CAPÍTULO 14

Las fuerzas del bien y del mal están en constante choque desde la creación de la vida misma. Reinos y pueblos han sucumbido ante la oscuridad por aquellos que ansían el poder y la destrucción a toda costa, y a pesar de ello, en circunstancias milagrosas, siempre ha existido alguien que hiciere la diferencia y peleara por el bien común, la justicia y la paz, un héroe es como comúnmente se les llama. Véase desde distintos puntos de vista, había un fin que cumplir en esos tiempos. El destino estaba escrito por tinta invisible, y ahora, era hora de poner en marcha los hilos de la causa- efecto en las piezas claves de Afrobos. El dragón negro estaba a nada de iniciar con una jugada que daría inicio a una nueva era.

Habían pasado al menos dos días desde que Alkor había marcado a Eve, desencadenando sin que ellos lo supieran algo grande para ambos mundos. Lo que ellos creían que fue algo que se contemplaba como un accidente o libre albedrío, tan solo seguía la marcha de una historia ya escrita, todo estaba pasando como debía de suceder.

Una tormenta estaba cerca, los relámpagos descubrían la furia de algo que venía. O Alguien. Los árboles bailaban con sus ramas violentamente de arriba hacia abajo, mientras sus hojas caían con la fuerza del aire. El polvo de la tierra se levantaba en ocasiones formando remolinos debido a la fuerza que estaba entrando a Afrobos. Nyla y Lupus habían salido de la cabaña unos minutos más tarde del amanecer de ese día. Las poderosas nubes eran negras y se podía respirar el peligro. Habían sentido el cambio de ambiente en cuánto los rayos golpearon el suelo humano y los lagartos no habían salido del pantano. Algo los estaba perturbando, algo se estaba quebrando como el cristal. Ruidoso y filoso. El pantano se sumió en la quietud después de un largo rato y Nyla sentía como sus vellos se erizaban. Esto estaba como para morirse.

—No es posible...

Ella había soltado de pronto sin siquiera pensar en la reacción del vasallo del Dragón Negro. Lupus estaba asombrado de ver como aquella tormenta tomaba figura a lo más parecido de un Huracán. Solo conocía a dos seres que podían hacer eso. Su amo, Alkor y Padre Dragón, mejor conocido como el Rey Gagoras, líder supremo de Draconian y uno de los últimos Dragones reales. ¿Gagoras pisando terreno mortal, después de casi un siglo? ¿Qué demonios estaría pasando en Draconian para que el mismísimo rey soberbio y orgulloso decidiera atravesar la dimensión de los humanos? Lupus estaba que no se lo creía.

— ¿Es él o es Alkor? —Preguntó Nyla con nerviosismo.

No podía olvidar aquellas épocas en dónde Nyla le servía a la familia de dragones, y sobre todo, bastante tiempo a lado de Gagoras en la corte. Era su consejera fiel y una buena vidente. Haberlo traicionado para irse con los humanos había desatado la furia del Dragón Azul. Estaba cansada de que solo sirviera para darle poder al Dragón Azul así que, comenzó a deslindarse del seno de Gagoras y huyó por uno de los pocos portales que existían para viajar a otras dimensiones. Pero de eso ya hace como ciento cincuenta años o menos. Lupus, observando el tipo de corriente dedujo que, en efecto, era el Rey Dragón. Aunque viejo, siempre sus apariciones eran de lo más extravagantes al igual que la personalidad del hermano de Alkor, Grek.

La familia real de Dragones en Draconian era poderosa. Aunque solo Mallae y Alkor pertenecían a una casta de Dragones específicos como los era los de la Era, Grek y Gagoras eran simplemente Dragones reales. ¿Qué significa esto? Mallae era la última Dragón Negra de la Era, del mundo de Draconian. Provenía de los primeros dragones en existir. Un milagro de antiguos hechiceros al descubrirla desde el huevo. Mantenía más fuerza que dos dragones adultos como Gagoras. Era toda una guerrera en batalla. Lo qué quiere decir que ahora Alkor, era el último Dragón de la Era. Sumamente temido por todos, aún por Padre Dragón, que la única cualidad de su familia y de Grek, obtenían colores en sus pieles que fácilmente podrían camuflarse cual camaleón y alguna cualidad especial que los distinguiera. Como Alkor, que echaba fuego verde, el Cabello de Gagoras era el mismísimo fuego fatuo y Grek, tenía colmillos venenosos. Sin embargo, pese a que las cualidades de los príncipes de Draconian eran únicas, Alkor a diferencia de su padre y hermano, era más rápido, fuerte y letal. Después de todo, Alkor era el primogénito, era lógico que obtuviera, aunque sea un poco de su padre como el poder de hacer cambiar el clima. Pero lo demás era todo heredado de Mallae.

