Capítulo 3
Las risas de mi madre al jugar con su nieta, eran como una hermosa melodía para mí. Nada se compararía a esto jamás y aunque tuve mis motivos para no hacerlo, verlas me hacía arrepentirme de no haber vuelto antes. Agradecía que mis padres fuesen tan compresivos y no cuestionaran mis motivos, pero me sentía como una egoísta al no haberles permitido ver a mi hija antes.
Nerviosismo me atravesaba el cuerpo entero, las horas corrían rápido y el momento de la cena de ensayo, estaba llegando. Dorothea se encargaría de cuidar a Leanne mientras mis padres y yo, acompañábamos a Darcy y Tom en uno de sus días especiales.
Llegué a mi habitación luego de unirme un rato al juego de mi madre y mi hija; tomé una larga ducha para relajarme — que no ayudó mucho — y luego me preparé físicamente para algo que no tenía vuelta atrás. De pie, frente al espejo de cuerpo completo, suspiré profundamente, me gustaba como me veía; mi cabello corto estaba perfectamente arreglado, mi maquillaje era lo que Darcy podría denominar seductor y mi vestido verde musgo, no se quedaba atrás; llegaba hasta mis pies pero la abertura frente a mi pierna izquierda y el escote en mi busto, le quitaban todo lo pulcro y recatado.
No estaba lista para esto, lo aceptaba, y nunca estaría lista, por eso prefería enfrentarlo de una vez por todas. Ya no quería darle más tiempo a algo que tarde o temprano sucedería, tal vez dolería, pero mientras más rápido mejor ¿no?
O por lo menos, eso decían.
Ryan había tenido un problema con una de sus empresas y por lo mismo, no podría asistir conmigo a la cena. Así de buena era mi suerte, el día en el que más necesitaba su presencia, no la tendría. Mis padres ya se habían ido y yo... yo quería darle más tiempo a esto, de hecho, le pedí al chófer que diera tres vueltas más por la ciudad, antes de llegar al lugar de la recepción; me miró de manera extraña ante mi petición pero no le di importancia y no quería explicarle el por qué, simplemente le dije que me quería hacer esperar y creo que eso lo hizo pensar que, yo, solo era una engreída.
Pero no podía seguirle dando vuelta atrás al momento, así que, tiempo después, con la ayuda del chófer, salí del auto y me adentré al hermoso restaurante que mi amiga escogió para esa noche. Todo estaba perfecto, los arreglos de mesa, la decoración del lugar, el ambiente y los invitados vestidos de manera elegante.
Mi corazón latía a toda prisa, mis manos sudaban y me sentía extraña ante las miradas de los presentes, eran como si viesen a un fantasma — literalmente lo era — y odiaba ser el centro de atención, siempre lo había odiado. A lo lejos vi a Darcy junto a su futuro esposo, estaban hablando animadamente con otra pareja frente a ellos, su mirada me encontró y sonrió feliz al verme; me hizo una señal de mano y quise ir hacia ellos pero justo en esos momentos, la pareja frente a ellos giró y mi mundo se detuvo.
Dejé de respirar cuando reconocí a Theodore Lee, enfundado en un traje beige, su cabello peinado de una manera única — él lo hacía lucir único —, su barba había crecido, su cuerpo se notaba más musculoso y esos ojos verde-amarillos, ojos con los que había soñado noche tras noche, se conectaron a los míos, sorpresa, alivio e impotencia los atravesaron y por un momento no supe que hacer y sabía que él tampoco. Las ganas de correr y abrazarlo casi me dominaban pero la mujer a su lado, impedía que lo hiciera; Rebecca estaba junto a él, su cabello rubio lucía en ondas, su maquillaje hacía juego con su vestido rojo, realmente se veía hermosa. Estaba con su delgado brazo entrelazado al de Theo y mis ganas de matarla crecieron, de verdad, en esos momentos quise enviarla directo a donde creí que antes había estado, pero yo, me aseguraría que no volviera; yo misma me sorprendí de los instintos asesinos que nacieron de pronto en mí, no era correcto y lo sabía, pero no podía evitarlo.
Vi como ella me observó con sorpresa y desagrado, le dijo algo a Theo en el oído y éste quitó la mirada de mí, era el momento para reaccionar, así qué, di la vuelta y busqué a mis padres; caminé hacia su mesa cuando los encontré, me sentía frustrada, llena de celos, de ira y mucha decepción. Mi corazón aun latía desbocado, mis manos estaban heladas y las lágrimas picaban en mis ojos; verlo dolió más de lo que había imaginado y jamás superaría está noche, estúpidamente imaginé algo diferente cuando por fin estuviese frente a él, pero como dije antes, fue estúpido de mi parte creer que él correría a mis brazos así como yo, deseaba correr a los de él.
