5.NO SABES CON QUIÉN ESTÁS HABLANDO
NOTA MENTAL🤔
Aviso a los que dirigen los manicomios: hay un puñetero chiflado que anda suelto por ahí y que la ha tomado conmigo... ¿Otra coincidencia?
ELA
—No sabes con quién estás hablando...
Mi cabeza acaba de sufrir un choque severo contra una pared invisible. Intento aclarar mi voz. Muevo mis manos desquiciada y con ganas de saber a dónde me lleva. ¡No conozco ni una mierda en Londres!
—¡Entonces lo tienes fácil! —mi voz tiembla y me entran ganas de llorar—. ¡Dime ya de una jodida vez con quién estoy hablando! —le grito—.Si de verdad eres de seguridad, ¡muéstrame tu identificación!—frunzo los labios y me llevo la mano al pecho. Es al menos la tercera vez que lo hago.
Él solamente tuerce la boca de una manera misteriosa y finalmente gira la cabeza y me "mira".
¡Malditos lentes!
—¿Quieres que te muestre una identificación?
—Sí. Y también quiero que te quites esas gafas de sol —le digo tajante y alzo la cabeza—. ¡Te lo exijo!
Los diente me tiemblan en la boca y aunque no vea sus ojos, la manera en la que no mueve la cabeza y solamente me analiza a través del cristal oscuro, hace que corrientes frias me recorran de arriba- abajo.
¿Y si este tipo es de verdad un sicario al que han contratado para matarme? Seguro que está jugando conmigo ahora mismo como el gato con el ratón y dentro de unos minutos estaré muerta.
Entonces, el tipo hinca su pie en el pedal y, mientras escucho el chirrido prominente de las llantas sobre el asfalto, mi frente casi roza la parte de delante de su maldito BMW. Me quedo hecha un iceberg cuando veo que se baja deprisa del automóvil.
No,no,no... Lo veo venir.
Bajo impulso, antes de que él rodee el coche por delante con pasos firmes, en un abrir y cerrar de ojos estoy fuera del BMW y doy unos pasos veloces, intentando alejarme. Es mi oportunidad.
—¡Ni intentes seguirme! —le suelto con sofoco y miro con temor hacia atrás.
—¿A dónde crees que vas? —brama y me alcanza de una zancada.
—No es tu jodido problema
—¡Oh sí! —agarra mi codo, aunque me resista y le atraviese con mi mirada—. ¡Eres mi jodido problema desde que te bajaste de ese maldito avión!
Me empieza a sacudir y no entiendo nada.
—¿Qué haces? —susurro tiritando y miro alrededor.
Su movimiento es tan brusco, que al instante siento mi espalda golpear la chapa metálica del deportivo, el cual se encuentra a unos pasos.
—¡Punto uno! —me grita—. A mi nadie me exige nada, ¡y tú menos! —acerca más su cara a la mía, de manera que su respiración acelerada queda clavada en mi piel.
—¿Qué...?
Pestañeo al borde del colapso.
—¡Punto dos! —prosigue desatado, vertiendo su ira sobre mí—. ¡No soy nadie de la maldita seguridad!
Agarra mi mentón con dos dedos y veo mi rostro reflejado en sus gafas de sol. Aunque haya solamente unas pocas farolas, lo cierto es que sí, noto mi reflejo en sus lentes con demasiada claridad. Enseguida siento su mano en mi cintura y la manera obscena e intensa en la que comprime mi pecho con su torso y me presiona contra el coche. Aproxima su boca a la mía en medio segundo y no sé por qué, pero mi mirada recae sobre sus labios. Sus labios son atractivos, ni muy finos, ni muy gruesos y la forma me parece sexy. Su interesante boca queda muy bien debajo de los lentes y bordeada de aquella mandíbula tan pronunciada. Es más, parece haberse afeitado recientemente y percibo el olor suave a after shave. No obstante, lo que más me llama la atención es cómo se humedece la comisura de los labios en este instante. Todavía no he visto sus ojos y eso me intriga, ¿cómo serán?
¡No, no, no! , me culpo.
«Ela, vete al diablo! ¿Qué te pasa?»
No puedo estar pensando en esta gilipollez mientras que un extraño me está aplastando sobre el coche y me habla de esta manera.
—¡Aléjate de mí! —chillo con ansiedad, pero lo cierto es que no lo muevo ni un milímetro.
—Y punto tres... —continúa, ahogado en su propia alienación y odio hacia mí—. ¡Te irás de aquí esta misma noche y nunca jamás volverás a poner un pie en el Reino Unido!