—Es el Señor de los Dragones. El Rey de Draconian... Gagoras viene para acá — Decía con asombro Lupus —Necesito ir a ver a Alkor ahora más que nunca. Aún no llega su Padre y no sé si él ya se habrá dado cuenta del clima. Tan solo tiene horas para estar preparado.

Nyla volteo a verlo.

—Me estás diciendo que... ¿Alkor no esperaba la visita de Gagoras?

—No lo creo. —recordó Lupus — Alkor jamás se esperaría que el rey acudiera directamente a él. Hace días Grek vino desde Draconian para que mi amo tuviera una reunión con su padre, el cual lo mandó llamar.

Nyla se quedó pensativa. Y desde luego Lupus supo que algo iba mal. ¿Por qué después de cien años de silencio, Gagoras pisa Afrobos? Él jamás movió un dedo por Alkor cuándo más lo necesitó y no es que los Dragones se caracterizasen por ser cariñosos o compasivos, pero eran familia y de sangre real. De los últimos de su especie, mejor dicho. Tenía que ser lógico que tuvieran que cuidarse unos a otros. Sin embargo, Gagoras guardaba un poco de rencor a Alkor por haber perdido a su compañera, Mallae. Era lógico que lo culpara de todo a Alkor, cuando por su imprudencia su madre ahora estaba muerta.

—Puedo ver lo ansiosa que te encuentras —Lupus se tensó — ¿Qué es lo que no me has dicho, Nyla?

La bruja mordió su labio inferior debatiéndose en contarle o no, lo que ha estado guardándose por décadas.

—Cuándo los jinetes reales amenazaron a Alkor de desterrarlo de Afrobos apareció un hechicero, Dramus. —contó Nyla —Él fue el que los motivó a mover sus tropas en contra del príncipe. Aunque creo que todos recordamos sus crímenes contra Draconian y los reinos vecinos, él tiene poco tiempo de vida y la única manera de conseguir vivir por más tiempo es con la sangre del Dragón Negro y recordemos, que él quiere vengarse de Alkor.

— Sí eso ya lo sabemos... —dijo exasperado.

— Pero no necesariamente la Sangre del mismo Alkor. Aunque Dramus sea un hechicero muy poderoso que logró terminar por retenerlo en Afrobos, intentar acercarse a las garras de Alkor sería suicidio.

Lupus ahora estaba más que confundido. Él conocía bien la profecía en la que los hijos del hombre se levantarían en poderosa batalla para desterrar al Guardián de Afrobos y que ésta batalla sería encabezada años después por un hechicero, Dramus. Pero entonces ¿Cómo necesitaba su sangre, pero a la vez no del mismo Dragón Negro? Se dijo hace cien años que, al cumplirse el siglo de su maldición por haberse enfrentado en la tierra de los hombres, habría guerra. Todo por culpa de Aurora que con mentiras lo llevó a su trampa.

El clima comenzó a empeorar.

— ¡Explícate mejor! No creo que Gagoras y Grek quieran echarle una mano a Alkor. Si no lo hicieron hace cien años con la maldición que Aurora dejó caer sobre él ¿Por qué ahora que está en juego su pellejo?

— Gagoras sabe que su inmortalidad tiene un límite. Es decir, no son del todo inmortales y lo sabes mejor que todos, pero... Gagoras necesita saber que un heredero pueda regir con audacia y vigor su pueblo y...

—Necesita a Alkor con vida — terminó Lupus por ella — Grek no es el indicado. Alkor incluso es más fuerte que Padre Dragón. Pero sigo sin entender por qué del tomarse la molestia de venir hasta acá.

