CAPÍTULO 23

La risa resonaba en la cabeza de Eve, se llevaba sus manos a esta, intentando inútilmente por acallar la voz de esa mujer. En su interior, sentía una opresión en el pecho.

Los enemigos ahora no solo se limitaban al Hechicero Dramus, ahora había convencido a Samara de luchar a su lado. Grek no era un tonto cómo muchos habían creído, el dragón pelirrojo siempre tuvo mala espina del hada, no sabía que era ese sentimiento de desconfianza, pero sabía que desde que Eve había pisado Draconian algo en Samara había cambiado. No dudándolo dos veces, éste lanzó una bola cargada de fuego hacia Samara y está se cubrió con un escudo mágico. El más pequeño de la familia real había sido siempre subestimado y rebajado a simplemente un bufón, pero no dejaba de ser un dragón. Siguió atacándola un poco más hasta ver como ella retrocedía mientras se quitaba de encima las fuertes llamas del dragón. Estaba envuelta en las llamas de la ira de Grek. Quería seguirla atacando más, pero escuchó el quejido de Eve y de inmediato ese fervor se aplacó con la misma intensidad con la que llegó. Aprovechó la distracción del Hada para llevarse a Eve en su espalda. Se quedaría a pelear, pero no podría hacerlo si tenía que cuidar la vida de su cuñada.

Sí le pasaba algo Alkor lo mataba. De eso no cabía la menor duda. Aunque fuera en contra de su instinto, debía alejarse. Por todo lo que había acontecido ahora, su misión no solo era cuidar de Eve, sino, que el parto no se le adelantase por nada del mundo. Todos estaban interesados en el bebé de Eve, sí lo que su padre Gagoras era cierto, ese bebé era tan solo una bomba de tiempo, la perdición de Alkor o la perdición de Dramus.

Gruñendo al analizar la situación, la tomó en brazos y corrió hacía lo más oscuro del bosque para perderse entre los enormes árboles y arbustos. Su respiración era agitada por el tan de repente ataque y las fuerzas de Eve se estaban desvaneciendo. Demonios.

Solo esperaba que a la humana no se le ocurriera desmayarse como lo solían hacer las damiselas en peligro. Necesitaba estar seguro de perder de vista a Samara y luego irse volando al castillo.

La magia de un Hada no lo podría afectar demasiado, pero por lo visto a Eve sí y mayormente estando embarazada. ¿Qué propósito tiene Samara con adelantar el embarazo de la humana? Es decir, sabía que Alkor tenía muchos enemigos, pero de todas maneras su hermano estaba en el mundo de los humanos ¿Cómo alguien sabría del paradero de su cuñada y lo peor del caso, saber que ella estaba embarazada? Sí muy apenas ellos se acababan de enterar no podían averiguar cómo alguien más lo sabría. La única que lo sabía era Samara, pero... ¿Y sí no estaba trabajando sola?

Lo entendió todo de pronto.

Esto era obra de Dramus. Estaba más que seguro que no era casualidad todo lo que estaba ocurriendo. El muy maldito esperó la oportunidad en la que supo que algo entre Alkor y Eve estaba creciendo. ¿Y sí Dramus sabía lo que era la verdadera naturaleza de Eve? ¿Oh, pero de qué rayos estaba hablando? ¡Eso era un hecho! Grek no había hablado de eso con su hermano mayor y tampoco tenía idea de las revelaciones que su hermano había tenido gracias a Nyla, pero la capacidad de intelecto de Grek y lo intuitivo que era, podría dejar atónitos a más de uno. Solamente de esa forma tendría sentido todos los acontecimientos que estaban sucediendo.

Los hilos que tejía Dramus, cada paso que daba era bien calculado, y era evidente que todo el tiempo los estuvo vigilando, el alma reencarnada de Aurora en Eve solamente era una prueba más de qué estos ya estaban destinados a encontrarse. Poco sabía de lo que ocurrió entre Alkor y Aurora, pero estaba claro que Aurora estaba enamorada del dragón negro, de cierta forma su alma seguía buscando a Alkor incluso después de la muerte. ¿Un cruel juego del destino? ¿Acaso el alma de la mestiza no encontraba paz? La cabeza de Grek iba a mil, mientras resguardaba a su cuñada y vigilaba los movimientos de Samara él tan solo se limitaba a pensar y pensar.

