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Observó su piano una vez más. Las finas y albinas teclas brillaban por la claridad del foco amarillento de la sala, por el que sus ojos se esclarecían al apreciarlas con devoción. Había exigido privacidad por unas pocas horas; eran suficientes horas para alimentar su indomable inspiración y para motivar aquella creación que sus estrechos dedos habían estado componiendo hasta el último minuto.

Sin más preámbulos, sus dedos comenzaron a bailar por encima de las teclas, en el que engendraban una suave melodía, pero oscura a la vez, con la certeza de que los acordes ya se centraron en inundar el pequeño estudio con tal armonía. Ensimismado en sus más profundos pensamientos, las letras no tardaron de escaparse de sus labios siendo adornadas por su suave voz.

«Lucifer, whispering
Silently into your mind
Who walks behind
Who walks behind»

Sonrió al llegar a la nota más alta que la melodía le permitía interpretar. Tuvo en cuenta muchas posibilidades con esa canción. 'Pro Memoria' no sólo destilaba un sinfín de interpretaciones netamente sombrías, sino que, además, el ambiente sinfónico que Tobias le asociaba, ameritaba tal característica. 

«Standing tall, invincible
But do not forget your knives
To save your lives
To save your lives»

Pero consideró una versión en piano. Limpia de otros instrumentos de cuerda y de percusión. Quería algo puro, algo que logre saciar los deseos intensos de recibir nuevo contenido. Quería que los oyentes tengan ambas versiones, las distintas caras de la misma moneda. Quería poseer lo que no se ve a simple vista y que se encuentra más allá del alma.

«Don't you forget about dying» enfatizó las últimas sílabas. «Don't you forget about your friend death»

Dos golpes en la puerta bastaron para que sus emociones se apaguen. Relajó sus dedos y, al realizar tal acción, la última nota sonó un poco descalibrada. Rascó su incipiente barba con tensión y se volteó con pesadez hacia la puerta.

—¿Quién es?— imitó un tono carismático pero con tintes de frustración. 

—Señor Forge, lo llaman desde el juzgado— los vellos de Tobias se erizaron y un frío álgido recorrió su espina dorsal. —Es el fiscal que tomó su caso.

Dedicó unos segundos para replantear su próxima respuesta. Odiaba tener que lidiar con las cuestiones jurídicas y burocráticas que un juicio reclamaba. Y más aún detestaba recibir llamadas de su abogado o, en este caso, el fiscal de la corte.

—Derívalo a mi línea— pronunció casi en una orden y el teléfono fijo que estaba a pocos metros de él comenzó a sonar. Se deslizó del asiento del piano y se encaminó con pasos decisivos hacia un pequeño escritorio en donde se hallaba resonando el teléfono. —Buenos días, señor O'Sullivan— musitó.

—Buenos días, señor Forge. Llamo desde la oficina de la Corte Suprema de Justicia para advertirle de un evento algo inusual sobre su caso— la respiración de Tobias comenzó a agitarse de un momento a otro sin control. —Se ha presentando una joven con unos documentos que ya su secretaria había presentado.

Observó estupefacto su taza de café a medio tomar y sorpresivo ante la declaración del fiscal. Sintió miedo por un momento y sus manos temblaron al recordar el pacto que había hecho y lo caro que podría costarle cumplirlo. Abrió sus ojos y entendió que esos, al fin, eran los altos precios que debía pagar.

—¿Acaso la joven llevaba el pelo azul?— el fiscal permitió un silencio enigmático y con un simple sonido proveniente de su garganta afirmó su respuesta. —Pues, es mi novia. Seguramente se haya equivocado con los documentos— exclamó excusándose por ella.

—Que no vuelva a pasar, por favor, señor Forge. Reevaluar la condición de los documentos requiere siempre de un costo extra— Tobias presionó sus labios con fuerza y entrecerró los ojos mientras acariciaba su entrecejo. Cuando más parecía estar alejado de las presiones, ellas venían dispuestas a romper ese balance.

—No se preocupe. No sucederá otra vez. Gracias por notificarme— la otra parte de la línea se sumió en un apocalíptico silencio dejando a Tobias cohibido.

