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Atravesé la pasarela de mi piso con un paso denso y fatigoso debido al desconcierto que la grabadora de voz de Tobias me había hecho pasar en su despacho.
La pequeña recepción brillaba por la ausencia de la única recepcionista que atendía y se encargaba de dirigir los clientes y proveedores hacia los empleados determinados. En base a ese detalle, en concatenación con la oficina vacía y desértica, llegué a la conclusión que la hora del mediodía ya se estaba desencadenando y que los empleados ya se habían escapado del horario laboral.
Recorrí los pocos metros que quedaban para llegar a mi despacho mientras sujetaba con fuerza los papeles del tour contra mi pecho e intentaba lidiar con los repentinos pensamientos de temor e incertidumbre, sólo para aparentar que todo se hallaba en su curso normal y no levantar polémica con mis actitudes.
Le dedico una mirada al cubículo de Lennart al pasar frente a él y éste se hallaba cerrado y sumido en un profundo silencio. Suspiré de alivio cuando reconocí que, por primera vez, la oficina se encontraba a merced mía y que irradiaba una paz impresionante. Ingreso a mi despacho imitando un gesto seguro y decisivo y noto a Martin, ubicado en el pequeño sillón individual frente a mi mesa de trabajo, observando mi foto con Tobias, la única que decoraba mi escritorio dándole un estilo más íntimo y personal. Su mirada lucía opaca y denotaba un severo grado de seriedad y recelo, como si aquella fotografía despertara en él un sentimiento de pérdida o algo que se le asemeje. Evidentemente, era un comportamiento en Martin que desconocía.
—Hola Martin, lamento la tardanza— exclamé cuando aseguré la intimidad en mi sector y él se voltea rápidamente, sobresaltado por la sorpresa. —Tuve que ir a buscar unos papeles al despacho de Tobias.
Él me dedica una radiante y auténtica sonrisa y se incorpora a medida que mis tacones se iban aproximando a su ubicación.
Me percaté con disimulo que llevaba un reducido ramo de jazmines que contrastaban a la perfección con su vestimenta oscura y que le daban un aspecto dual muy llamativo.
—Hola pequeña, que gusto verte de nuevo— me abraza con calidez y fugazmente a la vez. —Te he traído un pequeño presente— me ofrece el ramo que desprendía un aroma dulce y fresco y no dudé en apreciar tal gesto con una agradable expresión de satisfacción.
—Oh, Martin, son hermosas— acerco una de las flores a mi rostro e inhalo con fuerza sintiendo como paulatinamente la fragancia se adentraba por mis fosas nasales. Aquella sensación de frescura había logrado calmar hasta el último nervio de mi cuerpo. —Gracias, no debiste haberte molestado.
—Es un placer para mí, pequeña— me sonríe acariciando mi hombro. —Cómo has crecido... De tan sólo mirarte a ti y tu alrededor puedo darme cuenta del gran trabajo que has hecho para llegar hasta aquí. Felicitaciones por tu propio despacho.
—Todo es gracias a Tobias en realidad. Sin él no hubiese llegado tan lejos— noto que el azul brillante de sus ojos se apaga nuevamente y tuerce un poco el gesto con escaso disimulo. Por algún motivo aparente, hablar de Tobias le molestaba y no se esforzaba en ocultarlo. —Bueno... ¿Quieres un café, algo para beber? Puedo pedirle a mi asistente que te prepare uno si lo deseas— me aclaro la garganta para salvar la situación y él sólo niega con la cabeza.
—No, Eva, te agradezco. Tu asistente ha sido muy amable conmigo de antemano, ya que me lo ofreció antes de que aparecieras— suaviza la expresión. —Si necesito algo más te lo haré saber.
Asentí radiante y dichosa por contar con su presencia en mi despacho y le ofrecí cordialmente el sillón individual frente a mí con un gesto rápido. Él me dedica una sonrisa de lado, que aparentaba estar escondiendo un leve sonrojo y una expresión benevolente, mientras se acomoda en el asiento. A medida que me aproximo a mi ubicación del lado contrario de la conversación doble, observo el aromático ramo de jazmines con deleite y realizo una mueca de gozo. Martin había logrado cambiar mi ánimo pesimista con un simple presente. Luego busco en mi escritorio algún recipiente para reposarlas y redecorar aún más mi lugar, pero tal iniciativa fue en vano, por lo que decidí ubicarlas al lado de mi teclado momentáneamente para, luego de la visita, recurrir a la cocina por un poco de agua.
