡¿Vas a llorar por quince pesos?! ¡¿Vos me estás jodiendo?!
— ¡Pero quince pesos son quince pesos!
— ¡¿Y qué vas a hacer con SEMEJANTE plata?!
— ¡¿Qué te importa?! ¡Pagame! — da un sorbito a su mate — ¡Y después veo si te presto!
— Mirá cómo sos... — revisa su billetera — Igual, no te venía a buscar por eso. — le entrega la plata.
— ¿Entonces?
— ¿Viste que dentro de poco es el cumpleaños de ONU?
— Sí, pero yo no voy a ir.
— ¿...? ¿Cómo que no vas?
— Y claro, si es con pareja, ¡y como no tengo, no voy! — se encoge de hombros.
— Me parece que sí vas a ir...
— ¿...? ¿Por?
Argentina toma aire profundamente, y prosigue:
— Mirá, este año ONU invitó a Antártida a su cumpleaños.
— ¡Mirá qué bien! ¡Ya era hora!
— El tema es que hay que ir a buscarla, porque su barco anda descompuesto.
— ¡Fua! ¡¿Y a quién van a joder?
El albiceleste se acaricia la boca, suspira, hace una pausa larga y lo señala.
— ¡¿A-A mí?! — se señaló así mismo el uruguayo.
— Eeehhh...
— ¡Pero...! ¡¡LOCO!! ¡¡HAY UN MONTÓN DE PAÍSES QUE SE DAN CON ANTÁRTIDA!! ¡¡¿POR QUÉ VIENEN A JODERME A MÍ?!!
— Convengamos que mucho de nosotros como que no le caemos muy bien...
— ¡¡¿Y vos?!! ¡¡Siempre te mandan porque supuestamente sos el más capo!!
— Supuestamente no, SOY.
— ¡¡¿Entonces por qué no te mandaron?!!
— Es que me iban a mandar, es más, ONU y yo hicimos una videollamada para hablar con ella.
— ¡¿Y?! ¡¿Qué pasó?!
— Que como era la primera vez que hablábamos, la confundimos con un macho y yo como que le hice un saludo medio desubicado...
— ¿Desubicado cómo?
— Y algo relacionado con la cara que tenía en ese momento y una parte del cuerpo...
— ... Andá.
— Seh... — suspira — Como te podrás imaginar, intentamos acomodarla, pero al final se ofendió y minga quiso que la fuera a buscar... Entonces ONU te mandó a vos.
— ... Qué tarado que sos.
— ¿Y qué culpa tengo yo? ¡Si vos la hubieras visto vestida también te confundías!
— ¡¡Sí, ta!! ¡¡Pero gracias a vos el garrón me lo como yo!!
— ¡Ya sé, pero tampoco te creas que me siento contento de que me quieran acomodar mis cag*das!
— ... — se cruza de brazos y empieza a sorber el mate enojado.
— Dale Uru... perdoname.
— ... — suspira — Bue', te perdono, ¡pero me debés una!
— ¡Gracias papito! — le da un beso de mejilla — ¡Yo sabía que me ibas a entender!
— ¡Sí, sí, ta! ¡Ahora andate que voy a mirar la tele!
— ... ¿No me das un matecito?
— Depende, ¿trajiste algo rico para compartir?
— Eehh... no.
— Entonces arrancate.
Argentina le largó un disparate relacionado con su estatura antes de irse, pero Uruguay ni caso, años de convivir con el argentino lo hicieron inmune a sus insultos (bueno, el de "Provincia Rebelde" y el de "Copia barata" no se lo banca mucho, pero con los demás sí).
Y hablando de aguante, la verdad es que tampoco andaba muy contento con eso de tener que irse al lado más inhóspito del mundo para ir a buscar a la invitada, sobre todo porque él tampoco era muy fanático del frío, y creía firmemente que sólo era lindo si te la pasabas acostado calentito en la camita o cuando se prestaba para hacer una buena comida de olla (o las dos, ¿por qué no?).
Además, en unas de sus tantas vacaciones, y sólo porque andaba aburrido, fue a pescar por esa zona... lo único que pescó fue una gripe que lo dejó tumbado por una semana.
Desde entonces nunca más quiso volver por allá, lo único que lamentó es que su caña de pescar casera (o sea, hecha con una caña verde, una larga tanza, corcho y anzuelo) se le había caído al agua en un descuido.
Y a ONU como que mucho no le podía llevar la contra, especialmente porque si lo hacía, después tenía que aguantarle frases como: "Porque nuestra organización tiene el ideal de bla bla bla bla...", "Nuestra responsabilidad como países es fortalecer lazos para bla bla bla...", "... paz mundial, bla bla bla bla...", "...asado con chimichurri... ñoquis... fideos con tuco..." (bueno, ésto último no, pero se le atravesó la pregunta de lo que iba a comer a mediodía).
<< Y yo que ya tenía planeado rascarme todo el día. >> pensó lamentándose << Y bueno... ¡a buscar a la loca! >>.
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