—Todo tiene que ver con la humana. —sentenció mientras seguían avanzando por aquella vereda del bosque —Sé que ella tiene mucho que ver en todo esto. Ponte a pensar con claridad. Eve tiene magia en la sangre pues se podría decir que es como una heredad, y es compañera del último Dragón Negro y el alma de Aurora también vive en ella. Luego está el hecho de que el hechicero ya está preparándose para la batalla con los Jinetes Reales y ahora, Gagoras viene a impedir que Alkor muera aun sabiendo que hay una profecía de por medio —Lupus asentía con las palabras de la bruja — Dramus necesita la Sangre de Alkor, Gagoras necesita a Alkor con vida para que su familia siga teniendo el control de Draconian y, por último, Eve es la que puede romper con la maldición, ella es la protectora del Dragón.


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Alkor sentía sus vellos erizarse mientras se retiraba del interior de Eve. Ambos cansados y llenos de sudor se miraban con tanta intensidad. La feliz pareja apenas y se había separado para comer y ducharse, pero es que la intensidad del dragón por estar pegado a ella durante días seguidos se había vuelto una adicción. ¿Cómo es que pudo hacerle daño alguna vez? ¿Cómo pudo haberse entregado a ésta humana? Aunque sabía que era su compañera, se seguía preguntando ¿Por qué ella? ¿Por qué su cuerpo llamaba a gritos a Eve? Sus ojos ámbar la escrutaron de todos lados, mientras que sentía que su corazón brincaba de alegría al saber que ella estaba con él.

—Eres hermosa, Eve — Retiró un mechón de la frente de Eve y besó sus labios — y totalmente mía.

Eve no podía creerlo aún. No se habrán conocido de mucho tiempo, pero era más fuerte la conexión que tenían que no le importaba que esto fuera rápido y tan intenso. De ahora en adelante, quería cuidar de él.

—Alkor —Suspiraba aun cansada su nombre — Ven... —Imploraba mientras sus manos buscaban el rostro de Alkor.

La joven besó tiernamente sus labios con los de él.

—Aquí estoy.

Sus frentes estaban unidas y sus respiraciones agitadas. Éste se recostó en el pecho de su compañera, sintiéndose pleno. Eve estaba por quedarse dormida, mientras acariciaba el cabello de Alkor. Y éste, estaba a punto de sucumbir a las caricias de su humano. Parecía que todo estaría bien de ahora en adelante, pues Alkor había encontrado un motivo poderoso para vivir. Aunque sea por unos instantes, olvidó sus planes de venganza, se olvidó completamente de todo y de todos. No había más dicha en él que el saber que Eve estaría con él de ahora en adelante. Estaba cayendo ante las caricias de su joven compañera, y sus respiraciones se habían sincronizado. Una sonrisa involuntaria se dibujó en sus labios, mientras apretaba con suavidad el cuerpo de Eve contra él.

Pero de pronto, Alkor abrió sus ojos con brusquedad. Todo rastro de tranquilidad y plenitud se cortó cuando Alkor sintió un calor en el aire. Vibraciones en el ambiente llegaron hasta él y sus músculos se tensaron. Alguien estaba intentando de pasar el portal. Alkor levantó medio cuerpo y agudizó sus sentidos. Eve al sentir a Alkor despegarse de ella frunció el ceño.

— ¿Pasa algo malo, Alkor? — Eve adivinó a que algo realmente malo pasaba.

Los ojos de Alkor se dilataron y comenzó a gruñir mientras se levantaba de la cama hecha una furia. Sus uñas crecieron y sus cuernos comenzaron a brillar. Su piel empezó a cambiar de color y maldijo todo lo que pudo. Se acercó a la ventana y vio el cielo tronar y querer romperse en cualquier momento.

—Eve, vístete inmediatamente. —le lanzó un vestido a la joven humana.

Eve un tanto confundida tomó la prenda y se cubrió su cuerpo desnudo con ella. Verlo de esa manera la alarmó.

—Pero ¿por qué? ¿Qué es lo que está pasando?

—No es algo que esté pasando, es algo que va a pasar —dijo pesadamente — vístete lo más rápido que puedas y ve a mi habitación en cuánto termines.

Ella asintió y vio a Alkor desaparecer de su habitación. Comenzó a vestirse lo más rápido que pudo. El cuerpo aun le dolía bastante y pudo notar que sus piernas temblaron como cervatillo recién nacido. Rio nerviosamente, y solo esperaba que Alkor no le hubiera dañado algún nervio o músculo que le impidiera moverse como antes de perder su virginidad. Se colocó el vestido por encima y buscó sus zapatillas negras. Caminó hacia la puerta y cruzó el pasillo para entrar a la habitación de Alkor. Esta vez la chica se sorprendió al ver que Alkor vestía con otra capa diferente, de color negro, pero con un Dragón carmín dibujado en ella. Entonces él sacó de un cajón una capa de color negra con el mismo Dragón dibujado, pero de color platado y se la tendió a ella.

