cuatro (1.1)
Hoseok se colgó la mochila al hombro y soltó un suspiro entrecortado, sintiéndose bastante nervioso. Miró hacia el lado cuando escuchó una exclamación de sorpresa, encontrándose a Owen con una expresión casi aterrada plasmada en el rostro, sus ojos claros estaban totalmente abiertos.
—¿Estás seguro que estamos en el lugar correcto? —le preguntó su amigo, su voz sonando un poco temerosa, y Hoseok asintió con lentitud, observando todo a su alrededor.
Era cerca del mediodía y ambos se encontraban en el terminal de buses de Detroit, un lugar bastante deplorable, con las murallas rayadas con grafitis y la basura amontonada en cada esquina. Todo era sombrío y daba muy mal aspecto. Casi parecía un lugar abandonado.
—Había escuchado que Detroit estaba en decadencia... —confesó Owen, observando a unas personas sin hogar que dormían sobre los incómodos asientos de plástico que alguna vez fueron azules—, pero nunca me imaginé que se encontraría así. Esto nunca lo muestran en las noticias, ¿sabes?
Hoseok asintió. Estaba sin palabras. Es decir, Toledo no era la gran maravilla, además, él sabía de la existencia de personas sin hogar, desamparadas del Gobierno y del ojo de Dios, pero trataba de no frecuentar esos lugares porque había oído lo peligroso que eran. Y ahora estaban ahí, en un lugar que no conocían. Realmente tuvo que haberse vuelto loco. Había viajado durante más de una hora sólo para ver a un chico que había conocido por internet, ¿eso significaba que lo que sentía era en serio? Hoseok no tenía dudas de eso.
—¿Por qué no le avisas a Jackson que ya llegamos? —le pidió Owen, alejándose de una mujer que caminaba en su dirección. Tomó del brazo a su amigo y lo obligó a caminar al interior del recinto y pudo respirar un poco más al ver a los guardias de seguridad. Los guardias siempre le habían caído bien, eran simpáticos. O los que él había conocido.
Jung Hoseok sacó el teléfono de su bolsillo y lo desbloqueó, buscando de inmediato el número de Jackson. Marcó y se llevó el teléfono a la oreja, esperando impaciente que el amigo de Yoongi respondiera. Hoseok sabía que en ese momento Jackson se encontraría entrenando para el juego y aunque se había comprometido en estar pendiente de su teléfono, sabía que ese partido era importante para él también.
—¿No contesta?
Hobi negó despacio —Tiene que estar ocupado.
—Llámalo de nuevo —insistió Owen—. Él sabía que íbamos a llegar a las doce. Quizás no escuchó la primera vez.
—Ya voy, tranquilo, ¿sí? —le pidió el chico, marcando otra vez— Según lo que él me dijo, no estamos muy lejos de su escuela. Si no nos responde, podemos buscar un taxi e irnos, ¿no crees?
—Sí, pero esa no es la idea porque...
Hoseok alzó la mano, pidiéndole de esa manera que dejara de hablar. Cuando Jackson respondió la llamada, se oía mucho ruido y la voz de un hombre gritando y haciendo sonar un silbato llegaba hasta los oídos de Hoseok.
—¡Hola! —la voz al otro lado del auricular se escuchaba agitada— ¿Ya llegaron?
—Hola, Jackson, sí. ¿Puedes venir a buscarnos?
—¡Claro! Espera un poco —le pidió el chico. Hoseok escuchó cómo le hablaba a alguien y después le lanzó un grito al entrenador, avisándole que iba al baño. Segundos después, el ruido que había escuchado al inicio fue disminuyendo considerablemente— ¿Dónde están?
—Eh... en el terminal de buses. ¿Te esperamos en la entrada principal?
—Sí. Cerca de ahí hay unos neumáticos de colores, ¿los ven?
Hobi le pidió a su amigo que fuera a revisar a la puerta, buscando aquellos neumáticos de colores que Jackson había dicho y Owen así lo hizo. Cuando Hoseok vio que el pelirrojo asentía a la distancia y elevaba el pulgar en afirmación, le confirmó a Jackson.
—Cool, espérenme ahí. Por favor, no se muevan de ahí, ¿está bien? Llegaré en cinco minutos. —avisó y cuando estaba a punto de colgar, escuchó la voz de Hoseok— ¿Qué pasó?
—¿Él lo sabe?
Escuchó la risa de Jackson —Por supuesto que no. Es una sorpresa, ¿recuerdas?
