Capítulo 10
Los ojos de Theo se desorbitaron, su respiración se detuvo y casi creí que su corazón se había detenido, de pronto, mi silla fue ocupada por él, sus ojos estaban idos y comencé a preocuparme. Ya no me sentía tan valiente como cuando solté esas palabras y creí que de nuevo mi lengua se había pasado de venenosa.
— Duele saber que ahora que me permití amarlo sin límites, no podré nunca, ser madre de un hijo suyo — fue mi turno de quedarme sin palabras al oírlo, esas eran mis palabras, las que escribí en aquel diario cuando salí del consultorio de la doctora Coleman, después de aquella noticia. Pero era lógico, el diario aún estaba en su poder.
— Por lo visto, leíste mi diario completo — murmuré un tanto titubeante.
— Cuando supe que tenías una hija, creí que el del problema había sido yo — prosiguió ignorando lo que dije —, por eso no podías tener un hijo mío. Por eso aseguré que esa niña era de Ryan — explicó — estabas embarazada antes del accidente y no me enteré, no me lo dijiste — acusó.
— No Theo, no lo sabía.
— Como no, Anabelle, si la pequeña ya casi tendrá un año, y si mis cuentas no fallan, tú tenías tres o cuatro meses de gestación, cuando todo sucedió — me miró sin comprender. Me senté sobre el escritorio frente a él.
— No fue así, cuando Nicholas me persiguió — dije recordándole que no había sido un accidente — yo no sabía nada, yo no podía tener hijos Theo — confesé después de tanto tiempo callando aquello — jamás te lo dije porque me dolía. La doctora Coleman inició un tratamiento conmigo para corregir mi problema, pero no era seguro — vi más sorpresa en sus ojos — perdí las esperanzas de ser madre, luego sucedió el accidente. Afortunadamente, Rachel se lo confesó a Ryan, él me llamó para advertirme pero no respondí, fue por eso que llegó justo cuando Nicholas iba a tirarme sobre el precipicio — los ojos de Theo se cerraron al escuchar eso —. Luchó contra él y logró noquearlo, me llevó hacia un hospital, ahí me enteré de que estaba embarazada, apenas tenía dos semanas. Era un embarazo de alto riesgo y como imaginarás, después de mi expediente clínico, no podía arriesgarme a perder a mí pequeña. Leanne es un milagro en mi vida, Theo — me observó con dolor y se puso de pie, frente a mí —. Por eso Ryan sugirió desaparecer mientras me reponía del accidente, cuando quise volver... Tú ya estabas con Rebecca — nos miramos a los ojos, vi vergüenza en los suyos — me dolió, no lo voy a negar.
— Pero, no entiendo Bel ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué privarme de ese derecho? — reclamó dejando de lado la vergüenza que creí ver.
— Porque si te decía, ibas a sentir compromiso conmigo y yo no deseé eso. Si volviste con ella es porque la amas y yo no te retendría a mi lado solo porque iba a darte una hija — hablé deseando que entendiese el doble sentido en mis palabras —, a parte, estaba tu hijo. Vi tu dolor cuando Mad te confesó que Rebecca estaba embarazada y los habías perdido y no podía entrometerme entre tú y ese pequeño.
— Pero tú también llevabas en tu vientre a mi hija, tenía derecho a saberlo — escucharlo me estremeció, no porque me reclamaba, sino por referirse a Leanne de esa manera — Así como mi hijo, esa pequeña también se merecía conocer a su padre — reprochó —. Sabías que no tuve la oportunidad de estar con mi hijo y Becca durante el embarazo y su nacimiento y aun así, me negaste el derecho de poder hacerlo con nuestra hija, contigo — vaya, realmente no pensé en eso y hasta ese momento me daba cuenta —. Fuiste una egoísta Anabelle, preferiste darle esa oportunidad a Ryan y me la negaste a mí.
— ¡No fue así Theo! Realmente no lo pensé de esa manera.
— ¡Claro que no! — rio sin gracia — Solo pensaste en que volví con Becca porque la amaba, te sentiste traicionada y decidiste alejarte e irte con ese... — por algún motivo, omitió lo que iba a decir — Fue por eso que no me permitiste el verte, el día que me llamaste ¿Cierto? — No respondí a eso, tomó mi silencio como respuesta, volvió a reír — Te desconozco Anabelle — espetó, después de sentirme tan ofendida, en esos momentos me sentía culpable.
