CAPÍTULO 21

Eve tendrá a mi cachorro.

Era lo único que podía pensar el temible dragón negro. Las cosas habían dado un giro de ciento ochenta grados en la vida de Alkor. Jamás pensó aquel día que permitir que Eve se quedara en su palacio provocarían todos estos sucesos. El tiempo se estaba terminando, en sus entrañas sentía que estaba a nada de suceder lo que por cien años estuvo aguardando con ansiedad. Estuvo preparándose durante el último siglo el terreno en el que sería para él, la última batalla oscura de Afrobos. Era evidente que nada de lo que había ocurrido desde la llegada de Eve en su vida estuvo contemplado. Creyó fervientemente que cada paso que dio Dramus e inclusive él mismo, los dirigiría a una sanguinaria pelea, llevarlos a la batalla por la sed de venganza, pero el que ahora Eve estuviera de por medio cambiaban las cosas. Velar por su vida era su prioridad y salir victorioso debía ser una realidad.

Alkor comenzaba a sentir los estragos de la maldición, debía de regresar antes de que su condición fuera empeorando. Porque así era su maldición, estaba limitado a pisar Draconian, la maldición ejercía en él demasiada fuerza y agotaba el aire de sus pulmones; Eran cadenas invisibles que jalaban a la gran bestia de nuevo a su cueva, Afrobos. Lo frustraba en sobremanera tener que habitar en la tierra de los humanos, sin embargo, esa sensación de odio había menguado gracias a su compañera.

Ahora que Eve era de él, no importaba lo demás. Lo doloroso de la situación era que tenía que dejarla aquí. Aunque sabía que su hermano Grek era un dolor en el trasero, sabía y tenía la certeza de que cuidaría de su mujer y de su cría mientras él cumplía con su deber de derrotar a aquel que arruinó su vida, contra Dramus y su ejército de humanos lunáticos. No importaba que métodos utilizara, los detendría a cualquier costo.

Confiaba demasiado en Lupus quien fue en una búsqueda. Aunque pensándolo bien, ¿Por qué no fue él? Se hubiera ahorrado demasiado tiempo y ni hablar de la imponente presencia del dragón de ojos ámbar. Quizás había buscado la excusa perfecta de quedarse con la rubia de ojos azules. Y es que era el hecho de que buscó alguna oportunidad para pasar tiempo a solas con Eve. Sí, por qué muy en lo oscuro de su ser quería estar solo con la humana. Pero ahora ya nada de eso importaba. Ahora debía de enterarse de aquello que Lupus encontró, porque imaginaba qué a esas alturas, Lupus había vuelto al castillo. Sospechó en el punto y momento en que Lupus había mencionado que Aurora algo tuvo que haber hecho antes de morir, su cuerpo nunca se encontró, pero sabía que con la herida que le había hecho, no duraría demasiado tiempo viva. A pesar de que, en aquel tiempo la ira había dominado a su mente y su corazón, muy en el fondo a él le había dolido demasiado el cómo Aurora lo utilizó. Y ahora con Eve sumamente embarazada debido, expuesta a Draconian y a que lleva magia en la sangre, estaba seguro que lo que haya descubierto Lupus no le sería de su total agrado. Todo esto lo hacía formular mil cosas en su cabeza.

—Eve, debo volver a Afrobos. —Sus labios rozaron la oreja de su humana y a ésta se le erizó la piel.

Él acariciaba el creciente vientre de Eve. Ella era hermosa, tenía un brillo diferente en su mirada, era como la suave brisa del verano, era como la estrella más luminosa del firmamento. No podía dejar de adorarla y verla cómo sí de un momento a otro ésta fuese a desaparecer. Eve en cambio, al escuchar tales palabras de su Dragón frunció su ceño. ¿Y ahora que le pasaba?

—¿Por qué dices "Debo"? querrás decir "debemos" —Un segundo de silencio pasó y una chispa llegó a la mente de Eve. Alkor aún no decía palabra, sabía que su humana era muy lista y lo averiguaría sin siquiera dejarlo hablar— ¿Quieres que me quede aquí? ¿No te quedarás conmigo?

Su voz tembló con sus últimas palabras. Si bien, ahora que sabía que estaba embarazada le sería más difícil afrontarlo sin la compañía de su Dragón. Alkor seguía acariciándole el vientre sin despegar su mirada de la de ella. Él no quería dejarla, pero tenía qué hacerlo.

—Sabes de antemano que no me puedo quedar en Draconian y nunca antes lo había deseado tanto como en estos momentos por qué estás aquí. —Eve no conocía mucho sobre cómo fue maldito y no se habría atrevido a preguntarlo antes, pero ella deseaba saberlo y Alkor lo sabía —Estoy maldito gracias a Aurora, un hada purificadora desde hace cien años, ella junto con un grupo de hechiceros liderados por Dramus, antiguo miembro de la corte real de Draconian, formularon un plan para matarme y fallaron...Quisiera tener más tiempo para contarte todo con lujo de detalles —Eve lo escuchaba y en efecto, ella quería saber más — de verdad quisiera quedarme contigo y no dejarte sola, pero no tengo opción. No voy a exponerte en Afrobos a que algo le pase a ti o a nuestro bebé. Si para protegerte del peligro tengo que sacrificarme dejándote aquí lo haría sin pensarlo y es lo que he hecho; No me lo pensé ni un minuto te quiero a salvo Eve.

