Capítulo 14
Caminaba de un lado a otro, mi corazón estaba acelerado e impaciente, mi estómago revuelto por el olor a desinfectante, mezclado con alcohol — típico de los hospitales — la migraña que cargaba había desaparecido, sin embargo, en esos momentos el dolor en mi corazón era insoportable. Miraba hacia las puertas blancas frente a mí y rogaba porque alguien se dignara a salir por ellas y me explicara lo que estaba sucediendo; Darcy intentaba calmarme y ofrecía café o té a cada segundo, Tom intentaba conseguir información acerca de su amigo y Rebecca lloraba desconsoladamente en una silla.
El ambiente era horrible y mi desesperación aumentaba.
Simon llegó minutos después de nosotros para saber de su hijo y vi cuando llamó a la policía — media hora después —. Unos detectives llegaron y se fueron con él hacia un lugar más privado para hablar, quería saber de qué hablarían pero no quería moverme de donde estaba, necesitaba estar ahí, sentirme más cerca de Theo y rogar a Dios para que saliera bien de la operación a la que había sido sometido. Odiaba imaginarlo en una camilla, inconsciente y luchando por su vida, odiaba recordar la manera en la que se había ido y me sentí culpable, era absurdo tal vez, pero sabía que si yo no me hubiese negado a él, nada le habría pasado.
Después de irse de mi apartamento, se fue para un bar, al salir de ahí, un mal nacido aprovechó para apuñalarlo por la espalda y dejarlo tirado, desangrándose y muriendo lentamente, entonces me odié a mi misma. Si tan solo hubiese cedido a él, a los deseos de mi corazón y cuerpo, Theo se hubiese quedado conmigo y nada le habría pasado, pero yo había tomado una decisión, que me llevó a estar de pie, en un hospital, esperando a que me dieran una noticia de él, una buena. Vi como Tom le llevó un té a Rebecca e intentaba calmarla, ella estaba desecha y realmente la veía mal, no solo de ánimo sino también de salud y en su estado, no era bueno.
— ¿Familiares de Theodore Lee? — mi corazón se aceleró cuando un señor vestido de verde y aun con ese peculiar gorro en la cabeza, salió por las puertas dobles. Se veía exhausto.
— ¡Soy su esposa! — dijo de inmediato Rebecca, tristemente me tocó quedarme callada y rogar para que el doctor, nos informara de Theo a todos y no solo a ella.
— Ok señora Lee, acabamos de terminar de operar a su esposo, por el momento está en sala de recuperación y esperamos que responda bien para así trasladarlo a una habitación — dijo y me acerqué un poco más, el doctor me miró y sonrió amable y siguió informándonos —. Fue apuñalado tres veces y una de ellas, logró tocar un órgano; no les voy a mentir, el estado del paciente es crítico y esperamos que reaccione bien. Hicimos todo lo que está en nuestras manos y ahora solo queda esperar.
— Él tiene que recuperarse — hablé con la voz entrecortada — por favor doctor, no lo deje morir — supliqué al señor que me miraba con compresión.
— Todo depende de él, señorita — dijo con un poco de tristeza — de sus ganas de vivir. Nosotros solo podemos estar pendientes de su estado y hacer lo necesario.
— ¿Podemos verlo? — pregunté conteniendo las lágrimas.
— Solo permitiré que lo vea su esposa y una persona más — dijo mirando a Rebecca — será la que usted decida, señora. Pero tendrán solo cinco minutos cada una para estar con él, hágame saber su decisión para prepararlos — finalizó y luego se marchó.
Ambas nos miramos luego de eso, por primera vez, yo estaba en las manos de ella, todo dependía de ella y sabía que no me lo permitiría, esta era su oportunidad para alejarme de él y yo no podía hacer nada.
— Agnes está en la ciudad — dijo, informándome del regreso de la madre de Theo — ella ya sabe lo que sucedió y viene en camino — asentí en respuesta — no lo tomes a mal — agregó y sonreí levemente — pero entre tú y ella, prefiero darle la oportunidad a su madre.
— Adelante — la animé — estas en todo tu derecho — dije tratando de sonar fuerte. Se giró y comenzó a caminar hacia donde se había ido el médico.
