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Los observé detenidamente con ineptitud mientras intentaba procesar aquella información. Fire y Aether... Sonaba bien en mis labios pero en mi mente sólo causaba un estruendo. De tan sólo recordar las presencias tan amenas y bufonas de Omega y Alpha, mi corazón se acongojaba segundo a segundo. Le dediqué una mirada dubitativa a Cardinal y él sólo pestañeó de una forma muy particular. En conclusión, aquellos nuevos nombres fueron propuestos y confirmados por él mismo, sólo, entonces, era cuestión de adaptarme a los nuevos grandes cambios.
—Fire... Aether... Es un placer conocerlos a los dos— saludo haciendo una breve reverencia y ambos me sonríen agraciados. —A todos, en realidad.
El reducido grupo de hombres asintió con timidez entretanto el nuevo Earth se ubicó estratégicamente entre estos dos Ghouls que aparentaban ser los más cómicos. Su altura no coincidía con la de ellos y era evidente por los pocos centímetros que lo acortaban, algo que favorecía su musculatura sobresaliente. Arqueé una ceja cuando reconocí que Tobias se había encargado de conseguir a los mejores artistas de Inglaterra y, a la vez, a los más fornidos. Aquel Ghoul de estatura estándar acomodó su máscara con un ademán burlesco y centró su atención en nuestra improvisada presentación.
—Hola Eva, soy Earth— me ofrece su mano y se la estrecho casi sin darle tantas vueltas al asunto. —Uno de los que aún utiliza el nombre original— Fire y Aether lo observan con un carisma especial y luego ríen con él. —Probablemente nos veas muy unidos y afines entre nosotros, pero es que sólo nos conocemos desde hace antes de ser parte de Ghost.
—Muchos años ya... Es increíble como aún te soporto, Vi...— exclama Fire con confianza y noto que su oración es interrumpida por la mirada intimidante de Cardinal. Fire permanece con los ojos casi desorbitados por lo que estuvo a punto de decir y luego intentó salvar el momento. —Viejo amigo... — claudica y emite una risa nerviosa que limitaba con la exageración. La mirada de sus compañeros se suaviza al igual que la de Cardinal, que estaba a punto de estallar en furia, y todos vuelven a sus posturas sueltas y amigables.
—¿Se conocen a través de otra banda?— pregunto curiosa y ellos se miran en complicidad. Evidentemente, estos dos ocultaban algo que me era imposible de ignorar. —Quiero decir, trabajan juntos o...
—Señorita Hedegaard...— recrimina Cardinal a mi lado. —Le recuerdo que son mis nuevos Nameless Ghouls y yo soy el único que debe saber esa información. Usted sólo ha de limitarse a entablar otro tipo de conversaciones más formales, si me permite la expresión— cuestiona estableciendo una distancia que me disgustó. —La etapa de las presentaciones se terminó.
Cuando estuve al borde de devolverle el tono y la frialdad con la que se dirigió a mí, percibí que los Ghouls asintieron en silencio sin ánimos de contraatacar. Aquel detalle me tomó por sorpresa, ya que estaba acostumbrada a un estilo de Ghoul rebelde que jugara en contra las reglas establecidas por el tirano que era nuestro líder. Por más que su humor burlón se escapara por sus poros, estos Ghouls no serían capaces de transgredir una norma por mera diversión. Comprendí la sumisión en silencio mientras rechazaba mis impulsos de reaccionar de manera negativa.
—De acuerdo, Cardinal— cedo sin poderío. —Lamento mi atrevimiento. Al parecer, otra de mis funciones aquí es establecer una brecha entre nosotros... Mientras más profunda, mejor... O al menos esos son los deseos de su superior— dedico una mirada furtiva a Cardinal, quien se hallaba de brazos cruzados y con una expresión arisca. —De todas formas, me alegro de conocerlos y de saber con quién compartiré tan grato tour.
Los Ghouls permanecen absortos en la frialdad de la atmósfera y únicamente se limitan a asentir en silencio. Sin expresiones que delataran algún detalle más. Mi frustración con respecto a sus semblantes ambiguos reapareció nuevamente para convertirme en una de ellos: un ente frío y distante sin emociones.
—Bien dicho, señorita Hedegaard. Estoy seguro que las disculpas fueron bien recibidas y aceptadas— concluye Cardinal rompiendo el incómodo silencio que él mismo había creado. —Ghouls, hora de irnos. Encaminense hacia la camioneta que ya está estacionada afuera— ordena. —Debo conversar con la señorita Hedegaard sobre algunos asuntos del tour— ellos asienten en silencio y algunos me saludan con un gesto simple. Aquel detalle sólo había quebrantado toda la simpatía y acercamiento que con pocos minutos habíamos conseguido.
—¿Por qué hiciste eso?— ataco rápidamente cuando me percato que los Ghouls estaban ya lejos de nosotros dos. —¿Piensas que puedes tratarme como un juguete de tu diversión del que puedes manejar como quieras o qué?
Tal impulso resultó ser un impacto para él, ya que me observó con asombro y me examinó detenidamente buscando alguna respuesta favorable para su defensa. Llevó su dedo índice al mentón y lo deslizó con lentitud sobre éste.
—No puedo entender cómo puedes decir tal cosa con tanta seguridad... Como si fuese algo que dependiera de ti— confiesa sin quitar aquella mirada que estudiaba todos mis gestos y acciones. —No eres mi juguete, Eva. No digas eso... ¿Por qué lo piensas?
