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↷✦; e s p e r a n d o l a s e ñ a l ❞
― ¿Entonces me dejas conducir? ―preguntó por tercera vez Chan, no rindiéndose ante las negativas del pelimorado, quien parado frente a él trataba de apartarlo para ingresar al asiento del piloto. El castaño estaba apoyado en la puerta por lo cual no permitía que el otro pasara.
―Que no, Chan ―se negó nuevamente, poniendo sus manos contra el cuerpo del otro para empujarlo hacia un lado.
―Oh, vamos ―pidió alargando la "o" de "vamos" innecesariamente. Riendo un poco al hacer fuerza para que el otro no lograse sacarlo. Funcionó bastante puesto que el cuerpo de Bangchan era un poco más grande en comparación al de Minho, no demasiado, pero lo suficiente para ganarle en un empujón― No voy a estrellarnos en los primeros cinco minutos de viaje.
Varios estudiantes de la Universidad pasaban junto a ellos, dirigiendo miradas curiosas. Algunas encontrando divertido lo poco que captaban de la conversación. Había varios compañeros de Chan que caminaban también por allí en ese momento, encontrando extraño el ver al castaño tan sonriente y juguetón.
Lee Know seguía tratando de empujarlo, no pudiendo evitar soltar una risa cuando necesitó poner más fuerza. Sí que Bang era testarudo.
―Digamos que no te tengo mucha confianza luego de saber la razón por la cual me contrataron...
El de ojos café bufó, desviando la mirada con una sonrisa no del todo hecha. Bien, ese es un buen punto...
―Ya te dije que no es alguna clase de Hobby ―devolvió el empujón haciendo a Minho trastabillar unos pasos hacia atrás. Tuvo que mantener el equilibrio para no caer, y en cuanto se recuperó vio a Chan abriendo rápidamente la puerta del conductor.
― ¡No! ―pero era tarde. El castaño ya estaba sentado y tomando el volante.
Aunque no tenía las llaves, y por lo tanto, manera de encenderlo. Dio una sonrisita burlona a Lee que lo miraba ceñudo, asomándose por la ventana abierta.
―Dame las llaves, Minnie.
―Ni en sueños. Baja. ―dijo con el tono más serio que encontró dentro de sí. Y la verdad es que funcionaba bastante bien, puesto que por un momento al menor se le cruzó por la cabeza obedecer... No que el pensamiento le hubiese durado demasiado, enseguida lo desechó.
Miró hacia el frente, aun había mucha gente en la Universidad. Y sabía la razón por la que el pelimorado estaba tan impaciente. No era solo porque estaba tocando a su bebé o porque quería ir a donde sea que quisiese ir Bangchan.
―Minhoe ―Lee Know se preguntó sinceramente cuantos apodos podía ponerles―, deja de ser tan cabeza dura ―¿yo? ¿Yo soy el cabeza dura?―y dame las llaves.
―Que no. Baja del puto auto.
―Lee Saber ―ese era el peor por mucho―, estás haciendo un escándalo.
― ¡Tú eres el que actúa como un niño!
Bien, lo estaba sacando de quicio. Quizás debería dejar de molestarlo tanto.
―Uvita ―nah, ¿a quien quería engañar? Esperaba hacerlo estallar―, deja las escenas para cuando estemos en casa. Sube al auto y si quieres me le chupas mientras conduzco. Ya sabes, quizás te disculpe.
Minho lo miró con gesto de incredulidad por unos segundos, procesando toda la información de una. No pudo evitarlo, el imbécil de Bangchan decía esa clase de cosas y él simplemente no podía evitar tomarlo con gracia. Estalló en carcajadas, por el ridículo mote y por la manera en que Chan solucionaría una pelea de parejas.
Dio un golpe en seco con el puño sobre el hombro de Chan y se alejó de la ventana para rodear el auto. Suspirando entró y se sentó en el asiento de copiloto. Con gesto serio sacó las llaves de su bolsillo, manteniéndolas colgando por sobre la mano extendida de su compañero.