—¿Tú te oyes? —alzo mi voz con horror y siento las vibraciones atravesar mis musculos—. ¿De qué estás hablando?
—¡Lo que has escuchado!
—¿Y por qué? —le grito de vuelta y mi aliento se intensifica—. ¿Por qué quieres que me vaya?
Quedamos cegados por el destello de los faros de los escasos coches que pasan por la carretera, puesto que el señor mandón psicópata este ha detenido aquel puto coche pijo en un sitio prácticamente desertico.
—¡Porque sí! —sus manos me apresionan más—. Desaparecerás de mi vista antes de que sea demasiado tarde...
Su amenaza incongruente hace que sienta que me desmayaré en cualquier momento. Mis nervios incrementan y la alarma en mi cabeza se dispara, más que la alarma de una ambulancia.
—¿Tienes algo que ver con la muerte de los duques? —pregunto profundamente bloqueada, como si mi mente estuviera experimentando un cortocircuito.
—¿Acaso te parece que me parezco a un asesino, chica "normal"? —me suelta.
—¿Y por qué no lo fueras?
¡Uyyyy dios! En general, los mayores asesinos en serie son los que los que no tienen pinta de serlo. Mi voz suena con resquemor y, para mi sorpresa, a este le sale una risa muy extraña, un tanto terrorífica.
—Si lo pienso bien... no está excluido de que esta noche me convierta en uno si sigues haciéndome preguntas estúpidas.
Aprieta esos labios, ni muy finos, ni muy gruesos.
«Perfectos...» , susurra aquella voz interna y, por un momento, simplemente la odio. Mis párpados sufren espasmos y pestañeo continuamente. ¿De dónde narices ha salido este tío?
Empiezo a luchar con él.
—¡Estúpida es tu actitud de engreído! —chirrio los dientes y acerco más mis labios a los suyos —Ya sé... —me sale una sonrisa falsa —Apare de idiota, también chulo. No me sorprende, las dos cosas van de la mano —remato—. ¡Y ahora suéltame!
—¡No te voy a soltar! —ancla más su mano en mi cintura y veo que aproxima más su rostro al mío—. Vaya... la española tiene carácter. Incluso confieso que será una pena de que te vayas... lo cierto es que estás mejor en persona que en fotos.
—¿Fotos? —empequeñezco mis ojos y lo miro atontada.
A continuación siento el dorso de su mano sobre mi mejilla, y cómo desliza su jodida mano con caricias suaves en mi piel, desde el pómulo hasta mis labios.
¡Ohhh puta mierda! Este individuo debe tener algún problema psicológico.
—Sí, un gran desperdicio... —añade como si estuviera drogado, inclusive parece que no me escucha.
Noto cómo su mano vigorosa desciende de mi cintura a mi cadera y después roza mi nalga a través de la tela vaquera de mi falda. Aprieta más su duro torso contra mí y confieso que no sé ya dónde meterme. Mi respiración sacudida me delata, incluso parece que estoy una montaña rusa, todavía pasmada y con todo el cuerpo cortado a raíz de sus gestos.
¡Me está tocando el puto culo! Sus manos me aprietan y noto los huesos de sus caderas...
Me retuerzo.
—¡Eres un sinvergüenza! —pretendo deshacerme de su mano, pero exprime más mi trasero con sus dedos, y también aprieta su otra mano en mi brazo.
Es indiscutible que me tiene completamente inmovilizada y no se me ocurre nada para librarme de él. Entonces mi piel se eriza, algo que es incomprensible incluso para mí, y lo cierto es que no pierdo el tiempo. Mi codo le atraviesa el abdomen sin titubeo y lo empujo con intensidad, de manera que hago que dé un paso forzado para atrás.
—¡No se te ocurra volver a ponerme un maldito dedo encima! —le amenazo sumamente seria.
Entonces, en vez de alejarse,el maldito tipo este me agarra las muñecas y en un segundo me da la vuelta y pega mi pecho al jodido coche. Apresa mis muñecas y me las inmoviliza sobre la parte alta de la chapa del BMW. Suelto un grito sin querer cuando lo noto pegado a mi espalda, al mismo tiempo que se aferra a mí completamente y hace que mi abdomen y parte de mis senos queden aplastados contra la ventanilla.
El rostro me quema. Cierro los ojos cuando siento su aliento tórrido acariciando la piel sensible de mi cuello y sus caderas atrapando las mías contra el deportivo.
—Precisamente por eso es mejor que te vayas. Elena Bernal... —pronuncia mi nombre en un tono malévolo—... venir aquí fue el mayor error de tu vida.
—¿De qué hablas? —le grito con voz asfixiada.
