DIEZ. mi-mi

🌸  CAPITULO DIEZ
mi-mi
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EL RESTO DE LAS CLASES FUE demasiado extraño para Eun Young Mi. Su parte consciente le recordaba una y otra vez el abrazo que había compartido con Seo Jun, no se lo podía quitar de la cabeza ni los sentimientos que nacieron en ella en ese momento. Fue todo tan nuevo y único, difícil de explicar pero sentía tranquilidad en él.

Ya se imaginaba que el chico que la salvó de esos acosadores pudiera tener más que ofrecer debajo de todo ese aspecto rudo. Lo que Young Mi no sabía era que ella sería la única testigo de su lado más dulce.

La última campana del día sonó, avisando que las clases culminaron y cada estudiante podía salir de la escuela. Young Mi era acompañada por sus amigos, quienes hablaban entre ellos mientras ella estaba pensando en el abrazo. Tendría que entretenerse en algo para poder olvidarse o se volvería loca en el transcurso.

—¿Estás bien? -Soo Ah le preguntó. Estaba enganchada del brazo de su novio y mirando a Young Mi preocupada.

—Oh, sí estoy bien -Sonrió levemente y Soo Ah asintió no muy convencida–. Ju Gyeong -Llamó a la chica a su lado, quién había estado cabizbaja desde que regresó del auditorio–. ¿Cómo te fue?

—Terrible -Suspiró–. Hice el ridículo frente a todos. Actué frente a las personas incorrectas, el jurado se fue y no lo sabía.

—Que horror. Lo siento, Ju Gyeong -La chica hizo un puchero demostrando su vergüenza y tristeza–. No te preocupes por eso. Al menos nadie más en la escuela te vió, estoy segura que se olvidaran.

O al menos eso esperaba que sucediera.

—Al menos cumplí con mi parte -Murmuró pero fue escuchada por Young Mi.

—¿Cumpliste con qué? -Frunció sus cejas–. Vamos, Ju Gyeong. Puedes confiar en mí.

—No me hagas caso, Young Mi. Estoy delirando -La chica aceleró sus pasos dejando a sus amigos completamente confundidos a sus espaldas.

—¿Qué le sucede? -Preguntó Soo Jin, viéndola irse.

—No lo sé -Young Mi encogió sus hombros–. Pero no hay que presionarla, nos lo dirá algún día.

Los chicos se fueron por un camino moviendo sus manos en despedida para Young Mi mientras ella subía al auto negro familiar. Estando dentro, no estaba Han Dam y algunos recuerdos de la última vez que no estuvo presente, llegaron a su cabeza.

—Sung Hyun -Llamó al hombre–. ¿Y mi hermana?

—Su clase salió temprano. No se preocupe por ella, está con su madre en este momento.

Young Mi asintió más aliviada al saber que su hermana no podría estar por ahí en las peores calles de Seúl y luego la llamara para que la pudiera salvar. Su teléfono sonó avisando sobre la llegada de un mensaje.

HAN SEO JUN

Lo siento, no podré ir hoy.

YO

Está bien

La chica bloqueó el teléfono antes que el chico pudiera responderle y empezó a golpear su pie duramente contra el suelo del auto. Estaba enojada porque la había dejado plantada y mañana tendría clase de Química sin saber absolutamente nada sobre las pronunciaciones de los elementos químicos. Lo que le llevaba a sus últimas opciones: Confiar en Internet, o pedirle ayuda a sus padres. Se inclinaba más por la primera opción porque sus padres casi nunca estaban en casa y si era así, su madre era alguien complicada para enseñar.

Estaba perdida. Tendría que depositar su confianza en el traductor de internet.

Interrumpiendo sus maldiciones, el teléfono volvió a sonar avisándole sobre el ingreso de una llamada y el nombre de su madre iluminandose en la pantalla.

—Hola, mamá -Suspiró.