Seguido de eso, la llamada finalizó. Hoseok cerró los ojos y respiró profundo, intentando calmar el incesante golpeteo de su corazón. Decir que estaba nervioso en ese momento era quedarse corto. Jamás había hecho algo como eso, arriesgarse de aquella manera y viajar para conocer a alguien que jamás había visto en persona, pero que, sin duda, se había infiltrado en su corazón conforme pasaban los días.
Guardó el teléfono de vuelta a su bolsillo y caminó hasta la entrada donde Owen lo esperaba. El exterior del terminal no era tan distinto al interior. Hoseok observó el perímetro vacío que estaba justo al frente. Lo que antes había sido una plaza de juegos para niños, ahora estaba completamente desolada. El césped se había secado y estaba de un color amarillento y los juegos totalmente destruidos por el mal cuidado, oxidados en su gran mayoría. Frente al terminal de buses, unos cuantos metros más allá había un edificio que al parecer estaba abandonado, con las ventanas quebradas y las paredes manchadas por grafitis. Parecía un mundo totalmente distinto, separados por un poco más de noventa kilómetros.
—No me sorprendería si un zombi saltara sobre nosotros ahora —comentó Owen cuando su amigo llegó a sentarse a su lado sobre los neumáticos. El color estaba desgastado gracias al sol.
Hoseok rio —No creo que esté tan mal.
—Sí, como no —Owen arrugó la nariz—. Este lugar es tan deprimente... hasta parece escenario de una película postapocalíptica.
Posó la mochila sobre sus muslos y la abrazó, recostando la cabeza en ella. Owen lo notó muy pensativo puesto que Hoseok era muy hablador y en ese momento se encontraba en silencio, totalmente perdido en sus pensamientos.
—¿Estás nervioso? —inquirió y apenas escuchó eso, quiso golpearse la cabeza. O mejor aún, meterla dentro de un bote de basura.
—Muchísimo... —una sonrisa temblorosa curvó los delgados labios de Hoseok—. ¿Y si no le gusta la sorpresa?
Las cejas de Owen se fruncieron en una expresión confusa.
—¿Por qué dices eso? —Hoseok se encogió de hombros en respuesta— Ayer estabas seguro de hacer esto y ahora... ¿por qué piensas que a él no le gustará verte?
—No lo sé, ni siquiera sé por qué le gusto...
—No seas tonto, Hobi —Owen le acarició el cabello con cariño y Hoseok se relajó. Le gustaba que le acariciaran el cabello—, ¿cómo no vas a saber? Eres un chico encantador, inteligente y muy simpático.
Hoseok dejó escapar un suspiro por la nariz. Owen era su amigo, por supuesto le diría solo cosas buenas. Pero, aun así, prefirió pasarlo por alto, queriendo aferrarse a esos pensamientos con uñas y dientes.
—Gracias. —murmuró después de una pausa— Y gracias por acompañarme, aunque sé que no estabas cien por ciento de acuerdo con esto.
—Que no estuviera de acuerdo no significaba que te dejaría venir solo aquí. Perfectamente Yoongi puede seguir siendo un viejo de cuarenta años que se pasa la vida secuestrando chicos ilusos como tú.
Hobi carcajeó —¿Y qué hay de Jackson? Su voz suena como la de nosotros, joven.
—Puede ser su cómplice, qué se yo.
En ese momento, el motor molesto de un auto hizo ecos en la calle desolada. Ambos chicos miraron en aquella dirección, viendo acercarse un auto clásico y bien cuidado el cual se detuvo justo frente a ellos.
—¿Quién es ese? —Owen habló entre dientes, apenas movía la boca para que el desconocido no se diera cuenta que estaba hablando.
—Creo que es Jackson.
—¿Crees? —los ojos claros de Owen parecieron lanzar chispas en ese momento— ¿Nunca lo has visto ni siquiera en fotos?
—No...
—¿Hoseok? —Jackson se bajó del auto cuando vio que ninguno de los dos chicos se movía de sus lugares— Soy Jackson, ¿hola?
Owen lo observó un poco desconfiado. Sí, ese chico parecía más o menos de su edad, usaba la gorra al revés y gracias a eso su rostro completo estaba al descubierto. Era alto e iba vestido con el uniforme del equipo de básquetbol.
—Espera, ¿cómo sabemos que estás diciendo la verdad?
Hoseok estaba tan atónito y nervioso que las palabras se habían quedado estancadas en su garganta, su estómago revuelto por la ansiedad. Finalmente, con Jackson frente a ellos, había dejado de sentir que todo eso era un sueño. De verdad se encontraría con Yoongi.