— El día en que te llamé, lloré como nunca antes lo hice por nadie, le negué a mi hija su derecho de conocerte, para dejar que tu hijo te tuviese solo para él y que disfrutara lo que le habían arrebatado — expliqué — tuve complicaciones en mi embarazo Theo, mi hija nació antes, a los siete meses y créeme, si te hubiese confesado mi embarazo en ese momento, con todo lo que estaba sucediendo... Temo que las complicaciones hubiesen sido peores y tal vez mi hija, no habría na...
— No te atrevas a terminar esa frase — pidió con una tranquilidad que estaba segura, no sentía — Y nada de lo que dices justifica lo que hiciste — no sabía cómo responder a eso, él no me comprendería —. Dijiste que me arrepentiría de mis palabras — recordó el día en el ascensor —, lo hice aquel día luego de decirte aquello, me arrepentí desde ese momento, pero, no tienes idea de cómo me siento en estos momentos.
— No comprendes mis motivos Theo — dije tratando de tranquilizarme — y talvez no haya sido la mejor decisión que tomé en aquel momento, pero soy lo suficientemente madura para aceptar mi error — me puse de pie para alejarme más de él, su cercanía y la tensión que había entre nosotros me estaba sofocando.
— Sé que tengo que agradecerle a Ryan por salvarte a ti y a mi hija — habló tomándome del brazo, su tacto quemó mi piel — pero no puedo evitar odiarlo por haber estado en el lugar que me correspondía solo a mí. Él vivió mi sueño completo contigo, pero no fue su culpa — apretó un poco más su agarre — fue tuya por permitírselo — un escalofrío me recorrió al escuchar su voz tan fría — no sólo ocupó mi lugar como el padre de Leanne, si no también mi lugar en tu cama — quise decirle que nunca estuvimos en una cama, pero sabía que eso no era algo bueno de decir — pero, no puedo hacer nada cuando todo fue porque tú así lo quisiste.
— ¡Basta Theo! — Espeté — Me equivoqué al ocultarte lo de nuestra hija, pero lo mío con Ryan sucedió, al igual que sucedió lo tuyo con Becca — aclaré —. Fue solo la simple necesidad de sentirme deseada y perdón si esto te molesta pero, ambos somos adultos, tuvimos una vida antes de conocernos y yo no soy un ser de hierro. Usé a Ryan para saciar mi necesidad, él lo sabe, pero sabes qué, no se aprovechó de eso, él supo su lugar, sabe porque sucedió todo y lo aceptó desde un principio.
— ¿Qué tratas de decir con eso? — cuestionó con rabia.
— No te hagas el idiota Theo — bufé — Ryan no es como Rebecca, a eso me refiero y además, él ama a mi hija como si fuese suya — vi como intentó decir algo con respecto a eso pero no se lo permití — y antes que digas algo estúpido, fue él y mi padre quienes me aconsejaron decirte la verdad. Entre Ryan y yo, no hay nada a parte de la amistad, ni siquiera sexo; eso se acabó el día que puse un pie de nuevo en el país, simplemente me sigue apoyando como amigo y socio, y siempre estaré agradecida con él por haberme dado una oportunidad con mi hija.
— Eso lo sé, hasta yo tengo una deuda con ese imbécil — se quejó — ¿Quiénes saben que esa pequeña es mi hija? — preguntó y luego soltó mi brazo.
— Mi familia, Ryan y Darcy y antes que digas algo, no. Tom no lo sabe, el cree que es de Ryan — dije antes que se resintiera con su amigo —, también lo sabe Evan — dije y vi la indignación en sus ojos — lo supo hace poco, cuando conoció a mi hija, nadie se lo dijo, simplemente lo dedujo al verla. Yo le pedí que no te dijese nada, eso me correspondía a mí.
— Pero el imbécil es mi hermano, tenía que decírmelo — reprochó.
— Rebecca es tu esposa y tampoco te lo dijo — vaya hasta ese momento sentí lo que era ser cizañosa.
— ¿¡Ella lo sabía!? — preguntó con asombro.
— El día que tuvo la amabilidad de informarme sobre su embarazo, también conoció a mi hija. Nunca le dije que era tuya, ella misma lo confirmó.
— ¡Así que yo soy el idiota que lo sabe de último! — Ironizó — Quiero conocer a mi hija, quiero hacerlo ya — exigió.
