CAPÍTULO 17
Era acaso ¿Terquedad? ¿Imprudencia? O simplemente ¿Estupidez? Lo que definían en aquellos momentos al mejor amigo de Eve. Estaba empeñado en demostrarse así mismo que él podría llegar a ser ese caballero de armadura dorada que esperaba Eve encerrada en una torre. Aunque, las cosas eran muy distintas a lo que se hacía creer él mismo. Brandon le siguió difícilmente el paso a la bruja Nyla y a la extraña criatura que le acompañaba desde la salida de su casa. No alcanzaba a escuchar nada de lo que decían, pero sabía que había algo entre manos por parte de ellos. ¿Estarán en camino hacia dónde Eve se encuentra? No podía evitar que su corazón se agitara con vehemencia al pensar en su rubia amiga. Había pasado noches desoladoras con ayuda del alcohol, reviviendo en su memoria imágenes lánguidas de Eve y él de pequeños. ¿Cómo podía olvidar un amor de esos? Renunciar a ello no era una opción para el castaño. En un momento, que ni él mismo pudo explicar, observó al duendecillo y a la bruja atravesar un campo de energía, que por unos breves segundos se cayó y logró entrar. Más adelante un camino de piedra comenzó a guiar hacia un sendero un tanto más angosto y aún más profundo hacia el bosque prohibido. No pudo evitar observar que el bosque estaba demasiado frondoso y sus árboles estaban cercas de medir casi los tres metros de altura. Frunció su ceño, ¿Era el mismo bosque prohibido que duró seco y sin vida tantos años? Quiso ignorarlo, porque de antemano se había dado cuenta que todo lo que le rodeaba ya era de por sí extraño. Después de todo, era un lugar prohibido y abarrotado de magia oscura, cualquier cosa que viera no le extrañaría. Era una especie de cruce de líneas territoriales entre el mundo mágico y el terrenal o bien, eso era lo que decían los más viejos pueblerinos.
Conforme iba avanzando se alzaron ante sus ojos unas rejas negras que le heló el cuerpo. No sabía cómo o porqué, pero desprendía una extraña energía. Era como si al cruzar aquel rejado, se encontraría con el mismísimo demonio. Apretó las riendas de Jeff, pero su caballo estaba inquieto, la criatura se rehusaba a cruzar y no era para menos, presentía qué del otro lado, una bestia se encontraba, pues se sentían las malas vibras. Reacio a ceder, Brandon no tuvo de otra que bajar del caballo. Dejó a Jeff atado más adelante en uno de los pilares del castillo negro. Claro que sentía temor, y tuvo que respirar profundamente para armarse del valor y entrar. Desenvainó una espada que llevaba consigo y comenzó a subir pequeños escalonados del castillo, al abrir la puerta se sorprendió de que el lugar, aunque por fuera descuidado, estaba realmente limpio y en buenas condiciones. En todo su recorrido, se había hallado alerta, y más en aquellos momentos. Caminó un poco más con la espada en posición de ataque, cuándo sintió que su cuerpo se quedaba quieto como una estatua. Su espada cayó de su mano provocando un estruendo y lo único que podía mover eran sus ojos.
— ¿Invitaste a un noble mortal al castillo de tu amo? —Habló con voz aterciopelada la bruja.
El aura mágica que rodeaba a Brandon era de un color verde con destellos morados. Quería moverse y tratar de defenderse, pero no podía. Era prisionero de Nyla. Los ojos penetrantes de Nyla brillaban con diversión mientras que Lupus se encontraba realmente cabreado. Las manos de Nyla estaban extendidas en dirección de Brandon, mientras la magia fluía de ella.
—Ningún mortal es bienvenido en la guarida del Dragón Negro.
¿El Dragón negro? Se preguntaba Brandon. Había escuchado toda su vida acerca de la existencia del guardián de Afrobos, las leyendas que se decían de él. Despojó y acabó con todo un reino y todo el linaje de la familia real. ¿Cómo podía ser que estuviera vivo después de casi un siglo?
— ¿Qué debemos hacer con él? Podríamos convertirlo en una rata, o quizás una gallina para después hacerla en algún caldo —Nyla fantaseaba a propósito solo para poner los pelos de punta del joven.
Lupus negó, no captando muy bien las intenciones que la bruja dedicaba.