—Hola, cariño. Ya debes estar de regreso a casa -Su madre parecía estar de buen humor, o estaba cerca de alguien.

—Sí, ¿Sucede algo? -Cruzó sus piernas atenta a lo que su madre le respondiera.

—Quería que nos acompañaras al hospital. Estoy yendo con tu hermana.

—Mamá...

—Solo será un momento y regresaremos a casa para la cena. Lo prometo -Seung Dam parecía casi rogarle a su hija mayor, y Young Mi estaba sin escapatoria.

Cuando su madre pedía algo, todos en la familia se veían en la obligación de cumplirlo porque de lo contrario estaría firmando su sentencia a escucharla quejarse durante un mínimo de tres días y volverse la víctima. Repetiría con continuidad que no la querían y que ella haría lo mismo cuando le pidieran algún favor. Así que por el bien común, debían tragarse su molestia y aceptar a lo que se pedía.

—Está bien -Resopló y pudo imaginarse la sonrisa orgullosa de su madre–. Tiene que ser rápido. Tengo que estudiar para mañana.

—Te quiero -Canturreó antes de colgar la llamada.

—Menuda suerte -Murmuró tirando su teléfono dentro de la pequeña mochila negra y miró por la ventanilla del auto, identificando que no estaban yendo por el camino a casa–. Ya lo tenía planeado, ¿Verdad?

—Sabe como es su madre, señorita Young Mi -La mencionada asintió. Sung Hyun tenía razón, su madre sabía que no se iba a negar.

El transcurso hacia el hospital no se hizo demasiado largo y tan pronto como el auto se estacionó frente a la puerta principal, Young Mi bajó dejando que Sung Hyun se fuera a casa o posiblemente a la empresa. La joven Eun se encontró a su madre y hermana menor sentadas en la sala de espera principal. Era notorio desde lejos que Han Dam no quería estar ahí.

—Aquí estás -Su madre estaba sonriente acercándose a ella-. Vamos -Las llevó hacia la recepción, donde había una chica tecleando frente a una computadora–. Hola. Vengo a ver a Lee Mi Hyang de la habitación 416.

—Tiene una visita justo en este momento. Podría regresar mañana.

Cómo ya se había mencionado, Seung Dam no recibiría un "No" como respuesta. Sonrió forzada pero le salió tan natural, las únicas que pudieron identificar eso fueron las hermanas Eun, que ya la conocían como las palmas de sus manos.

—Mucho mejor -Pausó–. Debes ser nueva aquí pero soy Choi Seung Dam.

—Disculpe, pero no la conozco -Negó la joven y eso dañó los sentimientos egocéntricos de la mujer, quién eliminó su sonrisa por completo.

—Hola, Seung Dam -Apareció una de las enfermeras que atendía a Mi Hyang. La mencionada sonrió alegre porque ella sería su salvación.

—Hola, Shin Dae. Que bueno verte de nuevo.

—¿Ellas son tus hijas? Son muy hermosas -Miró a las hermanas Eun, quienes hicieron una reverencia perezosa al mismo tiempo.

—Sí. Vinimos a ver a Mi Hyang pero parece que su hijo está dentro.

—Oh, no te preocupes por eso. Estoy segura que Mi Hyang querrá que ustedes también estén presentes -Ambas rieron–. Oye, niña. Déjalas pasar. La señora Seung Dam es una de nuestra aportadoras más importantes del hospital, no seas maleducada.

—Lo siento -La principiante hizo una pequeña reverencia en disculpa luego del regaño de su superior.

—No es necesario. Fue un error de principiante -Seung Dam le restó importancia cuando antes estaba dispuesta a hacer un enorme escándalo.

Las mujeres caminaron hacia la habitación donde se encontraba Mi Hyang recuperándose poco a poco. Al ingresar a la habitación, Young Mi se detuvo en la puerta al ver quién se encontraba en el interior y ambos se congelaron intentando asimilar lo que estaba ocurriendo.

