Extra II - Paternidad
Bien dicen que los cachorros son lindos cuando no son tuyos...
Bien dicen que es más fácil hacerlos que cuidarlos...
Tantas cosas que habían escuchado a lo largo de sus vidas y que hasta ese momento podían constatar. Ambos no sabían del cuidado de los pequeños y temían cometer errores que pudieran costarles mucho. JiMin se había mantenido informado sobre el embarazo, además de que YonHye se volvió su doctora de cabecera, recetándole vitaminas y aconsejándole ciertas cosas que no entendía YoonGi. Él había estado al pendiente de las necesidades de su omega, mimándolo y consintiéndolo lo suficiente para que nunca se sintiera solo.
Todavía recuerda los últimos meses de embarazo de JiMin donde éste había sacado toda la ropa de YoonGi, la había puesto sobre la cama, amontonándola y acurrucándose en ella. Se comportaba territorial cuando alguien que no fuera su alfa, entraba a su habitación... o mejor dicho nido. YoonGi diario tuvo que frotarse contra la ropa que JiMin le dijera para dejar su aroma y así su omega se sintiera seguro y tranquilo.
Cuando fue el día del parto, YoonGi tuvo que estar presente para calmar a su pareja. No quiso ver que pasaba con JiMin de la cintura hacia abajo, así que no tiene recuerdos detallados de esos momentos. Pero lo que sí recuerda, es el llanto de su hijo. Un llanto característico de un recién nacido y que transmitió felicidad a ambos padres.
Los... problemas vinieron después. El principal fue el sueño. Su cachorro dormía durante el día, pero en la noche, costaba que cerrara los ojitos. Afortunadamente, YoonGi podía hacerse cargo del pequeño, pues su insomnio le permitía estar alerta por unas horas más. Aunque JiMin sabía que no podía dejar que YoonGi durmiera hasta tarde, debía buscar la forma de que el bebé tomara un horario para que les permitiera descansar.
Su madre le dio tantos consejos que ya no recuerda, pero algo que le funcionó —un poco— fue que ya no dejaran dormir solo al pequeño. JiMin decidió que MinYong debía dormir con ellos. YoonGi aceptó sin rechistar, pues usualmente el pensamiento de que alguien pudiera entrar por la ventana de la habitación de su pequeño, lo mantenía alerta.
MinYong dormía plácidamente entre sus padres, sintiendo su presencia, su calor y aroma. Ambos lo protegían y eso calmaba al pequeño que comenzaba a dormir un par de horas durante la noche.
El segundo problema era nada menos que cambiar pañales y bañarlo. ¡Por Dios! YoonGi casi se desmaya la primera vez que cambió el pañal de su hijo; JiMin había sufrido lo mismo, por lo que simplemente palmeó la espalda de su pareja y le pasó una pinza para que se la pusiera en la nariz.
—¿Seguro que no le diste otra cosa aparte de su leche? —preguntó YoonGi sonando como si estuviera constipado de la nariz gracias a la pinza que tenía puesta. JiMin estaba en la cama, viendo dos conjuntos de ropa y viendo cuál le pondría a su hijo.
—¿Por qué? ¿Viste algo diferente en su popó? —inquirió alarmado JiMin, acercándose rápidamente y echándole un vistazo al pañal sucio.
—¡Simplemente apesta! ¡Parece como si se estuviera pudriendo! —exclamó YoonGi, mientras limpiaba las nalguitas de su cachorro, para después envolver el pañal desechable y guardarlo en una bolsa de plástico. Luego de cerrar la bolsa, presionó con la punta de su pie, la palanca para que se abriera el bote de basura que había abajo del cambiador. Cuando la tapa del bote se cerró, YoonGi se quitó la pinza y rápidamente colocó el pañal limpio debajo de las nalguitas suaves y limpias del pequeño.
—¡Eres un exagerado, Min YoonGi! —replicó JiMin, golpeando el hombro de su pareja.
—No vas a negarme que realmente apesta.
—No tanto —musitó JiMin—. Mamá dice que así huele la leche cortada. Es lo único que come. Cuando empiece a probar cosas sólidas, ahí sí sabremos lo que es apestoso.
—Madre dirá lo que quiera, pero no quita que me den ganas de vomitar con solo oler su mierda.