—Cuándo Alkor llegue, veremos qué hacemos con él. —No podía tomarse la libertad de cometer una imprudencia con él, Lupus era alguien demasiado listo y suspicaz — Mientras tanto deberíamos llevarlo al calabozo.
Debido a que dentro del castillo de Alkor se encontraban corriente los tres en el calabozo del castillo. Para Brandon, le resultó molestar en el estómago y su cuerpo se sentía invadido, había recuperado la movilidad de su cuerpo y comenzó a inspeccionarse cerciorándose de que no le faltara nada. El lugar dónde se encontraba tenía paredes de frías rocas mágicas traídas desde Draconian. Había paja tirada, sumamente podrida y manchas en el suelo. Cadenas sujetas de las paredes y el techo y una antorcha, que con la presencia de Nyla, Lupus y el humano se encendió. En un rincón del calabozo se dejó asomar el esqueleto de un humano con una armadura muy antigua. Brandon no pudo evitar pensar en qué si seguía ahí acabaría como aquel que algún día fue un hombre.
Lupus y Nyla miraban con curiosidad al intruso. ¿Qué tan loco debería estar para atreverse si quiera a poner un pie en los terrenos de Alkor?
— ¿A qué has venido humano? —La mujer de ojos negros no dejaba de ver al castaño, podía ver dentro de él un coraje y una valentía que pocos humanos podrían demostrar alguna vez, aunque éste por fuera estuviera temblando del miedo — No creo que seas tan estúpido como para adentrarte en el bosque prohibido.
Ya que estaba retenido en contra de su voluntad no le quedaba más remedio que hablar con la verdad. Eran criaturas del otro mundo, si ellos lo quisieran él ya estaría muerto, pero había compasión y misericordia dentro de ellos. Posiblemente alguno de ellos supiera el paradero de su amiga Eve, más bella que las mismas diosas del olimpo.
—Estoy buscando a una chica. —Su voz sonó penosa y desgastándose a medida que la angustia y el correr del tiempo seguían su curso.
— ¿Es la chica por la que me pediste hace rato? —Nyla se le acercó mientras sus ojos se volvían blancos, estaban totalmente puestos en la mirada de Brandon — ¿Qué esperas hacer con ella cuando la encuentres?
Brandon se encontraba hipnotizado, perdiéndose en dos esferas blancas y luminosas. La voluntad le comenzó a fallar y retener la verdad enfrente de ellos era imposible. Lupus quién se encontraba callado decidió acercarse un poco. ¿Y ahora qué pasaría? Nyla surcaba por la mente de Brandon. Sabía que el humano tenía un corazón noble,
—Quiero rescatarla, porque planeo llevármela lejos, huir con ella de Afrobos.
Lupus comenzó a sudar en frío. Ahora que sabía que Eve era la compañera de su amo Alkor, estaba seguro que el dragón querría matar a éste humano por la insolencia de venir a su castillo a querer llevarse a su mujer. Ya veía la muerte rondar alrededor del humano, pero de todas maneras no podía sacar conclusiones apresuradas. Sí Eve y éste muchacho se conocían, había un rayo de esperanza para el joven humano, pues probablemente Alkor tuviera piedad de él.
—Debes quererla demasiado para arriesgarte a querer robarle la joya más preciada al dragón negro —se atrevió a decir Lupus.
Brandon pasó saliva de manera sonora por su garganta. Se permitió por unos instantes hacer puños sus manos y recargarse contra la fría pared a la atenta mirada de aquellos seres mágicos.
—Daría mi vida en el intento —confesó Brandon —porqué la amo, la amo con todas mis fuerzas, aun y cuando ella no lo haga.
Nyla separó sus orbes oscuros de los ojos caoba de Brandon, le permitió gozar de la libertad de su mente, mientras éste recargaba su cabeza contra la pared y las lágrimas le caían por sus mejillas. Nyla, con un movimiento de su mano hizo caer al joven en un sueño profundo. Intercambiaron una mirada Lupus y ella y rezaban porque Alkor tuviera piedad de él.