Eve quiso decirle acerca de lo que le ocurrió mientras estuvo inconsciente, pero sería mejor no preocupar a Alkor con eso. Eve sabía que sí le decía, Alkor se volvería loco y se preocuparía, Eve no quería eso. Quería que él se fuera sabiendo que estaría a salvo. Grek y Gagoras la mantendrían a salvo, no habría nada de qué preocuparse. Nada malo podría suceder si omitía ese hecho ¿Cierto?

—No quisiera que me dejaras —lloró en su pecho y éste la consoló —sé que no tienes opción. Pero prométeme que volverás.

Alkor besó los suaves labios de Eve. Sintió como su cuerpo se calentaba con tan solo rozarla. Eve dejó de llorar y lo besó de la misma manera en que él lo hacía con ella. Las respiraciones comenzaron a acelerarse y las manos de Eve exploraron su espalda. Éste llevo las manos a la espalda baja de su amada y comenzó acostarla en el suelo. Las luciérnagas de su tierra y las lunas de Draconian eran testigos de lo que los seres celestes habían unido. Un amor que crecía con el tiempo, un amor que no era fácil de romper.

La amaba. Quizás siempre la amó y el idiota no lo quería reconocer.

—Alkor, te amo. —Eve estaba sonrojada.

—Te he amado incluso antes de conocerte, mi querida Eve.

Las cosas ya estaban dichas. Ella no se puede quedar en Afrobos por que está paranoico Alkor, aunque entiende que hay alguien que busca su cabeza. Y él no se puede quedar en Draconian por que está maldito. Quedarse en su tierra significaría perder parte de su alma, todo su poder y no solo eso, su vida misma. No es ningún idiota, más de una vez pensó en burlar las maldiciones, pero siempre que lo intentaba estuvo gravemente herido, a nivel emocional, y físicamente la muerte rondó alrededor suyo. Alkor se separó de ella y el humo verde lo envolvió dejando a la vista a un enorme Dragón Negro, con grandes ojos como si fueran bolas de fuego. Éste acostó su cuello y dejó que Eve trepara.


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— ¿Cuánto más debemos esperarlo? El tiempo es fundamental para esta guerra y Alkor lo está desperdiciando.

Nyla estaba cabreada. Llevaban horas esperando a Alkor afuera de la habitación prohibida. El humano no había hecho por intentar huir, sabía que estaba perdido si intentaba cualquier cosa por escapar, aparte de qué sus intereses estaban basados ampliamente en recuperar a su mejor amiga, se negaba a irse con las manos vacías. Lupus mientras tanto estaba desesperado porque su amo regresara. Las horas eran tortuosas mientras esperaban que el Dragón hiciera presencia. Porque no solamente estaba enfrentando el problema del peor enemigo de Alkor, sí no que tenían otro grave problema que solucionar cuanto antes, pues el alma de Aurora se hallaba coexistiendo en el cuerpo de Eve. La magia estaba conectada con ella. ¿Cómo es que llegó Aurora a pertenecer a Eve? Eso mismo se preguntaría su amo cuando llegara de Draconian.

Una fuerte aura maligna aplastó la de Nyla y comenzó a sudar de las manos. Después de tanta hora de espera, por fin volvía a sentir esa sensación de miedo y poder. Él había llegado.

—El tiempo que sea necesario, bruja —su voz era el sonido de la tormenta, el bramido del mar —Por qué soy Alkor, el Dragón Negro de la Era y me debes más que respeto.

Nyla se encogió en su lugar. La había liado con el señor de Afrobos. Tenerlo de nuevo cercas era como ver al mismísimo diablo. Parecía que con el paso del tiempo Alkor se hacía más aterrador y poderoso, pese a ser prisionero del mundo de los humanos.

—Lo lamento, señor.

Éste dirigió su mirada a su vasallo. El Dragón conjuro la habitación prohibida.

Había una razón que desconocía, Eve pudo entrar en esa habitación anteriormente como dos o tres veces y no lograba entender como pudo hacerlo. Aparte de que la habitación era prohibida por tener escondido el portal entre Afrobos y Draconian, tenía escondido los restos de su madre Mallae. Encontrar sus huesos significaría la absorción de poder de un dragón de la Era, él jamás profanaría los restos de su madre, pero cierto Hechicero si estaría interesado en poseerlos. Un hechicero que con gusto le encantaría joderlo.