JiMin tan sólo rodó los ojos, se quitó la pinza de la nariz y la lanzó a la cama sin cuidado. Se mantuvo observando cómo YoonGi terminaba de poner el pañal. Afortunadamente no había olvidado el talco ni la crema para evitar roce en sus piernitas. Ahora debía abrochar el pañal, y aunque tuvo que intervenir para que no quedara tan apretado, por lo menos el mayor había logrado poner el primer pañal sin... tantas complicaciones.
—Listo, ya estás limpio, cachorro.
Con torpeza aún, YoonGi cargó a su hijo envuelto en una manta delgada, se encaminó a la cama y miró con el ceño fruncido los conjuntos que JiMin había estado observando el tiempo que estuvo cambiando a MinYong.
—¿Sí viste los pronósticos del clima? —preguntó incrédulo YoonGi, girándose hacia su pareja que estaba acomodando el cambiador.
—Qué tienen de malo los conjuntos ahora —atacó JiMin con molestia, sabiendo por dónde iba el comentario.
—Estamos en primavera —puntualizó YoonGi—, y quieres ponerle ropas que son para invierno. ¿Quieres deshidratarlo?
Curiosamente, aunque YoonGi no sabía de bebés, las veces que tenía tiempo libre en su trabajo, se había dedicado a leer algunos artículos que su querida madre le había sugerido. Esto a veces sorprendía a JiMin y en otras...
—La casa es fría, YoonGi, no pienso ponerle una playerita o un pantalón de tela delgada sólo porque el pronóstico diga que hará calor de los mil infiernos —espetó tajante JiMin, azotando el cajón donde guardaban las toallitas húmedas, el talco y pañales.
YoonGi resopló, respirando profundamente para no responder como usualmente lo haría pues se trataba de su pequeño y, además, la última vez se enfrentó a un JiMin enojado...
Debía controlar su lengua afilada.
—Amor —llamó lo más tranquilo posible, YoonGi—, sé que la casa es fría, pero...
—Pero qué —interrumpió abruptamente JiMin, esta vez hablando desde la cajonera donde estaba guardada la ropa del bebé.
YoonGi volvió a respirar y esta vez colocó a su hijo a la mitad de su cama matrimonial, rodeándolo de un par de cojines para que no se rodara y así poder encarar a su pareja.
—¿No sería mejor dejarlo con un mameluco? —sugirió YoonGi con la mandíbula tensa, viendo a JiMin cerrar con fuerza el cajón y encararlo desde el otro lado de la habitación.
—¿Sabes qué? Estoy harto—respondió JiMin, mirándolo acusatoriamente—. Siempre es lo mismo, YoonGi. Siempre encuentras un estúpido "pero" a lo que quiero ponerle a MinYong. Que la playera no combina con el suéter, que esta vez es el gorro, que ahora le puse ropa delgada, que ahora le puse ropa incómoda... —JiMin pausó para inhalar y no gritar, porque la última vez había asustado al pequeño—. Si tanto detestas lo que escojo ponerle, entonces cámbialo tú.
Ambos se miraron intensamente. Había pasado lo que YoonGi no quería y eso que se había esforzado en controlar su lengua. Sabía que era una pelea estúpida, lo sabía maldita sea, no obstante, reaccionó de la forma que más detestaba JiMin, sonriendo irónico, levantando las manos a modo de rendición y salir de la habitación. Como bien había dicho JiMin, no era la primera vez que discutían sobre esta tontería, pero no podía evitarlo. Sentía que los conjuntos elegidos por su pareja estaban incompletos, como si no le hubieran permitido opinar.
Y eso le hacía sentir alejado...
Ya era la hora de la comida. Tanto JiMin como YoonGi no se dirigían la palabra, casi como si de niños se tratara. El ambiente estaba pesado, ni siquiera el padre de JiMin podía disimular su incomodidad. No había conversación del día, sólo el sonido de cubiertos golpeando la loza. A pesar de que los jóvenes estaban sentados juntos, evitaban cualquier roce o siquiera mirarse. La madre de JiMin estaba sintiendo ansiedad porque se estaba volviendo común que ambos chicos tuvieran sus peleas.