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Eve tenía la mente perdida y conforme a cada paso que iba, más y más pensaba en la posibilidad que Gagoras había planteado. Sus ojos iban puestos en el suelo junto con su compañero y suegro, habían llegado a un castillo enorme de ensueño. El camino había sido ya bastante incomodo teniendo que soportar las discusiones entre Alkor y Gagoras, y agradecía eso, porque no se habían atrevido a dirigirle la palabra a ella y es que no le apetecía hablar, la preocupación era mayor. Eso y sin mencionar a las scarlas que a cada rato se le querían subir por el vestido a la humana. Sentía que una vez dentro de aquel castillo, nada volvería a ser normal. Al momento de llegar al palacio, todos los súbditos se inclinaron con mayor temor al ver que el Príncipe Alkor había vuelto y ahora, más temible que nunca. El Dragón Negro estaba en casa y acompañado de una humana. Algo que no pasó desapercibido por ninguno de los sirvientes. El lugar no era tan diferente a un castillo de su mundo, solo que las paredes eran más extrañas y de texturas distintas. El cielo era rojizo y comenzaba a oscurecerse formando una extraña mezcla de colores anaranjados y marrones oscuros.
La humana se encontraba en una habitación bastante callada con Alkor al asecho. Alkor sintió que respiró punto y momento en que Gagoras había salido de la habitación. Sus ojos ambarinos inspeccionaron a Eve con detenimiento. No podía dejar de ver como se comía las uñas y se estremecía cada que podía. Su mirada estaba perdida ¿En que estaría pensando? ¿Qué tendría trabajando en esa cabecita suya? Se acercó a ella y le pidió en silencio que levantara su barbilla y lo mirara. Sus ojos azules parecían un mar lleno de secretos albergados, lo desarmaba. No la conocía mucho, pero sabía al menos lo necesario como para saber que ella estaba perturbada.
— ¿Qué ocurre? —preguntó Alkor mientras se acuclillaba enfrente de ella.
¿Alkor se preocupaba por cómo estaba? Jamás terminaría de sorprenderle el modo en la que ahora su compañero se dirigía a ella. Era tan reconfortante tener a alguien que le apoyase y viera por ella. A veces Eve extrañaba eso de Brandon, ya que su familia solo la veía como una llave del tesoro. Pero, ahora Alkor la veía como su tesoro.
—Alkor esto, no está bien —suspiró—es decir, acabamos de... tú sabes. —Sí, le costaba demasiado decir eso en voz alta, el hecho de que ellos dos se habían unido en cuerpo y alma, su voz estaba a punto de quebrarse —y ahora aparece tu padre haciendo hipótesis acerca de que hay probabilidades de que yo esté embarazada. ¿Cómo no puedo estar tensa? Yo soy muy joven para tener bebés.
Las últimas palabras de Eve no eran del todo ciertas, lo que ella quiso decir, es que era demasiado pronto para pensar en hijos. Alkor también estaba asustado. ¿Un hijo? ¡No, no, no! Nada de hijos. Los hijos solamente son un problema, y él no quería hacer pasar lo mismo que sus padres le hicieron pasar a él. Pero tampoco podía ignorar el hecho de que su compañera estuviera en peligro por culpa de sus acciones del pasado. Ahora lo único que quería era olvidarse de esa tremenda estupidez.
—No tienes por qué estar tan tensa, ni mucho menos preocupada. —Acarició su cabellera rubia.
Notó que su cabello obtuvo mayor suavidad, era más distinto al que usualmente tenía. Sus ojos azules comenzaron a tener un brillo extraño. Su corazón casi se detuvo, lo más seguro es que fuera por el cambio de mundo. Quería convencerse de eso.
—Alkor, ¿Me vas aceptar si llegó a estar embarazada?
—No lo sé. —El Dragón le miró serio.
Eve sintió un nudo en la garganta. ¿La dejaría sola? ¿Cómo demonios va a estar sola con un hijo diferente? Siguió atormentándose hasta que Alkor soltó una carcajada. Eve se quedó sin habla era la primera vez que escuchaba a Alkor soltar una carcajada.
—No seas tonta, jamás dejaría a mi compañera y mucho menos con un hijo mío —Eve comenzó a llorar no sabiendo exactamente porque y Alkor no supo cómo reaccionar más que abrazarla fuertemente. Quiso golpearse el rostro por ser un idiota—Lo siento por haberte echo creer lo contrario. Hacía años que no decía una broma.
Besó su frente y acarició su espalda. Eve se acurrucó en sus brazos. Por detrás de una puerta, Grek se encontraba con una sonrisa de esquina a esquina, la más sincera que había tenido en años, tan solo observando a la pareja. ¿Quién diría que aquella bestia resultaría ser blando con el amor? Y más importante, ser blando con una frágil humana.
© J. ZARAGOZA
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