—Pues, bien. ¿Qué te trae por aquí?— pronuncio al dejarme caer en mi asiento y luego quedo sumida en un dolor agudo que se fue efectuando en mi feminidad debido a mi bruto desplome. Gimo bajo como reacción automática y Martin me dedica una mirada curiosa y confundida a la vez, como si estuviera analizando la situación que me embargó por completo. Entrecerré un poco los ojos y me acomodé fingiendo que nada había pasado para no despertar el interés en Martin, pero era imposible evitar la latente y vívida sensación de la fría y gruesa tela de los guantes de Cardinal y con la rudeza y aspereza con la que me hizo suya poco tiempo después.
—¿Te encuentras bien?— pregunta buscando mi mirada perdida en los bordes de mi escritorio.
—Sí...— suspiré. —¡Sí, claro! Sólo empecé a entrenar hace poco y todavía tengo los espasmos en mis músculos— mentí y él rió con aquella mentira improvisada.
—¡Ya veo, pequeña! Ten más precaución la próxima vez— bromea y yo le sigo el chiste con una risa nerviosa y adolorida en ocasiones. —Por eso no me gusta hacer ejercicio. El sudor, los dolores post entrenamiento, las dietas calóricas... Todo eso me desagrada bastante y me aburre, no es lo mío para nada— hace una breve pausa. —Pär suele ejercitarse muy a menudo y, una vez que habíamos entrenado juntos con Arvid, nos aconsejó que realicemos una elongación suave o un masaje muscular más puntual y que usemos calor para ayudar a aumentar el flujo sanguíneo a los músculos, ya que yo fui el único en terminar estropeado luego de la sesión— ambos reímos. —Una ducha caliente y reposo te harán sentir mejor, pequeña.
Si supieras, Martin, los músculos que me duelen en realidad... No me dirías todo esto.
—Lo tendré en cuenta, Martin. Gracias por los consejos— sonrío y luego permanezco callada para evitar salir desprevenida con más falacias.
—Cambiando radicalmente de tema, ayer tuve una reunión con Simon ¿recuerdas?— asiento y un sentimiento de ahogo y temor me posee nuevamente. —Hemos discutido porque le ha parecido una traición que yo no testifique a su favor y, prácticamente, ha vociferado amenazas durante toda la charla, a las cuales no dí importancia. Pero, a pesar de toda su ceguera en el tema y su ambición por ganar, hemos llegado a un acuerdo— hace una pausa manifestando un semblante sumido en la más profunda seriedad. —Te pondré en contexto: su abogado quiere...
—Sí, ya lo sé— interrumpo. —Él me quiere de su lado en el juzgado— exhalo un suspiro fatigoso y Martin me dedica una mirada sorprendida y en tanto desconcertada por mi respuesta.
—Si ya lo sabías: ¿Por qué sigues aquí? Su abogado es capaz de todo, Eva.
Incliné mi espalda sobre el respaldo de mi asiento y desvié la mirada cristalina que estaría a punto de quebrarse si Martin seguía insistiendo en el tema. La angustia y los miedos eran cada vez más visibles y se hacían carne en mí con mayor facilidad y sin un punto de declive del cual pueda acceder para escapar. Luego, la idea de que Tobias haya grabado esas conversaciones con las hermanas Leviels se hizo presente en mi alocada mente para causar más estragos y para definir la gravedad de la situación en la que me encontraba. ¿Acaso merecía algo más de ese calibre? Luego de tanto tiempo al lado de Tobias viviendo ese tipo de circunstancias ¿No eran aquellas un claro mensaje de que nuestro destino como pareja se iba disipando como neblina en el horizonte paulatinamente? Tratos, huidas, el juicio, testigos, enemistad, todo ese conjunto benigno era la llave para abrir la puerta final del camino y que me llevaría a alejarme de Tobias y sus allegados.
¿Acaso también el trato con Cassidy me incluía a mí como contraparte de la demanda en caso que Tobias no cumpla con los requisitos?
