9
Bajé la mirada y mis manos se concentraron en la tela clara de mi falda, en el que recorría con las yemas de mis dedos su límite. Aclaré mi garganta y busqué la carretera con nerviosismo, anhelando un punto fijo en el que los ojos carismáticos pero intimidantes de Pär no me tomen desprevenida.
—Sí, ayer nos comprometimos— me limité a decir. Él sólo se limitó a asentir y pareció comprender mi incomodidad. —¿Y tú?
Acomodó un mechón de pelo hacia atrás y observó el retrovisor de su lado inclinando un poco la cabeza. Noté que respiraba con calma, pero que su expresión no acompañaba tal efecto. No capté tensión en su mandíbula, más una sensación de desagrado.
—¿Yo?— exclama en un tono burlón sonriendo para sí. —No he estado en pareja desde hace años— responde a secas.
—Oh, yo... Lo siento— balbuceé.
—Está bien, Eva— pronunció en un tono indescriptiblemente dispuesto a finalizar la conversación, o al menos ese tema.
Me crucé de brazos y me dediqué a apreciar el subyacente alba que nos estaba acompañando desde que el viaje inició. El sonido del motor rugía a medida que Pär realizaba los cambios necesarios en el manejo, por lo que era la única melodía mecánica disfrazada que amoldaba el ambiente. La carencia de palabras nos fue consumiendo de a poco y, cada vez que lo sentía expreso, esta percepción parecía agravar nuestro estado.
De reojo noto que él extiende su mano al estéreo y lo enciende. Luego una seguidilla de acordes de guitarra y otros instrumentos dio ritmo a lo que parecía ser eterno y regular cambiando el aura del momento por uno más activo. Unos segundos más tarde caí en la cuenta que estábamos escuchando INXS.
—Lo siento por haber cortado la conversación de esa forma— vuelve a justificarse. —Hay veces en las que siento un poco de pudor cuando recuerdo mi última relación— sus pulgares acariciaban el volante inquietos.
«I was standing
You were there»
—¿Estás bien, Pär?— cuestiono buscando su mirada. Él simplemente continuó el viaje sin responder ante mi insistencia ni tampoco pareció dispuesto a devolverme la mirada. Se comprometió a mantener la distancia por unos segundos.
«Two worlds collided
And they could never tear us apart»
—Sí, estoy bien. No te preocupes— hace una pausa como si estuviera reflexionando sobre algo que desconocía. —Simplemente no tuve mucha suerte, eso es todo— pronuncia en un hilo de voz que, al notarlo, aclaró la garganta rápidamente. —O quizás no estuve lo suficientemente despierto como para darme cuenta de lo que estaba pasando.
—Puedes contarme si así lo deseas. No te juzgaré— me sinceré y eso pareció darle la calma que sus extremidades necesitaban.
Dejó que pocos segundos se adueñaran de nuestra silenciosa distancia. Se notaba que su cordura se estaba preparando para lo que sea que iba a comentarme. Pär reflejaba ser un tipo protegido por una inquebrantable coraza, pero que escondía en su interior un corazón sensible si él te permitía que escaves en él. Extendió el brazo una vez más al estéreo y cambió la canción por la siguiente, que por curiosidad seguía perteneciendo a la misma banda que venía sintonizando, pero que era evidente que la letra no parecía hacerlo sentir cómodo con la situación.
—Mi última relación fue, aunque no lo creas, mi primer amor— sentencia. —Nos conocemos desde la secundaria aproximadamente, pero empezamos a salir de manera oficial cuando ambos cumplimos 20 años— hace una pausa observando el cartel que indicaba que estábamos a pocos kilómetros del centro de Estocolmo. —Antes de mis 20 había estado con varias mujeres, pero nunca fue nada de este estilo ¿sabes? Así que me tenga completamente enamorado— sólo asiento en respuesta. —Todo era pasajero hasta que ella llegó. Pero es lamentable pensar que todo tiene fecha de caducidad al igual que el amor o al menos eso imaginaba cuando me di cuenta que ni mi hermano ni ella parecían serme fieles en ningún sentido.
—Dices que ellos...— pronuncio en un hilo de voz.
—Sí. No los he encontrado juntos en algún momento en particular, pero ella me lo confesó todo en una noche detonante... Quiero decir, habían pasado varias semanas en que ella estaba extraña y me evitaba a toda costa y era frustrante porque yo la quería y no podía entender qué era lo que la alejaba de mí— pausa con brusquedad. —Tuve la necesidad de replantearme mis propios aspectos personales para verificar si era yo el problema, pero no hubo caso. Todo se disolvió esa noche cuando me confesó que estaba esperando un hijo que no era mío y eso me hizo salir de mis casillas.
