Capítulo único

El asilo para ancianos de la ciudad, fue elegido por los productores del mundialmente reconocido torneo “Maestro Chef”, para los expertos en el arte culinario.

Los mejores diez chefs están compitiendo haciendo un menú único para obtener la victoria; el show estaba al aire, y la cafetería del asilo Santa Catalina estaba siendo grabado junto a los adultos mayores que residían allí.

Pasada dos de las tres horas estipuladas para la preparación del menú; casi todos los concursantes habían finalizado la comida salada, y estaban dando lo mejor para crear, el postre ideal. Milo Amaral el productor que estaba dirigiendo tras bambalinas, notó al chef Luis un poco extraño, se podría decir que ocultaba algo; luego de una pausa para los comerciales, Milo se acercó al chef y le preguntó ¿cuál será el postre que hará? a lo que él respondió “serán unos inolvidables ositos de goma”.

Amaral se quedó pensativo y curioso, volvió a ocultarse para que la cámara pudiera volver a rodar, pero una inquietud llegó a su ser cuando el supuesto postre fue puesto en la heladera para finalizar su preparación.

Diez minutos después el conjelador explotó, y salieron unos ositos gigantes, los dulces enemigos atacaron todo a su paso dejando tras sus pisadas una sustancia dulce y frutal.

—¡Auxilo me desmayo los ositos de goma nos estan cazando! —gritó un anciano segundos antes de ser tragado.

—¡Luis que demonios hiciste! —vociferó Amaral huyendo, para no ser atrapado por un oso verdoso —¡Arregla esto! —gritó antes de ser comido por la gominola gigante.

Los ancianos fueron comidos, y los pocos que quedaban se podían contar con los dedos de las manos; entre ellos el chef Luis que aún era regañado por el productor desde la barriga del su postre monstruoso.

—¡Resuelve esto Luis, o quieres terminar como el precursor de un apocalipsis! —chilló enojado revoloteando en su estancia con sabor frutal.

—Un apocalipsis sabor tuti futri —balbuceo el camarógrafo alzando las cejas y dándole un codazo a Milo.

—¡Este no es momento de chistes Frank! —gritó Amaral más rojo que las fresas congeladas del supermercado —¡Haz algo Luis, tú los creaste! —añadió.

Los diez restantes estaban rodeados por los coloridos dulces; los ancianos, enfermeras, monjas, chefs y el equipo de producción estaba atrapado en la barriga de los elásticos captores, unos asustados, otros bebiendo el té de las tres, la anciana Miriam tejiendo otro de sus horrendos suéteres, las monjas rezando creyendo que es el fin del mundo y Milo cruzado de brazos esperando un movimiento del causante del delicioso desmadre.

—¡Auxilio me desmayo estos ositos destruirán el vecindario! ¡Auxilo me desmayo! ¿cuándo será hora del descanso? —enunció Frank bailando al lado del productor enojado.

—Frank deja de decir estupideces —amenazó Milo.

Entre tanto, el chef Luis respaldado por los nueve individuos, fue a preparar una mezcla de bicarbonato y ácido de jugo de limón, al terminar la pasta, la esparció por los ositos y estos poco a poco se disolvieron, dando fin al dulce apocalipsis.

Fin.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top