—Gracias por la comida —dijo YoonGi, poniéndose de pie—. Madre, ¿los biberones están en la cocina?
La omega respingó al ser llamada y sin dudarlo asintió.
—¿Vas a darle de comer al cachorro? —inquirió con cautela la mujer.
—Sí, ya es su hora —replicó YoonGi, viendo la hora en su reloj de pulsera.
—Ya le di —intervino JiMin quien seguía comiendo.
Sus padres cerraron los ojos porque sabían lo que se avecinaba...
—¿Cómo? —murmuró entre dientes YoonGi.
—Antes de bajar pasé a darle. —JiMin se dignó a mirarlo notando su mandíbula tensa.
—Sabes que, si modificamos sus horarios de comida, todo lo que llevamos para que pueda dormir en la noche, se irá al demonio.
JiMin se encogió de hombros y respondió: —Tenía hambre.
—No puedo creerlo —comentó YoonGi, riendo con sorna—. En verdad que no puedo creer que me estés haciendo esto.
El omega se giró para encararlo, estando aún sentado en su silla. YoonGi lo miraba con desdén y podía sentir que estaba enojado.
—Te he pasado varias, JiMin, incluso no he roto mi promesa de volver a hablar de más...
—¡Bravo! Que te den una estrella por ser hombre de palabra.
Aquello había calado a YoonGi, por lo que su mirada se volvió turbia y por breves instantes JiMin quiso encogerse. Sin embargo, seguía enfadado con el alfa. Había soportado bastante sus comentarios sobre cómo cargar al bebé, cómo vestirlo, cómo darle de comer... ¡Lo hacía sentir inútil! ¿No lo veía?
—... A veces me pregunto si no me uní con la persona incorrecta.
Tras decir aquello, YoonGi se retiró del comedor, dejando descolocados a los demás.
Había sido un golpe bajo...
JiMin se encontraba recostado en su cama, con MinYong acurrucado en su costado durmiendo plácidamente. Habían pasado unas cinco horas desde que YoonGi había dejado la mansión, yéndose a quién sabe dónde. Tenía el celular apagado, no respondía a su llamado y ya estaba oscureciendo. Temía que se fuera a meter en problemas, todo por estar enfadado. Luego de que el mayor se retiró, JiMin sintió que una vieja herida volvía a abrirse, las inseguridades volvían y la sensación de soledad comenzaba a embargarlo. Sabía que había orillado al mayor a decir aquello pues se había vuelto voluble en las últimas semanas y explotaba una y otra vez con su pareja.
Necesitaba disculparse con el mayor. Quería volver a sentir su presencia y aroma. Se sentía desprotegido sin él alrededor. Unas cuántas lágrimas cayeron de sus ojos y tuvo que tragarse un sollozo para evitar despertar a su pequeño.
La puerta de su habitación se abrió lentamente y ante ese ligero movimiento, JiMin se giró rápidamente para ver a su alfa en el umbral. Su lobo se sintió inmensamente feliz, por lo que sin rechistar se puso de pie y corrió a abrazarlo, soltando unos cuantos sollozos. Las manos de YoonGi se estrecharon en su cintura y eso bastó para calmar su sentimiento de abandono. No quería volver a pasar por eso.
—Pensé que no volverías —murmuró JiMin con voz entrecortada. YoonGi rio por lo bajo, terminando de adentrarse a su habitación, cerrando con delicadeza la puerta—. ¿Dónde estabas? Me tenías preocupado. —Se separó un poco para mirar el rostro ajeno, notando unas heridas superficiales en sus mejillas—. ¿Qué te pasó? ¿Qué... qué hiciste?
Sin recibir respuesta, JiMin encaminó a YoonGí hacia la cama, sentándolo y después traer el botiquín de primeros auxilios que tenían en el baño. Al salir se encontró a YoonGi mirando a su hijo dormir plácidamente. Su corazón se encogió, recordando lo último que dijo el mayor antes de irse. ¿Lo habría dicho en serio?
A paso lento caminó hasta el otro, colocando la caja sobre la cama, atrayendo la mirada de su pareja...
YoonGi lo amaba, él lo sabía, pero... lo que dijo...
—Perdóname —habló con voz ronca YoonGi, tomando su diestra, apretándola suavemente—. Aquello... No lo dije en serio. Yo te amo, no lo olvides.
