Capítulo 11


Había visto muchas facetas de Theodore Lee, el misterioso, dominante, controlador, apasionado, el idiota, el descarado, celoso, posesivo, amoroso, hasta a el infiel, pero jamás al padre; porque aunque lo vi en una ocasión con su hijo, nunca lo vi de la manera en la que lo veía con Leanne en sus brazos. Supe entonces que mi pequeña tendría a un padre sumamente protector y celoso, pero también un padre que la amaría por siempre y daría su vida por ella. Todos mis intentos por odiarlo, se habían ido a la mierda en esos momentos, porque eran esos momentos, los que me habían hecho amarlo hasta que doliera.

— ¿Puedo pedirte algo? — dijo y asentí — Sé, que quedaste de verte con Liam esta noche — volví a asentir y me puse nerviosa — No lo hagas — suplicó y tragué fuerte ante su petición, eso era algo que no me lo esperaba, no en ese preciso instante —, por favor, hermosa — susurró y no sabía que responder.

Suspiré profundo y me fui hacia la gran ventana de la habitación, desde ahí, podía ver el jardín que adornaba la mansión y los grandes árboles que se alzaban mas allá del terreno de mis padres; medité por unos buenos minutos lo que Theo había pedido, no porque dudaba en lo que iba a responder, sino porque odiaba estar en esta situación, frente a nuestra hija.

— Mi tiempo aquí se hará mas largo de lo que pretendía — hablé al fin —, así que, creo que pronto me mudaré a mi apartamento. Dorothea me acompañará — eso no era lo que él esperaba que respondiera —. Cuando desees podrás visitar a nuestra hija.

Me giré y lo encontré tenso e impaciente, se notaba como luchaba en su interior por decir muchas cosas, cosas que se guardaba por respeto a Lea.

— Tengo que ir a mi habitación, si quieres quedarte más tiempo, no hay problema — avisé — le diré a Dorothea que venga a ayudarte.

— Esta bien — masculló entre dientes, ignoré su comportamiento y caminé para salir de la habitación. Me detuvo con un toque sutil cuando estuve a su lado — Aun no has respondido a lo que te pedí — dijo y en el proceso, acercó su rostro al mío, pegó su frente a mi la mía y luego susurró: —. En verdad necesito que lo hagas — mi loco corazón estaba reaccionando a su cercanía, inhale profundo su rico aroma y abrí mis ojos, hasta ese momento me di cuenta que los había cerrado. Los abrí antes de que la estupidez le ganara a mi razón.

— ¿Quieres que responda sincera o lo que te hará sentir mejor? — pregunté separándome de él, me miró sin poder creer lo que había dicho, cerró los ojos con impotencia y cuando los volvió a abrir, vi la frustración en ellos. No respondió nada — Lo imaginé, Theo — me respondí a mi misma y le regalé la sonrisa mas cínica que podía tener —. Te veo luego — me despedí, salí de su agarre y me marché hacia mi habitación.

Él no me manipularía valiéndose del amor que le tenía.

Había decidido seguir adelante sin él, no con otro hombre — no creía en eso de, un clavo saca a otro —, pero si disfrutaría de lo que alguno de ellos me diera. Tampoco sería una puta, jamás lo había sido, simplemente disfrutaba de estar con un hombre, cuando la oportunidad se presentaba, pero siempre era una a la vez y eso no cambiaría.

Iría a casa de Liam y terminaríamos lo que habíamos empezado.

Me quité la ropa y luego me metí a la ducha, tomé el baño más largo de mi vida. Quise que el agua que corría por mi cuerpo, también se llevara mis penas y confusiones y no solo la suciedad; pero estaba pidiendo mucho.

Al salir del baño, enrrollé una toalla alrededor de mi cuerpo — luego de secarme — y fui por mi móvil, lo había dejado en la mesita de noche al lado de mi cama. Lo tomé y activé, vi la notificación de un nuevo mensaje, era de Liam.

Liam: Preparando todo para esta noche... Te follaré tan rico, que , que terminarás pidiéndome la receta.

Sin poder impedirlo, reí al leer aquello, ese hombre sabía como prenderme sin necesidad de tocarlo, tocarme o tenerlo frente a mí.

Prometes mucho, casanova. Espero no decepcionarme.

Tecleé rápido y envié el mensaje, no había pasado mucho, cuando su respuesta llegó.

Liam: Acabas de tentar al diablo, Bennett.

Ya he jugado con él, Foster.

Me mofé y esperé a que respondiera, tardó un poco más que antes.

Liam: Anda preciosa, mueve tu hermoso culo y tráelo hasta mi regazo. Ya deseo saborearlo, verás que con mi diablo, se juega mejor.