—Chicos, por favor, no tengo tiempo para esto. —Jackson se golpeó los bolsillos vacíos de su short deportivo rojo y gruñó— Si el entrenador se da cuenta que salí de la escuela va a matarme. Tú eres Hoseok, ¿no? —dijo, apuntando al chico coreano y éste asintió— y tú eres Owen. Vinieron desde Toledo a ver a Agust.
El pelirrojo se inclinó hacia el lado sin apartar la mirada desconfiada del tercero —Creí que se llamaba Yoongi.
—Ese es su nombre coreano —aclaró Hobi en un susurro—. Casi nadie lo llama de esa manera aquí.
—¡Aquí! —Jackson, quien había estado hurgueteando en la guantera del coche, les tendió un documento que Hoseok recibió— Es mi licencia de conducir.
Jung Hoseok la observó y asintió una vez leyó la información antes de entregársela a su amigo quien la miró y luego estiró la mano, comparando el rostro del chico junto a la fotografía.
—¿Jackson Wang?
—El mismo.
—¿Eres coreano también?
Jackson lo observó como si fuera estúpido, la pregunta fácilmente podría ser considerada como un insulto.
—Mi familia es de China. Pero, no creo que quieran hablar sobre mis raíces, ¿verdad? Por favor, suban al auto de una vez.
Después de dudarlo, Owen terminó asintiendo. Le entregó su licencia de conducir y los dos se subieron en el asiento trasero. Jackson arrancó el motor, dando la vuelta en la rotonda antes de devolverse a la escuela. Por el espejo retrovisor observó a Hoseok y aguantó una sonrisa apretando sus labios. Agust realmente iba a morirse cuando se diera cuenta quién había llegado.
Hoseok se pasó el corto viaje observando por la ventana sin detallar en nada más que en su respiración humedeciendo levemente el cristal. Su mente era asaltada por un sinfín de pensamientos y aunque trataba de no prestarles atención, se le hacía casi imposible. Se preguntaba cuál sería la reacción que tendría Yoongi al verlo. Varias veces habían hablado sobre verse algún día, sin embargo, nunca llegaban a nada en concreto. Hasta ese día. De hecho, si no hubiera sido por Jackson, jamás se habría atrevido a cruzar aquella línea invisible que los separaba.
Eventualmente, el auto se detuvo fuera del estacionamiento de la secundaria y Hoseok comenzó a sentirse mareado por culpa de los nervios. Jackson se desabrochó el cinturón de seguridad y miró hacia atrás y sus cejas se alzaron al ver el rostro pálido de Hoseok.
—¿Estás bien? —le preguntó y sólo obtuvo como respuesta una mirada vidriosa— Tranquilo, ¿sí? A él realmente le encantará verte, estoy seguro.
Los chicos se bajaron del coche y Jackson al estar apurado, les indicó por dónde tenían que ingresar antes de que el entrenador lo descubriera perdiendo el tiempo en el estacionamiento.
Owen rodeó el auto y se dio cuenta que Hoseok estaba apoyado en la puerta trasera, intentando con todas sus fuerzas relajarse. Una mueca se dibujó en los labios del chico y posó una de sus manos sobre el hombro de Hobi, dándole un apretón cálido.
Tranquilo, Hobi...
—Siento que voy a vomitar... —confesó el aludido, mirando al cielo nublado. Luego de una pausa sacudió la cabeza—. No puedo hacerlo, Owen. Fue un error que hayamos venido, tendría que haberle contado a Yoongi y no caer de sorpresa en un día tan importante para él porque...
—No, Hobi, espera —el chico de cabello cobrizo lo detuvo justo cuando el aludido hacía el intento de caminar en dirección contraria—, ¿por qué estás dudando ahora? Por favor, no lo hagas. Has hablado con él durante mucho tiempo, han sido años, Hobi. ¿No crees que te mereces conocerlo? Sólo tienes que tranquilizarte, respirar profundo y pensar en cuánto tiempo esperaste por este momento. Porque ha pasado mucho tiempo desde que querías conocerlo, ¿verdad?
La cabeza de Hoseok se movió en un asentimiento, al inicio titubeante, pero después de unos segundos con más ahínco. Tomó una larga respiración y trató de liberar su mente de aquellos pensamientos que no hacían otra cosa más que torturarlo, haciéndolo sentir inseguro.