JiMin asintió mientras se mordía el labio inferior. Escucharlo de su pareja le reconfortó más que cualquier otra cosa. Sin poderlo evitar se acercó a besarlo con necesidad, sintiendo las manos frías del mayor acunar su rostro y con sus pulgares limpiar las lágrimas que caían de sus orbes.
—Odio cuando lloras... y más si es por mi culpa.
JiMin negó con la cabeza a la par que sonreía. ¿Cómo podía ser así de dulce y amoroso? ¿Acaso no sabía que lo desarmaba?
—Perdóname —confesó con voz ahogada—. Lamento haber sido tan... estúpido y tratarte así es solo... a veces siento que soy un inútil que no sabe qué hacer con su hijo. Yo...
YoonGi lo tomó de la cintura y lo obligó a sentarse en su regazo. Con delicadeza retiró las lágrimas que seguían manchando el hermoso rostro de su omega. Aspiró el aroma dulce que emanaba, sintiéndose en casa y tranquilo.
—¿Por qué te sientes así?
JiMin pasó saliva, aclarándose la garganta para poder hablar mejor.
—Cada vez que comentas sobre lo que hago con MinYong, siento como si no supiera cuidarlo. Llego a pensar que sabes más que yo.
Ante lo último, YoonGi rio por lo bajo, besó la frente de su adorable omega y se meció un poco. Parecía como si estuviera calmando a un niño... Y probablemente así era.
—Sinceramente yo no sé más que madre —comentó YoonGi—. Quizás así lo parezca, pero también tengo mis dudas, miedos e incluso paranoias. Lamento hacerte sentir así. Cuando percibía esa sensación, yo lo traducía a enojo o molestia...
—Es porque me enfada no saber —interrumpió con un puchero el menor.
—Entonces, ¿qué propones que hagamos para evitar que te sientas así?
JiMin se alejó del pecho de YoonGí, giró su cabeza para mirarlo a los ojos y sonreír débilmente.
—Creo que estaría bien si me permitieras hacer las cosas... experimentar lo que es que yo sea papá. No creo ser el padre perfecto, pero si no intento ser alguien que esté seguro que puede cuidar de su cachorro...
No hacía falta que terminara la frase, YoonGi comprendió y asintió en acuerdo.
—Siendo así, quiero que me permitas participar en lo que es vestirlo. Siento que mi opinión no es tomada en cuenta. Es algo estúpido, lo sé, pero quizás esa es la razón de que te ponga "peros" en cada conjunto que le pones.
JiMin simplemente asintió en acuerdo y volvió a disculparse por su comportamiento.
—Bueno, al menos no me has querido matar como en el hospital de YonHye —bromeó YoonGi, haciendo reír a su omega.
—Bien, MinYong, es el momento —susurró con seguridad YoonGi, quien vestía unos pantalones de chándal, una playera blanca de tirantes, un mandil amarillo y una pañoleta envolvía sus cabellos negros.
Ese sábado, JiMin había salido con su madre a comprar unas cosas para el bebé, pues se acercaba el cumpleaños de MinYong y también la Gran Reunión del siguiente año —y su madre quería un vestido nuevo y debía tener guardarropa nuevo, claro—.
JiMin le dejó un papel con instrucciones explícitas de lo que debía hacer con el bebé y también una nota con letras en rojo:
«LLÁMAME SI HAY ALGUNA EMERGENCIA.»
Entendiendo el mensaje, YoonGi releyó la lista y comenzó a tachar cada tarea que iba realizando.
Primero debía despertar al pequeño, cambiar su pañal (aunque estuviera limpio), dejarle el pijama puesto (porque hacía un frío del demonio), darle de comer su fruta picada, un puñito de cereal, y cubitos de queso. YoonGi envidiaba en ocasiones lo bien alimentado que se mantenía su pequeño de 10 meses ya. Después del desayuno, debía darle su primer biberón del día y jugar un ratito con él. Debía leerle su cuento favorito de Winnie Pooh, imitando las voces de los personajes...
Jamás creyó que algún día tendría que hacer la voz de ese maldito oso, pero ahí estaba, haciendo reír a su hijo por los ruidos que hacía y las caretas.
