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—Lo lamento, Taehyung —susurro Jin con la garganta entrecortada, producto de las lágrimas que estaban comenzando a amenazar con salir—. Es mejor que terminemos ésta relación.

—¿Qué? —cuestionó perplejo Taehyung, no creyendo ni una sola de las palabras del pelinegro frente a él—. ¿De qué estás hablando? No seas ridículo, Jinnie.

Sonriente, Taehyung se encaminó hasta el enorme tocador de su habitación y cómo si fuera todo una mala broma de Jin, Taehyung tomó su ungüento de labios y se lo colocó con demasiada tranquilidad, mientras por el espejo del mismo tocador veía la expresión en la cara de su precioso Jinnie.

—No es una broma, Taehyung —aseguró Seokjin, sin la suficiente valentía de mirar a los ojos a su Taehyung—. Es mejor que no nos volvamos a ver más.

—¿Esto es una broma? —El pelinegro de Taehyung quiso saber, puesto que no entendía para nada las frías palabras de Jin.

—Adiós, Taehyung —murmuro bajo Jin, una vez que el mismo tomó y giró lentamente el picaporte de la puerta—. Sé muy feliz, por favor.

Con la mirada puesta en la figura de Seokjin a través del espejo, Taehyung por primera vez entendió y sobre todo, sintió, lo que era el dolor, lo que era que un nudo enorme se formará en la garganta de una persona antes de llorar, lo que era sentir las lágrimas acumularse en sus ojos.

[...]

Los primeros rayos del sol que están comenzando a entrar por el gran ventanal del departamento, que tanto Jin cómo yo compramos hacía solo unos meses, hacen que mi piel se estremezca de principio a fin.

Esté es el primer día que pasó en total soledad. Jin se fue ayer por la tarde y sus excusas sin sentido para dejarme me hacen querer golpearlo en la cara, a pesar de saber que ya no está y que ya no volverá.

El dolor en mi pecho es estúpidamente extraño. Jamás había sentido un dolor igual, una sensación tan fría y vacía.

Siento mis ojos cristalizarse, mi garganta secarse, mi pecho punzar, y mis puños cerrarse del coraje y desesperación por no tener una respuesta clara del porque él me dejó.

Seokjin y yo nunca fuimos de mundos iguales, la horrible familia de la que yo provengo es rica, más de lo que me gustaría admitir. Ellos se negaban a aceptar mi relación con él desde un principio. Sin embargo, bien o mal entendieron que era yo quien pasaría todos y cada uno de mis días a su lado, al grado de mudarnos juntos sin un previo aviso.

Por el contrario, para la familia de Jin no fue ninguna sorpresa el que él y yo nos convirtieramos en novios desde una edad más que temprana. Su familia desde el primer instante me había recibió con los brazos abiertos. Para su madre éramos la pareja ideal, para sus hermanos éramos un sueño de total perfección; la clásica historia de romance del chico rico que se enamora del chico pobre.

Aunque ahora, todo eso acabo.

Probablemente se cansó de mí, de mis actitudes poco cariñosas con él, de mis olvidos de nuestros aniversarios, de mis faltas de regalos en sus cumpleaños, de mis constantes cambios de humor.

Quizá todo sea mejor ahora para él. Quizá no me quería lo suficiente como cada mañana me lo decía y repetía por las noches. Quizá alguien más lleno todo el vacío que yo le ocasione con nuestra convivencia diaria.

Su recuerdo en cada rincón de la casa me atormenta, su perfume en la almohada me tortura, la poca ropa que quedó en el closet de él, me da una mínima esperanza de que vuelva.

La cama sigue exactamente a cómo Jin la dejo un día antes de partir, tendida y perfecta para que yo pueda dormir, pero, ¿cómo dormir si él ya no está conmigo? ¿cómo dormir si ya no sentiré su cuerpo rodeando el mío?

Las sábanas calientes que colocó no son más calientes si no heladas, las almohadas blancas no parecen tan relucientes a cómo usualmente lucen, todo comienza a perder color a mis ojos, inclusive el hermoso sol por fuera de la ventana.

Sentado en el suelo frío de la habitación, puedo percatarme de que el cielo azul ya no es más azul sino gris.

Con mis manos rodeando mis piernas, la primer lágrima de muchas empieza a correr por una de mis mejillas, mientras que un nudo enorme comienza a formarse dentro de mi garganta, uno que me impide respirar correctamente.

—Idiota.

Susurro al recordar aquella primera vez en que nos conocimos en un parque de juegos, cuando apenas y teníamos cinco años, y yo quedé totalmente encantado con él.

Me había caído del columpio en el parque y me había raspado gran parte de la rodilla. Él, con su tonto rostro encantador llegó a preguntarme si estaba bien y grande fue su sorpresa al ver que no lloré por más que mi rodilla sangraba.

Su sonrisa me cautivo, su forma de ser derritió mi corazón y mente en cuestión de días. Bajé las defensas y seguimos viéndonos por un buen tiempo, hasta que cuando cumplimos trece años, él me dijo que le gustaba y me pidió ser su novio.

Eventualmente nos enamoramos con el pasar del tiempo, o al menos eso creí yo.

Yo, Kim Taehyung, era feliz con Kim Seokjin. Pero al parecer Kim Seokjin, no era feliz conmigo.

Harto de recordar aquello me levanté del suelo y caminé a la salida de la habitación, sin importarme todos aquellos pedazos de vidrio que había en el suelo, dejando poco después, marcas de sangre de mis pies sobre el piso frío de madera oscura.

Quedando sobre el suelo el marco roto de una de nuestras tantas fotos juntos, seguí caminando, dejando por un momento todo aquel dolor atrás.

Estaré bien.

Me mentí, y se sintió tan real y convincente que mi pecho dejo de molestar por unos segundos...

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