____***____
— Darcy luce muy feliz — habló papá viendo a mi amiga. Lucía hermosa también, su vestido azul cielo, acentuaba sus curvas, su cabello negro lustroso le daba un toque de mujer seductora y con seguridad podía decir que Tom, estaba encantado con eso.
— Tom, también luce feliz y muy guapo — dijo mamá ganándose una mirada graciosa por parte de papá.
— ¿Debería ponerme celoso? — preguntó él queriendo parecer serio.
— Jamás te cambiaría por nadie y menos por un jovencito — aseguró ella y luego se dieron un casto beso. Amaba verlos tan enamorados, amaba ver como se amaban y eso me hizo sonreír en medio de mi tristeza.
Un rato después me reuní con los futuros esposos, les deseé lo mejor, sobre todo un amor como el de mis padres — aunque la cena solo fuera un ensayo —. Hablamos durante un rato y reímos de algunas cosas. Como idiota, buscaba a Theo con la mirada pero no lo encontré; eso era muy patético de mi parte pero no podía evitarlo.
— Amiga, siento mucho lo de hace un momento — Tom se había ido por unas copas y entonces Darcy y yo aprovechamos para hablar cosas más íntimas. Negué con mi cabeza por su disculpa — aunque ver la cara de idiota que puso Theo al verte, fue épico — sonrió con picardía — y la de Rebecca, ni se diga.
— Eres una hipócrita — increpé — la saludas como si fuese tu amiga y luego te burlas — dije intentando bromear.
— ¡Nah! — hizo un gesto desinteresado con su delicada mano — solo soy educada con ella, tu eres mi mejor amiga y las amigas hacen eso, burlarse de las socias — casi escupo mi bebida cuando la escuché decir aquello.
— ¡Ella y yo, no somos socias! — chillé y rió — ella es su esposa, yo fui su... — me debatí entre lo que fui por un momento — su error — susurré y era la maldita verdad.
— ¡No vuelvas a decir una estupidez como esa! — me regañó ella y me sentí como una adolescente idiota — el error fue que Rebecca regresara — bufó — pero son cosas que no están en nuestras manos, Anabelle. Te aseguro que tú fuiste lo mejor en la vida de Theo, porque tú — me señaló con su dedo índice — le devolviste las ganas de vivir.
Una necia lágrima rodó por mi mejilla, la limpié de inmediato y no dije nada ante lo que Darcy acababa de decirme, no sabía como responder a lo que había dicho.
— Te quiero — le dije después de unos minutos, esas palabras encerraban todo y no había mejores palabras para responder a lo que me había hecho entender. Eso era algo que siempre guardaría en mi corazón; Theo no era para mí, nunca lo fue, sin embargo, lo que hubo entre nosotros, fue único y jamás nadie lo superaría.
Fuimos eso que denominan, la pareja correcta en el momento incorrecto.
____***____
La fiesta estaba a punto de llegar a su final, las copas que había ingerido comenzaban a surgir efecto, no estaba borracha pero si, muy alegre. Mis padres se habían marchado hace rato y junto a Darcy, decidimos olvidar las penas — mis penas — y disfrutar del momento; como en los viejos tiempos, decidimos disfrutar de la noche como si fuese la última y al fin había logrado olvidarme de mi frustrado reencuentro con Theodore, dejé de buscarlo con la mirada y me concentré solo en mis amigos y su felicidad.
Pero la hora de marcharse había llegado, me despedí de Darcy y Tom, también lo hice de algunos invitados que se habían acercado a darme la bienvenida. Salí del restaurante buscando el auto y el chófer de papá; la llovizna se había echo presente y todo indicaba que pronto caería un fuerte aguacero; la brisa fresca y húmeda golpeó mi rostro y agradecí que refrescara mi cuerpo. Suspiré fuerte y así como en las películas, me permití cerrar los ojos y abrir los brazos, disfrutando del aire libre y las diminutas gotas cayendo en mi cuerpo.
— ¡Bel! — todo mi cuerpo reaccionó ante esa voz, más no, mi cerebro. Me paralizé al escucharlo, los vellos de mi cuerpo se frizaron, mi piel se puso chinita y mis ojos se abrieron de golpe; la manera en la que me llamó me hizo regresar el tiempo atrás y retener todo el aire que luchaba por salir de mis pulmones — ¡Hermosa! Sé que me has escuchado — claro que lo había escuchado, sólo no podía creer que aun estuviese ahí, la súplica en su voz no hizo la situación más fácil, pero mis piernas reaccionaron y poco a poco me giré hacia él.