―Bang Christopher Chan... Le haces un solo rasguño a mi auto y te juro que conduzco hasta El Gran Cañón solo para dejarte allí varado, esperando que te ocurra lo mismo que a James Franco en esa película donde se cortaba a sí mismo el brazo.
El de ojos café tuvo el impulso de reír. Pero se contuvo ante la seriedad del otro.
― ¿Sabes? Estás contribuyendo a mi teoría de que eres mecafilico... ―el otro solo frunció más el ceño― No dañaré a tu bebé ―dijo rodando los ojos en un suspiro derrotado.
Entonces el pelimorado soltó las llaves, el otro atrapándolas en el acto con una gran sonrisa triunfante. Enseguida las guió para encender el auto, sintiéndolo rugir levemente cuando lo hizo.
Ah, en verdad había extrañado conducir un auto.
Know lo observó en su proceso, quería morderse las uñas, pero decidió que además de mostrar descaradamente su desconfianza, lo pondría más nervioso a él mismo.
Así que dejó al otro arrancar el auto despacio, saliendo así de la universidad.
Ya estaba anocheciendo, el cielo de un naranja hipnotizante con manchas de rosa gracias a las pocas nubes en él. La leve pero fuerte iluminación de los últimos rayos de luz en el día golpeando contra los rostros de ambos jóvenes a medida que avanzaban con el auto hacia su destino, dándoles a su tez un tono más pastel.
― ¿Cuánto llevará el viaje?
Chan había tomado una de las rutas principales, la número 5, en dirección a Los Ángeles.
―Unas dos horas aproximadamente, estaremos por allá a las 8:30 o 9 ―dijo restándole importancia el castaño, total, al otro día no tenían nada que hacer.
A Minho no le sorprendió para nada esto, el tipo se veía como la clase de persona que conduce por horas, sin importarle nada.
En realidad, básicamente igual a como él.
―De acuerdo ―dijo con una sonrisa, acomodándose en el asiento, observando al otro manejar, poseyendo con un gesto relajado en el rostro.
Sí, exactamente como le gustaba a él.
( ★ )
― ¡No me jodas! ―exclamó Minho en cuanto entraron al lugar a donde Bangchan lo había llevado.
―Oh, que lastima, ese era el plan luego de esto... ―bromeó el otro, viendo al emocionado pelimorado mirar de aquí para allá.
Estaban en un arcarde. Sí, de esos donde hay maquinas de videojuego como las de los 80 (en realidad, la tienda trataba de imitar el aire de esos tiempos). Era bastante grande, con gran variedad de videojuegos (y aún así, al menos cinco ejemplares de cada uno, para que varios pudiesen jugar), desde carreras de autos, pasando por shooters hasta tejos electrónicos*.
― ¡¿Cómo es que nunca supe de este lugar?!
―No lo sé, y me duele. La burbujita en que vivías llena de juegos de consola portátil debió ser muy triste.
Lee Know no dejó de observar de aquí para allá con cara de cachorro que ve llegar a su amo. Bangchan juraría que era capaz de ver una colita agitarse tras de él.
―La verdad es que ahora lo pienso y sí, era triste ―dijo con los ojos bien abiertos y la emoción corriéndole por el cuerpo.
Se sentía como un niño de 13 años nuevamente, pensando en qué juego probar primero, sin preguntarse siquiera cuanto tendría que pagar. Así que se movió hacia lo que primero captara su visión, que resultó ser un shooter con temática de Jurassic Park. Tomó de la manga a Chan y lo arrastró consigo hacia la pequeña cabina en donde se posicionaba el juego, puesto que tenía una pantalla dentro junto con las "armas" que debían utilizar para disparar a los dinosaurios en el juego.
― ¿"The Lost World"? ¿En serio? ―preguntó Chan cuando vio hacia donde los había llevado el emocionado pelimorado― ¿Qué no hay como cien de estos en cada arcarde existente?
―Más o menos, pero hace años que no vengo a uno, y, ya sabes, nostalgia.
―Pff, no te sales de tu zona de confort ―dijo mientras ingresaba a la cabina por el lado izquierdo.
El pelimorado sonrió levemente mientras hacía lo mismo por el lado derecho.