Solté una sonora carcajada al leer aquello, ese chico estaba loco y deseaba contagiarme de su locura. Decidí no responder y me acerqué a mi closet, saqué la ropa interior que usaría y la dejé lista en mi cama. Luego seguí con la ropa que usaría. Me debatía entre un soso vestido negro o un conjunto de ropa casual, tenía uno en cada mano y los miraba de manera alternada.

— Si fueras a verte conmigo, te preferiría en ese vestido negro — me tensé al oírlo. No escuché los golpes en la puerta, tampoco que la hubiese abierto para pasar dentro de mi habitación. Sentí cómo mi piel se erizó, no solo por oír su voz, sino también por sus palabras —. Quedaría perfecto con tu lencería.

— ¿Qué haces aquí? — pregunté dándome la vuelta para verlo, me acerqué a la cama y coloqué la ropa en ella.

— Hacer mi papel de idiota — dijo irónico, asentí a eso —. Quería intentar hacerte cambiar de opinión, pero al entrar y verte tan concentrada en lo que usarás, veo que es inútil.

— Lo es Theo. Y no sé que pretendes con tu actitud, pero creéme, no lo lograrás.

— Muero de celos al saber que estás a punto de irte con otro.

— Es bueno que lo sientas, así sabrás lo que he sentido yo, todo este tiempo. Al saber que cuando sales de la oficina, te vas a casa con otra.

— Es diferente — reí a carcajas cuando dijo aquello.

— ¿Te escuchas, Theodore? — espeté — Acaso tienes idea de lo ridículo que es, eso que dices — no respondió, ni lo dejé hacerlo —. Tú te vas a casa con ella, cada día. Pasas a su lado cada noche. Susurras en su oído lo que desearía que me susurrases a mí, le haces lo que tanto muero porque me hagas a mi, solo a mi — recalqué — ¿Y lo obtengo? No Theo.

— Entonces te irás con ese imbécil, solo porque yo no puedo estar contigo. Lo haces para castigarme — aseguró indignado, lo miré de la misma manera.

— No Theo, me iré con él porque ha hecho que me muera de ganas por estar con él — solté en un momento en el que mi lengua se desconectó de mi cerebro —. Por que a pesar de que no somos nada, me ha hecho desear todo.

— ¡Cállate! — pidió con ira, le sonreí.

— Para tu mala o buena suerte. Soy sincera y si te duele mi verdad. Perdón, pero no lo siento — vi como dio un paso hasta llegar frente a mí, tomé mi toalla para asegurarla a mi cuerpo y vi su intención de tocarme. Levantó sus manos pero las detuvo antes de llegar a su destino —. Me estas retrasando, Theo — anuncié — y a ti te esperan en casa, tu esposa y tus hijos.

Nos miramos directamente a los ojos, vi su dolor e impotencia, traté de que en los míos, solo notase la determinación. Se giró y comenzó a caminar hacia la puerta de salida.

— ¡Theo! — lo llamé, se giró y me dolió ver la ilusión en sus ojos, pero no me retractaría — La próxima vez que quieras pasar a mi habitación. Toca antes de entrar — pedí, sonrió sin gracia, con aquella sonrisa ladina que tanto amaba y luego siguió su camino.

Yo le advertí que podía llegar a ser muy perra.

____***____

Estacioné el auto fuera del apartamento de Liam y me quedé ahí por unos minutos, las palabras de Theo me habían calado y era una estúpida por eso. Miré hacia el apartamento y me debatí entre ir o quedarme, el motivo era tonto; estuve a punto de marcharme, cuando vi a Liam salir y llegar a mi de inmediato.

— Ni se te ocurra marcharte, Bennett — advirtió cuando llegó a la ventana del coche, sonreí por su amenaza.

— Olvidé algo y pues, pensé en ir por ello — mentí.

— Creéme, aquí no necesitarás nada más que no sea tu cuerpo — mordí mi labio para evitar sonreír a cada momento como una tonta, cada vez que decía algo.

Se tomó el atrevimiento de abrir la puerta del coche y tendió su mano para ayudarme a salir, de nuevo la electricidad nos atacó a ambos y cuando quise alejar mi mano por el impacto, él no lo permitió. Era increíble como podía escucharse el sonido como de dos cables haciendo corto circuito y el golpe que eso provocaba, no dolía más si era una sensación extraña.

— Luces preciosa — halagó cuando estuve de pie y caminando a su lado. Había escogido la ropa casual y dejé de lado el vestido negro.

— Gracias — murmuré.

Pasé dentro del apartamento cuando él me invitó y quité mis zapatos cuando Liam hizo lo mismo — el piso era solo alfombra —. El apartamento era amplio y muy limpio, decorado perfectamente para él, con paredes blancas y muebles oscuros al igual que los cuadros y adornos, llegó a la cocina y sacó del refrigerador dos botellas con agua, me tendió una.