—¡Seung Dam! -Sonrió la mujer enferma hacia su amiga.

—Que bueno verte de nuevo -Se acercó a ella y le dió un suave beso en su mejilla–. Tú debes ser el pequeño niño que maltrataba mis flores -Sonrió hacia el chico que mantenía su boca abierta a más no poder, sin quitarle la mirada a Young Mi.

—Seo Jun -Llamó Mi Hyang a su hijo mayor trayéndolo a la realidad–. No seas irrespetuoso, mocoso.

—L-Lo siento -Carraspeó y miró hacia Seung Dam-. Hola -Hizo una reverencia completa–. Soy Han Seo Jun.

—Has crecido mucho y te has vuelto muy guapo -Le dió un cumplido que le arrancó una sonrisa egocéntrica–. Vas a Saebom, ¿Verdad?

Claro que iba a esa escuela, ella lo sabía porque inscribió a sus hijas ahí para que pudieran volverse a relacionar con Seo Jun, en especial Young Mi. Pero parece que la azabache no fue lo suficientemente inteligente para darse cuenta que él era su amigo de la infancia y su mamá los quiso juntar.

—Sí, señora.

—Entonces debes conocer a Young Mi -Sonrió hacia su hija, mirando a los dos jóvenes, quiénes estaban nerviosos al tope.

—No

—Sí -Young Mi y Seo Jun dijeron al mismo tiempo respectivamente contradiciendose.

Seung Dam miró a su hija levantando una ceja esperando que aclare la situación, Young Mi balbuceó un poco antes de ordenar sus ideas y soltar un gran suspiro para decir la verdad.

—Es mi compañero de clases -Dijo resignada ante su madre, mientras que Han Dam a su lado no podía creer que alguien tan atractivo asista a Saebom.

—¡Me alegro! Entonces pueden ir a dar una vuelta. ¿No les parece?

—No lo creo. Seo Jun debe estar ocupado, ¿Verdad? -Young Mi cruzó sus brazos mirando amenazante al chico, esperando que respondiera a su pregunta.

—Seo Jun, acompaña a Young Mi -Mandó su madre–. Así pueden ponerse al día.

—¿Ponernos al día? Pero si la veo todos los días en la escuela -Protestó Seo Jun sin entender lo que su madre decía, más cuando rió con gracia.

—¿No recuerdas, pequeño tonto? ¡Ustedes son mejores amigos desde que nacieron! Eran como hermanos, inseparables.

Por suerte, se encontraban en un hospital porque Young Mi sentía que se le bajaba la presión por la noticia. Entonces, Seo Jun y ella eran amigos desde que hicieron uso de razón hasta que se fue a Australia. Eso podría explicar los contantes recuerdos mutuos que tenían sobre el otro estando pequeños cada vez que se veían, prácticamente el rompecabezas ya estaba armado pero aún costaba asimilarlo.

De entre todas las personas de la ciudad, justo tuvo que coincidir con él esa noche de Itaewon. Una realidad alternativa dónde no sucedía eso, podría ser que nunca hubieran hablado y por lo tanto, la sorpresa hubiera sido mucho más impactante.

—Saldré un rato -Dijo Young Mi antes de salir de la habitación, seguida por Seo Jun unos segundos después–. Esto es una locura.

—Te doy la razón -Seo Jun se colocó a su lado, ambos caminando por el pasillo procesando todo–. ¿Quieres ir por un café? Para alivianar las cosas.

—¿No tenías que hacer algo importante? Por eso me cancelaste -Le recordó sin siquiera mirarlo.

—Esto era lo importante iba a hacer -Contestó–. Así que no te pongas gruñona y vamos por un café mientras te ayudo con tu clase de mañana, ya que no pienso volver a ahí.

—Es una buena idea -Lo señaló y él sonrió orgulloso–. Puedes ser inteligente si te lo propones, Han Seo Jun.

