Terapia

Ganó esta ronda así que volvería a su casa, a su zona de paz y tranquilidad. Pero antes debía pasar por la consulta ya que era su día de terapia con un nuevo psicólogo, no le agradaba mucho la idea porque eso significaba que tendría que volver a contar otra vez la misma historia.

— que fastidio.— se queja.— yo quería regresar antes para poder practicar violín.— dice pateando las pequeñas piedrecillas del camino.— ay, pero mis medicinas...— bufa recordando su falta de ellas.

Después de caminar unas cuadras llegó a la consulta, entró y le sonrió a la Secretaría de cabello verde oscuro.

— hola Makino.— saluda para sentarse y esperar.

— ako-chan, que alegría verte otra vez.— responde con gentileza a la menor.— con quien tienes terapia el día de hoy?.— le pregunta mirando los horarios en su computadora.

— no lo se, fujitora-san no me lo dijo la última vez.— contesta algo timida.— tu sabes?.

Makino tecleo en su computadora unos minutos, leyó y buscó hasta que finalmente encontró algo.

— si, su nombre es Sabo.— menciona leyendo.— es nuevo y tu eres su primera paciente del día.— con un teléfono marca para llamar.— buenas tardes, la paciente de las 15:00 hrs llegó.

Ako solo veía en silencio, Makino asintió y colgó para mirarla.

— dice que esperes un momento y vendrá a recibirte.

— esta bien.— dice para sacar su cuaderno de dibujos y repasar unos viejos bocetos.

Estaba tan ensimismada que no había notado una presencia a su lado hasta que le tocaron su hombro, alzó la mirada y se encuentra a un joven unos años mayor a ella de cabello rubio y ondulado, tenía una gran cicatriz en su ojo pero su sonrisa era amable.

— dibujas muy bien.— habló primero el joven.— soy Sabo, un gusto.

Ako se levantó y guardo sus cosas en su mochila, también noto la clara diferencia de alturas.

— acompañame porfavor.— la invita a pasar a su sala y está obedece en silencio.— puedes ponerte cómoda.

La joven nakamura toma asiento y sabo imita su acción pero tras un escritorio.

— bueno, me presento.— inicia.— mi nombre es Sabo y seré tu nuevo psicologo.— saluda cordialmente.— estoy recién egresado de Psicología y tu eres mi primera paciente, te confesare que estoy nervioso.

— no tienes porqué estarlo, no soy alguien violenta.— comentó desinteresada.

Sabo asintió.— pues dime, cual es tu nombre?.

— mi nombre es nakamura ako y tengo 21 años.— decía bajo la atenta mirada del rubio.— que más debo decir ahora?.

— lo que tu quieras.— sonrie.— es tu lugar seguro, así que lo que digas se quedará aquí.

— esta bien.— suspira.

— sabes porque estas aquí?.

— por mi diagnóstico, no?.— duda.

— y cual es ese diagnóstico?.

— autismo.— aclara.— porque soy autista.— contesta algo deprimida.

Sabo sonrió un tanto incómodo, pero no por el diagnóstico si no más bien por el tono utilizado en ella al decirlo, sin duda sería complicado ganarse la confianza de ako.

— porqué lo dices asi?.

— así, como?.— responde dudosa.

— pues...— divaga brevemente.— como decaída.

Se sorprendió levemente al notar un sutil cambio en el semblante de ella.

— no me gusta.— dice con sinceridad.— no soy alguien normal.— agregó con la mirada baja.— siempre me lo hacen recordar.— desvía la mirada a cualquier sitio de la sala.

— ¿¡te gusta Totoro!?.— exclama repentinamente.— a mi me encanta.— sonrie al ver una pequeña figura de la criatura sobre un estante.

<< tengo una idea >> pensó Sabo felíz.

— si me gusta.— contesta el ahora.— reconociste la figura.— comentó con alegría.

— me encantan las películas de los estudios gibli, creo que así se llama si mal no recuerdo.— juguetea con sus manos.— eh visto también el increíble castillo vagabundo, el niño y la bestia, Porco Rosso, el viaje de chihiro.— mencionaba una película tras otra ensimismada y olvidando que estaba en terapia.— son muy buenas y además--.

El rubio la observa confundido ya que guardo silencio, ako alzó un poco la mirada dando a relucir sus grandes ojos negros.

— también le gusta el anime?.— pregunta con timidez.

— la verdad si, de hecho soy fan de Sakura card's captor.— confiesa.— conoces esa?.

— ¡si!.— afirma algo más relajada.— puedo hacerte un dibujo si quieres.— ofreció, saco de su mochila su cuaderno y se lo extiende a sabo.— aquí están los dibujos que eh hecho por ahora, los demás están en mi habitación.

Sabo contemplaba uno por uno, estaba simplemente boquiabierto. Eran los dibujos más bellos que había visto, aunque claro esa era su opinión.

Su nueva paciente tenía un gran talento.

— son todos muy hermosos ako-chan.— le regreso su cuaderno y ella lo guarda.

Sabo miro el reloj de la pared, la sesión había terminado por hoy.

— muy bien ako-chan.— se levantó y la joven lo imita.— fue un placer conocerte y ver tus hermosos dibujos.— la lleva nuevamente a la Sala de espera.— tenemos otra sesión agendada para la próxima semana, ok?.

— esta bien.— asintió.

— cuidate y nos vemos.— la abraza unos segundos y se separa.— adiós.

— adiós sabo-san, adiós makino.— se despide de ambos y se marcha a su casa.

Makino y Sabo se quedan en silencio unos minutos, silencio que rompió la peliverde.

— y que tal, todo bien con la pequeña ako-chan?.— le preguntó sonriendo.

— nunca había atendido a alguien como ella.— confeso.— pero, le ayudaré y la escucharé todo lo que necesite.— dice determinado.— es una joven increíble.— agregó conmovido.

— es una niña muy dulce.— añadió makino.— además que es muy lista y educada, no entiendo como las personas pueden ser tan crueles.— finaliza refiriéndose a la ignorancia del tema en sí.

— es porque lo diferente les asusta a las personas "normales".— usa las comillas en la última palabra.— no saben lo impresionantes que pueden llegar a ser.

— exactamente.

Sabo en sus años de estudio y prácticas lo notó, se dio cuenta lo cruel y discriminatorio que llega a ser el humano con personas como ako. Pero el quería cambiar eso, su meta es hacer que las personas con algún diagnóstico sea cual sea, aprenda a amarse así mismo y no dejarse guiar por malos comentarios y etiquetas impuestas por la sociedad.

Que pueden destacar de formas increíbles.