— Está bien, no voy a negarte eso, solo cálmate antes de llegar a casa — pedí y rio.
Llamé a Dorothea y le informé que iría a casa junto a Theo, ella ya sabía el motivo; no hablamos más con él, se quedó en mi oficina, esperando a que yo tomara mis pertenencias. Estaba serio y muy pensativo, me esperaba otra reacción de su parte pero total, él siempre fue así, algunas veces exagerado, otras demasiado tranquilo y otras veces, no tenía ni idea de lo que pasaba por su cabeza.
Salimos de la oficina en silencio, al pasar frente al escritorio de Leah, le pedí que le informara a Liam que me marchaba, así como a Kelly y a otros ejecutivos con los que tenía planeado reunirme. Cuando llegamos al ascensor, Theo me hizo pasar antes y luego que él entró, se posicionó a mis espaldas; de vez en cuando, notaba a través de las paredes de metal — donde ambos nos reflejábamos — como me escrutaba con la mirada, inmediatamente reaccioné a eso.
Era tentador estar dentro de un ascensor junto a él y aunque mi mente quería tranquilizarse y enfocarse en nuestra hija, mi cuerpo deseaba lo contrario, mi piel se erizó al recordar sus caricias, sus besos y todo lo que provocaba su cercanía. Mi cuerpo deseaba al único hombre que era capaz de despertar mi lado masoquista, al único hombre que me había follado en muchas ocasiones con rudeza y sin embargo, a través de la rudeza, me hacía sentir el mayor de los placeres.
Liam había provocado en mis muchas cosas, despertó mi lujuria e hizo que me humedeciera de una manera muy peculiar, mi cuerpo había estado muy caliente antes y la cercanía de Theo, me había puesto peor, lo deseaba en esos momentos, deseaba que me tomara ahí en el ascensor pero también me sucedió algo que jamás me esperé.
Deseaba a Liam y moría porque terminara lo que había empezado.
— Sé que mueres por lo mismo que muero yo, en estos momentos — susurró el guapo ogro detrás de mí, sus palabras calaron justo en mi entrepierna, aunque lo que había pensado antes, no era algo que le agradaría saber —. Y te juro que si no me sintiera tan molesto y resentido en estos momentos, bloquearía el ascensor y te follaría como tanto te gusta.
— Estas, demasiado seguro de que te lo permitiría — dije irónica.
— Tal vez te resistirías al principio, pero, sé que lograría convencerte — reí sin gracia al escuchar su seguridad —. Ríete todo lo que quieras Bel, pero ambos sabemos que estemos, con quien estemos, nuestros cuerpos solo reaccionaran con verdadero placer, al estar juntos — aseguró y se acercó un poco más a mí. Se lo permití —. Tú siempre serás mía, hermosa y yo siempre seré tuyo — susurró en mi oído y luego dio un casto beso en mi cuello, me estremecí, lo hice desde los pies hasta la cabeza. Intenté alejarme entonces, antes de que perdiera la razón, pero me lo impidió, tomándome suavemente de la cintura — No te imaginas como muero de deseo por besarte ahí...— bajó un poco más su mano, llegando a mi vientre — donde se me moja la boca — terminó y sentí como humedecí mis bragas, pero, esa vez mi razón fue más lista y supo vencer a mi deseo al recordar mi promesa. Lo detuve antes que su mano llegara a su destino y salí de su agarre.
— Hay cosas más importantes ahora, Theo — tragué fuerte — concéntrate en ello — aconsejé y lo vi reír.
El ascensor paró y llegamos a nuestro destino, de nuevo, Theo me invitó a ir delante de él y al llegar al estacionamiento, me dirigió hasta su camioneta. Adam esperaba por nosotros, me alegré al verlo una vez más. Lo saludé y dije lo feliz que estaba de volver a verlo; él me respondió de la misma manera y vi su sinceridad al expresarme su gratitud a Dios, por haberme salvado. Eso me conmovió mucho.
— Dejen las pláticas para después, tenemos algo importante que hacer — bufó Theo, el ogro había regresado.
— Tu jefe sigue siendo un idiota — dije a Adam.
— Te escuché, Anabelle — espetó.
— Esa era la intención — Adam rio al vernos.
— Extrañaba esto — susurró el hombre mayor que consideraba un amigo, me guiñó un ojo luego de eso y me ayudó a subir al auto.