¿Volver a utilizar Dramus a Aurora para ese fin? No era tan descabellado y sí todo lo que él piensa era correcto, Dramus tan solo esperó a que se gestara el amor entre esos dos, no es muy difícil verificar cuando los seres mágicos están destinados, y siendo más Dramus un hechicero, vio la oportunidad y esperó pacientemente a que la concepción ocurriera para de ésta manera lograr adelantar el embarazo y por consecuencia la guerra absurda entre el bocazas de su hermano y el hechicero exiliado.

La pregunta del millón ¿Cómo lo hizo? Tuvo que haberles pagado a las sanadoras para cuando la hora de que la compañera de Alkor se supiera que estaba embarazada adelantar el embarazo. Pero, eso tuvo que costar mucha magia. Demasiada, a decir verdad. Él jamás se tragó el hecho de que Eve fuera expuesta a un mundo sobrenatural y que el embarazo se haya adelantado. Alguien estaba ayudando a Samara. Muy probablemente, se tuvo que aliar con algún aquelarre de brujas para hacer tal hechizo y con la ayuda de Dramus pasar desapercibida la magia oscura, aun para Alkor.

Un hada como Samara en la posición en la que se encontraba, sirviendo al Rey Dragón, era muy arriesgado ¿Dejándose influenciar por Dramus? ¿Qué le habrá ofrecido Dramus a cambio de la traición al a corona? Lamentablemente esa Hada perdió el buen camino. Las hadas se caracterizan por ser buenas y dadivosas, ésta ya estaba corrompida y con pasos apresurados en ser la próxima en la lista negra de su hermano, Alkor.

Atravesó el río y de vez en cuando volteaba hacia atrás, pero no había nadie, había funcionado después de todo aquella distracción. El bosque era peligroso para Eve, más no para él. Era un príncipe, y un Dragón poderoso, quizás no estaba a la altura del temible dragón negro, pero sí era lo suficiente para defender a su cuñada y su propia vida. Se dirigió a una de las montañas del bosque para buscar refugio en lo que llegaban al castillo, volar era peligroso. Samara no podría trabajar sola, ni orquestar lo que hizo. Mantenerse discretos era la mejor opción, porque, aunque Grek no supiera quiénes más estarían involucrados, para él pelear no sería un verdadero problema, sino el cuidar de la mujer embarazada.

Mientras tanto, dentro de Eve era otro asunto. Su corazón palpitaba lento y en su cabeza escuchaba una voz.

"Voy a salir pronto y perecerán todos vosotros".

Quería callar esa voz. Se estaba convirtiendo en su tormento, y no quería preocupar a nadie más, pero no sabía cuánto más resistiría mantener ese secreto bien guardado.

—Grek, no me siento bien —Eve intentaba verse no demasiado afectada —disculpa que te moleste, pero necesito un poco de agua.

Su voz sonaba débil. Y notó que estaban en un lugar muy alto como para ver la neblina rojiza y azulada de la noche. La rubia no sabía que tanto habían recorrido, porque ahora el paisaje, no le era muy familiar. Grek estaba enfrente de ella de rodillas con los ojos bien puestos en su vientre. Ésta, instintivamente se tocó el lugar en donde el dragón pelirrojo ponía su atención y se asustó. Tan solo hacía unas horas atrás tenía el vientre plano y ahora lo tenía más botado que cuando despertó de su desmayo hace tan solo poco tiempo. ¿Por qué su vientre seguía creciendo?

Grek había escuchado la petición de Eve, pero no estaba seguro que ella pudiera continuar y dejarla sola no era opción.

—Eve, ya no puedes caminar, necesitas descansar y eso lo entiendo todo esto fue demasiado rápido y estás embarazada—suavizó su mirada y le miró con cariño— Pero no puedo dejarte sola y menos ahora ¿Lo entiendes? sé que no puedes seguir, por el momento debo pedirte que resistas un poco más —le sonrió de manera triste —esperemos solo una hora para saber que perdimos a Samara del radar y entonces estaremos a salvo y te llevaré a que bebas agua.