De pronto, una pequeña risa brotó de los labios de Hobi.
—¿Qué es tan gracioso? —Owen preguntó.
—Soy tan patético —se burló el contrario—. Esperé tanto tiempo por este momento y ahora no soy capaz de acortar los pocos metros que me separan del chico que me gusta.
—Está bien tener miedo, Hobi —lo alentó su amigo, sus mejillas salpicadas de pecas se estiraron en una sonrisa—. Esto es completamente nuevo y desconocido para ti, pero no por miedo a lo que suceda no vamos a entrar en ese gimnasio, ¿verdad? Sólo imagina lo que sentirá Yoongi cuando te vea. Estoy más que seguro que estará encantado que hayas venido.
—¿Eso crees? —la mirada de Hoseok lucía esperanzadora.
—Por supuesto que sí.
El castaño volvió a asentir y se miró en el reflejo de la ventana del coche de Jackson y trató de arreglar su cabello lacio, sin embargo, no importaba la dirección a la cual quisiera peinarlo, volvía a su posición inicial una y otra vez. Se arregló la camiseta porque sentía que hasta el cuello flojo le cortaba la respiración y asintió, más decidido ahora.
—¿Me veo bien?
—Te ves súper guapísimo, Hobi —le dijo su amigo a lo que el más bajo rio—. Ahora vamos, si mal no recuerdo el juego comenzaba a las una, ¿verdad?
Jung Hoseok asintió.
Ambos se encaminaron en la dirección que Jackson les había indicado. A medida que se acercaban a la entrada principal del gimnasio, fueron encontrándose con más personas. Hoseok observó el perímetro, la escuela donde estudiaba Yoongi era bastante normal, las paredes de ladrillo estaban con la pintura desgastada por culpa del clima y el letrero donde se leía el nombre del establecimiento tenía un grafiti que borraba más de alguna letra. Doblaron en la esquina que conectaba con el gimnasio y fueron absorbidos por mar de personas. Hoseok no sabía mucho de básquetbol, pero por lo que Yoongi le había comentado, ese partido era el más importante para él porque asistirían entrenadores de las distintas universidades a verlos jugar. Realmente esperaba que Yoongi lo hiciera bien.
Dio el primer paso al interior del gimnasio y sintió como si su corazón subiera de golpe hasta la garganta, palpitando con fuerza, creándole un nudo que apenas le dejaba tragar saliva. A lo lejos, pudo ver a Jackson sentado en una larga banca y se preguntó quién de los dos chicos sentados a sus lados era Yoongi. No podía ver con claridad porque las personas iban y venían.
Min Yoongi soltó el aire de forma brusca y se frotó las manos contra los muslos. Sus manos estaban sudando por culpa de la ansiedad y tenía un fuerte dolor en el estómago que no se había ido desde la noche anterior. Estaba ahí como burlándose de él, recordándole que si no conseguía captar la atención de un entrenador perdería la oportunidad de obtener una beca deportiva y sería un fracasado. Las universidades eran muy caras y sus padres no podían costearle la colegiatura. Literalmente, en ese momento, su futuro estaba en sus propias manos.
Miró hacia el lado encontrándose con Jackson quien parecía perdido en sus pensamientos, con una media sonrisa curvando sus labios.
—¿No estás nervioso? —le preguntó y al no obtener respuesta, le lanzó un codazo al costado— Te estoy hablando, Jack.
—¿Qué? ¿Qué pasó? —Jackson lo miró, la sonrisa aún no abandonaba sus labios.
—Te pregunté si estabas nervioso —repitió el rubio, arreglándose la banda para el cabello que molestaba un poco en su frente.
—Ah, sí, por supuesto. Pero lo haremos bien, no te preocupes, Agust.
El aludido asintió. Fue a buscar dos botellas de agua y cuando volvió y le entregó una a su amigo, se dio cuenta que este seguía con aquella sonrisa en los labios. Yoongi frunció el ceño.
—¿Qué diablos te pasa? —escupió, mirándolo de las alturas. Destapó la botella de agua y bebió un largo trago.
—¿A qué te refieres?
—A eso —indicó, secándose los restos de agua de sus labios con el dorso de la mano—. No has dejado de mirarme y sonreír como un idiota.
—Ah, eso.
—¿Entonces?
—Sólo estoy nervioso, no me tomes en cuenta. —mintió.
Min Yoongi lo observó con los ojos entrecerrados y se encogió de hombros, sin querer prestarle más atención. Ahora, lo único que importaba era concentrarse y jugar bien.
