Capítulo 5
Yo había imaginado muchas razones por las cuales Theo hubo regresado con Rebecca, pero que él la usara y que ella haya atravesado por tal horrorosa situación, eso no cruzó por mi cabeza en ningún momento. Y ¿Que tan perra era yo al haberme acostado con él, sin importarme el sufrimiento de ella? Era una muy maldita perra, y al final, también era la culpable de que él hubiese corrido a sus brazos, — eso aún tenía que analizarlo — tenía razón, yo saqué mis conclusiones y no lo dejé explicarme nada, error mío y lo aceptaba.
Para mí, era muy duro saber que la mujer que tanto amó, fue usada, violada por un hombre que buscaba venganza en contra de él, no lograba imaginar cuán malo fue para Theo descubrir eso, y sobre todo, después de que él mismo la haya usado. No podía formular una respuesta a lo que él me había preguntado, ni siquiera podía soportar verlo tan dolido, vulnerable, culpable ante la situación que vivía, ante lo que provocó con sus actos y vi el miedo en sus ojos, el temor de lo que yo pudiese pensar de él, después de tan horrible confesión.
— No soy tan diferente a Nicholas — dijo y el dolor en sus palabras casi me rompió — yo también la usé en un momento de decepción pero... luego de confesarme aquello, no podía decirle tal cosa aunque ella lo hubiese sabido. Me rompió el alma saber todo lo que sufrió por mi culpa y decidí devolverle un poco de mi amor para resarcir el daño.
— ¿Y crees que en estos momentos ella es feliz? Sabiendo que no regresaste a casa, estando consciente que yo he vuelto — logré decir sin llorar — esto me convierte a mi también en la peor de las mujeres — dije y abrió más sus ojos. Sí, él comprendió a la perfección lo que trataba de decir con ese también — estás son las consecuencias de haber aceptado el amor de nuevo en mi vida — maldije al recordar eso — ¡Ves porque no quería volver a amar! ¿¡Comprendes mi miedo ahora!? — le grité — ¡tenía miedo a amarte Theo, sin embargo cedí a eso y mirame ahora!... ¡Maldición, ahora me duele amarte! — grité dejando salir esas lágrimas que tanto retenía — desde el principio lo nuestro tenía el rotulo de prohibido puesto con letras grandes y ninguno hizo caso — aseveré con dolor e impotencia — mirános ahora, a lo que hemos llegado — nos señalé, uno frente al otro aun desnudos — lo nuestro ya no es ni será — declaré segura y vi como una lágrima rodó por su mejilla. Mis palabras herían y dolían a ambos pero era la verdad.
— No puedes decir eso — dijo — a pesar de que ahora esté con ella, te amo a ti Bel.
— ¡Y eso de que me sirve Theo! ¡Si no puedo tenerte aunque nos amemos! — dije con amargura — que pretendes ¿Qué sea tu puta amante? — pregunté con ironía, decepción surcó su mirada.
— Es increíble que creas eso, jamás te propondría algo así — bufó molesto — sólo te pido tiempo Bel, para arreglar las cosas con Becca y no herirla más — la ira me recorrió por completo ¿Quería tiempo? Eso era lo más absurdo y no pensé cuando mis pablas salieron.
— Claro Theo, tómate todo el tiempo que quieras y vete a la mierda — inquirí llena de rabia y el mas puro sentimiento de egoísmo y celos, yo no estaba para esperar y se lo haría entender. Sus ojos casi salen de sus órbitas cuando escuchó aquello, incredulidad e impotencia surcó su hermoso rostro y en otro momento, quizás me hubiese reído de su cómico gesto.
— ¿Qué ha cambiado Anabelle? — preguntó molesto y en verdad fue lo más estúpido que pudo cuestionar — Vivir todo éste tiempo con Ryan, te ha cambiado — dijo y en ese momento era a mi, a quien casi se le salían los ojos — te sorprende que lo sepa — bufó con burla — no deberías, ya me conoces y sabías que te buscaría — el miedo de que supiese de Leanne me atacó, no podía ser posible — aunque no lo supe hasta que regresaste, me enteré que has estado con él todo este tiempo — veía la duda que tenía acerca de eso, sabía lo que quería preguntar y yo necesitaba desviar el tema antes de que preguntara sobre nuestra hija.
— Hazla — lo reté — pregunta eso que tanto deseas saber Theo — sus ojos se cerraron con fuerza y sus manos se hicieron puño.
— ¿Estás de nuevo con él? — preguntó al fin con mucha dificultad.
