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Maratón 2/3

Mis extremidades proseguían con su proceso de temblor incesante y se incrementó cuando Simon acarició mi mejilla empapada. Su mirada opaca manifestaba casi lo mismo que sentía yo cuando toda esta vorágine de falsas amenazas, burocracia acusadora y futuros imprecisos comenzó desde que pisé su despacho. No era exactamente el mismo dolor, pero sabía que él estaba sufriendo en su interior con todo este dilema del que también yo formaba parte.

—Lamento mucho esto, Eva. No era mi intención hacerte sentir así. Sinceramente estoy igual de destrozado que tú— exclama con un semblante pálido y como si estuviera a punto de deteriorarse. 

Atinó a abrazarme pero, con un movimiento preciso y casi instintivo, posé una mano en su pecho manteniendo la distancia. Él sólo examinó la secuencia con extrañeza y luego volvió su mirada a la mía con una cantidad incontable de preguntas.

—No te atrevas— dije a regañadientes. —¿Por qué has hecho esto? ¿Por qué has creado todo este embrollo, Simon?— pronuncié en un hilo de voz.

—Yo no fui quién causó esto— confesó. —Simplemente fui reclutado por Air Ghoul ¿lo recuerdas?— asiento con pena. —No iba a negarme a luchar por lo que me corresponde también. Es lo justo para todos.

Dejé la mirada gacha entretanto negaba con la cabeza imitando un vaivén perfecto. Era imposible de digerir todo esto. Permanecí en silencio con la esperanza de encontrar un punto de equilibrio en mi mente, a la par que mis lágrimas caían rebeldes dejando un camino húmedo por su paso.

—Que egoísta de tu parte— espeté controlando el sollozo. —Existen otras maneras de solucionar las cosas sin recurrir a un juicio, por Dios... No te importó en absoluto haber perdido su amistad.

—Eso también pensamos nosotros en tu ausencia y míranos... En el medio del desastre y esto recién va tomando forma— exclama de brazos cruzados. —No sirve de nada hablar sobre quién tiene la culpa en estos momentos, Eva. Tenemos nuestras posturas y son completamente respetables, no usaré mi elocuencia para hacerte dar cuenta de las cosas. Simplemente las verás cuando todo se alinee y se concreten las consecuencias que cada uno merece.

—Lo dices porque no eres el tercero en discordia— refuto. —Por más que me duela en el alma que se haya originado esta rivalidad, no permitiré que Tobias caiga— exclamé con convicción. —Sé que hay otra salida, otro camino, y es a eso a dónde apuntaré.

Él suspiró y se encogió de hombros adoptando una postura de rendición.

—Haz lo que consideres necesario, Eva. No te detendré, pero ya conoces lo que pasa si Tobias no permite que lo defiendas— agrega. —El reloj corre y sólo es cuestión de paciencia y trabajo llegar al resultado final. Lo que decidas estará bien para mí.

Su tono cínico no sólo me fastidiaba, sino que además alimentaba la paranoia que venía creciendo en mí desde que todo inició. Estaba convencido de todo lo que había dicho, hasta me atrevería decir que su porte incitaba una actitud ganadora como si todos sus documentos presentados fueran más pesados que los que presentó Tobias a su favor. Aquella sensación de seguridad que transmitía Simon me helaba la sangre y sólo me hacía sentir más desagradable en este lado de la cuestión. 

—Así será— concluí. —Hasta luego, Simon— pronuncié retrocediendo en mis pasos.

Hasta muy pronto, Eva.

Di un portazo cuando él finalizó la conversación con aquella frase provocadora. Volví hacia recepción y me encontré con Lennart que aún seguía sentado en donde lo había dejado pero leyendo una revista de moda femenina. Rodeé los ojos y mi furia desató que mis tacones resonaran con estridencia sobre el porcelanato y captara la atención de la recepcionista, que se despidió en voz baja casi imperceptible, y la de Lennart, que arrojó la revista sobre la mesa ratona y aceleró su paso hasta llegar a mi lado.

—Querida, casi me abandonas. ¿Todo en orden?— pregunta acomodando su saco con torpeza a causa del paso apresurado.

—No te despido porque te aprecio muchísimo— espeté sin más. 

Presioné el botón del ascensor y éste brilló y sonó bajo la yema de mi dedo índice. Lenn se colocó a mi lado ladeando la cabeza manifestando una confusión casi chistosa. Rascó su barba y peinó su cabello hacia atrás casi en milésimas de segundos como si tuviese alguna reacción nerviosa desfavorable.

—¿Y ahora qué hice?— cuestiona con un tono algo infantil, lo que logró escapar de mis labios una risa cómica.

—¿Además de agendarme una reunión con un ex Ghoul? Nada en definitiva— exclamo sarcástica y él me observa asombrado. —¿Acaso fue a propósito?

—¿Te refieres a que ha sido Simon, el tipo del tribunal?— asentí y las puertas del ascensor se abrieron frente a nosotros. —Eva, te juro que no sabía que era él. De hecho no conocía su apellido hasta hace unos días— confiesa masajeando sus sienes mientras ingresamos al elevador y presionamos el botón de planta baja. —¿Te perjudica en algo?

—Pues...— hice una pausa replanteando nuestra conversación. —No del todo. Sólo me ha advertido de algunas cosas sobre el juicio.

—Mmm, ya veo...— exclama como si fuera un detective. —En pocas palabras ha aprovechado la situación para incrementar tus miedos sobre el proceso judicial ¿no es así?— asentí. —Buena jugada, señor Söderberg. Déjame comentar que me encantan esos tipos rudos y metódicos que tienen toda una estrategia debajo de su manga— río ante su confesión. —Mio Dio... Creo que me gusta demasiado tu ex— agrega lascivo.

—No es mi ex, tonto— exclamo entre risas. —Concéntrate, debemos volver al trabajo.

Al finalizar la jornada laboral, Lenn y yo decidimos pasar por nuestro bar favorito, como habíamos acordado a la mañana, a beber un poco y escuchar algo de música rock para darle la bienvenida al fin de semana.

Ingresamos al reducido pero concurrido bar esquivando un grupo de fumadores en la entrada y nos aproximamos a una de las mesas que se encontraban en el sector del lado de la ventana, que enseñaba una vista espectacular de la avenida principal de Estocolmo junto con el centro del mismo. La decoración del lugar era bien sutil, nada que realce su elegancia pero se mantenía bien para ser de gente que sale del trabajo o que simplemente se juntan grupos de amigos a divertirse un rato.

Pedimos unas cervezas y unos bocaditos salados y dejamos nuestros abrigos al lado nuestro sobre el sillón para más de 4 personas.

—Por fin la señorita Hedegaard me acepta una salida después de mucho tiempo— dice alzando un poco la voz debido a que los parlantes brillaban por el alto volumen de la música. —Todo un logro.

—No te sientas tan especial. Esto es porque Tobias volverá tarde a casa— bromeo y él me dedica una mirada de reprimenda pero ahogando la risa a la vez generando que haga una cara graciosa. 

Cuando nos alcanzan todo lo que habíamos pedido, bebo un sorbo sedienta de mi cerveza y noto que Lenn hace lo mismo pero con menos intensidad. Permanece en silencio observando a un punto en diagonal a mis espaldas y yo lo observo curiosa. 

—No lo creerás, pero allí al fondo a tu derecha está el tipo con el que viniste a la oficina— cotillea. —El del flamante Mercedes Benz...

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