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Luego de la ida de Martin, por la cual habíamos establecido un acuerdo personal y amistoso entre nosotros sobre mi posible paradero futuro a medida que se desencadena el juicio, permanecí perpleja y petrificada observando la pantalla brillante y vacía de mi computadora de escritorio, que sólo enseñaba su propio escritorio con una gran imagen que abarcaba una foto que había capturado durante la estadía de Papa Emeritus III en Ghost en su último tour conmigo. 

Comencé a replantearme un sinfín de cuestiones que no dejaban de dar vueltas en mi cabeza, de las cuales siempre caían o redundaban en Tobias y su futuro como artista sueco reconocido de la banda Ghost, de la cual interpretaba a su líder Cardinal Copia. Estaba segura que si me escapaba todo estaría mucho más calmo en mi ausencia, puesto que Tobias no se preocuparía de que la parte contraria me envíe una petición para unirme a su juego sucio lleno de estafas y tratos fraudulentos que engañarían incluso al más hábil. Pero, por otro lado, permanecer al margen, fuera del círculo de Tobias, quebraba mi corazón en mil pedazos y nada podía evitar su malestar. De todas formas, hice caso omiso a mis pensamientos repentinos y me sumí al silencio ambiental y mental dejándome llevar por el acuerdo que había logrado con Martin y que me había sugerido casi de rodillas.

Seguidamente, la puerta de mi despacho se abre y alzo la vista para notar que Lennart se había unido a mi pequeño ritual de meditación, por el que se lo notaba bastante interesado y que además su semblante delataba su preocupación.

—Eva, venía a comunicarte que el señor Forge había llamado, pero antes de eso... ¿Está todo en orden?— cuestiona al ver mi postura sobre el escritorio que denotaba mi cansancio emocional y amargura en todo su esplendor. Asentí con desgano a medida que posaba mi mentón sobre mi puño. 

—Sí, Lenn, todo está bien. ¿Qué necesitaba Tobias?— pregunto distraída.

—En breve vendrá a buscarte para ir al aeropuerto, así que alístate que serás una estrella dentro de poco— pronuncia con emoción en su voz. —Aunque he de admitir que te noto extraña. ¿De verdad te encuentras bien? Es como si el señor Persner te haya comunicado una barbaridad.

No sólo una simple barbaridad, sino algo peor. Algo que atentará contra nuestro destino y nuestro bienestar. Si supieras, Lenn...

—Te aseguro que estoy bien, gracias por preocuparte— él sonríe. —Estoy un poco distraída, nada más...

—¿Nervios por el gran tour? Sé que eres nueva en esto de ser la asistente y representante de una gran banda como lo es Ghost, pero sé que podrás con eso y sacarás adelante a la banda. Estoy seguro que sí.

Su simpatía es contagiosa y consigue hacerme sentir mejor de un segundo a otro, algo que Lennart en sí mismo era capaz de lograr con un simple intento. Le devolví la sonrisa a modo de agradecimiento y él hace exactamente lo mismo a una considerable distancia de mí.

—Gracias, Lenn, significa mucho para mí tu apoyo en este momento de mi vida— expreso. —Te extrañaré además, ¿sabes?

—Aww la señorita Eva Hedegaard en persona me va a extrañar, qué cosa de no creerse ¿no?— bromea ubicando sus manos alrededor de su rostro, imitando un gesto saturado de ternura. —Yo también te extrañaré, mi princesa. Estaré siendo tus ojos como ya lo has dicho antes. No hace falta mencionar que seré el mejor jefe de este sector de todos— ambos reímos.

—Sé que lo serás, te he educado bien— le guiño el ojo y ambos reímos en sintonía. 

—Claro que sí, querida. Te dejaré que reorganices tu vida en los pocos minutos que te quedan, nos vemos en la vuelta entonces— exclama y, cuando noto que está a punto de escapar de mi despacho, interrumpo su ida repentinamente.

—¡Lenn, espera!— él se detiene. —Ven aquí...— me observa con curiosidad y confusión a la vez y, al verme que me estaba incorporando para acercarme a su ubicación, él acorta también la distancia y nos fundimos en un fraterno abrazo. —Lamento ser tan cursi, es que odio las despedidas— ríe.

