6- Apariencias

Dos días. Dos días desde que estaba en este maldito lugar. Mi paciencia empezaba a agotarse y mi cordura también, la ironía.

Había tenido mi primera sesión con la psiquiatra de turno, la doctora York. Yo no la conocía y ella tampoco. Sin embargo, tenía mi historia médico y la carpeta que la doctora García llevaba de mi caso.

Buen días Aris. Espero que hayas descansado bien. Mi nombre es Olivia York, pero puedes llamarme Olivia o como tú gustes.

─¿Puedo llamarla doctora lameculos?

Ella hizo una mueca. No estaba segura pero parecía estar tratando de contener la risa.

─Aris, sé que no nos conocemos y que comenzar con una nueva psiquiatra es difícil, pero tratemos de comportarnos de manera respetuosa. Estoy aquí para ayudarte y la base para eso es que tengamos una buena relación.

─Escuche doc, la entiendo, pero pasé por muchos doctores hasta encontrar a la doctora García. Me siento cómoda con ella y solo pienso hablar con ella. No lo tome como algo personal, es que simplemente no pienso abrirme con nadie más. Y lamento haberle dicho lameculos, realmente no sé si lo sea, pero como dije anteriormente, no es nada personal.

Me levanté del sillón en donde estaba sentada y me fui. Así sin más. Luego pasé por la farmacia para mi dosis diaria de fármacos.

─Quiero verte tomarlos Aris. Conozco tus trucos, así que abre esa boca. ─ Stella me conocía desde mi primera vez aquí. Había hecho toda clase de locuras y ella las habías presenciado en su totalidad. Tomé las pastillas en mi mano, agarré el vaso de agua y tragué las puras drogas. Abrí mi boca, saqué mi lengua y dejé que Stella explorara mi garganta con una linterna. Sí, a ese punto había llegado mi vida. ─Buena chica, esa es mi Aris.

─No soy un perro Stella, tampoco una niña.

─Pero a veces te comportas como una.

Dicho lo cual, me largué. Comencé a deambular por los pasillos sin rumbo fijo. No había nadie en sus habitaciones. ¿Me había perdido de algo? Tal vez el patio ya estaba habilitado y yo era la última en enterarme. Mientras iba caminando hacia el patio alguien pasó corriendo y me golpeó de tal forma que casi me tira. Me apresuré como pude a llegar a la sala de actividades y cuando estaba llegando ya podía escuchar todo el griterío.

─¡Vamos! ¡Dale con todo! ─gritaba uno.

─¡Patéalo fuerte! ¡No te rindas! ─gritaba otro.

Mi altura no ayudaba a que pudiese ver quiénes eran las personas involucradas en la pelea. Era una ronda formada por todos los pacientes del psiquiátrico y traté de abrirme paso entre ellos como pude, para tener una mejor vista. Cuando vi de quiénes se trataba no podía creerlo

─Ohh, lo siento. ─Se lo escuchaba agitado.

─¿Qué rayos te sucede? ¡Me golpeaste imbécil!

─Perdón, es que se están peleando en el cuarto de actividades.

─¿Quién se...

Antes de que pudiese sacarle más información, el chico salió corriendo de nuevo. Mientras trataba de recomponerme del tremendo golpe que se había llevado mi hombro izquierdo y parte de espalda, fui caminando hacia el cuarto de actividades. No sucedían muchas cosas interesantes en un psiquiátrico y si había una pelea, no era algo que quisieras perderte.

Cuando llegué a la sala de actividades era un enredo de voces sin control, que vitoreaban a quienes fuese que se encontraban peleando. Debido a mi altura baja se me hacía imposible ver de quiénes se trataban. La ronda de pacientes era tan grande que no podía abrirme paso entre ellos y todos eran enormes. Mientras trababa de abrirme paso fui escuchando los distintos gritos:

─¡Pégale más fuerte!

─¡¡¡En el abdomen!!!

─¡Sangre, queremos ver sangre!