Lo observé atónita y brindándole toda mi atención. Giré mi cabeza entreabriendo un poco la boca en señal de asombro, era impresionante todo el sufrimiento que había atravesado Pär en pocas semanas. Las últimas de su vida. Sentí la necesidad de expresarle mi apoyo posando mi mano en su brazo, pero algo me impedía hacerlo... Quizás el tiempo que lo conocía, que era precisamente la mismísima nada, y la falta de confianza. Aún así, mis buenas intenciones hicieron caso omiso a mi razón y la posé de todas formas allí. Sentí debajo de mi mano que sus bíceps se tensaron con mi contacto, pero luego tal reacción se convirtió en relajación pura.
—Lamento mucho todo lo que tuviste que pasar, Pär. De verdad lo siento— exclamé honesta.
Él se detuvo en un semáforo en rojo y se quedó pensativo un momento. Divisó mi mano aún en su brazo y luego recorrió el mío hasta llegar a mis ojos. Su mirada yacía perpleja pero iluminada por un naciente brillo que me estremecía. Tragué saliva al notar que aún no rompía aquella conexión visual y el nerviosismo comenzó a emerger poco a poco.
La bocina de un auto que estaba detrás nuestro irrumpió en aquel momento logrando que nos sobresaltemos en nuestros lugares. Pär vuelve su visión a la calle y nota que el semáforo ya estaba en verde, por consiguiente aceleró el paso hacia las pocas calles que nos separaban de mi trabajo.
Lo que quedaba de trayecto lo pasamos en silencio de palabras aunque sólo contábamos con la música que nos acompañaba de manera estricta. Suspiré al recapacitar sobre la relación tóxica de Pär con la que alguna vez fue el amor de su vida. De tanto sólo ponerme en su lugar ya toda mi cordura se desarma por sí misma.
Al ver el extravagante edificio, él estacionó el auto en el sitio reservado para Tobias y posó sus ojos con mayor atención al establecimiento.
—Bueno, ya hemos llegado— exclama casi en un tono impresionado. —Ostentoso...— pronunció en voz baja.
—Gracias por traerme, Pär. Ha sido muy amable de tu parte— digo tomando mis cosas con torpeza. —Y además ha sido un placer conocerte. Apreció mucho que me hayas contado una parte de ti. De verdad.
Él sólo hizo una reverencia con la cabeza y me sonrió emanando nuevamente aquel brillo que lo caracterizaba.
—Igualmente, Eva. Tobias es un tipo con suerte— confiesa.
Le devolví la sonrisa con nerviosismo y abandoné el Mercedes Benz con ineptitud. Cuando llegué a la puerta principal de la empresa, oí el rugido del motor de su auto salir disparado fuera del radio de donde me encontraba. Me volteé a observarlo y sólo quedaba el humo que éste había dejado.
—Cada vez que te encuentro aquí siempre vienes con un hombre distinto— exclama la inconfundible voz burlona de Lennart detrás de mí.
La recepción era amplia y discreta, era claro que lo lujoso no coincidía con las condiciones de este establecimiento. Mientras Lennart revisaba mi cita con el productor, yo leía mi agenda de hoy en uno de los sillones individuales de la sala. En definitiva, los viernes eran el único día de la semana que no tenía tanto trabajo en la oficina, algo que me permitía darme el lujo de descansar si así lo deseaba. Al menos Tobias hacía hincapié en eso y me autorizaba a retirarme antes o a ausentarme... Beneficios de ser la prometida del jefe.
Lenn se sitúa frente a mí acomodando su saco mientras se desabrocha el botón del medio.
—¿Todo en orden?— pregunto.
—En breve la recepcionista te llamará. Sólo puedes pasar tú— me asesora y yo asiento. —¿Tienes planes con Tobias esta noche?
—Pues... No en realidad. No sé a qué hora volverá hoy— confieso alzando los hombros. —¿Por qué?
—Hay noche de rock en el bar de siempre— comenta animado. —Podríamos ir y olvidarnos por un rato el trabajo ¿Qué piensas?— su tono insistente era casi inevitable.
—Lloverá toda la noche— me excusé. —Además ¿Desde cuándo te gusta el rock?
—Desde que tu 'amigo con derechos' formaba parte de Ghost— confiesa. —Vamos, Eva. Estás envejeciendo muy rápido, mujer. Salgamos a divertirnos una vez— sus ojos me observaban como si fuese un niño pequeño y no pude contener una risa exagerada al notarlo.
—De acuerdo, hombrecito. Iremos— él aplaude lo suficientemente fuerte que la propia recepcionista alzó su vista de la computadora para mirarlo. —Pero nada de dejarme sola porque encontraste a alguien con quien pasar la noche.
—Prometido, jefa— exclama posando una mano en su pecho.
Ambos notamos que el teléfono de la recepcionista comienza a sonar estridente y sólo nos limitamos a inmutarnos. Ella lo atiende de manera profesional y cuelga en pocos segundos como si sólo hubiese recibido una orden o una noticia.
—Señorita Hedegaard— exclama y yo me incorporo casi mecánicamente. —Pase por el primer despacho a la derecha. El señor Söderberg la está esperando.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top