—No puedo irme, Martin. No puedo ni quiero abandonar a Tobias— pronuncio en un hilo de voz y me aclaro la garganta como consecuencia del naciente ardor en mi garganta. —Estamos en un momento muy importante en nuestras vidas. No puedo estropear todo así como así— carraspeo y él asiente y desciende su mirada a una de mis manos, particularmente la que llevaba consigo el anillo de compromiso. —Y menos por un capricho de la basura humana de Simon...
—Entiendo tu punto, Eva, pero no tienes otra opción si quieres cuidar a Tobias— suaviza. —Simon no es el culpable, él está igual que nosotros por la acción que hizo su abogado contra ti sin permiso. Lamentablemente, él ya no puede hacer algo al respecto a esta altura del juicio, todo está en su debido proceso y no se puede cambiar el rumbo de las cosas— aclara. —De hecho, me ha pedido personalmente que escapes porque teme por ti y quiere que permanezcas en un lugar seguro y con leyes que te protejan de las garras de Michael— hace una breve pausa y me enseña una sonrisa compasiva. —Pär tiene una casa de verano en Vaasa, la costa oeste de Finlandia. Últimamente, luego del incidente con su familia, no la habita muy seguido, pero puedes alojarte allí por este tiempo. Hablaré con...
—No iré— sentencio aún dispuesta a batallar contra la marea. —Hoy inicia el tour en Estados Unidos, por lo que estaré bastante lejos de las sucias manos de este Michael Berg.
—Pequeña, este tipo no es poca cosa en los tribunales suecos y no hablo por su inconmensurable poder, sino que incluso es conocido por su fama inmoral y corrupta que él mismo se creo a medida que fue creciendo en sus casos— explica con calma en su tono. —Además de tener contactos embusteros aquí, los tiene en América y créeme, será capaz de traerte de nuevo a Suecia con un chasquido de dedos gracias a su oscura influencia— refuta y yo me cruzo de brazos vencida. —Tiene que ser un país fuera de esos dos y, en lo posible, fuera de las redes de este hombre. ¿Qué dices al respecto? ¿Lo harás?— insiste.
Suspiré con pesar y entrecerré los ojos con fuerza con la esperanza de poder contener mi histérico sollozo que venía ocultando desde el minuto uno de su visita a mi despacho.
No me imaginaba que esta ocasión llegaría y que, incluso, terminaría por desencadenarse como Simon advirtió en su momento. Mi nerviosismo se intensificó en el temblor de mi pierna y la laguna de mi mente comenzaba a tener más energía y bestialidad, en consecuencia a toda la información que debía procesar y a la pronta respuesta que tenía que dar.
—Intentaré escapar, pero no a Finlandia— sentencio y noto que su cuerpo se relaja en su asiento. —Primero, evaluaré la situación durante el tour y luego... Con mucho dolor, me iré...— sentí mi garganta retorcerse debido al ardor y, sin más fuerzas, una lágrima se deslizó rápidamente por mi mejilla. —Sólo espero que Tobias entienda por qué lo hago y por quién. Que comprenda que no es a propia voluntad y que desearía con todas mis fuerzas quedarme aquí para apoyarlo durante el proceso judicial— espeto en un hilo doloroso de voz.
Martin asintió con el mismo dolor en su expresión que el mío manifestaba y asimiló mis palabras como si éstas estuvieran cargadas de una verdadera convicción, cuando en realidad ni siquiera sabía cómo iba a hacerlo ni tenía en cuenta la dificultad de poder concretar algo así.
—Lo entenderá, pequeña— se inclina para buscar mi mano sobre el escritorio y la toma con suavidad dispuesto a absorber todo mi desconsuelo. —Serán tiempos tormentosos, pero verás después que el sol brillará para ustedes más de lo que merecen. Ten paciencia y sé fuerte, mi querida.
Ya sé que no es común que comente algo justo al terminar el capítulo, pero sólo vengo a decir que se está por prender esta mierda y que todos/as vamos a llorar ahre y también para recordarles que hace poco me hice un instagram en el que voy a subir cosas relacionadas a esta historia y todas las que tengo publicadas de Ghost, entre otras cosas como posibles fics a futuro, colaboraciones, lo que sea, así que denle gas @ dxpeshow_
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