—Haré como que no oí eso -Dió pasos apresurados llevándose su dignidad y dejando a una Young Mi burlándose atrás–. Además, no te olvides que me debes invitar comida. Ese era el trato.

—Ya, tonto. Hablas de comer cada cinco segundos -Logró alcanzarlo, caminando junto hacia la salida del hospital.

Encontraron una pequeña cafetería frente al edificio, así que ahí pasarían lo que restaba de la noche escapando de sus madres. Al menos Han Dam se quedó en forma de venganza por haber obligado a Young Mi a participar de la audición, sabía que su pequeña hermana odiaba estar presente cada vez que su madre hablaba con sus amigas porque la aburría.

—Entonces, esto se pronuncia "Calcio" -Dijo lentamente para que Young Mi pudiera escucharlo mejor.

—Calcio. Lo tengo -Afirmó repitiendo la palabra con perfección–. Aún no logro entender este.

—Te lo repetí diez veces, Young Mi. ¿Crees que no me canso de hablar? -Protestó el chico y Young Mi entrecerró sus ojos amenazante. Era la décimo octava vez que quería golpearlo con su libro.

—Lo que me sorprende es que no te canses de tomar el mismo latte -Señaló el vaso que Seo Jun llevaba en la mano–. Has tomado cinco vasos desde que llegamos.

—Sí sigues sin aprender esa palabra, podría inclinarme por un sexto vaso -Sonrió con burla tomando del sorbete y Young Mi golpeó su cabeza–. ¡Auch! Estás muy estresada, deberías tomar un descanso.

—Quisiera tomar un descanso de ti -Gruñó cerrando su libro y reposando su espalda contra el respaldar–. Es demasiada coincidencia que nos hayamos encontrado esa noche. Dudo que estoy viviendo la realidad y no en una película.

—No fue una coincidencia, fue el destino -Afirmó con seguridad–. Recuerdo que cuando te fuiste, hicimos una promesa de sangre. ¿Lo recuerdas? -Young Mi sintió curiosidad pero negó al no recordarlo–. Prometiste que cuando regresaras, me ibas a encontrar y yo te iba a esperar.

Seo Jun tuvo el primer recuerdo la noche que conoció a Young Mi cuando escapaban de los chicos. No pudo ver su rostro, era borroso pero recordó sus palabras y los pequeños dedos ensangrentados cerrando la promesa. Eran muy pequeños, pero durante varios años Seo Jun vivió con la esperanza de que Young Mi pudiera cumplir lo que prometieron, hasta que cinco años después desistió de algún día volverse a ver y siguió con su vida, igual que Young Mi.

—Eramos muy pequeños para entender la fuerza de esas palabras, pero creo que al final dió resultado -Seo Jun sonrió con nostalgia–. Nos volvimos a encontrar, Young Mi.

Young Mi no sabía qué decir. Era verdad que olvidó esa promesa que hicieron cuando tenían ocho años, pero al menos eso justificaba la pequeña cicatriz que tenía en la yema de su dedo meñique, por lo que le creía. Seguía siendo irreal que se hayan encontrado, en serio estaban destinados a encontrarse.

—No puedo creerlo -Rió Young Mi–. Es una locura, en serio... Wow. Tengo la inspiración para convertir esta historia en una película.

—Lo sé, es una completa locura -Seo Jun asintió mirando a la azabache. Quería saber más de ella–. ¿Qué hiciste todos estos años?

La sonrisa de Young Mi fue apagándose poco a poco como una vela hasta que una expresión en blanco quedó frente a Seo Jun, y él pudo saber que tocó un tema delicado. Tenía en claro que ella vivía en pena pero en realidad era mucho peor, ella tenía cicatrices en el alma.

—No hice nada importante, solo me dediqué a estudiar -Respondió cortante desviando la mirada.