— Theo — susurré encontrando mi voz. Estaba de pie frente a mí, su corbata había desaparecido y su traje lucía como si se hubiera quedado a dormir con el, pero vaya que eso no quitaba mérito a su belleza, seguía luciendo hermoso y aun más sexy — Creí... que ya te habías ido — dije y me sonrió. Me sonrió con esa sonrisa ladina que tanto amaba, que tanta falta me había hecho.
— ¿Irme sin antes asegurarme que eras real? — cuestionó con ironía — No podía, sólo... fui a casa para dejar a Becca y luego tenía que volver — escuchar eso dolió, porque no podía acercarse a mí, si ella estaba presente y eso no estaba para nada bien.
— Ya comprobaste que soy real, ahora puedes volver tranquilo, con tu esposa — recalqué con enojo, di la vuelta para macharme pero él fue más listo, me tomó del brazo y detuvo mis pasos.
— Necesito que hablemos, déjame llevarte a un lugar tranquilo y luego a tu casa — pidió, cerré mis ojos sin voltear a verlo y empuñé mis manos — por favor, Bel, no me niegues eso — suplicó. No sabía que responder a eso, bien podía irme y negarme a su petición o podía quedarme, ir con él a algún lugar y aclarar algunas cosas — Si no aceptas hoy, seguiré insistiendo, así que tu decides, es hoy o mañana, de cualquier manera, tú y yo habláremos — declaró, giré para verlo y enfrentarlo; su mirada era determinante, desafiante y sabía que no aceptaría un no, como respuesta y yo, pues la verdad, yo también deseaba hablar con él.
— Salgamos de una vez por todas, de esto — dije y vi la satisfacción en su manera de verme.
Caminé junto a él a su auto, abrió mi puerta y me ayudó a subir; su contacto quemaba mi piel y lograba ponerme mas nerviosa — si es que eso, era posible — pero trataba de disimular lo que su presencia me provocaba. Salimos del estacionamiento y nos incorporamos a la carretera, el tráfico era poco y todo el viaje fue en silencio; ninguno de los dos sabía que decir y la tensión era palpable entre ambos, la lluvia había incrementado y el clima era un poco más frío. El camino no se me había hecho conocido hasta que Theo se adentró en el estacionamiento y reconocí el lugar de inmediato.
— ¿Por qué aquí? — pregunté viendo al frente.
— Para mí, es el mejor lugar para que hablemos — respondió sin darle importancia.
Salió del auto sin decir más y comenzó a rodearlo con la intención de abrir mi puerta pero, no se lo permití; abrí y salí sin su ayuda, se quedó de pie, observando mi acción y sonrió, yo rodé mis ojos. Parecía una adolescente con mi actitud y estaba consciente de ello, pero me sentía muy molesta con él.
Caminamos hacia el ascensor, nos metimos en el y, tal vez en otra ocasión hubiese deseado hacer muchas cosas estando dentro, pero no en esos momentos. Mi corazón latía con más fuerza cada vez que nos acercábamos a la puerta de aquel apartamento, lugar en el que gozé mucho al lado de Theo, pero en el que también sufrí una tremenda decepción.
El apartamento blanco... Así lo había llamado en aquel entonces y por un momento dudé en entrar ahí. Theodore abrió la puerta y me invitó a pasar, lo hice, caminando frente a él, rozando mi brazo en su pecho sin pretenderlo, pero aun así, sentí como se puso de tenso.
Todo ahí estaba cubierto por sábanas blancas, en algunas partes podía verse una fina capa de polvo y supe entonces que el lugar había permanecido cerrado, quién sabe desde cuando.
— El apartamento ha estado cerrado desde aquella noche — respondió él, leyéndome la mente, haciéndome volver a aquélla fatídica noche. Escuché el click de la puerta cuando la cerró y sentí como se acercaba a mí, poco a poco, con cada paso que daba, mi respiración se agitaba — ¡Oh Bel! — exclamó y sin esperarlo me hizo girar en mi propio eje para luego envolverme en sus brazos.