—Es para ti —los ojos de Eve se iluminaron — La mandé hacer hace más de trescientos años.

Ella sonrió y dejó que Alkor se la pusiera. Pesó un poco sobre sus hombros, pero rápidamente se acostumbró. Pero, aun así, las expresiones faciales de Alkor no terminaban por suavizarse por completo. Eve acarició el rostro del dragón, el cuál le veía intensamente. Eve mordió su labio.

—Me vas a decir qué es lo que está pasando —no era una pregunta, era una clara afirmación— sé que hay algo que te está molestando. Dime qué es.

¿Cómo explicarle a Eve lo que pasaría? Estaba preparado para la gran pelea que se avecina. Escuchaba claramente a Gagoras poner el grito en el cielo cuando se enterase que Alkor había escogido a Eve, una humana como compañera. Sí Alkor, algo había aprendido de su padre era a odiar a los humanos, no se esperaba la aprobación de Gagoras, pero tampoco era como si le importase demasiado lo que proviniese de él.

Alkor asintió y salieron de su habitación, antes de seguir avanzando hacía su habitación ahora no tan prohibida se detuvo ante la imagen de sus padres en la pared.

—Son mis Padres —dijo —Gagoras y Mallae Von Dracus, soberanos de mi mundo Draconian. Mi madre, ella murió hace cien años peleando por mí causa y por mi estupidez.

Eve estaba atenta a todo lo que estaba diciendo Alkor era la primera vez que le compartía algo acerca de él y de su familia. Conocía solo a Grek y le parecía algo extrovertido, totalmente diferente a Alkor. Pero, aun así, le agradaba.

—Lo lamento mucho, Alkor.

Él estaba ahora serio. Ya no importaba, llorarle solo sería una pérdida de tiempo pues no se la regresarían, aunque de sus ojos salieran mares de lágrimas. Ahora de lo que estaba más preocupado era que su Padre pisaría Afrobos.

—Mi Padre estará aquí en cuestión de nada —le advirtió Alkor — No vas hablar si él no te lo pide, te mantendrás justo detrás de mí en todo momento hasta que yo determine lo contrario —La había tomado por los hombros y sus miradas estaban en sincronía.

Nunca pensó que retar a Padre, fuera a causa de su Compañera. Gagoras odiaba con todo su ser a los humanos y había criado a sus hijos con esa semilla de odio, pero parecía haber fracasado. Grek era de lo más amigable con todas las criaturas que se encontrase, a excepción de las amenazas y Alkor, bueno, Alkor había torcido sus raíces por así decirlo. Pues no estaba siendo un buen trabajo.

—De acuerdo entiendo.

Eve tenía miedo por tanta advertencia de parte del joven Dragón. Incluso podía sentir sus emociones y mezclarse con las de ella misma y esto realmente resultaba difícil. Una vez llegaron al subterráneo enorme, el portal estaba dejando ver una gran figura, parecía un hombre, pero ciertamente no lo era. Él tenía el cabello verde, pero la piel azul grisácea. Ojos naranjas y sumamente delgado y con años encima. Eve estaba en la posición que Alkor le había indicado, ahora solo era cuestión de ver la reacción de ambos Dragones. El rey portaba la gallardía que todo dragón de la realeza pudiera esperar, sus ropas grises y una expresión severa era lo que más llamaba la atención.

—¿No recibiste mi mensaje, Alkor? —la voz del padre de Alkor era semejante a cañones.

—¿No recibiste mi auxilio hace cien años, Gagoras?

Un detalle que caracterizaba a Alkor y que Gagoras había olvidado era que su hijo era un alma rebelde, un potro indomable y ácido. Éste solo rio, pero percibió el aroma de la humana.

—Veo que no hacía falta —Sus ojos se fijaron en la pequeña criatura tras la espalda de su hijo — ¿Has traído la cena?

—Traje a tu nuera —Dijo Alkor sumamente cabreado, pero con toda la calma del mundo.

© J. ZARAGOZA

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