—Descuida, princesa. Yo también las odio, pero estoy a gusto ahora mismo abrazándote— me apretuja en sus fornidos brazos y yo fallo en imitar su fuerza. —No quiero propasarme de los límites profesionales, pero Eva, yo creo que te...

Unas pisadas terceras se suman a nuestro amistoso y sentimental encuentro y luego, dos golpes en la puerta, que primeramente se hallaba abierta, hasta que ambos nos volteamos y separamos al notar que contábamos con la presencia del jefe supremo en persona.

—Oh, veo que interrumpo una divina demostración de amor eterno— bromea y le dedica una mirada muy particular a Lennart, que ya se había despegado de mí al sentir su presencia tan abismal. 

—Nada de eso, señor Forge, sólo me estaba despidiendo de la señorita Hedegaard...

—Forge— corrige. —Señorita Forge— rodeo los ojos al escuchar sus palabras tan posesivas y carentes de sentido.

—Tobias, se sobreentiende— finiquito sus ansias de confrontar sin escrúpulos. —Ya todos saben que soy tu prometida.

Él me observa con diversión y luego divisa a Lennart que apenas le correspondía la mirada. Aparentemente, tener el don de la persuasión y el inmenso respeto que emanaba su pequeña persona lo hacía abusar de esto hasta hacerlo sentir pleno y poderoso frente a otros ojos. Este detalle sólo hacía enfurecer todo mi ser al saber que se aprovechaba de su poderío frente a mi compañero de trabajo y único amigo en esta ciudad y que, en cierta parte, lo hacía sentir culpable por pasar la mayor parte del día conmigo.

—Oh, seguro. Sólo quería asegurarme— exclama sarcásticamente. —¿Estás lista, querida?

—En eso estaba...

Lennart aclara su garganta a medida que esconde sus manos en los bolsillos de sus pantalones de vestir y coordina el método de escape de aquella escena tan peculiar e incómoda que lo hacía sentir que sobraba.

—Pues, yo volveré a mi puesto, señor Forge— exclama. —Les deseo el mayor de los éxitos en el tour— Tobias simplemente asiente y Lenn vuelve su atención a mí. —Ante cualquier cosa, nos mantendremos en contacto.

—¡Así será!— ambos nos sonreímos mutuamente y él se aleja cerrando la puerta detrás de sí. —Sigo sin creer que aún desconfías de Lennart.

Tobias se echa a reír en su lugar y luego se aproxima lentamente hacia mí, como una bestia a punto de cazar a su diminuta e indefensa presa.

—No es eso, es que simplemente la reacción tan desafortunada de Lennart cuando estoy presente me divierte— confiesa. —Debo ser a la única persona que respeta tanto— se ubica frente a mí y sus manos se posan en mi cintura atrayéndome a él. Bordeo su cuello con las mías y le sonrío con autenticidad.

—Después de mí, señor Forge— bromeo y beso sus labios de manera fugaz. —De todas formas no me resulta divertido que te aproveches así de los demás.

—De acuerdo, lo siento, no mido mi descaro y mi arrogancia— ríe. —Prometo comportarme con Lennart, a pesar de lo que ha hecho con esos fanfarrones italianos— recuerda.

—Fue un simple error, ya hemos hablado al respecto y créeme, no tienes de qué preocuparte— suavizo y él me observa con cariño. —Él hacía lo que consideraba bueno para ti, aún sin saber que sus amigos eran unos farsantes.

Él asiente y me dedica una mirada cargada de seguridad sobre lo que mis palabras expresaban. Luego me sonrió casi de manera aleatoria y observó mis labios con aquella sonrisa dibujada en sus carnosos labios como si su mente estuviese jugándole una pasada muy particular y que sólo él entendía.

—Lo sé, cariño. Todas las decisiones que tomes para mí siempre van a estar bien— aquella reflexión impactó fuertemente contra mi corazón ante el repentino recuerdo de mi conversación con Martin. —Te quiero ¿sabes? Con todo mi corazón, mi azulada— quita un mechón de cabello que obstruía mi rostro y lo esconde detrás de mi oreja.

—¿"Mi azulada"? Me gusta ese apodo— él sonríe complacido. —Yo también te quiero, mi...

—¿Cardinal Copia?— completa pensativo.

—De acuerdo, sí... Te quiero mi Cardinal Copia— luego ambos unimos nuestros labios en un suave y afectuoso beso.

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