Yo me giré y me fui hacia los baños, Darcy quiso seguirme pero la detuve, necesitaba estar sola y asimilar lo que pasaba. Al llegar a mi destino, me dejé ir y entonces lloré, lo hice de miedo, de tristeza, de frustración; Theo estaba al borde de la muerte y yo no podía estar con él, lloré con ganas al sentirme como la amante y ver como la esposa me restregaba en la cara que yo no tenía los mismos derechos que ella. Lloré porque yo no era la amante, simplemente la vida me jugó chueco y me hizo estar inconscientemente en un lugar que no me correspondía, un lugar del que me alejé porque quería, porque creí correcto hacerlo.
Sollocé con fuerzas y tapé mi boca para intentar callar mi llanto, pero me era imposible; cerré mis ojos y agarré fuerte el borde del lavabo y entonces sentí como unos fuertes brazos rodearon mi cintura, no escuché a nadie entrar y por eso me sorprendido ese atrevimiento, abrí mis ojos y vi a Liam detrás de mí, con agilidad me hizo dar la vuelta y entonces me envolvió en un fuerte abrazo, mi rostro quedó pegado a su pecho y me permití abrazar su cintura, lloré con mas ganas al sentir aquel gesto, al sentirme apoyada con él allí conmigo.
— Ya, nena — susurró, al tiempo que besaba la coronilla de mi cabeza y con una de sus manos, acariciaba mi espalda para calmarme —. Él estará bien — prometió pero eso no me servía. Me hizo verlo a los ojos y sacó un pañuelo con el que limpió mis lágrimas, lo hizo como si yo fuese una niña a la que él consentía. En otros momentos ese gesto me habría hecho reír, incluso me habría ofendido pero, en esos momentos me confortó mucho.
— Ni siquiera me permiten verlo — me quejé y en sus ojos pude ver la comprensión — está al borde de la muerte y yo no puedo verlo — las lágrimas comenzaron a salir de nuevo —. Dirijo empresas, doy órdenes que se cumplen de inmediato, soy fuerte y consigo todo lo que quiero y cuando quiero pero... mirame aquí, deseando ver al hombre que... — me quedé en silencio al darme cuenta de lo que iba a decirle.
— Que amas — terminó con una sonrisa en sus labios sin ser hipócrita, al contrario, era una sonrisa de verdad — no tengas miedo de decirlo frente a mí, estoy consciente de tus sentimientos hacia él y no me ofendes — explicó y asentí.
— Y no puedo — proseguí — porque no tengo ese derecho, porque no soy su esposa.
— No te preocupes — dijo y volvió a abrazarme — tienes suerte de tener a tu alrededor a personas que consiguen para ti, lo que tu no puedes — lo miré sin saber a qué se refería y me sonrió.
— ¿De qué hablas?
— Siento mucho haber faltado ayer a nuestro trago — pidió y no me gustó que ignorara mi pregunta, él lo notó y solo bajó un poco su cabeza y dio un casto beso en mis labios —. Fui a tu oficina para hablar contigo y entonces me informaron lo que pasaba, no dudé en venir hacia acá. Al llegar, no te vi y Darcy me dijo dónde estabas y lo que sucedía, en el camino me crucé con mi padre y luego de saludarlo y hablar un poco con él, te encontré aquí.
—¿Y qué tiene que ver eso con mi pregunta? — dije un poco exasperada, intenté alejarme de él pero no me lo permitió, me besó de nuevo y luego habló.
— Mi padre es el médico que atiende a Theodore y le pedí que dejara a mi jefa, ver un momento a mi... ¿jefe? — dijo y rió al decir aquello — tendrás tus cinco minutos con él y espero que puedas perdonarme — añadió.
Mi corazón se hinchó de alegría al escuchar aquello y comprender todas sus palabras, él había hecho algo por mí, algo muy importante y creía que no se daba cuenta de eso. Liam me estaba dando una oportunidad que agradecería siempre.
— Gracias Foster — musité con alegría — esto que haces por mí, no tiene nombre.
— Claro que lo tiene Bennett, se llama amistad — aclaró y mi corazón se aceleró, volvió a besarme en los labios, siendo un beso casto y el cual correspondí —. Somos amigos y los amigos hacen eso, apoyarse unos a otros y estar ahí, cuando alguno mas lo necesite, en las buenas, en las malas y en las peores.
— Los amigos no se besan en la boca, ni se follan como locos — alegué en broma.
— Y eso es lo extraordinario de nuestra amistad, que unimos lazos fuertemente — dijo riendo y eso me sacó una sonrisa a mí —. Y ahí está — agregó tocando con su dedo índice, la comisura de mis labios — esa sonrisa que tanto me encanta.