Ok, esto se estaba tornando más serio de lo que pensaba. En ese momento, utilicé todas mis fuerzas y logré llegar a la primera fila y cuando vi de quién se trababa no podía creerlo. Nate. Mi cuerpo se estremeció. Estaba en el piso, recibiendo tantos golpes como si fuese una bolsa de papas. En cuanto a su contrincante, no tenía idea de quién era pero lo doblaba en tamaño y a la vista, en fuerza. ¿Dónde estaba el personal que no hacía nada para parar esto?

Nate ya estaba sangrando y probablemente inconsciente porque ya no se movía. Mis impulsos fueron más grandes, corrí y me tiré encima de él, haciendo de mi cuerpo un escudo. Todo el mundo se quedó callado.

─¡Por favor, ya para! ─pedí desesperadamente mientras continuaba con mi cuerpo encima del de Nate.

El chico se detuvo y quedó mirándome, desconcertado, sus puños llenos de sangre. En este momento llegaron corriendo cuatro enfermeros, entre ellos Jameson, y tres personas de seguridad. ¿Dónde habían estado todo este tiempo? Sin duda era una falta sumamente grave y alguien tendría que pagar.

─¡Ayúdenlo! ¡Se desangra! ─Mi voz se quebraba con cada grito que daba.

─¡Código rojo! ¡Código rojo! ─bramó Jameson a través de un walkie talkie.

Una camilla llegó, no sé de dónde, y subieron a Nate entre dos enfermeros. Se lo llevaron tan rápido que ni siquiera pude reaccionar. Me quedé en el suelo, con mis ropas llenas de sangre y mirando el piso teñido de rojo.

Los de seguridad esposaron al grandulón que golpeaba a Nate y también se lo llevaron. Seguramente al área de aislamiento. Intentaba buscar a Jameson para obtener una explicación pero no estaba por ningún lado, hasta que localicé a Tara entre la multitud.

─¿Qué pasó? ¡No entiendo nada! ─La confusión había embargado mi mente, mi cuerpo, y lo poco de cordura que me quedaba.

─David se le vino al humo a Nate cuando lo vio. Tuvieron un altercado la última vez que estuvieron aquí y es evidente que David no lo olvidó.

─¿Qué tipo de altercado? Nada justifica que lo haya dejado en ese estado Tara. ¡Lo golpeó como si fuera menos que un animal!

─Escucha Aris, sé que no es tu primera vez aquí, pero eso no se te hace conocedora de todo lo que ha sucedido entre nosotros. Hay mucha historia, ¿lo entiendes?

─!No Tara! ¡No lo entiendo! ¿Qué puede ser tan malo para que comiencen una pelea de esa manera?

Tara me miraba, miraba a su izquierda, a su derecha, por detrás suyo. Parecía nerviosa.

─Mira, hay una razón por la que los enfermeros y el personal de seguridad no vinieron apenas comenzó la pelea. ─Se detuvo para mirar si alguien estaba cerca y continuó─. ¿Recuerdas que hace unos días no teníamos permitido ir al patio? ─Asentí─. Una paciente había intentado suicidarse.

─¡¿Qué?! ─Debí haber gritado muy fuerte porque Tara se aproximó a mí y tapó mi boca con su mano.

─¡Calla maldita sea! No se supone que esté contándote esto.

─¿Por qué? ¿Cuál es el gran secreto? ─insistí energéticamente.

─Pues hoy... Hoy esa paciente sí cumplió su cometido.

Esta vez puse mis manos sobre mi boca para evitar que cualquier sonido saliese de allí. ─Pero no entiendo qué tiene que ver eso con la pelea entre Nate y ese otro chico. ─Ahora me sentía más confundida que antes.

─Esa chica, June, era la novia del chico que estaba golpeando a Nate.

─¿Y qué tiene que ver Nate en todo esto? ─Me asustaba lo que se avecinaba, me asustaba porque la respuesta no se sentía para nada agradable.

─Según lo que escuché que le gritó a Nate antes de que comenzara a golpearlo, es que Nate le proporcionó a June el elemento con el que... Con el que ella terminó con su vida.

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