...Lo que su hijo lo obligaba a hacer.
Después MinYong debía dormir unas tres horas, en lo que YoonGi preparaba todo para el baño. Oh, sí, el primer baño que le daría a su hijo sin ayuda o supervisión de JiMin.
La ropita estaba guardada en el cajón dos de derecha a izquierda de abajo hacia arriba. La sacó y la dejó en la cama. Acomodó el cambiador que estaba cerca de la cabecera de la cama y sacó un pañal, las toallas húmedas y talco. Fue al ropero donde estaban guardadas las toallas y sacó la de pollito que tanto amaba su hijo. Colgó la toalla en la parte trasera de la puerta del baño. Adentro, colocó en el lavabo el jabón, champú, la esponja de baño y el tiburón de hule. Revisó su reloj y vio que le faltaban dos horas y media para poder bañar a su hijo. Así que regresó a la habitación, viendo que su cachorro seguía durmiendo. Le arropó mejor, lo rodeó de cojines y colocó el monitor en la mesa de noche.
Bajó a la planta baja y comenzó a recoger los peluches, acomodó el librero de donde había sacado el dichoso libro de Winnie Pooh, limpió la cocina y comenzó a preparar la comida. Se acercaba la hora de comer y sabía que su hijo tendría mucha hambre tan pronto terminara de bañarlo.
Hirvió unas verduras, mientras cocinaba un poco de bulgogi, apartando un poco de carne para hacerla puré y que su hijo ingiriera la proteína del día. También tostó un poco de pan. Cuando estaba lavando los trastes sucios, también lavó los biberones y los puso en agua hervida (tal y como decían las instrucciones), para que se desinfectaran. ¿Desinfectarse de qué?
Verificó su reloj y se dio cuenta que le quedaba media hora para que MinYong despertara. Parecía reloj cucú al ser tan exacto en sus horarios. Quizás ellos habían sido demasiado rigurosos en horarios, pero de esa forma había dejado de mantenerse despierto a tan altas horas de la noche.
Subió a zancadas las escaleras y al llegar a la habitación y ver dormido a su hijo, le dio un respiro. Apagó el monitor y fue por la pañoleta que tenía en su buró. Odiaba que sus cabellos no le permitieran ver dónde enjabonaba o que siquiera se mojaran y se pegaran a su frente. MinYong amaba jugar con el agua y de paso a mojar a sus padres. Por ello también se hizo de un mandil. JiMin siempre se burlaba cuando lo usaba, pero eso le daba lo mismo. No le gustaba mojar sus ropas, porque se le pegaban a la piel y se enfriaba la tela.
—Sin ofender, pero pareces un gato —comentó en una ocasión JiMin.
—Eso ofende —replicó YoonGi sin apartar la mirada de su hijo que seguía jugando con la espuma del jabón.
—Es que... Odias mojarte y eso es algo que los gatos tienen —argumentó el omega, acaparando la atención de su pareja.
—Corrección, odio estar mojado si no se trata de que esté dándome una ducha...
—¿Y cuando nadas?
—Eso es diferente —se defendió—, ahí estoy na-dan-do.
—Ajá... Lo que digas... gatito. —JiMin soltó una risilla traviesa al ver la mirada indignada de su alfa.
—Si no puedes jugar a MinYong en unos días, no te quejes —amenazó YoonGi, sonriendo autosuficiente.
—¡YoonGi!
Y YoonGi es un hombre de palabra, ¿recuerdan?
Cuando su hijo abrió sus ojitos azules, YoonGi supo que la máxima prueba (hasta ese momento) se avecinaba. Luego de anunciar que se trataba del momento, levantó a su pequeño para poder empezar a quitarle la ropa y el pañal. Cuando su hijo estuvo completamente desnudo, lo envolvió en una manta delgada. El pequeño reía divertido de que papi Tong le hiciera cohete para llegar al baño.
—¡Bao! —exclamó la creatura con emoción al ver que su papá abría la llave para llenar la tina.
—¡Sí, baño! —repitió YoonGi con voz un poco aguda mientras colocaba una de sus palmas bajo el chorro de agua y así darse cuenta cuando salía caliente. Ante esta acción, MinYong lo imitó.
—¡Fíya!