Colgó el teléfono y posó su rostro en ambas manos dejando caer el peso de su cabeza hacia adelante, con la insinuación de que su mente otra vez le estaba jugando malas pasadas. La tensión era latente; su sufrimiento era producto de sus malas decisiones, pero ya no había forma de volver atrás. 

Como siempre lo hizo, respiró hondo y siguió adelante...

—¿Y bien? ¿Me contarás?— pregunta Lenn burlón.

De regreso a la oficina, venía pensando en el asiento del acompañante la situación alarmante que tuve que pasar frente al fiscal. Un conjunto de consecuencias podrían haberse desencadenado con eso, o que ya se estén dando en este momento. Apreté mi cartera hacia mi cuerpo imaginando la tensión que podría sufrir Tobias si se entera de tal distracción. Era más que una buena razón para despedir a Elinn.

—Creo que Simon fue más que claro— me limité a decir. Lenn sonrió pícaro y alzó las cejas como demostración de incredibilidad. 

—No lo suficiente. ¿Cuál es la conexión exacta, Eva?— lo observé confundida por un momento. —Es decir, sí... Amigos con derechos— enfatiza con exageradas comillas al aire. —Pero él estaba allí por algún motivo y estoy seguro que debes saberlo.

—Pues...— hice una pausa observando a través de la ventana como nos íbamos alejando de los demás autos. —Él fue un Nameless Ghoul...

Se estacionó frente a la empresa sin esconder su sonrisa de su rostro ni un sólo segundo. Observó su volante mientras acariciaba su mentón y su labio inferior y me dedicó una mirada brillante y llena de preguntas.

—Eva ¿Has estado cogiendo con un Nameless Ghoul?— lo increpo con la mirada y él ríe incrédulo. —Es de locos esto. ¿Acaso Tobias lo sabe?— negué rotundamente con la cabeza. —Pero ¿Cómo ha sido? Cuéntamelo todo.

—Tal vez en otro momento, señor. Tengo algunos asuntos que atender— exclamo tomando mi cartera y cercenando la distancia. —Asuntos que contienen un despido de por medio.

Al salir del auto de manera implacable, pude oír a Lenn pronunciando mi nombre con ademán de confusión. Sin dar demasiada importancia, ingresé al tajante edificio con un paso preciso y veloz. Cada zancada era motivo de mirada de cualquier tipo, pero me sentía lo suficientemente indestructible como para que eso me afecte. En definitiva, el tiempo de proclamarme autoridad había llegado.

Me uní a un reducido grupo de empleados que entraba al ascensor y marqué el último piso del establecimiento. Ésto causó una cadena de susurros casi imperceptibles en el vasto ascensor, pero que por mi experiencia previa, ya podía denotar qué clase de rumores se corría en los pasillos de las oficinas. 

A medida que el ascensor iba subiendo y despachando gente en cada piso, iba quedando únicamente mi alma y yo sumidas en el sonido de mi respiración agitada y la música de ambiente que sonaba de fondo. Cuando el pitido del marcador sonó, las puertas se abrieron y la concentrada luz del pasillo comenzó a encender la opacidad del elevador. Una de las recepcionistas, que logró captar mi atención porque todo parecía coincidir en estilo de decorado, formalidad y belleza, me dedicó una sonrisa radiante como si estuviera dispuesta a ayudarme... Ayudarme precisamente a retroceder en mis pasos porque este área es infranqueable.

—Señorita... Hedegaard ¿no es así?— se acerca hacia mí y yo asiento intentando permanecer en mi perfil profesional. —Un gusto conocerla. ¿Busca al señor Forge?

—No... Busco a su secretaria Elinn Leviels— sentencio con frialdad.

—Oh, lamento decirle que se encuentra con el señor Forge en el estudio, pero puedo comunicarme con ella si así lo desea— comenta arreglando su inmaculado traje.

—Descuida, yo me encargaré de eso— hago una pausa observando el pasillo que enseñaba una puerta alta con un cartel en letras doradas que señalaban el nombre completo de Tobias. —¿Sabes a qué hora se fue?

—Mmm...— chequea en su reloj y vuelve su mirada a la mía. —Hace aproximadamente una hora. ¿Hay algo en lo que pueda serle de ayuda?

—Simplemente...— hago una pausa. —Asegúrate que se acerque a mi despacho cuando regrese.

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