Capítulo 14
Debo haberme quedado dormido en algún momento, porque cuando abro los ojos, encuentro el apartamento en completa oscuridad, excepto por una luz tenue cerca de mi lienzo. La silueta de Park está a su lado.
Trago con dificultad, la forma en que mi cuerpo reacciona al verlo sigue siendo un misterio para mí. ¿Estaré en problemas? La respuesta es obvia.
Aprovecho estos pocos segundos de ventaja antes de que se dé cuenta de que estoy despierto para mirarlo sin reparos. No sé por qué incluso la manera en la que está de pie, apoyando el peso de su cuerpo en una pierna, es tan jodidamente atractivo para mí.
Park, me pones nervioso.
Su cabeza está inclinada hacia la izquierda, con la mano derecha agarrándose la barbilla en un gesto tan propio y elegante que me saca el aire. Un solo segundo de hacer lo que estoy haciendo: mirarlo como si lo estuviera follando con fuerza, y mi piel es consciente de cada uno de sus movimientos.
No puedo permitir que esté allí, en medio de mi sala de estar, parado frente a la pintura como si conociera los secretos más profundos de todo mi universo sin tenerme a mí a su lado.
Entonces, me levanto de la cama lo más silenciosamente posible y me dirijo donde está él. Mientras me acerco, las curvas de su boca se elevan expectantes. No me mira, pero sabe de mi presencia, se demora, deliciosamente alerta, y espera lo que pase.
Park... No quiero esconderme más. Quiero mostrarte todo lo que guardo dentro.
Tú vales la pena cualquier precio que tenga que pagar con mis demonios más tarde, cuando ya te hayas ido de mi departamento y mi oscuridad me consuma.
Sí, a la mierda todo.
Eso es lo que amo de Park... Espera, ¿acabo de decir amor? Maldición, sí, sí lo hice, y es exactamente lo que estoy sintiendo.
Mi chico misterioso sabe cómo esperar a que las cosas se desarrollen, a que yo suceda. Su vida, casi en cámara lenta, es embriagadora para mis sentidos, haciéndome querer más, necesitar más, e incluso, a desenvolverme para él, dejando atrás capa tras capa, con total imprudencia y descaro.
—¿Te molesta si te acompaño? —pregunto, mientras mis dedos se arrastran hasta sus omoplatos. Soy un poco más bajo, por lo que mi barbilla se ajusta perfectamente a un lado de su cuello, ahora que estoy de pie detrás de él.
—En lo absoluto —susurra, y tras una respiración profunda agrega —Noah, bebé, esta pintura es tan convincente; no puedo apartar la mirada. Tienes mucho talento. ¿Por qué no me dijiste lo talentoso que eres?
—Bueno —le digo, mientras deposito un breve beso en la marca de nacimiento más linda que he visto en mi vida: parece un pincel diminuto —la cosa es que no lo soy.
Se da la vuelta para mirarme y es tan hermoso que duele.
—¿Cómo puedes negarlo? —Sus ojos se abren de par en par, y me está costando demasiado mantenerme quieto sin partirle la boca de un beso.
—Creo que podrías estar opinando bajo el efecto de ciertas cosas que acaban de ocurrir. Y quizás, solo quizás, seas un poco imparcial —Suelto una risa por lo bajo y él resopla en respuesta.
—No. Esto no tiene nada que ver con lo que siento por ti.
¿Acabas de decir lo que sientes por mí? Dios, sí, lo dijiste.
Park siente algo por mí. No puedo describir el efecto que sus palabras obtienen en mi interior. Él tiene este encanto desconocido y trascendental que me domina por completo. Un movimiento de su parte y me estoy derritiendo bajo su resplandor.
Mis entrañas giran y mi alma implosiona. Me pregunto si las olas del mar diluyeron mi miedo a mostrarme a alguien, que en lugar de ahogar mi cuerpo, terminé limpiándolo de alguna manera...
—Está bien, okay, tú ganas —No puedo evitar reírme.
—Así se habla, bebé —contesta, fascinado, mientras acaricia brevemente mi rostro con sus dedos largos y elegantes.