— Te ofrecería un trago pero, te quiero lúcida.

— Gracias — dije mirándolo mal, no porque me molestara, mas bien porque quería jugar un poco.

Liam estaba vestido con ropa informal pero se veía increíble y su hermosura resaltaba con lo que sea que usara, yo estaba cerca del desayunador y vi como se acercaba a mí; chillé cuando me levantó sin dificultad y sentó sobre la isla.

— ¡Wow! ¿Vas al gimnasio? — pregunté y rió.

— Lo hago, también práctico diferentes deportes.

— ¿Follar es un deporte para ti? — le cuestioné riendo.

— Tal vez — respondió sonriendo de lado — follarte a ti, será como entrar a las olimpiadas — susurró mientras daba un casto beso en mis labios — y quiero ganarlas — aseguró para luego besar mi mejilla y llegar a mi cuello — luces perfecta sobre la isla — dijo en mi oído, toda mi piel se erizó — desnuda, sobrepasarás esa perfección — añadió a la vez que lamía el lóbulo de mi oreja y mis ojos se cerraban, disfrutando de sus caricias.

Pronto llegó a mi boca y comenzó a besarme, respondí a ese beso y no me negué a disfrutarlo, su manera de poseer mi boca, era única; me hacía sentir cuanto disfrutaba de mis labios y por ende, yo disfrutaba en sobremanera los suyos, su lengua acariciaba la mía como si esta fuese un clítoris y entonces mi necesidad por sentirlo ahí, fue aumentando. Jadeé cuando estuvo en medio de mis piernas y restregó su erección en mi palpitante sexo, eso se sentía increíble y su gruñido me hizo saber que él, opinaba lo mismo.

— Quiero comenzar, tomándote aquí, luego en los sillones y en cada parte del apartamento, hasta llegar a mi cama — sus palabras estaban cargadas de deseo y el mío iba en aumento.

Me tomó de la cintura y me bajó de la isla, mi camisa era de botones al frente, pero su paciencia fue poca y terminó arrancando cada botón de ella, me dejó solo en sostén y luego bajó mi pantalón junto a mi braga, me hizo dar la vuelta y quedar frente a la isla. Con una de sus manos me hizo recostar mi pecho sobre la superficie de granito y con la otra arqueó mi espalda; un sonoro gemido salió de mi garganta cuando su rostro, se enterró en mi trasero. Liam estaba en cuclillas y sobre mi hombro, vi como apretujaba mis nalgas, mientras su lengua jugaba a acariciar mi culo y mi sexo.

Esa lengua estaba haciendo maravillas y logrando llevarme a la locura; su saliva lubricaba a la perfección mi ya húmeda zona y mis gemidos cada vez iban en aumento. Terminó de sacar mi pantalón y braga y me hizo girar para quedar frente a él.

— ¡Oh, mierda! — jadeé cuando su lengua, se abrió paso en mis labios vaginales y masajeaba mi clítoris como antes lo había hecho con mi lengua. Me miraba directamente a los ojos, ojos que estaban cargados de lujuria, mi pecado favorito.

Le ahorré trabajo y como pude, saqué mi sostén y acaricié mis pechos, mientras él, se deleitaba con mi coño y yo, con las sensaciones que arrasaban mi cuerpo. Mi deseo por sentirlo creció y él lo notó.

Llegó a mi boca y me besó de una forma salvaje, haciendo que sintiera mi sabor, su pene estaba muy erecto y mientras nos besábamos, saqué su camisa y bajé su pantalón — no usaba ropa interior — estaba totalmente preparado para ese momento. No vi de dónde sacó el paquetito plateado, pero si vi, cuando lo rasgaba y se lo colocaba. Darcy tenía razón una vez más, Liam era poseedor de un buen dotado paquete.

— ¿Lista para disfrutar de mi amigo? — canturreó.

— Y desesperada — añadí.

Rió y de nuevo me hizo girarme, la fría isla recibió mis pechos pero esa frialdad fue opacada cuando Liam, se colocó en mi entrada. Mi trasero estaba en pompa y aun así tuve que ponerme de puntillas para alcanzar al enorme hombre detrás de mí, cerré mis ojos cuando él, poco a poco comenzó a introducirse, a pesar de qué, ya lo sentía hasta el fondo, no había terminado de introducirse por completo y cuando al fin lo hizo, no había ni un solo espacio que no estuviese invadido por él. Me dejó acostumbrarme a su tamaño y cuando se aseguró que ya lo había hecho, salió solo un poco de mi y luego volvió a introducirse, mi cuerpo reaccionó a ese movimiento y mi gemidos acompañaban cada una de sus embestidas.