Y se preguntarán, sí los restos de Mallae eran tan poderosos ¿Por qué no pidió que los llevarán a Draconian? Grek lo habría hecho sin ningún problema, pero la soberana de Draconian murió por un arma forjada en la tierra y qué pese a que tenía un poder mágico, se podría decir que maldijo sus huesos lo que provocó que le impidieran la entrada al reino de Gagoras. El plan de Dramus era obtener a Mallae y a Alkor, sin embargo, no contaba con qué Alkor fuera más rápido y protegería los restos de su madre, llevándoselos consigo al Castillo Negro.

Extremando precauciones, Alkor conjuró el lugar dónde lo que quedaba su madre estuviera, para que nadie pudiera atravesarlo, entonces ¿Cómo fue que Eve sí pudo?

—Vamos a la biblioteca. —rugió Alkor.

Emprendió marcha a la biblioteca pasando por todas las pinturas de sus padres cuando habitaban de vez en cuando la tierra de Afrobos. Pero pronto regresaría el honor de su sangre y toda esa tierra le debería respeto y temor. Nyla y Lupus le seguían con silencio, tratando de formular exactamente cómo darle la noticia al dragón negro. Llegaron y Alkor se sentó en la silla que en su momento se había sentado para observar a una testaruda Eve limpiar.

—Digan lo que me tienen que decir que tengo algo importante que comunicarles. —Observó como Nyla y Lupus intercambiaban miradas.

Nyla dio un paso al frente mientras sentía la mirada ámbar penetrante de Alkor.

—Esto suena algo confuso o difícil de creer. —comenzó Nyla —Verás, no sé cómo pasó, pero el alma de Aurora está encerrada en el cuerpo de Eve, bueno... está atrapada y coexiste con el alma de Eve, ya que ella no es una humana en su totalidad.

Alkor escuchó lo que decía la bruja, pero no podía procesarlo del todo. ¿Aurora y Eve conviviendo en un solo cuerpo?

— ¿¡Me estás jodiendo!?

—Y no es todo...

Alkor bufó y sus ojos llameaban del coraje que estaba sintiendo. Creyó haberse librado de la infeliz traidora de Aurora, pero seguía jodiendo su existencia, seguía viviendo de cierta forma y para el peor de sus males, residía en el cuerpo de su compañera ¿Había enserio algo peor?

— ¡Ja! —Alkor se tocó la sien —¿Qué más me puedes decir que no lo haga tantito peor?

Lupus comenzaba a ver como su amo Alkor comenzaba a perder la compostura. Sus ojos se volvían oscuros y sus cuernos brillaban.

—El hechicero Dramus era en realidad abuelo de Aurora, —Sintió esas palabras pesadas en todo su cuerpo —Lo que tú creías que era un plan revolucionario y vengativo de tu peor enemigo, de que Aurora trabajara para Dramus, fue un tanto distinto a lo que tú pensabas que era, todo fue un plan para derrocarte de Draconian y que permanecieras en Afrobos, que sería el territorio que Dramus dominaría. Piénsalo, Aurora fue movida por Dramus sí, pero tú sabes lo que llegó a involucrarse contigo, cuando inició la pela no solo lo hizo por Dramus su abuelo, lo hizo por ella tocó fibras sensibles de ti y pues ya sabemos lo que sucedió después.

Maldita perra bastarda.

Eso fue lo primero que Alkor pensó.

—Eve está embarazada. —Soltó de repente Alkor haciendo que Lupus y Nyla abriesen los ojos como nunca antes. —Y no es ni la mitad de peor que debo contar, ¿Recuerdas la profecía? No es que quiera mi sangre en sí, quiere matar a mi hijo que Eve lleva en el vientre.

Nyla y Lupus soltaron maldiciones al mismo tiempo.

—Viéndolo de ese modo, un cuerpo que alberga dos almas ajenas a la vez no es común ni mucho menos natural, pero ahora que hay un bebé de por medio esto será un caos. Aurora está muerta...o algo así, y técnicamente Eve y tu bebé pertenecen al mismo cuerpo, por lo qué, si se prolonga el tiempo, un alma tendrá que morir —A Alkor no le gustaba por dónde iba aquello —Tengo una teoría, sí Dramus y su clan sabe de Eve, probablemente a estas alturas sepan lo de tu bebé, y de ser así quizás quieren sacar a ese bebé para rescatar a Aurora de las barreras espirituales que los ancestros le impusieron por hacer uso de magia indebida. Tendríamos a un bebé en el exterior, Eve debilitada y una puta hada resucitada —Nyla parecía que entraría en una especie de colapso —Lo que sigue siendo un misterio es cómo exactamente tenía que ser Eve su recipiente.

—Tampoco olvides lo que ha dicho Alkor, su bebé debe ser muy especial para Dramus. Tiene la sangre de Alkor y no de una humana cualquiera, de Eve qué es también un ser mágico —Dijo Lupus.

Estaban jodidos.


© J. ZARAGOZA

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