— No — respondí segura y vi un atisbo de alivio en sus ojos, alivio que no duraría — pero si me he acostado con él — solté con veneno, no le mentiría en eso. Era egoísta, mi vida no era una película donde la protagonista era una santa de buenas intenciones, que ama y acepta con gusto lo que la vida le da, no. Yo deseaba hacerle saber que así como él folló con alguien más, yo también pude hacerlo. Ira y celos lo recorrieron, él deseaba ser el único en mi vida pero no podía darme los mismo a mí; tomó la lámpara que se encontraba en la mesa de noche y se giró para luego estrellar el objeto contra la pared. Jadeé. No por su reacción, sino porque su espalda quedó a mi vista; arañazos la surcaban, algunos con sangre seca, otros con puntos rojos por la sangre que no pudo salir, sus lindas nalgas estaban igual de arañadas y sabía que esas marcas, no se borrarían pronto, eran pruebas de nuestra noche juntos, noche que comenzó con amor y terminó de manera salvaje; no hubo dolor presente, solo placer y eso probaba que al igual que él, yo también podía darle sexo duro.
— ¿Te gustó estar con él? — preguntó llegando frente a mí, con paso lento pero peligroso, la valentía que sentía antes, se estaba esfusmando al verlo en ese estado — ¡Contestame Anabelle! — exigió tomándome con su mano de la nuca, su agarre era fuerte, no dolía pero igual lo hacía con violencia, puse mis manos en su pecho e intenté alejarlo pero fue imposible, con la otra mano me tomó de la cintura y me pegó a él.
— Sentí lo mismo que tú, al estar con Rebecca — susurré con parsimonia — ¿Responde eso a tu pregunta? — cuestioné y de nuevo la ironía resurgía en mis palabras — Veo que te dejé sin palabras — me burlé sonriendo de lado, siendo cínica en esos momentos.
— Veo que disfrutas el provocarme — dijo con su voz ronca — pero veamos, Anabelle — la mano que tenía en mi cintura comenzó a descender — ¿Era lo mismo estar con él, que estar conmigo? — ese hombre ya no era el Theo al que yo estaba acostumbrada, era uno completamente diferente, con una oscuridad que lo invadía — Si ese hijo de puta logró tomar un poco de lo mío ¿Por lo menos lo hizo bien? — su pene rozó mi vientre, ése comenzaba a endurecerse y mi cuerpo a reaccionar a su cercanía pero no pensaba permitírselo esta vez.
— ¡Basta Theo! — exigí — no importa si lo hizo bien o mal, lo hizo y ya... además ¡Yo no soy tuya! — grité.
— ¿Estas segura de eso? — preguntó pero no me dejó responder. Me tumbó sobre la cama y de inmediato subió sobre mí — ¿Crees que no eres mía? — siguió con su interrogatorio sin dejarme responder — porque tu podrás decir que no — mordió mi labio inferior sin besarme, sólo provocando dolor y luego lo hizo con mi cuello. Odiaba como mi cuerpo estaba respondiendo aun cuando él, no era para nada cariñoso — pero tu cuerpo me confirma lo contrario — dijo abriendo mis piernas con su rodilla y posicionándose en medio de ellas, quise alejarlo pero tomó mis manos y con una sola de las de él, las aprisionó por encima de mi cabeza — entonces... ¿Segura que no eres mía? — preguntó una vez más pero colocó la punta de su polla en mi entrada y sonrió cínico cuando me sintió húmeda.
— ¡Vete al infierno, maldito idiota! — gruñí.
— Lo haré pero te llevaré conmigo — sentenció y grité cuando me embistió con fuerza, hundiéndose en mi de una sola estocada.
Lo maldije ya que eso dolió pero pronto el dolor desapareció; Theo me estaba follando piel a piel, sin condón y agradecí estarme cuidando, por el momento no deseaba darle un hermanito a Leanne. Mis jugos pronto salieron a borbotones de mi cavidad vaginal y comenzaron a humeder todo el falo de Theo. Él me estaba tomando de forma dura, sus penetraciones iban cargadas de posesividad, lujuria, celos y pasión, era como si él quisiese marcar su territorio y como una estúpida, eso me encantaba, quería no sentir nada pero al contrario de eso, aflojé mis caderas y dejé que ellas se movieran al vaivén del cavernícola sobre mí. Mis pechos rebotaban de arriba a abajo por la presión de sus embistes, su mano libre se asió sobre mi cadera y la tomó con presión, marcando sus dedos en ella, me lastimaba pero eso solo hacía un delioso contraste con la excitación que estaba sintiendo, mis manos se estaban volviendo heladas y hormigueaban por la falta de sangre que su agarre impedía llegar a ellas y sabía que ahí también quedarían marcas.