No supe que hacer al momento en que su abrazo casi me saca el aire, mis brazos quedaron a cada costado de mi; su aroma me embriagó por completo, la calidez que su cuerpo emanaba me arropó y mi corazón se volvió loco. Noche tras noche, soñé con poder estar de nuevo en está situación y cada vez ese sueño se hacía imposible, lejano; estando ahí, no podía creerlo y sobretodo después del primer encuentro que tuvimos en la cena.
Éste era mi reencuentro soñado y creí que no iba a tenerlo; las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos y sin pensarlo más, mi brazos se asieron a su delgada cintura y lo abracé con la misma intensidad que él lo hacía. Su cara se enterró en mi cuello y mi cuerpo comenzó a calentarse por su cercanía; era increíble volver a sentirlo.
— Mi hermosa Bel, eres tú — susurró, acunando mis mejillas entre sus manos — viva y aun más bella que antes — dijo, dejándome sentir su cálido y fresco aliento — no tienes idea del terror al que me enfrenté cuando recibí tu llamada y dijiste que ese maldito te seguía — sus manos bajaron a mi cuello y lo rodearon sin hacer daño — ni de lo que me dolió creerte muerta, la impotencia cuando leí tu diario, pero nada se compara a lo que sentí cuando supe que estabas viva y no permitiste que te viera.
No sabía que decir a todo eso, me había dejado sin palabras su mirada penetrante, la manera en la que me volvió a acunar el rostro y el dolor en sus palabras.
— Tuve que mantenerme oculta y así recuperame del choque — dije sin apartar la mirada y llevando mis manos a sus muñecas — luego descubrí que habías vuelto con Rebecca y que tenían un hijo — continúe — no quería entrometerme en tu familia y por eso decidí alejarme.
— Te he extrañado cada día — la seguridad y veracidad era palpable en su voz, sus pulgares comenzaron a acariciar mis mejillas, a limpiar mis lágrimas y me estremecí con el acto.
— Y yo a ti, Theo — confesé — pero ya nada es igual, tu tienes una esposa e hijo y yo, ya no pertenezco a tu vida — aclaré y vi el miedo en sus ojos.
— No sabes lo que dices, hermosa — contradijo.
— Si, lo s... — Mis palabras se cortaron cuando los labios de Theo se unieron a los míos.
Labios suaves y cálidos, siendo un rocé tortuoso, no moví los míos, solo sentí esa caricia que me llegó hasta el alma pero que sin embargo, no se sentía correcta.
— Basta Theo — dije — eres casado y esto no es correcto.
— Sshhh — me silenció — calla Bel, déjame sentirte — suplicó.
Su boca se apoderó de la mía y esa vez, no fue una simple caricia; sus labios estaban reclamando los míos, en un beso hambriento, necesitado y añorado. Seguía pensando que nada era correcto pero... A la mierda lo correcto. Al igual que Theo, yo también necesitaba, añoraba ese momento y decidí disfrutarlo, ya luego habría tiempo para pensar y arrepentirse.
Respondí a ese beso, con la misma intensidad, con la misma pasión que Theo lo hacía; lo besé por cada oportunidad que había perdido; nuestras lenguas se enredaron y bailaron esa danza tan sincronizada, reencontrándose de nuevo, dándole la bienvenida a ese momento. Las manos de Theo, dejaron mis mejillas y bajaron, una a mi cintura y la otra a mi espalda baja; mis hormonas comenzaron a volverse locas y mi cuerpo pedía más.
Las manos de Theo continuaron su recorrido hacia abajo y llegaron a mi trasero, acunandolo y apretándolo como en los viejos tiempos, eso provocó un cosquilleo en mi vientre que conectó con mi entrepierna y un jadeo escapó de mi boca, permitiéndonos tomar un respiro e intentar controlarnos.
— Aun te sigo amando Bel — esa declaración mandó a la mierda mi control. No me lo esperaba pero oírlo abría una brecha de esperanza en mi pecho.
— Y yo a ti, Theo — susurré con lágrimas en los ojos.
Coménzamos a besarnos de nuevo, esta vez con lujuria y mucha más pasión; mi sexo comenzó a palpitar, arder y doler por la necesidad de sentirlo y sabía que él estaba igual, lo comprobaba cuando su pelvis presionaba mi vientre y sentía su erección, luchando por romper su pantalón.
Lejos de la nubla que los besos de Theo me estaban provocando, la razón luchaba por salir y me gritaba que él, era un hombre prohibido para mi y que, lo que estaba sucediendo entre ambos estaba mal, muy mal.
— Déjame tomarte — las palabras de Theo salieron con necesidad — déjame hacerte el amor Bel, una vez más — suplicó y la razón me gritaba para que dijera que no.
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