—Dime entonces, ¿qué ves ahí dentro, Park? —le pregunto algo, lo que sea, con tal de que no note lo excitado que estoy. No quiero que piense que soy una especie de maníaco sexual, pero lo deseo tanto que no puedo pensar con claridad.
Me mira boquiabierto, y el aire parece evaporarse de la habitación de una sola vez. Se da vuelta y comienza a hablar apasionadamente, la cadencia de sus palabras rebota en cada rincón de la habitación.
—Toda esta pieza sangra compasión. Cada trazo comenzó con delicadeza y luego se transformó en una desesperación agresiva. Habla de dolor, pérdida y, sobre todo, identidad. Estás en cada curva que tomó el pincel. Te siento sumergirte aquí, Noah, me estoy asfixiando contigo y, sin embargo... —Su dedo índice descansa sobre los rayos blancos que he añadido después de conocerlo —hay esperanza.
Su impecable interpretación me toma completamente por sorpresa. Park también lo ve.
—No sé qué decir —murmuro, todavía un poco abrumado —Aparte de que viste a través de mi arte, bebé.
—Me gusta eso. Me gusta demasiado, de hecho —Me observa con picardía, mordiendo su labio inferior segundos después.
—¿Y qué sería eso exactamente?
Él no responde, simplemente me regala una sonrisa torcida, sin palabras, así que insisto.
—Park, sabes que estás jugando con fuego... —Mi mano actúa con voluntad propia, y roza su antebrazo casi imperceptiblemente.
—Me gustó cómo me llamaste bebé por primera vez. Me encanta —Inclina la cabeza y sus rizos rozan el lado derecho de mi sien. Capturo uno con mi dedo índice y lo giro con delicado cuidado.
Esa es la cuestión, precisamente aquí a su lado, todo es por vez primera. Casi como si acabara de empezar a vivir el momento en que me desperté en esa playa, encontrando mi camino hacia él.
—Te encanta, ¿eh? —digo, entrecerrando mis ojos con complicidad, cosa que lo hace reír a carcajadas.
—Ajá, siéntete libre de abusar del término todo lo que quieras —casi susurra, acercándose, descansando su frente contra la mía.
—¿Park?
—¿Sí?
—Estás cambiando mi mundo, bebé —le confieso, conteniendo la respiración.
—Lo sé —responde, mientras sus manos se envuelven alrededor de mi cintura —También estás cambiando el mío.
—Lo sé —suspiro, y como no puedo controlarme más, estoy estrellando mis labios contra los suyos.
Nos besamos sin piedad, mi lengua se desliza por la comisura de la boca de Park, saboreándolo sin miramientos. Lo empujo contra la mesa del comedor y hago que se dé la vuelta, mientras agarro la parte de atrás de su largo cabello ópalo con mi mano izquierda, tirando de él con suavidad, para que se vea su nuez de Adán. Lo veo porque estamos frente a un espejo. Me alejo por un segundo, incapaz de reconocer mi reflejo, pero me atrevo a echar un segundo vistazo, y me encuentro con la mirada oscurecida de Park allí. Lo escucho jadear mientras desabrocho sus jeans.
—Noah —jadea.
Mis manos viajan debajo de sus calzoncillos negros, acariciando su longitud, los gemidos salen de su garganta. Busco un condón en el bolsillo trasero de mis jeans, y me doy palmaditas en la espalda por haber tenido la idea más brillante de guardar uno allí.
Planto besos húmedos por todo su cuerpo, demorándome en su espalda baja. Saboreando los segundos previos a lo que sucederá a continuación.
—Voy a follarte ahora, cariño —le digo con voz ronca.
—Sí, bebé. Sí, por favor —Su cadencia áspera me quita el resto de las inhibiciones.
Permito que la lujuria reine sobre mí, mientras me deslizo dentro de Park con un gemido que se encuentra con otro que sale de su boca. Su cabeza cae hacia atrás contra mi hombro mientras mis dos manos se deslizan por su abdomen para agarrar los huesos de su cadera.
—Abre tus ojos, Park —Respiro contra su cuello, a lo que él hace caso —Quiero que nos mires mientras sucede.