Me estaba tomando por la espalda y su vaivén era incomparable, mis manos se asieron al borde de la isla y las de él a mis pechos, luego una de ellas se fue hacia mi coño y entonces mis caderas comenzaron a seguir el ritmo de sus embestidas, yo jadeaba y a veces hasta un grito se escapaba, él gruñía y con su pecho presionado a mi espalada, su boca quedaba justo en mi oído y decía cada cosa sucia que existía, eso solo aumentaba mi placer.

Mis jugos cada vez eran más abundantes y mis gritos ya no se acallaron cuando una de sus manos, tomó mi corto cabello e hizo que mi espalda se arqueara más y así sus embestidas fueran más profundas. Sus dedos se movían mas rápido en mi clítoris y cuando no pude más, grité su nombre y él gritó el mío. Ambos nos corrimos al mismo tiempo, en un orgasmo bestialmente intenso que dejó nuestras piernas temblando como gelatinas y nuestros corazones acelerados.

Casi me voy al suelo cuando Liam salió de mí, pero él fue listo y me tomó en sus brazos para luego, llevarme hacia el gran sofá de la sala y recostarme ahí.

— Respira profundo preciosa y recuperáte, porque aun no he terminado contigo — recomendó y como si sus palabras fuesen poderosas, ya estaba recuperada para otro round.

____****____

Como Liam lo prometió, terminamos en su cama, completamente agotados después de una larga sesión de sexo, sentía como si había corrido una maratón completa y juraba que habíamos practicado todas las posiciones del kamasutra, él dijo que no había sido ni la mitad y que había guardado para las siguientes ocasiones. El chico sabía a la perfección, como volver loca a una mujer y me lo había demostrado.

No me arrepentía de haber ido a su apartamento.

Y había logrado sacar mucho estrés de mi cuerpo; mi camisa había quedado destrozada así que él, muy amablemente, me prestó una de las suyas. Casi rogó para que me quedase con él pero era algo que no iba a pasar, le expliqué que en casa me esperaba mi hija, así que, supo no meterse en eso y me acompañó hasta el auto y me despidió con un beso, un beso que por poco, me hace volver con él a la cama y seguir con las posiciones del kamasutra.

Antes de llegar a casa, pasé a un starbucks, mi cuerpo exigía un poco de cafeína así que lo complací. No me importó entrar al lugar con la enorme camisa de Liam, al contrario, me reí de lo pequeña que me veía en ella.

Mi corazón casi se sale cuando vi a Rebecca y Theo entrar al lugar, nos encontramos de frente; ella tenía sus ojos rojos — como si había llorado — y cuando me vio, me asesinó con la mirada. Theo en cambio, no podía quitar la vista de mi camisa y cuando al fin me miró a los ojos, vi una profunda tristeza y dolor en ellos, en esos momentos quise que la tierra me tragara.

Una cosa era insinuarle lo que quería hacer, pero otra muy diferente era que lo comprobara y eso no me había sentado bien.

— ¡Al fin lograste lo que querías! ¡Estúpida rompe hogares! — la voz llena de ira de Rebecca me hizo caer a la tierra.

— ¿Perdón? — respondí sorprendida.

— ¡Le dijiste a Theodore lo de tu hija, solo para que me dejara a mi y a mis hijos! — algunas personas a nuestro alrededor habían comenzado a girarse para ver lo que pasaba. Pero no me importó, su acusación si lo hizo.

— Creo que este no es el lugar, ni el momento para hablar de eso — dije tranquila, miré a Theo sin entender por qué ella, decía tal cosa, me observaba destrozado —. Y si le dije lo de mi hija, es porque también es suya y estaba en su derecho. No lo hice para que te deje ni a ti, ni a sus hijos — aclaré.

— Si Becca — habló él y la tomó de la mano — Anabelle fue clara y además, ella está en una relación — dijo con amargura —. Olvida todo lo que dije antes, yo seguiré a tu lado, como debe ser — sus palabras fueron claras y dolieron mucho. Rebecca no entendía lo que sucedía, yo tampoco entendí todo pero sí, lo último.

— Exacto — dije recuperándome un poco — siento mucho las molestias. Debo irme — anuncié y comencé a caminar hacia la puerta de salida.

— Esa camisa es muy grande para ti — señaló Rebecca cuando pasé a su lado, me reí de ello.

— Es porque no es de ella, cariño — respondió Theo por mí; su forma cariñosa de hablarle era como una estaca para mi corazón pero no le permitiría saberlo.

— Así es, no es mía — dije irónica — he dejado a mi chico sin camisa porque él destrozó la mía — anuncié con una sonrisa cínica, vi la satisfacción por mis palabras en Rebecca y la ira en Theo, él no sabía disimular —. Feliz noche — agregué y me di la vuelta para seguir mi camino.

Al final, restregarle eso en la cara a Theo, no se sintió tan mal.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top