―Seguro te quejas porque no pasas del primer nivel. Tranquilo, Tío Minho te ayudará.
El de cabello castaño rió mientras sacaba la tarjeta que se usaba en el lugar para ingresar a los juegos y la deslizaba por la pequeña hendidura al costado de la cabina.
―Ya veremos cuando sea yo quien tenga que revivirte cada vez que mueras en el juego.
Al final resultó que Bangchan sí tuvo que revivir más veces a Minho que a sí mismo durante la partida. Pero lograron pasar el juego completo (lo que les llevó 25 minutos y un grupo de personas asomándose a ver qué tal iban), quedando en el tercer lugar en puntaje final, guardando su partida con el nombre de "TuGFA", como era de esperarse de personas tan maduras y bienhabladas como ellos...
Pasaron hacia las carreras de autos, en donde el pelimorado ganó por treinta segundos al castaño, llevándose el primer lugar en la carrera, devolviéndole el golpe recibido previamente en el juego de Jurassic Park. También jugaron al Street Fighter, en el que pasaron la mitad del rato disputándose quién era el mejor personaje para elegir (y la otra mitad, sobre si este juego superaba a Mortal Kombat o no)
Pararon solo unos 15 minutos a comer unas pizzas que vendían en el lugar, ansiosos de continuar. No sería mentira decir que utilizaron básicamente cada consola (incluida la de baile, en donde terminaron haciendo el payaso, perdiendo todos los puntos), teniendo que recargar la tarjeta del lugar al menos unas 8 veces.
Probaron, a eso de la 1:20 de la madrugada, el tejo, puesto que las luces de las pantallas ya les hacían doler la vista. Tuvieron una batalla bastante parcial, ambos eran buenos en el juego, y quien acabó ganando fue Minho, con un total de 7-6.
El ultimo de todos fue uno de puntería, de esos donde debes embocar una pelota en alguno de los varios agujeros (cada uno con diferente puntaje). Minho resultó ser un asco para ello, ganando apenas unos 20 tickets de premios. Chan, por su lado, embocó siempre al de más puntaje, llevándose unos 500 tickets en solo tres intentos. Esto le valió los elogios de Minho, que sorprendido se arrodilló en el suelo con solo una rodilla hincada, y miró al castaño.
―Cásate conmigo ―bromeó, extendiéndole una paleta que había comprado mientras iban de juego en juego.
Varias personas los miraron raro, mientras que otras (que habían estado siguiendo el movimiento del excéntrico par luego de verlos en The Lost World) rieron ante la situación. Bangchan se llevó dramáticamente la mano a la boca y fingiendo voz afeminada chilló "¡Sí!"
Cuando ya eran al menos las 2 de la mañana, ambos amigos decidieron que era momento de irse. Llevaron todos los tickets que habían conseguido a lo largo de la noche (más de 1000) y los canjearon por dulces de apariencia colorida y otras cuantas cosas que no utilizarían en su vida (como esa libreta de arcoíris que Chan eligió, aun actuando en su "papel" de mujer chillona)
El camino de vuelta a Pacific Beach les llevó, lógicamente, otras dos horas. Esta vez condujo Minho, mientras que Chan se dedicaba a sacar la cabeza por la ventanilla cuando pasaban por la desierta autopista. Un CD de Catfish and the Bottlemen que Bang había llevado sonando a todo volumen.
― ¡Pareces un perro! ―dijo Minho riéndose al ver al otro cantar a los gritos por la ventana.
― ¡Un perro feliz! ―gritó en respuesta el pelinegro, devolviéndole por un segundo la mirada al otro. Riendo de una manera que le quitó un latido al corazón de Lee.
¿Qué era esa sensación tan repentina? La llevaba sintiendo desde hacía días. Era un calor agradable en la boca del estómago, un tirón inevitable en la comisura de los labios que lo hacía sonreír cuando sea que el otro decía algo tonto.
Bueno, tenía asumido que Bangchan le gustaba un poco. Pero el pensamiento no dejaba de sorprenderlo cada vez, hacía años que no le gustaba alguien más (más exactamente, desde que había comenzado a salir con Jisung). Solo había sentido atracción, pero puramente física, como en el restaurante por el camarero atractivo.