— ¡Suéltame! — pedí entre jadeos pero me ignoró y comenzó a besar mis pechos, mordía y lamía a la vez — ¡Oh Dios! Me estás matando — dije cuando sentí la sensación del orgasmo arremolinarse en mi vientre.
— No quiero matarte y si lo hago, que sea de placer — gruñó — hasta que metas en esa cabeza hueca que tienes, que eres mía Bel, solo mía y nadie te hará sentir lo que yo, nadie te conoce como yo, y tu bello cuerpo lo sabe — sentenció — así como el mío sabe que es tuyo y responde de esta manera solo a ti ¡Entiéndelo! — jadeó — solo a ti mi amor — soltó y sentí como mi cuerpo se contrajo, salí de su agarre y sé que él lo permitió y de nuevo clavé mis uñas, esta vez en sus hombros y me dejé ir en el torrente de sensaciones que el orgasmo me estaba provocando, grite su nombre y también otras palabras muy malas que quería decirle y el maldito lo disfrutó, lo sabía porque en esos momentos él también comenzó a correrse y desvaciarse dentro de mí. Nuestras respiraciones eran rápidas y nuestros corazones se habían vuelto locos, pero no salió de mí y minutos después lo sentí endurecerse de nuevo — aun no he terminado contigo — anunció y con agilidad, salió de mi solo para hacerme dar la vuelta, con su mano me hizo ponerme sobre mis rodillas y de nuevo comenzó a penetrarme, esta vez desde atrás y mi cuerpo comenzó a reaccionar como solo lo hacía con él. De algo estaba completamente segura, me tomara como me tomara, mi cuerpo reaccionaba como él deseaba, porque como el idiota lo aseguró, yo era suya pero no lo aceptaría frente a él.
____***____
— Yo no seré el segundo plato de nadie. Recuérdalo.
Esas fueron mis palabras de despedida con Theo, después que me había llevado a casa de mis padres, después que me tomó como quiso y claro, después de que yo disfruté de todo lo que quiso hacerme. Era retorcido que mi cuerpo reaccionara a él y a sus formas de tomarme, era ridículo que yo, me haya dejado hacer y deshacer, pero así sucedieron las cosas y por muy perra que eso me hiciera, disfruté de cada momento con él.
— Sé que todo es complicado ahora y te juro que quiero estar contigo Bel, pero en estos momentos, no puedo dejar a Becca.
Reí irónica ante sus palabras y lo ignoré, lo hice porque era mejor así y después de todo, yo iba a marcharme, no pensaba quedarme en un lugar donde el vivía con otra y en donde mi corazón seguiría rompiéndose.
Llegué a casa a media mañana, mis padres no estaban así que, fue mejor para mí. Me fui a mi recámara y tomé una larga ducha en la tina, mis músculos protestaron con el agua y todo mi cuerpo se sentía adolorido, prueba de que mi noche y mañana habían sido duras. Cuando salí del cuarto de baño y llegué al espejo de cuerpo completo en mi recámara, chillé, lo hice al ver mi cuerpo; en el espacio entre mi cuello y hombro había marcas de los dientes de Theo, el muy cavernícola me mordió y lo hizo duro, comprendí entonces la molestia que había sentido después que me desperté a su lado y había ignorado, en el momento que hizo eso, ni siquiera lo sentí. Recordé cuando me tomó de espaldas en el sillón tantra y mientras ambos nos corríamos al mismo tiempo, clavó fuerte sus dientes, pero en el momento que lo hizo, solo provocó mas placer y por eso no importó, pero viéndome, confirmé que Theo podía llevar el sexo duro a niveles inimaginables; en mis caderas, estaban marcados sus dedos, de cuando me tomó por la mañana, en su ataque de celos por saberme con Ryan, y mis nalgas estaban rojas y con la piel alterada por sus azotes, mis muñecas también tenían marcas y después de eso, tendría que usar brazaletes por muchos días, él había marcado mi cuerpo a propósito, lo hizo pensando en que si me encontraba con Ryan, se daría cuenta de nuestra noche juntos y me molestó, pero entonces recordé las marcas de mis uñas en su espalda, su trasero y hombros, ajá, ¡Toma eso idiota! Yo no estaría con Ryan pero él llegaría a su casa y Becca estaba ahí, a ver como resolvía eso.
Luego de salir de la ducha y recordar mi tiempo con Theo, salí de mi recámara antes de que el cosquilleo en mi entrepierna — por recordar todo lo que él me hizo — aumentara. Pasé todo el resto del día con mi hija y al entrar la noche, me fui a la cama con ella, amaba mi tiempo con ella y eran los únicos momentos en los que yo era realmente feliz.