Eve suspiró, pero entendía lo que estaba haciendo Grek, protegerla.

—Yo entiendo Grek. ¿Sabes? Tengo miedo —Confesó por primera vez en voz alta —Sí yo nunca hubiera entrado a ese castillo no estaría embarazada, ni huyendo de seres que quieren matarme a mí y a mi bebé. —Eve tocó su mejilla —Pero... jamás habría conocido a Alkor. Estaría viviendo un matrimonio falso, infeliz por el resto de mi vida. A pesar de que esté corriendo el riesgo de perder mi vida vale la pena. Y por Alkor lo vale, lo amo.

Grek solo podía mirarla y admirarla. Era increíble para él ver la pasión con la que Eve decía que amaba a Alkor. La manera en la que decía esas palabras hacía crecer en él una fuerte admiración. Ahora podía entender porque Alkor estaba tan prendido de aquella humana. No lo culpaba, Eve era hermosa en todo aspecto y por breves momentos, tuvo envidia de su hermano.

— Eres demasiado linda y temeraria, cuñada —Eve se levantó y estuvo a punto de caerse de lado, pero las manos de Grek la sostuvieron.

Grek sabía que no podían durar demasiado tiempo en las altas montañas, no sabría en qué momento los atacarían, pero la condición de Eve no ayudaba mucho. No quería volar y ser atacado por los enemigos, pero él no veía en gratas condiciones a su cuñada y necesitaba protegerla a como diera lugar. ¿Y sí se arriesgaba?

—Lo mejor que podemos hacer es esperar —Dijo Grek recuperando el impulso—El castillo es nuestra mejor opción, puedes tener la completa seguridad que es el mejor lugar en el que puedes estar. —Eve sentó en una roca y Grek junto con ella — Cuando Alkor regrese por ti será otro cuento. Pero por ahora, debemos sobrevivir. Y proteger mi cuello de la ira de mi hermano.

Eve asintió con una sonrisa. Lo extrañaba. Eso era obvio, no estar cerca del refunfuñón dragón negro la ponía melancólica.


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Pasaron cinco días desde que Grek volvió con Eve al castillo. Después de todo lo acontecido, aumentaron la seguridad de aquella fortaleza como si estuviesen preparados para recibir un ejército completo. Gagoras no podía arriesgarse a perder a una cría de Alkor, por lo que todos sus deseos iban enfocados a proteger a su futuro nieto. Tenía puesta su esperanza en que el bebé de su hijo sería una leyenda entre los mundos por generaciones. La condición de Eve había evolucionado de manera escandalosa, los malestares se habían agravado y el bebé cada día que pasaba crecía de manera estrepitosa y de él, emanaba una fuerte energía que tenía inquietos tanto a Grek como a Gagoras.

Grek por su parte, no se despegaba de Eve quién en ocasiones sufría de crisis respiratorias, él era su apoyo y la relajaba con cánticos draconianos. Al escucharlo cantar, Eve podía recuperarse y su vientre desde el interior en ocasiones deslumbraba un brillo azul. Eso era fantástico de ver. Sin embargo, Eve se sentía como si fuera un experimento.

— ¿Qué crees que esté pasando en mi mundo? —Preguntó Eve mientras observaba por el ventanal al bosque rojizo por el que hasta hace poco ella había llegado a Draconian. Suspiraba con el anhelo de ver volver a Alkor.

Grek se encontraba detrás de ella cuidando cada paso que daba.

—Probablemente mi hermano esté preparando el terreno para la guerra.

De tan solo pensar que su Dragón está involucrado en esa guerra le aterraba. Sabía por historias que Grek le contaba antes de dormir, que Alkor siempre se destacó por ser un maestro estratega, líder de ejércitos, ferocidad y fuerza extrema. Aun sabiendo lo poderoso que era su compañero le aterraba que lo hirieran, como si eso realmente fuera fácil de lograr.

— ¿Estará pensando en mí? —Tocó su vientre y sintió algo duro dentro de ella como últimamente había notado.

Era como si dentro de ella se estuviera formando un cascarón, pero tan solo era la imaginación la que jugaba con ella. De haber sido Eve un dragón, ya hubiera puesto un huevo. Grek sonrió y se posicionó a su lado.

—Eso no lo dudes.