No pude decir nada más luego de eso, pegué mi frente a su pecho y suspiré fuerte, agradeciendo en silencio lo que Liam acababa de hacer por mi. Era increíble contar con personas como él, en momentos como los que yo atravesaba, era increíble tenerlo a él en mi vida, sin que pidiera nada a cambio o yo le pidiese a él, solo estando siempre el uno para el otro, como dos buenos amigos, así como él lo había planteado antes.
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Aun con la rabieta de Rebecca, Simon me pidió que lo acompañara a él y a Agnes con Rebecca para hablar acerca del informe que los detectives le habían dado. Habían descartado el robo y todo indicaba que había sido a propósito, alguien tuvo la intención de asesinarlo y el miedo de que pudiese infiltrarse en el hospital, creció; días antes, Theo recibió amenazas telefónicas y escritas, nadie lo sabía a excepción de sus detectives privados. Pensé en Nicholas y un escalofrío recorrió mi cuerpo, vi el terror en los ojos de Rebecca y supe que ella también pensó en lo mismo, ese malnacido había vuelto y teníamos que cuidarnos mejor.
— Rachel está siendo interrogada en estos momentos, los detectives se fueron para la cárcel en la que está recluida y esperamos que hablé... — siguió diciendo. Me abracé a mi misma y me sentí aun mas culpable de lo que le había sucedido a Theo.
— Él estuvo anoche conmigo — hablé interrumpiendo a Simon — cenamos juntos, con nuestra hija y luego se marchó.
— ¡Siempre tú, maldita entrometida! — explotó Rebecca al escucharme — ¡Es tu culpa que Theo esté así! ¡Te sigues metiendo en nuestras vidas!
— Cálmate, querida — le pidió Agnes — ya hemos hablado de esto antes. Anabelle no tiene la culpa de nada, todos te creíamos muerta, ella no se metió en tu relación con mi hijo — dijo con autoridad y se lo agradecí con la mirada.
— Sí, pero si ella se alejara con su hija, esto no pasaría — inquirió con veneno.
— Esa niña, también en mi nieta — replicó Agnes y Rebecca la miró asustada al ver su reacción.
— Exacto Rebecca — añadió Simon —, es nuestra nieta y el que tu sigas siendo la esposa de nuestro hijo, no te da el derecho de juzgar a Anabelle, ella no se metió entre ustedes — la autoridad en la voz de Simon, no le dio lugar a seguir hablando y con la mirada le agradecí a él y Agnes su intromisión.
Él siguió hablando e informándonos de todo lo que se haría, pondría seguridad al cuidado de Theo y aunque se ofreció para darme seguridad a mi hija y a mi, le dije que no era necesario, yo tenía mi propia seguridad y no deseaba más discusiones con respecto a eso. Al final, Simon se marchó con Agnes y cuando estuve a punto de hacer lo mismo, la mano huesuda de Rebecca me detuvo.
Era de esperarlo.
— ¡Dijiste que no había estado contigo! — me espetó.
— Dije que no había pasado la noche conmigo — respondí de la misma manera.
— Aunque ellos piensen lo contrario, tú eres la culpable de todo — me señaló con su dedo índice —. Sigues insistiendo en estar con él, le dijiste lo de tu hija solo para que él volviese contigo — inquirió con ira, mi paciencia con ella estaba a punto de irse a la mierda.
— Cuida lo que dices, porque yo no soy igual a ti — le advertí —. A ti no te importan mis razones pero si le dije lo de nuestra hija, fue porque estaba en su derecho de saberlo y era un derecho de mi hija que le negué por idiota, por pensar en tu hijo antes que en la mía — alegué recalcándole que Leanne también era hija de Theo — y yo no insisto en estar con él, agradece que me respeto a mi misma porque de lo contrario, ya me hubiese revolcado con Theo las veces que se me diera la gana — una muy fuerte bofetada me hizo girar la cara, la maldita me había golpeado y aunque tuve la intención de devolvérsela, detuve mi mano antes de llegar a su mejilla. No podía golpearla al estar embarazada, ella podía aprovecharse de eso y lo sabía, me lo demostró al sonreír descaradamente en mi cara —. Sigues aprovechándote de tu embarazo — solté y su sonrisa se borró —. Vamos Rebecca, di algo — se quedó en silencio —, ambas sabemos que si estás embarazada, es solo por mantenerlo a tu lado y a diferencia de ti, yo no necesito de una artimaña porque por mucho que te duela, él me ama a mí, él me sigue buscando a mí, desea estar conmigo — ella no podía ocultar su ira al escucharme decir aquello — y si anoche no te dijo hacia dónde iba, es porque yo le pedí que no lo supieras y sabes qué, quiso hacer el amor conmigo y fui yo, solamente yo la que no se lo permití — su silencio me bastó para saber que era momento de marcharme de ahí, no valía la pena seguir discutiendo con ella, sonreí con suficiencia al ver su rostro crispado de furia. Bien decían que muchas veces, las palabras dolían más que los golpes; comencé a caminar hacia la salida pero sus palabras me detuvieron.