—Noah, mierda, esto es tan intenso —gime mientras continúo mi asalto lento, encontrando su mirada, estocada tras estocada.
Empiezo a acelerar el ritmo, incapaz de detener este fuego furioso que quema mi corazón y mi piel. Sonidos estrangulados escapan de mis labios mientras me deshago, llevándolo conmigo, escuchando los ecos de mi nombre pronunciado en éxtasis de un clímax compartido.
***
—Ahora soy yo el que se está muriendo de hambre de verdad —dice Park, con una sonrisa infantil.
—Mierda, creo que no tengo nada más que huevos y pan —digo, sintiéndome como un idiota irresponsable.
—¡Perfecto! Huevos revueltos y tostadas, entonces —responde, haciendo que todo encaje en su lugar, a pesar de que son casi las diez de la noche y deberíamos estar teniendo una comida decente.
Lo veo buscando a tientas los utensilios, y mi corazón se saltea varios latidos.
¿Dónde has estado toda mi vida, mi chico misterioso?
—¿Dónde está tu sartén? Dime que tienes uno, por el amor de todo lo que es rico de comer —Él se ríe, todavía encontrando su camino en mi cocina.
—Bueno, supongo que sí. Pasa que casi nunca cocino en el enton—
—Lo encontré —Deja escapar una risita. Hace alarde de la maldita cosa, haciendo que parezca como si hubiera descubierto milagrosamente el Santo Grial. No puedo evitar mirarlo embobado.
Dos minutos después, huelo tostadas y algo delicioso hecho de la nada: el hombre es una especie de chef de verdad. Mientras pongo la mesa, me encuentro incapaz de dejar de sonreír.
—Bebé, ¿puedes venir aquí un segundo? —Su falso acento francés me hace derretir por dentro.
—¿Qué pasa, François? —Pregunto, mordiéndome el labio, reprimiendo otra sonrisa.
—Monsieur, es con el más profundo orgullo que les presento nuestra cena.
Ambos nos reímos a carcajadas y procedemos a comer lo que Park ha hecho, lo cual es delicioso para ser honesto.
—No tengo idea de cómo te las arreglaste para encontrar pimienta y sal —le digo, admirando la tortilla grande y suave con la boca aguada. Los ruidos retumbantes provenientes de mi estómago secundan mis palabras.
—¿Verdad? ¡Milagro!—responde encantado.
—Mis felicitaciones al chef, o debería decir: merci beaucoup.
Sus ojos se suavizan, mareándome un poco, mientras contesta —De rien, mon chéri.
***
Incluso después de que se ha ido, todavía puedo sentir su presencia; está por todo mi apartamento...
En mi cama, donde hicimos el amor por primera vez.
Junto a la ventana acompañándome mientras fumaba, él haciendo muecas todo el tiempo y yo riéndome entregado a sus besos y caricias.
Está incrustado en el sofá, cuando vimos mi libro de arte, o junto a mi lienzo cuando vio a través de mí.
Lo veo en el espejo, mientras me atrevía a hacerlo mío por un rato, o en el fregadero con los restos de nuestra primera cena casera.
Está flotando por todas partes, combinado con el aroma de mi cerveza favorita Folgers, que bebimos segundos antes de despedirnos.
Park, mi primera cosa real, mi primer todo. Mi corazón ha decidido quedarse, finalmente despertando y oliendo el café que me he preparado como consuelo a su ausencia.
Mi vacío está en pausa.
Mis demonios duermen.
¿Está mi taza medio vacía? ¿Está medio llena? Ni idea.
Lo que sí sé, es que esta es la primera vez que escapo de mi negrura, huyo de ella sabiendo de memoria cuan llena de pensamientos siniestros está.
Por hoy, la dejo atrás. Cierro la puerta a todo lo que no sea su recuerdo, sus caricias... y sobre todo a su olor en mi almohada.
Si, mientras perdure, no creo que quiera volver a entrar pronto.
N/A
Esperen... ¿Ya llegamos a las 200 lecturas? *se desmaya*
Gahhhhh rifnwohfbwoeibfowiebfwoeibf los amo demasiado!!!!!!!!!
Doble actualización prometidaaaaa
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