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Lupus y Nyla llevaban días saliendo por todo el bosque a esparcir los brebajes hechizados en el suelo y en las raíces de los árboles para tener ventaja en el campo. Últimamente todo estaba demasiado quieto en el bosque, algo que para Alkor no pasó desapercibido. Sabía de antemano que Dramus ya estaba de igual manera preparándose para atacarlo. Solo era cuestión de tiempo recibirlo de brazos abiertos y comenzar la masacre. El humor de Alkor había estado apacible hasta cierto punto, no podía ignorar el hecho que prepararse para una batalla hacía que sus manos cosquillearan con la idea, pero, por otro lado, no podía dejar de pensar en Eve y su cría.

— ¿Puedo saber qué hiciste con ella? —Dijo por milésima vez Brandon.

Alkor comenzaba a impacientarse y se volteó a mirarlo con el ceño fruncido y una mirada cargada de cólera.

Brandon tenía días inconscientes y en cuanto se enteró que el Dragón que escuchaba en sus noches antes de dormir existía quiso salir huyendo, pero quedó en el olvido cuando se enteró que Eve había estado viviendo en aquel castillo por todo el mes. De alguna manera le tranquilizo saber que no murió. Pero ahora vivía angustiado de saber que ella estaba perdida en el mundo de la magia, en el mundo de los vulgares seres de Draconian y que estaba enfrente del heredero legítimo de la misma.

—Te lo diré de nueva cuenta —Alkor buscaba la manera de no arrancarle la cabeza al humano —Está a salvo de aquellos que le quieren hacer daño.

Brandon estaba sentado en el sillón observando miles de papeles en el suelo y al Dragón, del cual aún no se acostumbraba de ver con la piel gris, ojos ambarinos y unos enormes cuernos negros, merodear alrededor suyo.

—¿Cómo puedo creerle a alguien cómo tú?

El mejor amigo de Eve no solo era osado, era estúpido al querer "intimidar" al dragón negro, del cual lo único que hacía era repetirse en su cabeza que no debía comérselo.

—Humano, si aún no te he aniquilado es porqué sé que a Eve no le agradaría mucho y tendría broncas con ella.

Brandon se sorprendía de la manera en que se refería a su mejor amiga. ¿Acaso él se había enamorado de la rubia?

—Y puedo saber ¿De dónde tanta familiaridad? Eve no podría estar de amiga con alguien como tú.

¡Sí supiera el enclenque!

Alkor aprovechó para sacar toda la cólera.

—De amiga no, pero sí como la madre de mis hijos.

El estado de ánimo del humano decayó completamente. Brandon sintió como un puñal se le encajaba en el corazón. No, su mejor amiga no podía estar tan demente para liarse con un demonio.

— ¡Mientes!

Se levantó como resorte y se aproximó al Dragón quién comenzaba a perder los estribos con el amigo de su mujer. Éste se veía con la cara roja y con la respiración agitada. Mientras que Alkor lo veía por encima de su hombro y con los ojos ámbar brillando más de lo normal.

— ¡Eso es absurdo! Eve no está tan loca como para fijarse en ti.

Alkor alzó las cejas y sonrío de medio lado haciendo que Brandon frunciera más su ceño.

—Está loca por mí, tanto que tendremos un hijo.

Estuvieron a punto de iniciar una discusión cuando Nyla y Lupus entraron a la biblioteca totalmente agitados. Sus rostros estaban pálidos y sus manos temblaban.

—Ya vienen.

Alkor dejó al humano a segundo término y se enfocó en sus ahora sirvientes. Ahora lo sentía, una corriente de magia se acercaba ferozmente, Dramus.

— ¿Cuántos? —Preguntó con voz ronca.

—Cientos de ellos —contestó Lupus observando a su amo como apretaba sus puños —pero Dramus no se ve por ningún lado.

— Ese está ahí, lo garantizo —Dijo con brusquedad —¡Nyla, prepárate te quiero al frente con toda tu magia recargada! Lupus, te encargaras de proteger el portal —se giró y apuntó al joven que no tenía idea de qué diablos hablaban —espero que sepas utilizar una espada, vendrás conmigo.

La guerra comenzaba.


© J. ZARAGOZA

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