Podría conocerlo desde niños pero aún seguía siendo un extraño en ese momento, y la confianza entre ambos era imperceptible.

—¿Qué hay de tí?

Así como Young Mi pasó por días negros, Seo Jun se vió en la misma situación que aún cargaba hasta el presente. Ambos compartían ese sentimiento de culpabilidad e impotencia que dejó sus pasados tormentosos, eran dos aves heridas y con las alas cortadas por completo. Y a pesar de eso, querían hacerle aparentar al otro que su vida fue normal.

—Igual, todo bien -Apretó sus labios, pero Young Mi no le creyó en lo absoluto. Sabía que él tenía una fuerte historia con Su Ho que involucraba al pasado, pero no podía pedirle que le dijera la verdad cuando ella no le da lo mismo–. ¿Seguimos estudiando?

Young Mi seguía escribiendo pero no podía concentrarse, el ambiente se había vuelto muy incómodo entre los dos. Se removía en su asiento sin encontrar una posición cómoda y lo único que escuchaba era el sorbeteo de Seo Jun que ya no tenía más latte.

—Oye -Young Mi llamó al chico y él la miró de reojo–. Gracias por lo de hoy. Lo necesitaba.

—¿A qué te refieres? -Sabía de lo que ella estaba hablando pero quería que lo dijera.

—Sabes a lo que me refiero.

—No, no lo sé -Sonrió con burla y Young Mi resopló aburrida.

—Olvídalo, idiota -Siguió escribiendo ignorando a Seo Jun y el chico colocó su mano en el cuaderno impidiendo que siguiera.

—De nada -Dijo y Young Mi alzó su cabeza para mirarlo–. Pero no le digas a nadie lo que hice -La señaló y ella asintió estando de acuerdo–. Pide un latte más, ya no tengo -Agitó el vaso demostrando que estaba vacío.

—Pero has tomado lo suficiente.

—¿Y? ¿A caso tú ya terminaste de aprenderte la tabla periódica? -Alzó una ceja y Young Mi lo miró mal.

—Te estás aprovechando de mi desesperación, Han Seo Jun -Lo señaló y él sonrió cruzandose de brazos.

—Y tú te estás aprovechando de mi bondad. Es la segunda vez que te estoy salvando y solo te he pedido unos cuantos lattes. Estoy siendo generoso contigo, Mi Mi.

Seo Jun abrió sus ojos a más no poder al darse cuenta del apodo cariñoso que le puso a la chica. Young Mi se sorprendió unos segundos para luego sonreír con burla por su reacción y lo gracioso que había sonado.

—¿Mi Mi? -Rió y Seo Jun intentó cubrirse el rostro de la vergüenza–. ¡Ya! Han Seo Jun es cariñoso después de todo. ¿A caso tus amigos lo saben? ¿Les puedo decir? -Intentó picarle la mejilla con su dedo índice pero Seo Jun le daba pequeños manotazos alejándola.

—¡Young Mi! Vete -Seguí golpeando su mano alejándose de la chica mientras ella reía.

—No me digas así. Soy Mi Mi, ¿Recuerdas? -Siguió riendo y Seo Jun quería que la tierra se abriera para tragarselo.

El resto de la estadía en la cafetería se pasó entre risas de ambos, burlas de Young Mi por el apodo que le puso Seo Jun y pedidos de latte para Seo Jun. Sus actitudes eran de mejores amigos, como si no se hubieran separado por diez años y es que la química entre ambos era indiscutible e inigualable, ellos nacieron para estar siempre juntos.

¿Verdad?

hola! segundo capítulo en menos
de un día porque estoy inspirada DJDK

vieron que es un capítulo exclusivamente
en interacciones entre Young Mi y Seo Jun
porque lo necesitaban.

¿qué les pareció?

nos leemos en el próximo capítulo,
que si mi inspiración sigue en pie,
lo podría publicar más tarde.

lxs quiero

-ASLAN

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