—Por cómo me has tratado frente a ellos— hago una pausa brusca. —¿Acaso pretendes mantenerme a raya de ellos? ¿Que permanezca callada y en un rincón de la banda porque tú no puedes manejar tus inseguridades?— aquel rotundo golpe logró que nuevamente cambio su expresión y su postura, como si estuviera listo para atacar de la forma más arrogante posible.
—¿Inseguridades? Ellos ya saben que eres mía, Eva— declara impotente. —Simplemente me aseguro que lo tengan presente cada vez que te vean.
Negué lentamente con la cabeza a medida que lo defenestraba en mi mente. Por más que haya comprendido el mensaje y la claridad con la que lo expresó, aún su respuesta no lograba refutar mi teoría. Acomodé mi postura y quedé de brazos cruzados sin dejar de fulminarlo con la mirada.
—No me iré a ningún lado sin ti, Tobias. No me escaparé con otro hombre ni sería capaz de intentar algo más con uno de tus Ghouls— suavizo. —Ya lo sabes y si no, te lo recuerdo. Por ende, déjame acercarme a ellos. Son personas al igual que nosotros...
—Eva, ya no sé cómo decírtelo sin herirte, pero ellos no son los antiguos o los 'originales' como dicen ser. Ya no es Omega ni Alpha quienes te hablan, esos ya no están aquí. Son ahora Aether y Fire y no cabe la posibilidad de que tengas la misma relación con ellos como la que tuviste con los anteriores ¿de acuerdo?— rectifica con un tono superior. —Acércate si quieres, no te lo prohibiré. Pero no pretendas que ellos respondan de la misma forma— hace una pausa que sólo me petrificó aún más. —Y no vuelvas a llamarme por «Tobias». Mientras tenga el traje y la máscara puestos, seré Cardinal Copia a tus ojos ¿entendido?
Con una furia que encendía mi mirada y hervía mi sangre decidí concluir con la innecesaria conversación. Era doloroso percibir algo tan poco común como lo es su distancia, sabiendo que ambos tenemos lazos muy estrechos y lo hacemos notar cada vez que estamos juntos. Pero esta vez sólo se entintaba amargamente esa adorable sensación de tenerlo a mi lado con su insidiosa distancia. Era increíble cómo podíamos pasar del amor al odio en simples segundos y todo como consecuencia de sus inseguridades que él velaba por su inexistencia.
—Incluso aunque encarnes otro personaje, no dejas de ser un idiota y un presumido— espeto mientras me volteo para alejarme de él.
—¿Adónde vas?
—Lejos de ti— vocifero a medida que la distancia física nos iba separando.
Como todo acto de orgullo proveniente de Tobias, él no emitió resistencia alguna y emprendió camino hacia el paradero de sus Ghouls tomando otra ruta diferente a la mía.
Me adentré a paso apresurado y con pesadez a uno de los lugares que lograban relajarme mientras me distraía con los productos que tenían en exposición. No era una persona muy entusiasta de los vinilos, más bien Tobias era el experto en aquel tema y el idólatra más intenso de todo el universo. Gracias a él, mi nuevo pasatiempo era visitar su tienda favorita para comprar algún vinilo que sea de mi interés y agrado o para regalarle a él, pero, debido a nuestro pequeño altercado en la sesión, era evidente que buscaría algo acorde a mis gustos que para los suyos.
Opté esta vez por recorrer los pasillos de la música local de Suecia, una sección que no solía frecuentar lo suficiente pero que aún así llamaba mi curiosidad. Busqué por género y por nombre alfabético hasta encontrar los vinilos de Ghost en su mayoría. Sonreí al verlos envueltos y listos para ser retirados por algún fan o alguien que simplemente tenga pasión por la música y los vinilos. Más en la extensión del pasillo noté que contaba con la presencia de más clientes y éstos se hallaban en la sección de la letra T, que desconocía su contenido. Afiné un poco más la visión y reconocí a Arvid frente a otro hombre casi tan alto como él pero más robusto y con el cabello corto y prolijo. Ambos vestían de negro, sólo Arvid resaltaba por usar ropas más formales a comparación con su compañero. Cuando su mirada se posó en mí, me enseñó una sonrisa perfecta y con su mano libre me invitó a que me una a ellos.
—Hola Eva. Ven aquí— pronuncia a medida que yo acortaba la distancia entre nosotros.
—Hola Arvid. Qué alegría ve...— la pronta rotación de su compañero hacia mí no permitió que finalice la oración.
Quedé petrificada al verlo directamente a los ojos y más cuando sentí que aquel brillo en su mirada me resultaba muy familiar... ¿Pero de dónde? ¿Acaso nos habíamos cruzado en algún lado o sólo yo tenía esa extraña sensación? Evidentemente, y para mi sorpresa, éste sonrió muy cálidamente al verme cerca de ellos.
—Hola pequeña, yo también me alegro de verte— agrega aquel hombre. Su voz me hizo entrar en razón y me percaté de quién era. Una oleada de emociones fuertes me poseyó repentinamente y que fue casi imposible de esconder. —¿Me recuerdas?
—Diablos... ¡Omega!— exclamo casi a los gritos y él me hace un gesto para que baje la voz pero sin dejar su dulzura de lado. —Claro que sí. Te recuerdo— detallé su mano libre rascando su incipiente barba y hallé sus típicos anillos. —Ha pasado mucho tiempo, Omega.
—Por favor... Llámame Martin— aclara entre risas. —Me sentiré más cómodo si me llamas por mi nombre real, pequeña— agrega y luego nos fundimos en un abrazo.
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