15
En un bar de mala muerte en las afueras de Estocolmo, casi llegando a las calles quejumbrosas de Uppsala, la noche despejada de un jueves que rozaba la medianoche comenzaba a atraer a la juventud más decadente del barrio. La música punk rock se viralizaba a través de los parlantes hasta penetrar los oídos de los presentes en el mediocre bar.
El lugar contaba con pocas mesas y sillas, algunas erosionadas por el paso del tiempo y otras mantenían la poca buena calidad que les quedaba. En el centro del salón habían dos mesas de pool junto con un grupo importante de tipos que a simple vista irradiaban rudeza y que, por medio de su vestimenta casi tan oscura como la noche, aparentaban ser de aquellos motoqueros con los que sería un castigo cruzarse en la calle. La poca luminosidad del antro era regular, de tal forma que la propensión de la visión era nula y lo único que se percibía eran sombras con rostros desfigurados que danzaban en el lugar de aquellas personas. Algunos focos tintineaban junto con el cartel que deletreaba con timidez «Den svarta dörren» y el hedor a alcohol barato era cada vez más sobresaliente.
Tobias bebió un sorbo de la botella de la mejor cerveza que el lugar vendía y se acomodó las gafas de sol, aún sin importarle mucho que ya esté lo suficientemente oscuro el ambiente como para usarlas. Había priorizado el bajo perfil usando una vestimenta más casual que contaba con su chaqueta de cuero favorita, unos jeans negros y sus converse blancas y que le agregaba un poco más de estilo sus gafas opacas. Su cabello estaba deleitosamente peinado hacia atrás y estaba usando una de sus remeras favoritas de Carnivore. Sus intenciones eran claras y evidentes: quería permanecer desapercibido de las miradas curiosas y agresivas de los impresentables presentes.
Luego de largos minutos replanteándose por qué la persona con la que debía reunirse había escogido este lugar para conversar sobre un tema en particular, alza su visión y observa que la puerta principal se abre e ingresa tal persona con las mismas características de él. Con vestimenta sobria que podría confundirse con alguno de los matones del bar, gafas oscuras y un llamativo color rojo carmesí en sus labios. Su pelo rubio se hallaba atado en una simple coleta que dejaba caer algunos mechones dorados sobre su pálido rostro y su vistosa presencia fue aclamada por todos los presentes cuando sus botas negras resonaron por los pasillos de entre las mesas hasta ubicarse de manera estratégica frente a Tobias.
—Has tardado casi una hora y media— reniega Tobias cruzando los brazos encima de la mesa. —¿Por qué me has citado específicamente aquí?
La mujer ignoró tal queja y realizó el mismo gesto que Tobias, enseñándole sus mitones negros como su vestimenta de cuero. Sólo le faltaba el casco de moto para confundirla como uno más.
—Porque en este lugar podremos pasar desapercibidos— contesta altanera. —No vengo a hablarte de negocios, como ya verás, así que es por eso que elegí Den Svarta Dörren— sentencia.
—Bien. Pues hablemos— interrumpe Tobias con fastidio. —¿A qué se debe esto? Porque si no es por negocios, tú directamente no hubieras aparecido por arte de magia— la rubia rió enseñando su perfecta dentadura blanca como la luna.
Se había percatado que Tobias nunca había dejado de ser tan sensato con las personas, algo que aún seguía causándole sensaciones casi tan atrayentes por él.
—Tienes razón, Tobbs. Debo admitir que eres rápido para entender— él no se inmutó ni un poco, sólo permanecía en silencio estudiando todos los movimientos de su compañía. —Vengo a hablar contigo sobre la demanda que los Ghouls han iniciado contra ti.
Tobias flaqueó por un momento; sintió que sus piernas habían dejado de circular sangre por lo que no le funcionaban del todo. Bebió de su cerveza casi con desesperación y la depositó nuevamente sobre la mesa con brusquedad. Detestaba que tales temas sensibles pasaran de boca en boca como si nada.