— Tu le negaste lo que yo le doy de sobra — no me giré para verla decir aquello —. Conmigo cumple todas sus fantasías, es a mi a quien le hace el amor todas las noches, a la que besa antes de dormir, a la que le sonríe al despertar — sí, las palabras dolían mas que los golpes — es a mí, solo mí — recalcó y entonces me giré.
— Tienes toda la razón en eso Rebecca Lee, es a ti, solo a ti, pero para tu mala suerte; todo eso lo hace pensando en mí, deseando que sea yo la que esté en tu lugar. Porque si de algo estoy segura, es que Theodore te folla a ti, pero en su mente, susurra mi nombre, me imagina a mi, para poder correrse, solo a mí — recalqué, le guiñé un ojo y luego me marché de ahí.
No era momento para saber quién ocupaba cada lugar, era momento para preocuparnos por lo que pasaba y cómo lo enfrentaríamos, era momento para pedirle a Dios, que él hombre postrado en una camilla de hospital, saliera bien de todo y estuviese pronto con todos, disfrutando de la vida.
Liam me encontró luego de mi enfrentamiento con la hiena, me llevó hacia una sala y ahí, unas enfermeras se encargaron de ponerme un traje verde, igual al que usaba el médico — padre de Liam — después de la operación. Cuando estuve lista, una de ellas me llevó hacia la sala de recuperación, era mas bien una habitación y a través del ventanal de vidrio, pude ver a Theo, postrado en la cama, con muchos aparatos conectados a él. Suspiré fuerte antes de entrar y acercarme, no era fácil verlo de aquella manera, cuando una noche antes, estaba bien y disfrutando de su hija.
Los ojos se me llenaron de lágrimas cuando lo vi tan pálido, sus labios estaban casi blancos y si no hubiese sido por aquella máquina que monitoreaba su corazón, habría creído lo peor. Mi Theo lucía muy mal, me había negado a sus besos y caricias y en esos momentos los necesitaba tanto como el aire. Con la mano temblorosa acaricié su rostro, sus labios y deseé besarlo y hacerlo que me correspondiera.
— Tienes que recuperarte — susurré con la voz gangosa — el cumpleaños de tu hija se acerca y recuerda que tú serás su príncipe — mis lágrimas salían a montones al ver que no reaccionaba, yo necesitaba que se pusiese a reclamar, necesitaba sus celos, sus rabietas.
Un leve gemido salió de él y entonces mi corazón se aceleró, estaba reaccionando, eso era todo lo que necesitaba para salir feliz y terminar aquellos cinco minutos que me habían dado.
— Theo, vamos mi amor, despierta — le animaba sin dejar de llorar — tus hijos te necesitan, yo te necesito — vi como con dificultad, abrió sus ojos, sonreí cuando lo hizo e intentaba reconocerme.
— B...Bel — susurró y fue como si mi alma había regresado a mi cuerpo — fue... Nicholas — agregó sin fuerzas, mi piel se erizó, sospechaba que había sido él y no estaba equivocada.
— Calma, ya estas bien — intenté tranquilizarlo y negó.
— Él va por ti, hermosa — dijo e intentó tocarme pero comenzó a toser, eso le dolía, lo supe al ver su rostro — alejáte de mi — decía sin dejar de toser — solo así él no te tocará.
— Theo cálmate — pedí al ver que la tos no cesaba.
Casi grito cuando vi como salía sangre de su boca, no dejaba de toser y entonces supe que algo no andaba bien. Corrí hacia fuera y como si se tratase de una película, grité por ayuda, al volver dónde Theo, vi como la máquina de monitoreo mostraba su corazón acelerado y antes de que alguien llegara, una línea recta apareció en la pantalla y sentí que era mi corazón el que se había detenido.
— ¡No! ¡Theo, noooooo!
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