El viaje fue en un incómodo silencio luego de aquello, cada vez que nos acercábamos más a la casa de mis padres, me preguntaba acerca de la reacción de Theo al conocer a mi hija, nuestra hija. Hasta ese momento, solo había visto enojo e indignación, le daba un poco la razón sin embargo.
Al llegar a casa, mis padres no estaban, papá por supuesto se encontraba en su empresa y mamá había salido de compras con Zulema — la esposa de Simon y madrastra de Theo —, una de las chicas que trabajaban ahí nos recibió e informó que mi pequeña; estaba en mi habitación con Dorothea. Invité a Theo a subir y con cada escalón que subía, mi corazón se aceleraba un poco más.
Llegamos hasta ahí en un profundo silencio, cuando estaba frente a la puerta, la abrí lentamente y luego invité a Theo que pasara, estaba nervioso y dudoso, supe entonces que había olvidado hasta como caminar. Al ver sus dudas, decidí pasar primero.
Mi pequeña estaba en su cuna, jugando con un osito de peluche que Ryan le había regalado; saludé a Dorothea y luego esta se marchó, Leanne sonrió al verme llegar a su cuna y extendió sus pequeños brazos para que la tomara. Lo hice de inmediato para luego plantarle un gigantesco beso que la hizo soltar una carcajada; eran esos momentos, los cuales me hacían tener fuerza para cada día al que me enfrentaba. Me giré para ver si Theo se animaría a entrar a la habitación. Él ya estaba ahí, observándonos a mí y mi pequeña en brazos; sus ojos estaban cristalizados y mi corazón se estrujó al verlo de aquella manera; no podía explicar lo que sentí en esos momentos y tampoco lo que él sentía, era imposible hacerlo. Leanne estiró su brazo y le ofreció a Theo el peluche que tenía en su pequeña mano, a la vez que le regalaba una de esas sonrisas suyas que tenían la capacidad de iluminar más que el mismo sol.
— Ba-bá — balbuceó hacia él y me di cuenta que esa era su manera de llamar a todo el mundo. Una gruesa lágrima rodó por la mejilla de Theo y luego vi la sonrisa más genuina y hermosa, que nunca antes había visto en él.
— Sus ojos — titubeó y recordé las palabras de Evan, reí ante aquel recuerdo —. Ella es increíblemente hermosa — agregó y entonces se acercó a nosotras por completo y acarició la mejilla de nuestra hija, por primera vez —, mi pequeña hermosa — susurró — y luego me miró; mi garganta ardía y dolía por las lágrimas que estaba reteniendo. Yo siempre deseé ese momento, lo añoré cada día de mi vida y rogué a Dios porque algún día se me cumpliera.
Se había cumplido, aunque en circunstancias diferentes a las que imaginé.
— Ella es Leanne Bennett — dije —. Nuestra hija.
Limpió sus lágrimas y luego se acercó más a Leanne y plantó un beso en su mejilla, un beso tierno y cargado de amor, era algo que no podía ocultarse. Mi pequeña hizo un sonido gracioso ante su gesto y luego se alejó de él, ambos sonreímos a su reacción.
— Pronto llevará mi apellido — anunció y mi sonrisa se borró, no quería eso pero tampoco podía negárselo. Tomó a mi hija en brazos y me sorprendí que ella no se negara a ello.
Admiré ese momento.
Había visto muchas facetas de Theodore Lee, el misterioso, dominante, controlador, apasionado, el idiota, el descarado, celoso, posesivo, amoroso, hasta a el infiel, pero jamás al padre; porque aunque lo vi en una ocasión con su hijo, nunca lo vi de la manera en la que lo veía con Leanne en sus brazos. Supe entonces que mi pequeña tendría a un padre sumamente protector y celoso, pero también un padre que la amaría por siempre y daría su vida por ella. Todos mis intentos por odiarlo, se habían ido a la mierda en esos momentos, porque eran esos momentos, los que me habían hecho amarlo hasta que doliera.
— ¿Puedo pedirte algo? — dijo y asentí — Sé, que quedaste de verte con Liam esta noche — volví a asentir y me puse nerviosa — No lo hagas — suplicó y tragué fuerte ante su petición, eso era algo que no me lo esperaba, no en ese preciso instante —, por favor, hermosa — susurró y no sabía que responder.
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