—¿Cómo sabes eso?— ella sólo permaneció en silencio. —Ellos fueron— asintió.
—Ellos me han comentado todo, excepto Martin... U Omega, como quieras llamarlo— hace una pausa despectiva. —Sé que él no participará de la demanda ni nada relacionado a eso, así que creo que sí tienes amigos después de todo, Tobias.
Aquellas palabras lograron que su corazón comience a latir con más fuerza y sentía que el nudo de la garganta que venía ahogando con su acción de engullirlo como sea se hacía cada vez más poderoso. Nadie debía verlo en su peor momento; nadie podía conocer a un Tobias débil y destrozado.
—Sé que no has venido desde Linköping hasta el lugar más recóndito entre Estocolmo y Uppsala para decirme solamente esto— sentenció con la voz ronca.
Ella sonrió de lado con una mueca satisfactoria por lo que venía escuchando desde que ingresó al bar y se unió a su mesa. La manera que tenía Tobias de ir directamente al punto la volvía loca, casi al punto de querer volver a intentar convencerlo de dejar todo por tener una aventura con ella como en los viejos tiempos. Aún le excitaba esa autoridad caminante.
—No, no he venido a este antro contigo para eso— dice entre risas petulantes. —Sólo vengo a advertirte de una cosa— hace una pausa acercándose más a él. —Los Ghouls saben que soy una parte muy importante del caso y yo también lo sé... Por ende, considero que tú también eres consciente de ello— Tobias permaneció mudo. —Ellos me citarán para testificar en contra tuyo en un par de meses, me pagarán muy bien por eso, más de lo que tú puedas imaginar. Tengo las carpetas listas, tengo todo archivado, tengo pruebas de todo para hundirte como te lo he advertido en aquel cuarto de hotel durante el último tour ¿recuerdas?— él asintió y sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. —Pero puedes evitar todo esto, por supuesto.
Aquel espíritu diabólico, tentador hizo que Tobias caiga en sus redes y juegos generando que su curiosidad supere su razón y su cordura. Sabía que el tiempo corría en su contra y necesitaba mover rápido sus peones del ajedrez hasta que una simple reina lo haga perder dejándolo sin nada con un simple movimiento.
—¿Cómo puedo hacerlo?— pregunta derrotado, por lo que la rubia enseñó una sonrisa malévola al escuchar aquellas palabras agradables para sus oídos.
—Tienes que hacer un trato conmigo— dictamina. —Trato por medio de palabras, como los que te gustan a ti— espeta con arrogancia.
—¿Qué tipo de trato?— cuestiona extrañado.
—Pues, es un trato bastante exigente y con muchas trampas, sé que te gustará— su tono de voz parecía más alegre. —Las condiciones las iré dando a medida que pasa el tiempo y te daré objetivos que tendrás que cumplir sin objeciones. Por ahora, como tu primer tarea, reclutarás a mi hermana menor como parte de tu equipo. Ella será mis ojos allí, que no te quepan dudas de eso— asegura. —Las reglas son abundantes, por lo que debes estar atento cuando te las haga saber a través de ella.
—Eso es muy engañoso. Me usarás como tu marioneta a tu gusto— reniega Tobias.
—Ya sabes cómo se juega a esto, Tobias. Ya lo has hecho antes pero desde el otro lado— exclama vengativa. —Nadie debe saber esto, ni siquiera la ingenua de tu novia. Me enteraré si alguien más descifra esto y créeme las consecuencias serán terribles... Así que dicho esto ¿Estás en el juego?
La mente de Tobias comenzó a dar mil vueltas en el asunto intentando discernir entre las posibilidades que tenía para ganar y las que tenía para perder. Comprendía a pensamiento firme que si ella se entrometía en la demanda, los resultados iban a ser perjudiciales para el porvenir de la carrera y reputación de Tobias. En definitiva, era su única y mejor opción.
—Sí, Cassidy. Tenemos un trato— resopló con desgano aún sabiendo que de ahora en más firmaba su propia sentencia de esclavitud.
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