YoonGi rio por lo bajo alejando su palma cuando el agua empezó a salir caliente. Se giró para llevar al pequeño a la bañera y quitarle la manta. Le hizo cosquillas y volvió a cargarlo para acercarse a la llave y cerrar el chorro de agua. Colocó a MinYong sobre el antideslizante con figuras de patitos. Cuando el pequeño estuvo sentado y YoonGi se aseguró que no resbalaría, fue por los utensilios para poder bañarlo.
—Bien, YoonGi, te has preparado mucho para esto, tú puedes —dijo YoonGi por lo bajo comenzando con el baño.
¿JiMin le daría un premio por su esfuerzo?
Esperaba que sí...
Era el tan afamado cumpleaños de MinYong que cumpliría un año y JiMin había organizado la fiesta para su pequeño. YoonGi simplemente escuchaba y asentía ante lo que decía su parlanchina pareja. Su omega estaba muy emocionado por lo que no quería ser un amargado y borrar esa hermosa sonrisa de su rostro. Su cachorro ya gateaba y estaba aprendiendo a caminar, por eso YoonGi había optado por comprar una de esas correas que se colocan en la cintura de los pequeños, para que no se alejara de donde estaban y ahora la usaba para mantener a su cachorro gateando a cierta distancia del sillón.
—¡El pastel ya llegó! Ahora sólo falta esperar a los invitados —comentó JiMin con emoción.
YoonGi asintió sin dejar de ver a su hijo que estaba intentando ponerse de pie con sus manitos. Le fascinaba ver cómo se veía tan determinado a querer caminar y así poder seguir a papa Shim, por la casa. MinYong tenía una fijación de no separarse de JiMin en ningún momento y tendía a llorar cuando no lo veía. YoonGi lograba calmarlo al darle una cobija con el aroma de su omega impregnado. Y aunque a veces no lograba tener la atención de su hijo, sabía que MinYong lo quería, pues cada vez que iba a trabajar su hijo lo abrazaba de la pierna y balbuceada papa Ton.
Ciertamente amaba a su hijo y había experimentado lo que era ser padre. Desde cambiar sus pañales, bañarlo, darle el biberón, tocar el piano para él y ver que tenía interés, jugar...
¿Se había vuelto blando?
Irónicamente no se sentía mal de afirmar que sí se había ablandado, pero sólo mostraba ese lado suyo frente a su pareja, hijo y suegros. El resto se verían en serios problemas si llegaban a burlarse o a siquiera mencionarlo. Nadie tenía permitido burlarse del próximo alfa líder porque también JiMin salía en su defensa y... ¿Recuerdan cómo logró contener a Jackson, el alfa de Celestial? Gran anécdota, ¿cierto?
—¡Hemos llegado! —anunció un ruidoso TaeHyung, llamando la atención de MinYong quien se asustó por el repentino grito y comenzó a llorar—. ¡Oh! ¡Lo siento, pequeño! —YoonGi resopló molesto y se puso de pie para poder ir a cargar a su hijo, quien tenía extendidos sus brazos para que lo abrazara.
TaeHyung recibió un golpe en la cabeza por parte de JiMin y un regaño de paso. JungKook entró al lugar con NaNa de la mano, quien veía preocupada a su dolorido papi.
—¿Papi Tae? —preguntó la chiquilla, acercándose a paso dudoso a su padre, quien simulaba llorar, haciendo que su hija acariciara su cabeza y le diera un beso—. Papi nfemo...
JungKook negó con la cabeza al saber que algo había hecho su esposo. No era novedad que JiMin le golpeara por algo que haya hecho o dicho. Cuando sus orbes vieron a MinYong que estaba siendo cargado por YoonGi no pudo evitar sonreír. Nunca había visto una escena así de dulce entre el alfa y su hijo. JiMin-hyung siempre presumía que su pareja era dulce, mimoso y cuidadoso con MinYong, siempre al pendiente del niño y con un gran interés de participar en su educación. Eso le recordaba a Tae, que siempre era dulce con su NaNa, siempre sobreprotector y a la vez enseñándole a su pequeña a ser fuerte. Siempre alentándola y brindándole el amor que merecía.
Quizás YoonGi no era tan mal tipo...
Quizás también sería un buen padre...
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