—Si te quedas, nunca te haré feliz. Y tú a mí tampoco —escucho su voz en mi oído y percibo sus labios cerca de mi oreja. Eso hace que me sacuda, atravesada por miles de sensaciones incoherentes para mí.
Suspiro desconcertada.
¿Qué está pasando? ¿Qué ME está pasando?
—¡Ahhhhhhh! —le grito y sigo luchando con su recio cuerpo —. ¿Qué quieres de mí?
Sus caderas siguen ejerciendo presión y hasta juraría que noto algo en mi nalga, como si fueran sus partes bajas que están... considerablemente hinchadas. Vamos, que siento su "instrumento" en alza.
¿Será posible? ¡Qué vergüenza! ¿Y si es un jodido violador?
«Esto es lo que te faltaba, Ela. ¡Que también te violen en Inglaterra, no bastaba con que alguien intenta asesinarte!»
—¡Hablaaa! —le grito, sin dejar de ejercer presión contra su tórax.
Su silencio incrementa mi miedo.
—Muy fácil... —susurra y restriega su nariz contra mi mejilla—.Está todo preparado, yo mismo te llevaré al aeropuerto. Deberás olvidarte para siempre de quién eres. Seguirás con tu vida en España o en el país que te de la gana bajo otro nombre, para que así nunca puedan encontrarte —aprieta más sus dedos en mis muñecas sobre la chapa cuando sacudo mis manos—.¡Ehhhh, ehhhh! Estoy dispuesto a pagarte lo que me pidas. Lo que sea... —finaliza con voz rauca.
Mi respiración se corta e intento hablar de manera digna.
—¿Por qué lo estás haciendo?
—Porque estoy puesto contra la pared —suena irritado y sin una razón lógica.
«¡Y yo contra tu maldito coche, jodido lunático!»
—No sé a lo que te refieres... —giro un poco mi cabeza a él, de modo que nuestros labios quedan a solo unos pocos centímetros—.¿Seguro que no me estás confundiendo?
Arrugo el entrecejo.
—Seguro que no —su respuesta es más que concisa.
Me lo está dejando muy claro. No tiene dudas.
—Yo... —intento hablar, pero él agudiza su agarre.
—¡Te irás! —me grita—. Seré generoso.
—¡No me puedes comprar!
—Es lo que tú piensas.
Está fuera de sí, noto la tensión en su forma de tenerme atrapada.
—¿De verdad piensas que puedo olvidarme de mi identidad así como así y... —me relamo los labios, los siento secos— simplemente huir... ?
Su respiración en mi oído se torna acelerada.
—No te estoy dando a elegir —sentencia—. En el fondo, te estoy haciendo un favor. Te están buscando para matarte.
Tengo los pelos de punta y me siento frustrada. Irremediablemente frustrada por mi situación, frustrada por la crueldad con la que pronuncia estas palabras, frustrada por su presencia, por su insolencia y por su manera de hablarme sin conocerme de nada. Como si diera por hecho que me dejaría vender.
—¿Qué dices, ehhh? —sigue presionando—. ¿Aceptas?
—¡Ni en tus sueños! —elevo mi tono de voz y estampo mis glúteos en su pelvis, aún arriesgándome a notar más su erección. Simplemente intento alejarlo de mi cuerpo, ya que no tengo otra opción, salvo esta.
—¿Seguro?
Escucho un gruñido, sin embargo no lo alejo completamente, solo empeoro las cosas. Él aprieta mi cintura con un brazo y con el otro rodea mi pecho y me inmoviliza totalmente, mientras que me mantiene pegada a él.
—No lo hagas, duchess...
¡Detesto que me llame así!
—No te gustará tenerme en tu contra —aprieta sus labios en mi mejilla y, aunque el tacto sensual de sus labios sobre mi piel hace que el corazón se me acelere, le vuelvo la cara, intentando huir de su beso—. Te estoy dando opciones, piénsalo.
—¿Por qué quieres que me vaya? —pregunto ya completamente anulada—. ¿Qué ganarías?
—Mucho... —murmura.
Me abre la puerta del automóvil y me empuja para dentro, la cierra velozmente detrás y me quedo en estado de shock. Casi que ni respiro y yo solo...
¡Oh mierda!
Yo solamente agrando mis ojos en los que siento cierto picor. Yo... Ela. Catalina Dashwood. La futura duquesa de Northampton y condesa de Warwickshire, estoy completamente perdida en mi asombro y consternación.
¿De verdad este hombre piensa llevarme directamente al aeropuerto?
¿De verdad me veré obligada a volar de vuelta a España esta noche, sin maleta y sin haberme despedido de... mi abuela?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top