Hoseok se sentó junto a Owen en la mitad de las gradas, sintiéndose un poco incómodo por todas las personas que estaban cerca de él. Apenas podía moverse con libertad porque a su lado izquierdo había un sujeto con dos grandes dedos de goma espuma que no dejaba de mover de un lado a otro. Tenía miedo que lo golpeara en el rostro.
—Estoy tan emocionado —espetó el chico a su lado, medio gritando—. Esta es mi primera vez en un partido de básquet y no entiendo mucho. ¿Tú sabes algo?
Hoseok lo observó y negó, una risa nerviosa brotó de sus labios.
—Lo poco que sé fue lo que me explicó Yoongi. No entiendo mucho, pero supongo que no es tan complicado.
—Sí, supongo. ¿Has logrado verlo?
Hobi negó —Cuando estábamos entrando sólo pude ver a Jackson, pero ya no puedo ver nada.
—Demonios —farfulló el contrario—, tendríamos que habernos sentado más adelante. ¿Y si nos cambiamos de lugar?
—No, quedémonos aquí. Si nos movemos podemos perder estos lugares y ya no sabríamos qué hacer.
Owen asintió, de acuerdo con Hoseok. Sus piernas se movían con nerviosismo, realmente estaba ansioso. Al fin conocería al dichoso Yoongi del que tanto hablaba su amigo. Lo miró de soslayo y quiso reír al ver la expresión nerviosa de su amigo. Si él, que era un completo desconocido para Yoongi estaba nervioso, ¿cómo estaría Hoseok? Ni siquiera podría imaginárselo.
De pronto, un silbato sonó con fuerza dentro del gimnasio y poco a poco, el bullicio comenzó a disminuir. Un árbitro caminó por la brillante cancha y se detuvo justo en el medio con el característico balón bajo el brazo, ambos equipos juveniles se acercaron con sus respectivos entrenadores. Todo el mundo se colocó de pie, así que, para alcanzar a ver Hoseok tuvo que hacer lo mismo. Intentó leer los nombres en las camisetas rojas de los jugadores del equipo, pero todos se cruzaban de un lado a otro, imposibilitándole aquella misión.
—Jackson está allí —señaló Owen—. El rubio que está de espaldas a nosotros, ¿será él? Su camiseta dice A. M...
La voz de Owen perdió fuerza hasta desvanecerse por completo al ver la expresión de sorpresa en el rostro de Hoseok.
—Creo que es él... —susurró el otro, apenas audible. La camiseta del chico decía A. Min, estaba seguro que ese chico era Yoongi.
Estuvo observándolo todo el tiempo, hasta que finalmente, el chico se dio la vuelta y pudo ver su rostro por completo. El corazón de Hoseok pareció querer salir disparado de su pecho en ese momento y tuvo que afirmarse del hombro de su amigo cuando sintió sus piernas temblar. Era él, estaba completamente seguro.
—... ¿es él o no?
—Demonios, sí —balbuceó Hobi. Miró hacia el lado y Owen se dio cuenta que estaba pálido como una hoja—. El número veintinueve es Yoongi.
La expresión de Owen le causó gracia, sin embargo, no pudo reírse. Vio que Jackson se inclinaba un poco para decirle algo a Yoongi en el oído que lo hizo reír y Hoseok quedó maravillado. Era la primera vez que veía a Yoongi sonreír y Hobi se preguntó si era posible enamorarse a primera vista.
Pocos minutos después, el partido comenzó. Los gritos efervescentes del público retumbaban dentro del gimnasio y la temperatura comenzó a subir en el recinto. Se oía claramente el rechinar de las zapatillas contra la cancha recién encerada, el rebote de la pelota era opacado por los gritos de los mismos jugadores.
Hoseok siguió a Yoongi con la mirada en todo momento, aguantando las ganas de reír que tenía cada vez que lo veía reclamando en contra de sus compañeros, lanzándoles ánimos en silencio, deseándole la mejor de la suerte. Quedó realmente asombrado, puesto que cuando Yoongi le dijo que era uno de los mejores no estaba exagerando. Por un momento, Hoseok había pensado que Yoongi sólo lo decía para alardear, pero se dio cuenta que decía toda la verdad.
El primer tiempo había acabado y la mitad de los puntos de su equipo habían sido encestados por Yoongi.
❤️➕🏀
—¡Agust! —gritó Jackson cuando se percató que su amigo había terminado de hablar con el entrenador. Al ver que el chico respondía ante su llamado, no le quedó otra alternativa más que trotar hacia él y tomarlo del brazo, deteniéndolo— ¿Cómo te fue? ¿Qué te dijeron?