La noche pasó rápido y la mañana siguiente llegó enseguida, tomé una ducha rápida y me vestí con unos viejos pantaloncillos cortos de mezclilla rasgada, una camisa blanca de manga larga — para cubrir mis marcas — y unas zapatillas de piso muy cómodas. Bajé al comedor para desayunar con mis padres y luego me fui al jardín con mi pequeña, Ryan había regresado a California y nos acompañó en el jardín; hablamos y jugamos con Leanne, me preguntó sobre la cena de ensayo y mi encuentro con Theo, me sentí incómoda hablando de eso con él, así que, le comenté lo esencial y omití mi noche con él — no porque Ryan y yo estuviésemos en una relación — ya que era embarazoso admitirle que me dejé llevar por el momento y no me importó que Theo ahora era prohibido para mi.
— Niña, tienes una visita — anunció Dorothea llegando al jardín.
— ¿Quién es? — pregunté y la vi un poco extraña.
— Se trata de Rebecca Lee — dijo y eso cayó muy pesado en mi estómago — insistió en verte así que la hice pasar a la sala de estar — Ryan se quedó viéndome y creo que miles de colores pasaron por mi rostro al ver su expresión. No entendía nada, ella no tendría que estar aquí y de cierta manera, me intrigaban sus motivos.
— Voy en unos minutos — dije encontrando mi voz, mi nana asintió y se marchó — ¿Te quedas con Lea unos minutos? — pregunté a Ryan.
— No tienes que preguntarlo, ve tranquila, yo me quedo con mi nena — dijo y se lo agradecí, comencé a caminar hacia el interior de la casa con miles de preguntas en mi cabeza — si no regresas en diez minutos, llamaré a la policía y luego iré por ti — no pasé desapercibido el tono burlón de Ryan a si qué, me volteé, sonreí irónica y le saqué mi dedo medio, él respondió con una carcajada.
¿Qué hacía Rebecca aquí? Eso me intrigaba mucho, la única vez que cruzamos palabras, no fue nada grato, su manera de verme en la cena, no fue grata y aunque lo que nos pasó con Theo fue algo que ninguna de las dos buscó, ambas sentíamos reticencia a tratarnos y ahora yo, me sentía culpable por meterme con su marido, mientras ella lo esperaba. Ese definitivamente era un pensamiento agrio pero no pude evitarlo.
Entré a la sala de estar y la encontré sentada en el cómodo sofá grande, vestía con clase y estaba arreglada como la típica esposa de un CEO, lucía hermosa, ella era hermosa, pero la tristeza en sus ojos no se podía ocultar y eso, como que me golpeó un poco.
— Rebecca — dije llegando al sofá de enfrente.
— Anabelle, buenos días — saludó educada y respondí su saludo.
— Me sorprende verte aquí — admití.
— Me sorprende haber tenido el valor para hacerlo pero... era necesario. Por favor, toma asiento — pidió señalando el sofá de enfrente y lo hice — mira, sé que es raro para ti, lo es para mi pero... necesito pedirte disculpas — mi boca casi se abrió cuando la escuché ¿ella me pedía disculpas a mí? Era increíble y no lo comprendía, sobre todo cuando fui yo la que se acostó con su marido — No me mires así — pidió sonriendo — cuando regresé, yo no sabía lo que había sucedido entre tu y Theodore, bien, si sabía un poco pero no creí que fueras tan importante para él — siguió y punzadas de molestia picaban mi cuerpo — y las disculpas que te pido son porque di gracias a Dios cuando Nicholas puso sus ojos en ti — bien, eso me provocó ganas de saludarla con mi mano en su mejilla pero me contuve — fue ahí cuando mi infierno acabó Anabelle, y sé que es cruel pero te lo agradezco y te pido disculpas también, si no hubiese sido por ti, yo seguiría con él — una lágrima rodó por su mejilla cuando dijo aquello pero no supe que decir, ni que hacer. Comprendía su alivio después de lo que Theo me había confesado y solo por eso, no me molestaba que se alegrara de que ese maniático se fijara en mi — Y bueno, ahora gracias a ti vuelvo a tener la dicha más grande — sus ojos se volvieron brillosos y su voz estaba llena de felicidad, la tristeza que antes vi en sus ojos, había desaparecido, no comprendí de qué hablaba y la curiosidad me embargó.
— ¿A qué te refieres? — pregunté intentando sonar amable.
— Bueno... A que Theo y yo seremos padres otra vez — dijo y sentí que mi cara perdió todo el color cuando la sangre la abandonó — ¡Estoy embarazada! — confirmó y sentí el crujir de mi corazón al romperse de nuevo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top