Pero esta sensación era diferente...
Pasaron por el peaje, en donde un chico los atendió con malhumor, por lo cual Chan no pudo evitar molestarlo un poco (a lo cual Minho se le unió). Se fueron antes de que los guardias que se encontraban a los costados de la autopista se acercasen a ponerles una multa o algo, riendo contagiosamente ante lo hecho.
Llegaron a Pacific Beach como a las 4 de la mañana, y aun así, el lugar se veía bastante animado, con varios autos circulando por el lugar. Solo les faltaban un par de kilómetros para llegar a la casa de Bangchan cuando tuvieron que detenerse en un semáforo. Habían estado hablando y riendo todo el camino, contrario a la somnolencia que sentían.
En cuanto el semáforo se puso en rojo se callaron. La risa cesó, pero unas sonrisas quedaron en sus rostros, iluminados por la luz fosforescente de la señal que los hacía detenerse.
Ambos lo supieron en cuanto se quedaron observándose el uno al otro por unos segundos, con una media sonrisa en sus caras y un gesto difícil de descifrar. No supieron si se debía a la situación, al buen humor, o a ese cosquilleo que sentían en el cuerpo cuando estaban juntos.
Pero Chan se inclinó hacia Minho y dejó su boca a solo centímetros de la del otro. El pelimorado podía sentir la sonrisa del otro contra la suya. No estaba pidiendo exactamente permiso, pero estaba dejando al pecoso a atreverse a hacer lo que era más que obvio que ambos querían.
Un beso no va a matarme. Pensó Minho. Y la música de fondo pareció detenerse mientras sus labios se unían por unos segundos, en un beso lento que transmitía todo y significaba nada a la vez (o quizás, simplemente no explicaba). Sus bocas moviéndose juntas en una danza desconocida y pero no nueva. Sus lenguas se tocaron solo por un momento antes de separarse.
El volumen del mundo subiendo apenas sus rostros se alejaron el uno del otro. La gente hablando, los autos tocando las bocinas, la luz del semáforo en verde.
Y finalmente, el auto arrancando nuevamente.
( ★ )
El Mustang se detuvo frente a la casa de Bang. Ya estaba por amanecer, el cielo tenía un tono rosáceo oscuro.
Extrañamente nada era incomodo, y se dedicaron a empujarse un rato antes de que el castaño saliese del auto.
―No esperes verme un pelo mañana... Más bien hoy. Bah, no importa. Voy a dormirme la vida ―dijo riendo― Si mi hermano pregunta, asegúrate de explicarle que no caí en un coma etílico o algo así.
―Me pregunto cuantas veces habrás caído en uno como para que sea su primer opción ―comentó el pelimorado elevando las cejas con una sonrisa.
Se miraron durante un momento luego de ello. Finalmente Bangchan se mordió el labio desviando la mirada con una pequeña sonrisa, antes de inclinarse en la ventanilla de Minho y dejar un beso rápido en sus labios.
―Nos vemos, moradito.
Y caminó hacia la entrada de su casa, donde ingresó no sin antes dedicarle una sonrisa burlona a Minho, que tenía rostro atontado. Ni siquiera se molestó por el mote, sonriendo anchamente mientras arrancaba el auto y se dedicaba a conducir hacia su casa.
Ni siquiera le molestaba nada.
Un calor se había instaurado en su cuerpo junto con un rubor que lo sorprendió a él mismo.
¿Qué que era esa sensación? No tenía idea, pero, a la mierda, la dejaría estar.
( ★ )
Ese mismo día, más tarde, despertó a las 4 de la tarde. Y no por propia voluntad, sino por el sonido de golpes en su puerta y el celular vibrando. Algo desorientado caminó hacia la puerta de entrada, frotándose un ojo y no preocupándose en ponerse una remera o zapatillas.
Abrió la puerta sin pensarlo, bostezando.
Y allí, parado con pose impaciente, lo recibió Han Jisung.
( ★ )
minnie ♡
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