El rostro serio del rubio fue asaltado por una sonrisa que hizo reír a Jackson. Lo abrazó con fuerza, felicitándolo.
—Felicidades, chico —le dio un suave golpe en el hombro el cual Yoongi no se tardó en responder—. ¿Cuál universidad?
—La Estatal.
—Cool, ¿quieres que seamos compañeros de dormitorio? —Jackson ofreció, haciéndolo reír.
—Ya veremos.
—Espera, ¿dónde vas? —lo detuvo cuando su amigo hacía el intento de irse.
—A los camarines. Necesito tomar un baño —explicó y volvió a ver esa sonrisita en el rostro de Jackson que lo estaba poniendo de los nervios—. ¿Qué diablos te pasa, Jack? Has estado todo el puto día preguntándome dónde estoy o a dónde voy. ¿Qué es lo que quieres?
—¿Puedes venir? Hay alguien a quien me gustaría que conocieras. —Jackson Wang dio un paso al lado, estirando su brazo para indicarle al chico que caminara.
—¿Ahora? Jackson, estoy sudando como un maldito cerdo.
Su compañero rio por la comparación.
—Será breve, Agust. Lo prometo.
El más bajo soltó un gruñido, alborotándose el cabello húmedo por la transpiración.
—Joder, está bien. —escupió. Jackson lo arrastró del brazo, guiándolo a través del gimnasio hasta la salida— Que pesado te has puesto este último tiempo, Jack. De verdad, estoy dudando si quiero que seas mi compañero de cuarto porque... ¿qué diablos haces?
Se apartó cuando su amigo comenzaba a peinar los mechones que habían quedado levantados en distintas direcciones, dándole una apariencia demasiado desaliñada.
—La persona que vas a conocer es un gran fan tuyo, Agust. No puedes presentarte en esas pintas.
—No seas idiota —apartó de un golpe las manos de Jackson—. ¿Y bien?
—Aquí a la derecha.
Yoongi rodó los ojos con hastío y empezó a caminar en aquella dirección dando fuertes pasos, demostrando de esa manera que estaba molesto. Cuando giró a la derecha, su cuerpo se quedó paralizado, estático en su lugar y sus ojos se abrieron de la impresión, sus cejas viajaron hasta su frente en una expresión de total incredulidad.
¿La persona que estaba frente a él realmente era Hoseok?
—Hola, Yoongi.
Min Yoongi dio un paso atrás, sin poder creer lo que sus ojos estaban viendo. Una risa nerviosa brotó de sus labios y cuando vio a Jackson aparecer a su lado, señaló al chico frente a ellos que lucía igual o más nervioso que él.
—Creo que correr por tanto tiempo me está haciendo mal, hombre —se burló de sí mismo—. Me está haciendo alucinar.
—No es una alucinación, Agust —se rio Jackson—. Ven, déjame presentarte a un amigo, que curiosamente es un muy gran fan tuyo. Agust, este es Hoseok, ha viajado desde Toledo para conocerte.
Aquella sonrisa incrédula en el rostro de Yoongi desapareció y fue reemplazada por un sonrojo intenso, ojos brillantes observaban al chico frente a él. Hoseok estaba parado frente a él luciendo tan precioso que apenas lo podía creer, aquella sonrisa de corazón que había visto un par de veces en fotografías se reflejaba justo frente a sus ojos a escasos centímetros de distancia.
—Joder, sí eres tú... —susurró y tragó saliva con dificultad—. Puedo... ¿puedo abrazarte?
Hoseok se sorprendió por la pregunta del rubio. Sin duda, se esperaba cualquier cosa, menos que él le preguntara si podía abrazarlo. Sin embargo, asintió y Yoongi acortó la distancia que los separaba en dos grandes zancadas y lo envolvió entre sus brazos. El abrazo fue amable y cálido, justo como lo era la personalidad de Yoongi.
Cuando el rubio se apartó, Hobi se dio cuenta que sus ojos se habían humedecido, las primeras gotas saladas querían ser liberadas de sus ojos.
—No, Yoongi... ¿por qué vas a llorar?
Min Yoongi sonrió, las primeras lágrimas cayeron libremente por sus mejillas.
—Estoy tan feliz de verte aquí, Hobi... —confesó y lo abrazó de nuevo—. Este es el mejor día de mi vida, te lo juro.
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